PARTE III
Al día siguiente
amaneció con ojeras y agotamiento, se suponía que había descansado toda la
noche, su doncella le reprochaba su mal aspecto y se afanaba en maquillarla y ocultar las
señales de malestar de la misma en su rostro, como supuso volvía a ser elegida
para acompañar el desayuno del Califa.
Al igual que el día
anterior fue guiada con menos ostentación a los jardines, esta vez el Califa
aparecía sentado al lado de Janaana riendo y bromeando como si fueran amigos de
toda la vida, a ella no se la escuchaba pero algo en el interior de Shamsir se
removió con la escena, un cierto dejo de tristeza se acomodó en su pecho.
Al igual que el día
anterior se acomodó al lado del Califa y esperó su indicación, ésta no llegó y
cabizbaja esperó a que llegara su ocasión de cumplir con las peticiones, el
hombre se volvió a observarla y sin previo aviso alzó su rostro con su mano y
besó sus labios ante Junaana, Shamsir azorada por la inesperada acción del
Califa temió que este pretendiera poseerlas a ambas ahí mismo, Junaana retiró
su mirada para no ver las atenciones amorosas del Califa sobre Shamsir, la
situación se volvía violenta para esta última.
Él se acomodó en su
lugar esperando que ella iniciara su lectura y con un gesto concedió su
beneplácito para que comenzara, a su voz se unieron los acordes de Junaana,
esta vez manejaba un violín, un instrumento de occidente que ya tiempo atrás
tenía mucho éxito en la composición y los palacios de aquellas tierras.
Escuchó su música
conmovida y dejó que su voz se dejara guiar por el trasfondo dulce de la
tonada, el Califa se relajó tanto que el sueño le venció, los ojos de ellas se
encontraron y de igual manara se eludían cada vez que chocaban sus miradas,
hasta que tras un ronquido profundo el amo despertó y las despidió con su
cortesía habitual, el temor de ser festín sexual del hombre, pasó a un segundo
plano, ahora temía que el mismo descubriera la atracción que ella sentía por su
preferida.
A la vuelta, Junaana
paró indecisa frente al mismo lugar que el día anterior, desistiendo de entrar
y disfrutar de esos momentos únicos, se volvió y continuó con el recorrido de
regreso, una vez atravesaron las puertas al harén la guardia las abandonó, sus
eunucos personales las aguardaban pacientes a la entrada para acompañarlas a
sus aposentos y atenderlas como de costumbre, ambas iniciaron la vuelta, esta
vez para sorpresa de Shansir, la otra no se marchó hacia sus habitaciones, la acompañó hasta la puerta de
las propias, allí la invitó a pasar su tarde a los jardines del este a ver el
atardecer, si lo deseaba podrían disfrutar de una cena al aire libre, anonadada
por la petición aceptó, una vez sola su nerviosismo sobre que ponerse y si
debía ir realmente la tuvieron buena parte del día preocupada, por alguna razón
el salir a ver el amanecer a su lado bajo su invitación se le antojaba un
momento especial, al que tenía que presentarse adecuadamente arreglada, por
supuesto sin excederse.
Apenas apuraba los
últimos momentos del día antes de reunirse con ella en sus aposentos se
acobardó con la idea de que ella se sintiera insultada con su atuendo, hasta
ese día jamás se preocupó por arreglarse excepcionalmente para alguien y esa
situación era completamente nueva para ella. Realizó el camino para presentarse
ante ella con la cabeza gacha y su resolución impoluta y temiendo decepcionar o
ser despreciada por sus esfuerzos de agradarla…
A las puertas en vez
pasar al interior se le indicó que esperara allí mismo, algo que la incomodó
sobremanera, sentía que fuera a ser despedida después de llegar y no verla. La
espera también conmocionó su lado oculto con pesarosas ideas de que ella se
encontrara enferma y su preocupación por estar esperando en el umbral en vez
del interior de la entrada la mortificaron mucho más de lo que nunca sintió en
su vida.
No comprendía que la
impulsaba a sentir tantas cosas tan contradictorias por esa mujer, tampoco sus
inseguridades, nunca padeció por nadie y mucho menos le importó el rechazo,
siempre supo que tenía un corazón que le permitía percibir la sensibilidad al
arte y disfrutaba de toda la belleza en su esplendor o surgimiento de sus
cenizas, sin embargo siempre supo que nunca tuvo un corazón dispuesto a amar,
que podía ofrecer todo afecto carnal pero nunca el amor que pudieran esperar, pero
pensar en esa mujer rompía todas las tablas y mandamientos sobre si misma que
ella creyó siempre.
Los velos que hacían
de cortina fueron retirados dejando paso a su anfitriona, a Shamsir se le
congeló el aliento y su temperatura subió varios grados haciéndola transpirar, algo en su interior le decía que
si no se controlaba se pondría en evidencia y por otro lado que acabaría
sufriendo un mareo si no tomaba aire urgentemente…
Una única palabra le
vino a la mente sólo al verla, Diosa, nunca hubo una definición mejor y de más
alto precepto que pudiera describir tanto su belleza como sus talentos, y con
esa palabra algo dentro de sí se deshizo en una calidez que la embriagó de
júbilo, pasó ante sí abriendo la marcha hacia el destino predestinado por ella y
la siguió manteniendo su vista a los pies de ella y disfrutando de su caminar
suave y cadencioso.
Ambos eunucos las
siguieron, portando cestas y parasoles amplios, se podría decir que más bien
era un toldo transportable para ese tipo de ocasiones, mientras la seguía
Shamsir pensó si este tipo de salidas serían habituales en ella o lo haría por
estar ella confiada a su compañía, también si lo cumpliendo con un protocolo o
quizás por obligación o por el contrario con placer de disfrutar de la
compañía, sus pensamientos realmente eran un caos de incertidumbre y dudas.
Dos grandes puertas
forjadas en cobre imponían a sus visitantes una admiración y estupor por su
tamaño que empequeñecía sus personas, creando cierto temor a lo que les
esperara al otro lado, un guardia la custodiaba y el eunuco de Junaana se
presentó ante el mismo, siguiendo el protocolo y respondiendo a las
indagaciones del mismo, finalmente se les concedió el paso confirmando su
permiso con un brazo en alto, automáticamente las puertas comenzaron a chirriar
y temblar antes de asomar una rendija que indicaba que estaban siendo abiertas
desde un punto oculto para sus ojos, esperaron pacientemente hasta que las
mismas dejaron de moverse antes de continuar hacia el otro lado, y lo que la
esperaba allí, era inesperadamente una maravilla, algo impensado para sí misma
teniendo en cuenta que las tierras de Arabia eran yermas.
A su mente acudieron
fragmentos de las historias fantásticas de dioses y sus campos Elíseos, la
belleza y esplendor irradiaba por doquier, los aromas te impregnaban el olfato
a la distancia, alzó su vista a los techos descubriendo unas estructuras que cubrían
casi toda la parcela dejando espacios como senderos, las estructuras sujetaban
telares que daban sombra a buena parte de las plantas evitando el sol severo
sobre ellas, alrededor de las estructuras se extendían unas columnas que
sostenían un acueducto de cáñamo, el mismo tomaba agua de un pozo cercano del
que se extraía por una rueda el agua, la cual era impulsada otra más grande de
la que tiraban unas mulas, en esos momentos descansaban en las cuadras
improvisadas o construidas ahí mismo para no buscarlas desde un punto más
apartado, al centro de tanta belleza una
fuente con un caballo esculpido levantado a dos patas adornaba majestuosamente
tanta plenitud de vida y verdor, era como abrir puertas a un oasis pero sin sus
palmeras, el califa debía de ser un hombre excéntrico con la forestación, la
mente de Shamsir era incapaz de abarcar que dicho hombre pudiera poseer rasgos
buenos a fin de cuentas.
Junaana no se movió
de su lugar, mantuvo todo el tiempo su aire despreocupado mientras sentía ese
glorioso triunfo en su persona por haber sorprendido gratamente a la muchacha
con semejante espectáculo de belleza natural, sospechaba tras verla observar el
jardín y presenciar su sorpresa y fascinación del principio que traerla allí
sería algo igual de agradable para su persona, pero disfrutar de ese gesto de
fascinación y felicidad ante las flores, reconocía para sí que era como ver a
una niña pequeña ante su primer vestido de cuencas para un baile, el regocijo
de Shamsir y emoción llenaban a Junaana de dicha y no dudó de tomarla de la
mano y echar a andar por entre los
paseos del jardín hasta una explanada en donde se podrían acomodar juntas,
mientras la dejaría a su predilección pasear y disfrutar del lugar y ella
pintaría y la observaría.
Los dos hombres montaron
diligentes las alfombras y cojines en donde acomodarse, el pequeño toldo con el
que protegerse si el sol las alcanzaba y en la cesta mantuvieron la sorpresa
final para la cena, comprobó como tímidamente ella se sentaba a su lado sin
atreverse a salir por su paso a recorrer todo el espacio libre, colocando una
mano a sus omóplatos la empujó para que se alzara y le indicó con su otra mano
que saliera a pasear, la chica dudó pero ante su insistencia siguió su
invitación y marchó como una brisa a la que sujetan y ansia la libertad dichosa
por conseguirla.
Shamsir no cabía en
su regocijo, de un lado para otro todo
tipo de flores de múltiples colores y aromas, rosas, narcisos, tulipanes,
claveles, pensamientos, lilas, dalias, crisantemos, e incluso muchas cuyo
nombre desconocía, al llegar a una sección leyó, “peligro, plantas venenosas”,
sintió curiosidad y a su vez temor de que fuera una zona prohibida, una mano
sujetó su cintura provocando que saltara a un lado retirándose a la defensiva,
no pensó en quien pudiera ser, sólo que alguien la tocaba, Junaana la observó
desconcertada pero sin dejar de sonreírle con dulzura, era una sonrisa casi
pudorosa de las que dudan si asomar al rostro o volver a su gesto adusto, verla
sonreírle así hizo que se relajara, y se colocó a su lado de nuevo
disculpándose por su reacción, la otra no le respondió, pero si tomó su cintura
y la guió por ese jardín oculto a un extremo bien lejano del resto, cada
sección contenía plantas de ciertas
zonas que ni escuchó nombrar en un pasado, escuchó las explicaciones de Junaana
con su voz suave y aterciopelada, mientras estaba concentrada en la información
de la sección que le mostraba, era difícil sentirla tan cerca de su cuerpo con
tanta confianza por su parte y no desear dar un giro e interponerse en su
camino y besarla, cuanto más lo consideraba más temía llegar a ultrajarla y
dejar caer los mandatos de las damas sobre sí por no saber contenerse y
mantener su palabra de no transgredir más en la convivencia del harén y las
relaciones del mismo, debía evitar que no cayera mas sobre si la condena y el
odio de ellas, podría verse envenenada por alguien o marcada de un modo
desfigurados, como a quien le tiran aceite hirviendo. El miedo le privaba de
actuar con su atrevimiento y descaro, le impedía dejarse llevar por sus
instintos y en cierta manera se sentía atrapada en una jaula emocional, en
cierta manera sentía desdicha por más de una razón, pero no permitiría que
nadie lo descubriera.
El recorrido fue
breve, el sol comenzaba a descender y eso significaba que llegaba la hora de
cenar, volvieron ligeras al lugar donde
las esperaban sus objetos y allí tuvieron una desagradable sorpresa, una cobra
se había enroscado al lado del lienzo de Junaana, y dos más cacabeaban a la
salida del rincón en el que se acomodaron, Shamsir las observó desconcertada
que fueran tres y no una, esos reptiles no se movían en grupos eran seres
independientes, en pocas clases crecían agrupadas, esto era una trampa, un
intento de dañar a alguna de las dos, o vengarse de ella por sus actos de los
últimos días.
No se lo pensó mucho
tiempo, colocó a Junaana tras de sí protegiéndola, algo cayó a sus
espaldas, se volvió y descubrió otra
cobra rabiosa , algo le hizo mirar hacia arriba y descubrió un cierto peso
justo encima del telar que las cubría, una certeza le vino a la mente, alguien
intentaba deshacerse de ellas o de una de ellas, arriba había una cesta llena
de más víboras que seguirían cayendo, miró a su alrededor con resolución, no
las podría tocar pero algo habría que las ayudara a retirarlas sin peligro, y
ahí vio que una caña clavada al suelo sostenía una de los rosales, se sacó
parte de su atuendo, echándolo sobre la cobra de su espalda para que esta no
pudiera ver ni atacar, era mejor desconcertarla
que permitir que se moviera con más agilidad contra ellas, Junaana hacia
esfuerzos por evitar que se alejara de ella, sus ojos abiertos con un terror
que rayaba la locura y la necesidad de salir corriendo, sólo su cordura y el no
dejarla ahí sola evitaba de que sucumbiera a ese impulso.
Con rapidez arrancó
la caña, la colocó frente así igual que
si fuera un sable rozando las arenas, rodeando su lugar de descanso llegaron
frente a las otras dos, estas se alzaban amenazantes, lanzó estocadas con la caña
hasta que una de ellas retrocedió, dejando algo de espacio, no era suficiente,
pero tendría que servir pensó Shamsir, rodeando por la cintura a Junaana la
colocó en avanzadilla y siguió manteniendo la atención de la cobra sobre sí,
insistió a Junaana de que corriera y marchara, que estaría bien, ella se negaba
y hasta que no comprendió que sólo una podría salir y pedir ayuda, no tomó
impuso de saltar y correr como el viento hacia las puertas, debía darse prisa,
dos cobras mas cayeron y pronto habría alguna que le sería imposible ver a
tiempo, no se equivocaba cuando percibió el peso de algo escurridizo a su
espalda y un mordisco bajo el brazo derecho…
En un último esfuerzo
corrió lanzando la caña contra las dos cobras que impedían que saliera y se
alejó todo lo que pudo, se quitó la ropa que cubría la mordedura y bajo los
temblores que ya la atacaban cayó a medio camino de salir del jardín, bajo la
mirada borrosa por el veneno pudo distinguir que volvía ella con alguien más
llamándola, luego todo se volvió oscuro y lejano y notó un golpe seco en su
cuerpo, después nada.
El rostro de Junaana
se descompuso en una marca clara de dolor y desesperación al ver caer a Shamsir
sin que llegara a responder a su llamada, tuvo la certeza de que no consiguió
salir indemne, enseguida mandó al muchacho que seguía a los dos guardias al
harén, que avisara del veneno de cobra a las damas, era consciente que por los
múltiples atentados en tiempos pasados ellas manejaban antídotos así como a un
especialista en curas y medicina, el chiquillo corrió con el mismo miedo al
rostro, sabía que alguien pagaría con su sangre si una de las mujeres del
Califa fallecía bajo circunstancias sospechosas, no se equivocaba…
Al llegar a su lado,
los guardias primero comprobaron su estado, y
uno de ellos desenfundaba su sable y decapitaba a los reptiles con puro
enojo, la voz de Shamsir tartamudeaba mientras repetía con dificultad unas
palabras, ambos nos acercamos dudosos de comprender….
-
Serpientes del cielo, cesta a lo alto, asesino….
El guardia me observó
incrédulo, no estaba seguro hasta que ambos miramos a lo alto y comprendimos lo
inconcluso de sus palabras, todos los telares se movían bajo el movimiento de
la brisa, excepto el que estaba sobre nuestro asentamiento, ese colgaba con un
peso que evitaba que se meciera…
Alcé la vista y de
tres o cuatro que había antes de marchar llegué a alcanzar cerca de diez, el
guardia exclamó a su compañero que se
retirara, le señaló el punto y el otro comprendió perjurando contra las víboras
y su dueño. Busqué en su cuerpo descubierto la mordedura y era peor de lo
pensado, no estaba a las extremidades donde se podría extraer con suma
facilidad, sino bajo su brazo al costado del seno, entrando en su sistema, si
pudieran extraer parte del veneno, podrían salvarla, sus pensamientos giraban
sobre esa idea, evitando la mas nefasta, no se atrevía a concebir perderla en
esos momentos y no de ésa manera, estaba dispuesta hacer pagar a quien
perpetrara dicho ataque dañándola.
Sus labios se posaron
desesperados sobre la herida, insuflando con fuerza, apenas percibía el gusto
amargo lo escupía repetidamente y volvía a repetir el gesto, bajo la mirada
atenta de ambos guardias, si el veneno pasaba a su metabolismo no sería tan
fuerte pues ya estaba diluido y lo
escupía, ésa era su única idea, hasta que uno de ellos tras tres o cuatro veces
la retiró de su cuerpo y la alzó, corriendo hacia las puertas donde ya se
divisaba al muchacho y a una mujer cubierta de telas brillantes, corrieron a su
vez evitando agitar su cuerpo, al llegar el niño ya había extendido una colcha
al suelo, allí la pusieron, bajo ésta había una camilla de mimbre, la mujer
anciana tomó el pulso de la joven, buscó la herida y realizó el mismo acto de
Junaana, justo entonces uno de los guardias avisó que ella ya le había extraído casi todo el
veneno que quedara a la mordedura, la mujer asintió mirándola curiosa, luego se
centró en colocarle una cataplasma sobre la misma, indicó que la alzaran y
siguieran, la llevaron a los mismos aposentos de las esposas, Asalah esperaba
aprensiva, le fue relatado por Junaana bajo qué circunstancias había sucedido
todo, ella asumió al igual que el resto, un atentado a plena luz del día, sería
difícil hallar huellas con las que seguir al causante.
La anciana molía unos
polvos a un cuenco y añadía agua, pidió de que se la incorporara, así lo
hicieron, Shamsir no tragaba, así que se le introdujo un canuto hasta su
garganta para deslizar el liquido a que anularía el veneno, aquel que ya entró
a su sistema y órganos debían tratarlo de otra manera, así lo anunció con
cierto pesar, con todo presumió de ser optimista pues los actos de Junaana para
salvarla puede que sean los primordiales para que siguiera viva, la mujer la
observó atónita, la anciana se rió con descaro y explicó que nadie se atreve a
beber veneno si esa persona no le es importante y ahí radica a veces la
diferencia de que muchos mueran y otros vivan, lo que les importe a otros y lo
dispuestos que estén a arriesgarse, Junaana retiró su mirada de la mujer y se
volvió hacia la joven, reconociendo que se había expuesto por ella, y para no
exponer su posición explicó que si ella pudo avisar fue por como la protegió la joven, ahí todas las
miradas se volcaron sobre la convaleciente, ya no tenían palabras, solo
agradecimientos, todas sabían cuán importante era Junaana para el Califa, era
la única capaz de aliviar sus pesares con su compañía y belleza.
Además, sólo las dos
esposas conocían un secreto que acomplejaba al señor y podría poner a prueba su
hombría si se supiese, el hombre era sabio, bien posicionado y sobretodo hábil
al mercado, varios de los mejores corceles del principie de Arabia, llegaron de
su mano y negocios, tenía muy buen ojo para los purasangres, también para las
mujeres, la esposa del mismo principie la halló él mismo en uno de sus viajes,
en muchos de ellos exportó la frondosa superficie del este, en donde habían
urdido la trampa. Por desgracia nunca fue buen ver al Islam, que un varón
gustara de jóvenes de su misma condición, afeminados, eran una desgracia y
deshonra para sus familias, algunos entraban a ser eunucos para no ser
decapitados delante de sus familias y conocidos, la vida para ese tipo de
hombres era muy dura a sus tierras, muchos marchaban lejos alegando otros propósitos.
La razón de que
poseyera el harén, era por diversas razones, una gustaba de la belleza femenina
y su compañía, otra para mantener a la vista su hombría, y también para salvar
a algunas a las que percibía ciertas cualidades de un harén en el que se las
excluya del derecho de adorar la vida con sus talentos y a su señor con los
mismos, y Shamsir, sabía de aves, de idiomas, comprendía la belleza y su voz
era un don de Alá, así como su gran belleza. Pero ninguna mujer entraba a un
harén y era olvidada, los rumores recorrerían pronto las dunas y se dudaría de
su virilidad, además todas debían pasar por su lecho y llegar a engendrar algún
heredero y si se la elegía para ese fin, nunca sería con daños, el hombre era
dulce por naturaleza, aunque ella todavía no lo comprendiera pues era natural,
que muchos tomaran a sus hembras como una posesión sin sentimientos, objetos
para darles gozo. Sharif, era una excepción en ese mundo en muchos aspectos.
Junaana quería a la
muchacha, estaba claro, se le veía a los ojos, era algo que había percibido esa
mañana que llamaron a Shamsir, le esperaba un castigo más severo del que se le
impuso, la favorita apareció antes del amanecer solicitando su tutela y que
fuera un secreto para el resto del harén, se le expuso sus faltas antes de
tomarla a su lado, y aceptó sus faltas responsabilizándose de ella, la sorpresa
de Celina por su atrevimiento sabiendo que Setar era su compañera, creó cierta
curiosidad en la misma, con todo no dejó de guardarle rencor.
Asalah se preguntaba
si alguna mujer del harén tendría algo que ver en este ataque, y decidió mandar
a sus doncellas excluirse de amistades e investigar a todas cercanas o
secundarias hasta realizar un registro, así como de los eunucos bajo al
servicio de cada una y aquellos que se hallen a la espera de una señora.
La anciana ungió a la
joven mientras el Califa fue informado del ataque, recibió el aviso de que se
presentaría a sus aposentos en minutos, Sharif nunca ponía un pie allí, para él
eran tierras vedadas, sólo si algo serio sucedía haría presente su persona, el
suceso había causado un gran revuelo, varias de las mujeres acudieron a
interesarse, Celina las mantenía en calma, le era incómodo estar ahí tras sus
diferencias, temía que se la culpara, también la encolerizaba que pudieran
dañar a Junaana tras la primera vez que falleció su doncella personal, un duro
golpe que provocó retirar todos los alimentos del día y analizarlos en busca de
más ataques, sólo la cocina privada de las esposas estuvo libre de sospechas, y
por ello se alimentó a todas las mujeres desde allí hasta nuevo aviso.
Sharif entró sin
hacer ruido, caminaba sin guardia ni consejeros, sin compañía alguna, tras de
sí a cierta distancia se mantenía Celina, lo recibió y acompañó hasta sus
aposentos, las puertas al exterior se cerraron y todos los criados, eunucos y
doncellas salieron, sólo la anciana quedó relegada a un rincón de las
estancias, pendiente del cuerpo de la joven, al lado de la misma postrada y con
la mirada baja estaba Junaana, él la observó y comprendió, me miró esperando
una afirmación y la recibió con cierto pesar, tras recibir el informe de los
hechos y mi investigación su mirada se volvió acerada, anunciando que quien fuera
no sería juzgado bajo la ley del harén, sino bajo la suya, a Asalah la sangre
se le congeló, y rezó por que la joven se recuperara pronto.
Sharif se retiró de
su esposa, posó su mano sobre Junaana, esta aceptó su apoyo con un gesto sobre
su mano, la mujer no ocultaba su pesar, le explicó que estaba viva por ella, el
califa asintió admitiendo que había sido informado, ella guardó silencio por un
instante y luego le expuso que ya que el ataque había sido perpetrado contra
las dos, ella deseaba tomar en sus manos el destino de su atacante, él insistió
que el juicio era su derecho y poder, ella que la venganza estaba en su razón,
sus vidas por las de sus atacantes, ellos no tuvieron escrúpulos ni ella
tendría piedad, la situación se volvió tensa para todos los presentes, él
accedió, y todas temieron el odio de esa mujer. Ninguna pensó llagarla a ver
dispuesta a todo.
Sharif exigió
informes a cada hora, lo primero que recibió que dependía de si pasaba de esa
noche si viviría o no, las fiebres eran altas y los baños con hiervas eran
constantes, la primera orden de Asalah fue la del aislamiento, se repartirían
frutos secos para la noche, pero nadie debía pasear excepto su servicio por los
pasillos.
Las horas fueron
largas y duras en las habitaciones de Asalah, dejó a Haala atenta a los
informes del servicio, a Celina pendiente de los informes de Sharif y ella
junto con Junaana se ocuparon de todo cuanto precisara la anciana para el
cuidado de Shamsir, tuvieron que refrescar el ambiente para que la respiración
no fuera tan pesada, fue complicado pero hallaron la manera, colgaron bloques
de hielo a un extremo del dormitorio y pidieron a dos eunucos que lo expusieran
al roce de corrientes de aire, incluso los mismos se dedicaron a abanicar sobre
el mismo removiendo el aire alrededor del hielo y la habitación fue bajando su
temperatura gradualmente, al estar en el centro no eran tan frescas como las
que se exponían a los puntos de corrientes y accesos, continuación así toda la
noche, los cambios de temperatura de la joven obligaba a parar y cubrirla o
volver a bañarla, las cataplasmas eran sustituidas cada media hora, y cada hora
se le administraba líquidos, Junaana no se separó de ella, y en todo lo que
hubiera que hacerle ella ayudaba, la anciana cada vez la miraba con mas ternura
y recordaba con cierta dulzura un caso ya lejano con Asalah, fue salvada por
Celina, para entonces las dos se apreciaban mucho, momentos difíciles que las
unieron todavía más.
Al llegar el
amanecer, el toque de queda seguía vigente, habían arrestado a varios
disidentes a sus órdenes y enviados bajo la vigilancia real, ante el mismo
Califa, el mismo no dio informe alguno respecto a sus averiguaciones,
prudentemente, esperaba a saber el
resultado final de los esfuerzos de ésa noche.
Las fiebres
comenzaron a ceder bajo el alivio de Junaana, sin embargo ella no despertaba y
eso era lo que realmente inquietaba a la anciana, hasta que el sol no estuvo
alto indicando el medio día, los ojos de Shamsir no se abrieron, lo primero que
vio la muchacha fue el rostro ojeroso de Junaana y la mirada atenta de Alasah
que la acompañaba a unos metros, le hicieron beber un brebaje amargo y verde,
volviendo a caer después dormida, ambas mujeres se fundieron en un abrazo
dichoso, el alivio que experimentaron no tenía medida, enseguida anunciaron la
buena nueva al Califa, Celina corrió presurosa a comunicárselo, el hombre la
miró sin embargo con cierto pesar, se sentía feliz de su recuperación, pero
algo había que le causaba gran pesar…
-
Setar es tuya, ¿cierto? Te acompaña y aprecia, es fiel
a ti, esos son mis informes.
-
Así es Sharif.
-
¿Tuviste algún tipo de implicación?
-
¿implicación?
-
El ataque Celina, ya tengo los informes y movimientos
en los últimos días, Shamsir ha vivido estos días por pura fortuna, supe del
encuentro entre ambas, de tu enojo, de su vergüenza y la osadía de Shamsir.
-
Respondedme claramente, ¿atacaste tú a Shamsir?
-
No, Sharif.
-
Repudia a Setar, Celina o entrégala tu misma. En tus
manos lo dejo, me comprometí a no dar justicia yo mismo, vuestros enredos bien
sabes que no los tomo en importancia, siempre que cumpláis con vuestro
cometido, pero no consiento estos actos que desestabilizan la seguridad a mi
casa. Si no la repudias se te concebirá como implicada, ella te deshonra
Celina, con este acto te puso como alguien sin juicio, sobrepasa tu poder y se
oculta tras tu persona, realmente considera si esa mujer vale la pena,
independientemente de si la quieres, yo pienso lo siguiente, alguien que está
al lado de otra persona, respeta por encima de todo su persona y decisiones, la
protege, cuida, y respeta, pero ella rompe las tres reglas al exponerte a un
posible asesinato, da gracias de que la muchacha ya está fuera de peligro, te
doy dos días, informaré a Asalah, pero recuerda que hasta que tu cumplas con tu
deber lo que esa mujer haga queda a tu responsabilidad, tengo entendido que
Junaana cumplió con Shamsir, así que nada tienes que reprocharle, después de
compensarte tal y como tú deseaste, pero esto va más allá de una rencilla, lo
sabes bien. Retírate.
-
Que la paz esté contigo Sharif.
-
Y contigo Celina.
Al volver Celina, fue recibida por Asalah, ambas se retiraron apenas
llegó, el rostro ceniciento advirtió a Asalah
que algo grave sucedía, veía conmocionada a su hermana y sufría de
pensar que podría ocasionar tal dolor, la verdad fue más que dura cuando
recibió la noticia. Miró con dureza a su hermana.
-
Dime hermana, ¿en verdad ignorabas sus actos?
-
Nunca pensé que fuera capaz, la culpa fue mía, fui muy
dura con ella, yo he causado el daño indirectamente, la empujé con mi rechazo e ignorándola, no le
conté lo del retrato, para regalárselo cuando el daño hubiera pasado, quería
evitar que el rencor aflorara en cada momento y lo que he provocado es la
venganza por su parte.
-
Debiste pensarlo mejor, pero la verdad, ella es
responsable de sus actos, sus decisiones y razones, son suyas, tu pudiste
imponer aquel día, pero comprendiste los deseos de Junaana, nunca viste ese
brillo en su mirada, igual que yo nunca viste que nada la motivara a exponerse
así con nadie, eso te hizo recular en tu rabia.
-
Sí, pero Setar no comprendió ni creo que llegue
hacerlo, ella pudo dañar a Shamsir y tuvo miedo de hacerlo, miedo a que cayera
el castigo sobre si, al menos eso me dijo, pero pienso que tuvo miedo de que
confiara en ella, pensó que la acusaría de celos o algo, por admirar la primera
noche la belleza de la joven, y me pregunto ahora, hasta donde fue involuntario
y hasta donde fue consentido….
-
Esa respuesta la tienes aquí a la habitación de al
lado, Junaana las vio Celina, pero nunca quiso interponerse, pues supo que no
la creerías.
-
Te lo contó sí.
-
Tras reunirnos con Shamsir, tú marchaste y ella volvió
a mí. Confesó el haberla estado observando, esperaba intervenir antes, pero no
pudo expone a Setar descubriéndola ella misma y avergonzándola, prefirió
callarlo y ayudar a Shamsir protegiéndola y estar más cerca de ella.
-
Por Alá, me enamoré de una víbora.
-
Y con víboras mata hermana.
-
Repúdiala, yo me ocuparé del resto.
-
Reúne a todas a las termas, están lejos de aquí.
-
En dos horas Celina, ¿tendrás tiempo para reponerte?
-
Del odio no sé, del dolor ya nada siento, del amor, ya
sólo me queda frío…
-
Ése frío algún día se volverá calor, sólo fue una mala
elección.
-
¿Sólo mala?
-
Pésima. Te dejo, he de volver, que la paz esté
contigo.
-
Ve en paz hermana.
Asalah regresó, horas
más tarde acudió a las termas y presenció el repudio de Celina, las acusaciones
y el arresto de Setar por los dos eunucos a los que se les encomendó dicha
tarea, con ellos marcharon la doncella y el eunuco, serían desollados a
latigazos y retirados del harén, ella en cambio, era algo impredecible,
dependía de la misma Junaana.
Al volver encontraron
a Shamsir bebiendo agua, a Junaana durmiendo a su pies, así que decidieron
esperar a que ella despertara y anunciarle los sucesos, no era fácil, Setar
llevaba con ellas dos años, reconocían de su mal talante y envidia, nunca se
concibió que pudiera llegar tan lejos.
-
Shamsir me gustaría preguntarte de algo si estás en
condiciones, sé que no es el mejor momento, pero me corroe algo por dentro y
necesito aclarar de lo que sucedió a las termas cuando todas dormían la siesta.
-
Yo la tomé Celina, no creo que haya nada más que
decir.
-
Si lo hay, aunque no te lo parezca, ¿ella se resistió
o negó?
-
No, ni siquiera me habló, sólo acepto mis atenciones,
los disfrutó casi como una virgen me sorprendió, pero como ya dije, yo la tomé.
-
Actuaste tal como tú eras siendo libre, pensando en
tus mismos términos y ella no se impuso, no se negó, ni se resistió, por lo
tanto te libero de toda culpa y te pido mil disculpas por lo sucedido, soy
culpable por impulsarlo con mis actos hacia ella.
-
No comprendo.
-
Veras Shamsir, lo que intenta decir mi hermana, es que
lo ocurrido al jardín fue perpetrado por Setar, ha sido repudiada y entregada
al Califa, y Junaana tiene en su poder su destino, por atacaros, todavía ignora
quién fue la causante, esperamos a que despierte.
-
No esperéis mas, estoy despierta, y sólo decir que esa
noticia me partencia recibirla yo primero.
-
Lo sabemos Junaana pero me temo que Celina siente
cargos de culpa por lo que hizo Setar.
-
No me importa sus razones, ni sus responsabilidades,
ella actuó como actuó buscando matar, y eso es lo único que yo considero, no
sólo a ella Asalah, a mi también, no le importaba quien pudiera salir dañado
mientras la matara, para mí eso no tiene perdón ni cabida, lo siento, no la
mataré, pero deseará que lo hubiera hecho.
-
Comprendemos, que Alá este con ambas entonces, sólo
espero que en un futuro tus decisiones no te atormenten.
-
Lo dudo.
Ambas mujeres
marcharon, a Shamsir se la trasladó a la sala de Junaana hasta que se
recuperara, los guardias se asegurarían de que nadie la molestara, a la semana
Shamsir ya caminaba a su lado, se dirigían esa mañana a cumplir con Sharif,
antes de marchar el Sharif consultó sobre la condena de Setar, esta le dijo que
esperara una semana más, que recordara las celdas pues de seguro le parecerían
en un futuro acogedoras. El Califa sonrió y pensó en su macabro castigo, algo
que superara una celda digna de alguien como Setar, era difícil augurar que
llevaría en mente Junaana.
Al volver de pasar el
desayuno con Califa, Junaana la dejó a la puerta de sus aposentos, se despidió
cordialmente y marchó hacia los suyos.
Esa mañana Shamsir no
dejó de recordar cada día que pasó a su lado convaleciente, siempre atenta
cordial y dulce, en ocasiones distante, cuando recibió la noticia impasible y a
su vez exigente, era alguien admirable, no podía por menos que sentir tanto
afecto que dolía el no poder llegar a nada mas, lidiaba con la mortificación de
verla pasear con otra mujer y verla amar a esa mujer, se volvió dando la idea a
su dolor, a sus temores y sentimientos…
Nunca la miró con
deseo, tampoco le dijo que sintiera más allá que afecto y amistad, jamás alentó
otro concepto que amistad, nunca tuvo un corazón que amara, nunca pensó en
amar, ahora sin embargo sabía que era amar y tenía un corazón enamorado, algo
impensable, de alguien que nunca la miraría de otra manera que no fuera
maternalmente.
Celina apareció a su
puerta, su rostro triste y apagado decía mucho de su estado, le concedió el
paso, mientras intentaba ocultar las lágrimas que había dejado escapar mientras
pensaba en Junaana.
-Veo que ya te dejó
ir Junaana y has vuelto a tus aposentos, quise saber si necesitabas de algo.
-Nada Celina, por el
momento creo que la soledad de mis habitaciones es lo mejor para mí. No
pretendo ser desagradable, sólo que buen mi estado de ánimo no es tan bueno
como parece.
- No entiendo por
qué, eres afortunada, has salvado tu vida, tienes a alguien pendiente de ti,
has recibido la mejor de las atenciones.
-La fortuna estuvo de
mi lado Celina, pero no soy afortunada, tú perdiste a quien amabas por sus
actos, yo en cambio no tendré a esa persona por los míos, como ves la fortuna
es ambigua.
-Yo diría que la
fortuna es caprichosa y pretenciosa, nunca sabes lo que te espera al otro lado
de la puerta, sabes quién puede estar pero no sus intenciones, piénsalo.
- Eres hábil con las
palabras y los conceptos Celina.
- Pero tan ciega como
tú para no ver cuando alguien me ama o no.
-Ahora no comprendo.
-Ya lo harás,
descansa Shamsir y que la paz esté contigo.
- Ve en paz y vive en
paz Celina.
La mujer salió con
una sonrisa en los labios, la primera que era capaz de esbozar desde el aciago
día en que descubrió la verdad.
También era el primer
día que sintió ganas de hacer algo especial y compartirlo con su hermana,
quizás esas dos necesitaran algo de ayuda después de lo que acaba de ver en esa
muchacha.
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Una lectura bastante placentera, gracias por tus letras Saori
ResponderEliminarBridge México