Esperamos tu historia corta o larga... Enviar a Latetafeliz@gmail.com Por falta de tiempo, no corrijo las historias, solo las público. NO ME HAGO CARGO DE LOS HORRORES DE ORTOGRAFÍA... JJ

El Corazón de Cristal - 29 y 30

Capítulo 29

Crystal caminó hacia su coche, asombrada por el encuentro casual. Ella no había visto a Stephanie por casi un año. Le daba flojera el ir y que tal vez no los encontrara o quizá Tom no estuviera de buen humor. Pero si estuviesen en casa, estaba segura de que obtendría buena marihuana. Así no tendré que usar la mía esta noche, Crystal pensó quitando los seguros al Omni.

Regresando al centro, se alegró de encontrar un lugar para estacionarse no muy lejos del edificio. Empujando su asiento hacia atrás, Crystal se quitó sus zapatos de lona para ponerse las botas beiges de trabajo.
“¿Acaso estoy loca? No soy una mujer hecha para trabajos de construcción, soy una artista de striptease. Aunque el trabajo parece fácil y la paga será buena como para ignorarlo. Bueno, como dijo él antes, si no me gusta, sólo habré hecho el gasto de las botas. Y me serán útiles en el invierno de cualquier manera”.
Ella encontró a Michael en la oficina. El gran hombre sonrió cuando la vio.
—Estoy muy contento de que hayas vuelto. Ya metí tus datos en el ordenador por si acaso. —Él miró los pies de Crystal—. Veo que encontraste un buen par a tu medida. Perfecto. Pasemos tu tarjeta dentro del reloj y entonces te diré donde estarás trabajando —caminó hacia un gabinete cerca de la fotocopiadora y lo abrió, sacó un casco completamente nuevo y unos guantes de cuero—. Son tallas para hombres, así que creo que los de talla pequeña se ajustarán más a ti.
Después de mostrarle cómo usar el reloj registrador, Michael condujo a Crystal al tercer piso.
—El servicio de elevador funciona pero no lo uses a menos que tengas una gran carga para bajar. No es la gran cosa y no queremos usarlo más de lo necesario.
Entraron por un portal abierto hacia un vestíbulo que estaba arruinado por el incendio.
—Comenzarás aquí fuera —dijo Michael gritando debido al gran ruido que había en el lugar—. El supervisor viste un casco rojo así que será fácil de reconocer. —Crystal asintió entendiendo—. Los chicos derriban y acarrean todo el escombro hacia el vestíbulo. ¿Ves esa ventana abierta allá abajo? Hay un tobogán que llega hasta un contenedor. Tu trabajo será tomar todos esos montones de escombros que los chicos traen y tirarlos a través del tobogán. ¿Entendiste?
—Sí, entendí. —Ella contestó.
—Bien. Te dejo para que comiences.
No había puertas en ninguna de las oficinas, dando facilidad para que los chicos tiraran toda la basura y pedazos de pared de los cuartos.
“Genial, con la suerte que tengo terminare siendo arrojada como basura y escombro también”.
Recogiendo la pala se apoyo contra la pared, Crystal la deslizó bajo varios pedazos de escombro e intentó levantarlo.
—Jamás lograras levantar nada si lo haces de ese modo —dijo una voz de hombre.
Crystal se giró para ver a un hombre bajito que vestía un casco de protección rojo parado junto a ella.
—Soy Josh Thompson. Michael acaba de decirme que estarías aquí.
—Y, dígame, si no se usa la pala, ¿cómo hacen para tirar todas esas cosas allá abajo? —preguntó.
Josh sonrió y levantó varios pedazos de escombro con sus brazos.
—Utilice un poco de energía y músculos, señorita —dijo él, dándole el montón a ella—. Para eso son los guantes. De otra manera sus manos se ampollarían todas. —Él miró su reloj de pulsera—. Está bien, será mejor que ya comience. Le haré saber cuándo sea hora del descanso. —Él se giró y entró en uno de los cuartos.
“Utilice un poco de energía y un poco de músculo”, ella se quejó. “Le mostraré lo que es usar energía y músculo, imbécil. ¿Por qué no se ponen ustedes, fuertes chicos grandes, a hacer esto?”.
Tomando varios pedazos de escombro, cuanto pudo con sus brazos, Crystal pasó por encima de varia pilas de escombro para tirarlas por el tobogán. La enorme ventana no tenía vidrio, se había quebrado durante el incendio y se dejó el espacio para colocar el tobogán. Crystal deslizó la primera tanda, apoyándose para observar como se deslizaba a través del robusto tubo. No estuvo mal. Puedo hacer esto. Sonriendo, la rubia regresó por otro montón.
Ya para las 4 en punto, el optimismo que tenía a las 2 p.m. había desaparecido, remplazado por un gran dolor en sus brazos. Descubrió que la pala era sólo para recoger los diminutos pedazos después de que los más grandes fueran removidos. Los hombres la ignoraron la mayor parte del tiempo, concentrándose en su trabajo y corriendo escaleras abajo en el momento que el descanso fue anunciado. Crystal pasó su descanso sola, apoyada contra el marco de la ventana mirando hacia abajo de la calle.
“Llevo veinte dólares ya”, calculó mentalmente. “Dos horas más y habré recuperado lo que gasté en las botas”. Ella dio un último golpe al cigarrillo y lo tiró por la ventana. Se giró y miró los montones de escombro mostrándose amenazadoramente ante ella.
“Pues bien…, no se van a mover por sí solos”.
Cinco minutos antes de las 6pm, Crystal ya había encontrado una manera más fácil de mover el escombro, usando la pala para empujar los pedazos hacia el vestíbulo, luego fue tarea fácil recoger con la pala los pedazos y arrojarlos por la ventana. Hizo avanzar su trabajo más deprisa, a pesar de que su espalda gritaba por el cansancio.
—Señorita Sheridan.
Crystal giró para ver a Josh y Michael parados allí.
—Usted ya cumplió con su parte hoy —dijo el supervisor.
Michael asintió con la cabeza en acuerdo.
—Por supuesto que cumplió. No puedo contar el número de hombres que abandonaron el trabajo llevando apenas una hora.
—Eso es porque nadie tiene ética de trabajo en estos días —agregó Josh. Él miró a Crystal—. Para ser honesto, señorita, no pensé que usted duraría toda la tarde.
“Pues muérete, lo hice hoy. Y lo haré mañana también”
—¿A qué hora empezamos mañana?
—Recuerdo que te dije que abrimos el portón desde las 7 a.m. y cerramos a las 6 p.m. Puedes cambiar tu horario las veces que quieras. Sólo sé responsable. Nada me irrita más que alguien que no venga a trabajar.
—Estaré aquí. —Le aseguró Crystal.
—Tú preséntate a trabajar a la hora que quieras y te compraré tu primera taza de café —ofreció Michael—. Ahora ve y marca tu hora de salida y que pases buena noche. Salúdame a Laura.
********
El Omni se dirigió por la calle Essex, Crystal instintivamente miró a su alrededor y cerró todas las puertas de su coche. Una calle sin salida conducía a uno de los más viejos trailer park del condado. Essex era un refugio para personas que operaban fuera de la ley. Era común ver los esqueletos de autos hurtados tirados en los lotes vacíos y a los niños jugando sin zapatos en la calle.
Crystal evitó el contacto visual con las personas que estaban sentadas en sus porches o apoyados contra los autos mientras ella manejaba el coche por el trailer park. Divisó el remolque blanco y amarillo de inmediato y se estacionó delante de él, el camino de acceso estaba siendo obstruido por una vieja camioneta roja. La música de Heavy metal sonaba con gran estruendo detrás de las ventanas cerradas.
“Veo que sigues siendo el mismo imbécil de siempre, ¿eh Tom?”.
—Hey, Crystal, me alegro que hayas podido venir —dijo Stephanie mientras abría la puerta—. Oh, perfecto, recordaste comprar algo de cerveza. Entra, Tom acaba de preparar uno.
—Genial, me vendría muy bien después del día que tuve.
Entrando, el olor a cigarrillo y el humo de la marihuana asaltaron sus sentidos. “Demonios, Steph, abre aunque sea una maldita ventana, o al menos enciende el abanico”.
Tom estaba sentado en un sillón reclinable, el mueble de la televisión estaba cubierto por periódicos y latas vacías de cerveza. El brazo del sillón sujetaba el cenicero desbordado de cenizas.
—Hola Crystal, ¿cómo diablos te encuentras? —preguntó—. Estoy a punto de encender uno. Toma asiento.
—Hola, Tom.
—Meteré esto en el refrigerador —dijo Stephanie, tomando los dos packs de cerveza de Crystal.
—Antes de que te las lleves déjame una de esas a mí —exigió su marido.
Crystal se sentó en el sofá y sacó sus cigarrillos de su bolsillo.
—Tomaré una también.
—¿Entonces para que me molesto en meterlas al refrigerador? —dijo la pelirroja, dejándose caer en el sofá a un lado de ella y abriendo el pack de cervezas—. Tom, ya déjate de estupideces y prende esa cosa.
—Lo estoy prendiendo, lo estoy prendiendo. Joder, no te comportes como una perra sólo por que tu amiga está aquí. Realmente te va a gustar este porro, Crystal. Un solo golpe es maravilloso. Me fumé uno yo solo esta mañana y me golpeó el trasero por horas.
—Por eso es que tuve que ir por la cerveza temprano. Él se despertó antes que yo y no me permitió fumar ninguno hasta que le consiguiera la cerveza.
—Esa es la única forma en que la puedo obligar a hacer cualquier cosa —dijo Tom.
“Oh, maldita sea, ya comenzaron”, Crystal gimió interiormente. “Eso es, dale un golpe y deja de ser un imbécil”. Ella tomó el porro de las manos de Tom y ansiosa lo llevó a sus labios. “Oh yeah, esto sí que sabe bien”.
—Demonios, ¿dónde consiguen esta hierba tan buena?
—Mi primo tiene una granja aproximadamente a tres horas al norte de aquí. Él la cultiva en su granero —dijo Tom con orgullo—. Hombre, él siempre tiene las mejores jodidas cosas que van saliendo— Él levanto firmemente un bolso para emparedados que estaba lleno hasta la mitad de hierba mala—. Las malditas mejores cosas. No como esa mierda que venden en la calle.
Crystal dio otro golpe antes de pasar el porro a Stephanie.
—Oh, yeah, esto es muy agradable.
—¿Y por qué traes esas pateadoras de porquería? —preguntó la pelirroja, señalando las botas de Crystal.
—Oh, conseguí un trabajo limpiando desechos de un edificio viejo de la unión de crédito que esta sobre la Avenida Exchange.
—¿Te refieres a ese lugar que se incendio?
—Deja de hablar y dale ya el maldito golpe —expresó Tom con un gruñido, inclinándose hacia adelante para alcanzar el porro.
—Yeah. —Crystal contestó la pregunta de Stephanie. “Deja ya de ser un idiota, Tom”—. La paga es muy buena. Diez por hora y con horario flexible.
—¿Escuchaste eso? —La pelirroja le dijo a su marido—. Diez dólares por hora. ¿Aún están contratando?
—Creo que sí. Acabo de ser contratada hoy. —Crystal levantó su mano para tomar el porro de Tom, quien le dio al menos tres golpes antes de pasarlo.
—No trabajo por menos de doce —dijo él, tratando de alcanzar su cerveza—. ¿Y cómo es que ya no trabajas en el Tom Cat?
—Esto es sólo temporal, mientras mi labio se cura. Me lastimé en una pelea en el bar la semana pasada.
—Oh. —Él dio varios tragos de la lata—. Como siempre he dicho, con un trasero como el tuyo es mejor que trabajes en algo que te haga ganar dinero de verdad y no haciendo el trabajo de perras gordas que solo ellas pueden hacer. —Él extendió la mano para tomar el porro de la mano de Stephanie—. No como esta vaca por la que nadie pagaría por quitarse la ropa.
—Vete al diablo —le contestó la pelirroja—. Sigue jodiendo y entonces dormirás en la maldita casa de tu madre esta noche.
—Al menos su casa no es una maldita porqueriza como este lugar —dijo él, pasándole el porro a Crystal—. Ella no trabaja en todo el día. ¿Puedes creer que no es capaz de pasar la jodida escoba aunque sea una vez, de vez en cuando?
“Oh diablos, por favor no peleen esta noche”, Crystal imploró silenciosamente. “Tan sólo quiero una buena elevada y marcharme”.
—Así como tú te levantas para ir a trabajar cada mañana, ¿verdad?
—Oh, jódete, Steph. —Él tomo la bolsa con marihuana y sus cigarrillos y se puso de pie—. No tengo por qué quedarme sentado aquí y escuchar tus estupideces.
—Muy bien, vete con Mark o con quien te dé la gana. Me importa un carajo lo que hagas.
—Bien.
—Sólo déjame algo de hierba, ¿ok?
—Vete al infierno. Consíguete la tuya. —Él salió por la puerta, no molestándose en cerrarla.
—¿A dónde va? —Crystal preguntó, tomando ventaja del pleito para dar otro par de golpes de marihuana.
—Que se joda. Sabía que no me dejaría nada. —Ella entró en el cuarto de baño y regresó con una lata de rociador para el pelo.
—Aquí tienes. Ya no queda mucho —dijo Crystal.
—No te preocupes por eso, Crys— Stephanie tomó el asiento desocupado de Tom y tomó el porro que quedaba—. Gracias. —Ella inhaló profundamente. Devolviéndolo, luego exhaló lentamente para evitar ahogarse—.Oh, esto está bueno. Toma.
Luego, la pelirroja sujetó la lata del rociador para el pelo en ambas manos y giró la tapa. En el fondo del tubo había un pequeño tubo de metal.
—Tom no sabe de esto. Cada vez que él consigue una buena cantidad de hierba buena, después de que se queda dormido voy afuera y tomo algunas porciones para mí. Él cree que me castiga no dándome hierba, es un baboso estúpido. —Ella abrió el tubo metálico y vació el bulto de marihuana que estaba escondido dentro—. ¿Te sientes bastante consciente cómo para preparar un buen porro? Odio hacerlo con el maldito periódico.
—Claro, no hay problema —contestó Crystal—. Así es que tú y Tom están obviamente juntos de nuevo. ¿Ya no estás trabajando?
—No, maldita sea. Tenía un empleo entregando pizzas pero el camión se averió y no pude darme el lujo de repararlo. El idiota de mi jefe no me dejaba usar el coche de la compañía porque tuve un pequeño incidente con el vehículo el invierno pasado.
—El muy maldito. —“No te prestaría mi coche tampoco. Sé cómo conduces”. Crystal tomó el porro y trató de alcanzar su encendedor—. ¿Dónde están los niños?
—Marci se esta quedando con mi madre hasta la audiencia de la semana próxima. No me dirán donde está Ricky. —Sephanie tomó el porro—. Tom y yo estábamos peleando y los malditos vecinos llamaron a la policía. Pues, ya sabes como son esas cosas. Entraron y vieron la droga nos agarraron y se llevaron a los niños.
—Oh, no. ¿Y ahora que pasará?
Stephanie se encogió de hombros y prendió el porro.
—No lo sé.
—Y, bueno, ¿Ya pediste ayuda legal?
—¿Para qué molestarme? Me devolverán a los niños de todas maneras. Tom acordó entrar en un grupo de ayuda por treinta días y obtendremos beneficios mientras él este allí. Eso ya ha ocurrido antes. Toma.
Crystal tomó el porro e inhaló duro. “¿Cómo puedes sentarte allí y qué no te importe donde están tus hijos y qué estén haciendo? ¿Qué estás haciendo viviendo con ese imbécil?”. Finalmente la molestia dentro de ella fue demasiado.
—Steph, ¿Por qué sigues con él?
—Oh, tú sabes cómo es esto, Crys. Él dice que no lo hará nuevamente y yo le creo. La misma mierda de siempre.
—Pero tú sigues volviendo con él. ¿Por qué? Por lo menos yo fui lo suficientemente inteligente para apartarme de esa mierda.
—Lo sé, lo sé —dijo la pelirroja—. Él es un perdedor y siempre lo será, pero, ¿qué puedo hacer? Él es su padre.
—¿Y qué? Él no es un buen padre de todos modos pues no es capaz de traer dinero a casa. Steph, tú mereces algo mejor que él. Los niños también.
“¡Dios mío!”, gritó Crystal por dentro, “ella está actuando justo como mi madre”.
—¿Piensas que a Marci le gusta despertarse asustada por culpa de sus arrebatos?
—Aun así, él es su padre. —Stephanie se encogió de hombros—. No creo que le moleste a ella demasiado. —Ella le tendió el porro—. Toma, dale otro golpe.
“Tienes que estar bromeando”.
En su mente Crystal vio a su madre sentada sobre un sofá similar, bebiendo hasta la inconsciencia e ignorando al animal que aterrorizaba a sus niñas. Crystal dejó el encendedor sobre el tazón y presionó el porro contra sus labios.

Capítulo 30

 “¿Qué estoy haciendo aquí? ¿Por qué estoy sentada con la reencarnación de mi madre?”. Exhalando, otro pensamiento llegó a ella. “¿Cómo demonios voy a irme a casa?”
—.Steph, quédate con las cervezas pero ya debo irme.
—¿Estás segura? Vamos, siéntate y toma otra cerveza. Puedes tomarte otra, ¿oh no?
—Por supuesto que puedo, pero realmente debo irme ya. Olvidé que prometí a mi compañera de apartamento que la ayudaría con algo esta noche. —Crystal tomó sus cigarrillos y su encendedor, guardándolos en su bolsillo.
—¿Tienes una compañera de apartamento? ¿Desde cuándo?
—Mi apartamento se incendio hace unas semanas. Escucha, en verdad debo irme.
Crystal se puso de pie sólo para volver a sentarse de nuevo.
“Whoa”.
La marihuana le pegó fuerte e hizo un esfuerzo para mantener sus ojos abiertos.
—Oye, recuéstate y relájate. —Stephanie le ofreció el porro—. Venga, uno más no te hará daño. Nunca tengo compañía.
“De ninguna manera, ¿quién querría acompañarte?”
—No, realmente debo llegar a casa.
“Ok, Crystal, tú puedes hacer esto”, ella se dijo a sí misma. “Simplemente ponte de pie”. Otra vez se levantó, pero esta vez logró quedarse en posición vertical
—¿Sabes mi número del bíper verdad? Llámame cuando tengas teléfono.
—Bueno, ahora sabes donde vivo. No eres una desconocida. Tal vez aprovechando que los niños no están aquí, Tom y yo hagamos una fiesta el fin de semana o algo por el estilo. Estás invitada.
—Yeah, tal vez venga. —Crystal trató de alcanzar la manija de la puerta, apoyando su peso contra ella—. Gracias por la hierba.
—Cuando quieras, Crys. Visítanos pronto.
“Gira la manija, sin caer”. Crystal intentó seguir sus propias instrucciones, pero dar los pasos resultó todo un reto. Tropezó accidentalmente, terminando sentada sobre la tierra. “Maldición”. Miró para ver si Stephanie se había dado cuenta pero el porche estaba vacío.
“Te importó un comino esperar lo suficiente para asegurarte de que llegara bien al coche ¿verdad?”. Colocándose sobre sus rodillas, Crystal se obligó a enfocar y ponerse de pie. “¡Demonios!, creo que fumé demasiado”. Apoyando su mano contra el lado del remolque, ella se abrió paso adelante. Tom no estaba bromeando cuando dijo que esto te golpea de maravilla. “¡Diablos!, apenas puedo ponerme de pie”. Ella caminó tropezando con sus pies desde la casa de Stephanie hasta el Omni.
“Ábrete. Maldición, primero debes quitar los seguros, idiota”. Requirió de tres intentos para lograr abrir la puerta, luego fue otro reto meter la llave en el encendido. “Oh, demonios, ¿cómo se supone que conduciré? No voy a poder ver la maldita carretera”. Crystal se apoyó contra el cabecero. “Vamos, Crys, tienes que salir de aquí”. Apuntando ciegamente hacia el encendido finalmente logró meter la llave. “Oh, cielos, no debería estar haciendo esto”. Agarrando el volante, se colocó en posición vertical y echó a andar el motor.
Bajó el vidrio de la ventanilla pero no fue de gran ayuda. El Omni viró de un lado a otro en su lento andar sobre la calle Essex. Un gran pitido la sacó de su trance en el momento que evitó golpear un vehículo que venía.
“Maldición, no puedo hacer esto”.
Girando el volante, Crystal se estacionó en una esquina junto a un parque. En la esquina había una cabina telefónica azul y blanca. “Yeah, es lo que necesito. Llamaré a alguien para que venga por mí”. Luego surgió otro problema cuando miró sus bolsillos, sólo traía un penique. “Apuesto que dejé caer un cuarto en alguna parte de aquí. Por supuesto no tendría ni la más mínima oportunidad de ponerme a buscar. Probablemente me desmayaría”.
********
Laura miraba incrédula la pantalla. ¿Tres meses? La respuesta del publicista había sido rápida. Al perder su fecha tope, la fecha de impresión para el libro fue puesta para dentro de tres meses, colocándolo más adelante de las ferias de otoño y arruinando cualquier posibilidad de adquirir buenas ventas de esos días festivos. El cambio de fecha implicaba muchas cosas pero lo más importante era el efecto que tendría en sus ingresos. Sus obras previas le proveían lo suficiente para pagar las cuentas mensuales pero la renta y los gastos diarios eran cosa aparte.
El teléfono timbró pero ella no hizo el esfuerzo por descolgarlo. Probablemente es otro vendedor al teléfono. Suspirando, cerró el correo electrónico y cargó su navegador de Internet. El teléfono continúo sonando hasta que la máquina contestadora respondió.
“¿Lo ves? Ningún mensaje. Sabía que no era importante”.
Segundos más tarde el teléfono sonó de nuevo. Decidiendo que tal vez no sería un vendedor, caminó hacia la mesita de noche y descolgó el teléfono.
—¿Hola?
—Habla la operadora. ¿Acepta usted una llamada a cobro revertido de Crystal Sheridan?
—Sí.
—Gracias. Adelante.
Hubo un chasquido audible seguido por una suave estática.
—¿Crystal?
—¿Laura, eres tú?
—Sí, soy yo. Habla más fuerte , Crystal. Apenas te puedo escuchar.
—¿Me puedes escuchar ahora?
—Sí
—¿Estás ocupada?
—¿Crystal, te pasa algo?
—Bueno.... ¿puedes venir por mi y llevarme a casa?
—Traerte a casa… Sí, por supuesto que puedo. ¿Se descompuso de nuevo tu coche?
—No. Es sólo que no puedo conducir. —El sonido de un camión que pasaba distorsiono las últimas palabras.
—¿Qué? ¿Por qué no puedes conducir? ¿Sufriste algún accidente? —Mientras hablaba, Laura tomo sus zapatos y comenzó a ponérselos—. ¿Dónde estas?
—Estoy sobre la calle Essex cerca del aeropuerto.
—¿Tu coche esta en condiciones de manejarse?
—Sí pero creo que no puedo conducirlo, Laura. —Una risa nerviosa se escuchó a través de la mala conexión—. ¿Puedes venir a recogerme?
—Sí Crystal, iré a recogerte. Dime de nuevo donde estás ¿Pasando el aeropuerto?
—En la cabina telefónica de la esquina.
—Bien. Escúchame. Regresa a tu coche y cierra todas las puertas. Estaré allí tan rápido como pueda.
—¿Laura?
—¿Qué?
—¿Vas a venir a recogerme? ¿De verdad? —Laura escuchó un golpe seco seguido por un grito agudo de Crystal—. ¡Ay!. Me golpeé la cabeza contra el teléfono.
“Ella está realmente borracha. La calle Essex no es una buena zona de la ciudad por muchas razones”.
—¿Crystal? ¿Crystal, sigues allí?
—Yeah, estoy aquí
—¿Me escuchaste? Quiero que vayas al coche y me esperes allí y cierra todas las puestas con seguro hasta que yo llegue, ¿Ok?
—Ok, ¿Laura?
—¿Qué?
—Realmente no puedo conducir.
“Oh genial, ahora esta divagando”.
—No, no puedes, Crystal. Entra al coche y quédate allí.
—¿Estás enojada conmigo?
—No. Me alegro de que me hayas llamado en lugar de intentar manejar hasta la casa en ese estado. ¿Has estado bebiendo?
—Sólo me tomé una cerveza.
—Así que estas drogada, ¿correcto?
—Oh, yeah. Bastante drogada. —Crystal río nerviosamente—. Aterrada, de hecho.
—Uh huh. Quédate allí. Estoy en camino.
—¿Laura?
—¿Qué? —La escritora trató de mantener su irritación creciente fuera del tono de su voz.
—¿Estás segura de que no estás enojada conmigo?
Laura suspiró.
—No, no estoy enojada contigo.
—Ok. No quiero que estés enojada conmigo.
—No estoy enojada contigo. Ahora cuelga el teléfono para que ya pueda ir por ti.
—¿Estás segura?
—Sí, estoy segura.
—Bueno, porque no quiero que estés enojada conmigo.
—¡Crystal! ¡Por última vez, no estoy enojada contigo así que cuelga el teléfono! —Laura presionó el botón de colgar. “Está drogada. Está drogada fuera de sí en medio de la nada”. Presionando el botón, escuchó el tono de marcar y presionó unos ya conocidos dígitos.
—¿Hola?
—¿Jen? Es Laura. ¿Me puede acompañar a recoger a Crystal y su coche? Te explico en el camino.
Para cuando Laura estacionó el Jeep, Jenny había sido informada de lo que había pasado. Como esperaba, el Omni gris estaba parado cerca de la caseta telefónica.
—Allí está. —Laura estacionó su vehículo—. ¿Vas a manejar su carro o el mío de regreso?
—Conduciré el de ella —dijo Jenny—. Veamos con quien prefiere irse ella.
Caminaron hacia el coche de Crystal y se pararon junto a la puerta del conductor. Laura extendió la mano y golpeó ligeramente la ventanilla.
—¿Crystal? Crystal, despierta. Ya estamos aquí.
—¿Hmm?
—Despierta. Soy Laura. Jenny está conmigo. Hemos venido para llevarte a casa —trató de abrir la puerta—. ¿Crystal? Oye —golpeó el vidrio con sus nudillos—, quítale el seguro a la puerta.
—Hola, Laura. —La drogada mujer habló entre dientes.
—Quita el seguro de la puerta.
Tan pronto como escuchó el chasquido, Laura cogió la manija. La puerta se abrió y gracias a los reflejos rápidos de Jenny, ésta evitó que Crystal cayera hacia el suelo.
—Tranquila. —Una vez que sostuvieron a la semiinconsciente mujer y la regresaron al asiento, la terapeuta tomo el control—. ¿Crystal? Crystal, mírame.
—¿Hmm?
—¿Cuánto has bebido esta noche? —Crystal con orgullo levantó ondeando un dedo—. ¿Una qué? ¿Una cerveza?
—Yeah, sólo una. —La rubia masculló, su cabeza rodando con indiferencia de un lado para otro—. Estoy drogada.
—Sí, ya veo. —Jenny miro a Laura—. ¿Alguna sugerencia de cómo haremos para pasarla al asiento del pasajero?
—No tengo idea —contestó Laura.
—Yo diría que la cogiéramos hacia el asiento, pero la palanca de cambios esta de por medio.
—Este coche realmente no tiene nada de espacio.
—No mucho. —Jenny golpeó ligeramente la mejilla de Crystal—. Crystal… Crystal despierta. Tenemos que moverte.
—¿Mm? Estoy despierta. ¿Q... ?
—Uh huh, vamos a moverte, compañerita. —Laura miró a Jenny—. Creo que nuestra mejor opción es cogerla por encima de la palanca de cambios. Si la sacamos fuera y cae al suelo no habrá manera de que podamos moverla.
—Estoy de acuerdo. La sujetaré mientras tú das la vuelta y te vas del lado del asiento del pasajero —dijo Jenny.
—Dame las llaves. Estoy segura que ese lado también está cerrado. —Laura dio la vuelta y abrió la puerta del pasajero—. ¿Qué es esto? —Preguntó, sosteniendo un cuaderno de apuntes.
—Ponlo en el asiento trasero —contestó Jenny, no revelando que había visto a Crystal ese día.
Les tomó hacer algunas maniobras para lograr colocar a la drogada mujer en el asiento del pasajero. Crystal forcejeó y se retorció, riendo nerviosamente y hablando incoherentemente entre dientes.
—Estate quieta. —La reprendió Laura—. No te puedo colocar el cinturón de seguridad.
—Hola, Laura.
—Hola Crystal. Quédate quieta y déjame ponerte el cinturón de seguridad, ¿Ok?
—Ok. —La rubia cerró sus ojos y comenzó a girar su cabeza para un lado—. Estoy realmente drogada, ¿sabes?
—Lo se, créeme. —Laura sonrió cuando sintió el chasquido del cinturón de seguridad—. Listo. Jen, ¿puedes conducir tú?
—Seguro. Nos vemos en tu casa.
—No-o-o —lloriqueó Crystal, moviéndose nerviosamente en su asiento—. ¿Por qué no me puedes llevar tú?
Laura sonrió a la cara irritable ante ella.
—Porque tengo que llevar mi coche, por eso. —Poniéndose de pie, cerró la puerta del pasajero y rodeó el coche. Dando las llaves a Jenny, Laura se inclinó para mirar a través del vidrio a Crystal.
—Está realmente fuera de sí.
—Ya la escuchaste. Está muy drogada, con la mente totalmente perdida. Dudo que sepa siquiera quien es ella realmente.
—¿Por qué se hace esto así misma? —Laura se enderezó y negó con la cabeza—. Simplemente no lo comprendo.
—¿Alguna vez le has preguntado?
—¿Qué?
Jenny tomó la mano de Laura y giró su palma.
—Ella te pidió que la llevaras a casa. —Colocando las llaves en la mano abierta, se giró y caminó hacia el Jeep—. Me parece que es una oportunidad perfecta para que se lo preguntes. 


Historia Traducida por Alesita. Corregida por Abriles
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3 comentarios:

  1. =) uyyyyyyyy .... cada vez mas interesanteeeee

    yfza
    peru

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    1. por lo que veo tambin la estas siguiendo como yo esto se pone bueno me encanta magu
      peru

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