Ella, Tu, Yo... Te amo - Mayra (Capítulo 23)

Capitulo 23

La Tormenta

Ana por fin llego después de recorrer un largo camino, ya que Cristina la había citado en una cafetería que se encontraba a la salida de la ciudad a 40 minutos aproximadamente, le extraño que la citara ahí ya que estaba muy retirado y por lo general era una cafetería de camino para viajeros, nada más entrar la busco con la mirada hasta que la encontró unas mesas más atrás cerca de una de las ventanas.

-Hola- la saludo al llegar junto a ella y tomar asiento justo en frente.

-Hola- contesto Cristina con una pequeña sonrisa-Gracias por venir temía que no lo hicieras.

-¿Por qué no lo haría?-pregunto ella dejando las llaves en la mesa.

-Por que cuando tú me has buscado para hablar yo siempre me he negado.

-Eso es verdad, pero bueno… digamos que yo soy muy poco resentida.

-Buenas noches ¿qué les sirvo?-interrumpió una joven mesera.

-Un café americano por favor-pidió Ana.

-¿Algo más? -pregunto la joven mientras tomando nota.

-Yo quiero uno cortado-pidió Cristina.

-En un momento ya se los traigo-le informo la joven mesera.

Al desaparecer la joven dejo en ellas un silencio, sobre  todo en Cristina que miraba hacia fuera evitando mirar a Ana que al verla de esa forma aprovecho observarla por un momento, comprobándose de nuevo así misma lo hermosa que le parecía.

-Cris…-la llamo después un rato.

Cristina giro el rostro para mirarla logrando que sus ojos se encontraran haciendo que ambas se quedaran pérdidas entre preguntas silenciosas y respuesta calladas.

-Aquí tiene sus cafés-interrumpió de nuevo la joven mesera haciendo que salieran de su ensimismamiento.

-Gracias –respondió Cristina rodeando con ambas manos su taza  de café.

Ana dio las gracias con un sutil gesto a la chica y espero que se retirara para luego dirigir su completa atención a Cristina que revolvía su café con la cucharita.

-¿Qué quieres de mi?-pregunto sin más rodeos-no creo que me hayas citado aquí solo para que te acompañara a tomar café ¿verdad?

-Hoy he hablado con Lucia y…

-Mira Cristina-la interrumpió - lo siento pero no pude negarlo, no quise seguirla engañando, aunque no lo creas a pesar de que pienses soy una mala mujer que juega y se divierte, tengo mi corazoncito y a  este corazón mío no le gusta engañar a la gente que quiere… en fin lo siento.

-Ana Yo  entiendo que se lo digieras…creo que yo hubiera hecho lo mismo.

-¿Si? Pues yo no lo creo-dijo Ana sin dejar de mirarla.

-¿Por qué dices eso?-pregunto después de darle un trago a su café.

-Porque tú no quieres aceptar lo que pasa entre nosotras-dijo haciendo lo mismos que ella.

-Sé muy bien lo que ha pasado entre nosotras  Ana, y claro que acepto lo que sucedió, sobretodo la parte de culpa que me toca, por eso mismo creo que ya es hora de terminar con esta locura dejar de cometer errores…

-¡Claro errores! Por qué primero no aceptas lo que pasa entre nosotras ¿eh? Y no hablo del hecho de habernos acostado sino de  que hay algo más.

-Entre nosotras no pasa nada mas -contesto mucho más seria.

-Por favor Cristina, sabes que es verdad lo que te digo ¿por lo menos se capas de ser sincera?

-Mira Ana ¡entiéndelo! no hay más que la equivocación de haberme dejado llevar y acostarme contigo, pero puedes pensar lo que quieras, solo te cite para pedirte que dejemos este juego y que por el bien de las dos y sobre todo de Daniela te mantengas alejada de mi y dejes de provocarme.

-¿Provocarte? ¡Ja! Perdóname chiquilla, pero si no quisieras no caerías ante mis provocaciones, además sabes que no soy la única que lo hace ¿o al caso ya olvidaste quien fue la que llego a mi casa esa noche a provocarme? Porque aunque no lo acepte de me lo deseabas es mas ahora mismo lo deseas.

-¡Estás loca! Me voy-se puso de pie-si no te importa lo que te he dicho está bien has y piensa lo que quieras, solo que en este juego ya no cuentes conmigo-dijo marchándose.

Ana la vio salir tomo un poco más de su café sin pensar tanto cogió sus llaves dejo un billete sobre la mesa y salió con prisa tras de ella, al cruzar la puerta ya estando fuera, comenzó a buscarla hasta que la vio como   cruzaba la carretera para ir hacia su auto, corrió tras de ella y al llegar a poco centímetros la cogió  del brazo haciendo que Cristina se girara sorprendida y le lanzara un fuerte manotazo en la mejilla.

-Auuch… ¿pero qué te pasa?-se quejo Ana poniendo un mano en su  mejilla.

-¿Pero? ¡Estás loca! ¿Cómo se te ocurre detenerme así? Creía que eras alguno de esos tipos- señalo a unos hombres con mala apariencia.

-¡Joder!  Tienes la mano muy fuerte- se quejo Ana sobándose la mejilla.

-Qué esperabas que hiciera con el susto que me has dado ¿eh?   Déjame ver- dijo Cristina haciendo que retirara su mano de la mejilla.

-Siento que me quema ¿has tomado algunas clases de cómo dar guantazos?-pregunto graciosa mientras dejaba que Cristina le  mirara el golpe.

-No pero ya ves…uuy  tienes roja media cara-dijo riendo Cristina

-Me has sellado la mano en la cara y aparte te burlas de mí, será cabrona- dijo fingiendo indignación.

-Lo siento pero mira que lo tienes bien merecido-dijo Cristina riendo más.

-Así que me lo merezco ¿no?  Bien…Oye ¿ese es tu auto verdad?

-¿Eh?...si es ese ¿Por qué?

-Porque si yo merezco esa bofetada parece que tú te mereces tu llanta pinchada, mira…-señalo la llanta.

-¡Que! no…no, no ¿Pero cómo? ¡Mierda! ¡Mierda!- fue hasta su auto y patio la llanta logrando lastimarse el pie -¡joder! ¡Me Dolió! -Se cogió la punta del pie por el dolor que le ocasiono.

Ana comenzó a reír tanto que con una mano se cogía el estomago y con la otra la mejilla,  cosa que hizo que Cristina sonriera pero más disimulada.

-Deja de reírte si no quieres que te a complete el color de la cara-le dijo Cristina fingiendo mucha seriedad.

-Ya…está bien… ¿Tienes refacción?-le pregunto Ana.

-¿Refacción? Pues…-No sabía que decir ya que no entendía muy bien a qué se refería.

-Sí, la refacción es la otra llanta para cambiarla-le explico Ana al verla confundida.

-¡Ahh! Pues sí, digo no-dijo confundiendo a Ana.

-Por fin ¿sí o no? –pregunto Ana ya sin mucha paciencia.

-¡No!...bueno si tengo… pero el otro día que fui al súper mercado necesitaba más espacio así que la saque porque me estorbaba- dijo apenada Cristina.

-Pues muy mal ¿Qué no sabes que en el auto siempre se debe llevar una refacción?-dijo Ana.

-Puff… yo que iba saber que se me iba a pinchar la llanta.

-Por eso mismos es que sirve la refacción para prevenir en estos casos…tendrás que dejar el auto aquí ya mañana llamas una grúa y pides que vengan por él.

-Que mala suerte la mía- dijo sacando un maletín y una carpetas del auto que al cerrarlo se cayeron- ¡joo! lo que faltaba.

-Tranquila déjame ayudarte-se inclino al mismo tiempo que ella haciendo que su cabezas chocaran-¡auuch!

- ¿Qué más puede pasarme hoy?-dijo Cristina mirando al cielo.

Como respuesta divina en el cielo relampagueo como señal de que una fuerte tormenta se acercaba.

-Parece que si puede pasar algo más-dijo Ana mirando el cielo también notando que había quedado muy nublado -Anda mejor vamos te llevo-le dijo Ana.

- No deja ahora tomo un taxi.

-Cris aquí no buscaras un taxi, en dado caso tendrías que tomar un autobús para llegar a la ciudad, pero dudo que haya uno a esta hora… pero por mí, como quieras.

Cristina no contesto miro a un joven pasar y fue hasta el con quien  cruzo unas cuantas palabras para luego regresar con Donde Ana la esperaba.

-Dice que es probable que aun llegue un autobús pero que sería ver si llevaría gente a la ciudad-le informo pensativa.

-Yo creo que no es nada probable pero como tú quieras- Cristina miro a su alrededor pero no contesto- bueno si no quieres irte entonces yo me marcho antes de que caiga la tormenta-se giro para marcharse.

-¡No! espera…si me voy contigo-la detuvo Cristina.

Ana sonrió gustosa indicándole hacia donde ir, Cristina no muy contenta pero sabiendo que no le quedaba de otra comenzó a ir con ella pero cuando ya se encontraba cerca de la Moto se detuvo.

-Me prometí no volverme a subir en esa bestia-dijo Cristina cruzándose de brazos.

-pues tendrás que romper la promesa si quieres llegar a casa-dijo Ana, quitando el seguro de la moto y para luego sacar de la parte trasera unos cascos.

-No entiendo porque no eres como todo el mundo que manejan un auto, anda en taxi o en autobús, hasta en bicicleta ¡pero no! tu prefieres esta bestia de dos ruedas.

-Pues porque yo no soy como todo el mundo, yo soy especial-le dijo quiñándole un ojo-además deja de decirle bestia que es mi niña consentida.

-¿niña consentida? Escuchado a la gente ponerle nombre a las cosas ¿pero llamarle una de estas bestias niña? Definitivamente estás loca.

-¡Oye! -Se quejo Ana-deja de molestar y toma ponte esto-le tendió uno de los cascos.

-Aparte tengo que utilizar esta cosa espantosa-dijo haciendo aun berrinche mientras se metía el casco.

-Pues mira que a ti se te ve muy bien-dijo Ana trepando a la moto-por lo menos así no se te ve la cara de mala leche que traes-termino de decir en susurro pero no tan bajo como para que Cristina no lo escuchara-¡aauch! Se quejo al sentir un manotazo en  brazo.

-¡Te escuchado! ¿No querrás que te empareje el otro lado de la cara verdad?

-¿no te han dicho que necesitas una terapia para controlar tu violencia? Anda sube…

-¡Graciosa! Pero creo que contigo ni con mil terapias sería posible controlarme-dijo Cristina subiendo a la moto y poniendo sus manos en su cintura pero evitando mucho contacto cosa que hizo que Ana acelera y apretara el freno logrado una fuerte sacudida y así haciendo que Cristina se abrazara ella- ya había olvidaba que aparte no sabes conducir.

Ana no contesto solo sonrió cerrando la visera de su casco, y darle marcha al acelerador tomado camino a la ciudad.

No llevaban mucho recorrido  cuando la fuerte tormenta dio comienzo, el viento y la lluvia eran fuertes y el cielo relampagueaba  para luego soltar temerosos rayos.

-¡Está muy fuere la lluvia! ¡No me deja ver bien el camino!-grito Ana bajando la velocidad.

-¿Qué? ¡No te escuche nada!-gritaba también Cristina.

-¡Voy a detenerme!-respondió entrando a un camino que dejaba ver un casa donde decidió detenerse.

-¿Qué haces?-pregunto al verla parar.

-Anda baja, no podemos seguir así es imposible-le dijo Ana, Cristina aunque confundida le hizo caso y bajo de la moto.

Ana después de ver bajar a Cristina ella hizo lo mismo, se quito el casco y miro hacia donde estaba aquella casa.

-Ven vamos a resguardarnos mientras esperamos que pase –le dijo Ana jalando de ella y llevándola hacia lo que parecía una cochera que se encontraba a un lado de esa casa que parecía estar abandonada

Se resguardaron en esa cochera que en la que solo se podían ver restos de caja y una que otras cosas viejas.

-¡Qué horror! No sé como Coño se me ocurrió citarte tan lejos de casa-se quejaba Cristina quitándose el saco sastre que estaba muy mojado.

-Por miedo…es tanto el miedo que tienes de que alguien note  lo que pasa entre nosotras-dijo Ana mirando dejando el casco que llevaba en la mano sobre una caja.

-Ya te dije que entre nosotras no pasa nada- dijo Cristina.

-Si como digas-dijo cansada Ana sacudiendo su cazadora de cuero que la había protegido un poco del agua.

De esa manera una detrás de la otra de pie y  en silencio miraba como la fuerte tormenta no cedía, aunque en realidad las dos estaban metidas en sus propios pensamientos.

Cristina se abrazo a sí misma ya que el frio le estaba calando los hueso, Ana  que se encontraba un poco más atrás de ella al escuchar como rechinaban sus dientes, la miro y le dio pena verla como  pollito mojado cosa que hizo que sintiera  ganas de abrazarla pero mejor detuvo su impulso ya que temió en recibir otra bofetada, también se pensó en darle la cazadora de cuero pero su diablita interna a la que siempre le hacía caso le decía; “deja que sufra un poco, se lo merece por cobarde y tonta”

-Si se lo merece, que se joda…-susurro bajito.

Pero de nuevo escucho como a Cristina le rechinaban los dientes y vio como se abrazaba y frotaba los brazos entonces esa parte buena, esa Angelita interna que le punzaba el corazón le decía: “Mírala pobrecita tiene mucho frio, no seas mala dale la cazadora, además tal vez si quiera que la abraces, anda no sea mala y mucho menos cobarde nunca lo has sido no lo sea ahora” haciéndole caso a su angelita o más  bien a su corazón, con la cazadora en mano dio los dos paso que las separaba de ella y la envolvió haciendo que Cristina cerrara los ojos al sentirla pegada a su espalda ya que más que el frio ahora eran los nervios la que la hacían temblar, sin que ella se diera cuenta dejo salir un fuerte suspiro que fue claramente escuchado por Ana que lo recibió como una respuesta para pegarse más a ella y enterar su rostro en la parte de su nuca dejando pequeñas caricias con sus rostro hasta que bajo su boca hasta la parte de su cuello para dejar un pequeño y pausado beso logrando hacer que Cristina se gira sobre sí misma manteniendo la misma distancia que era tan pequeña que hasta al mismo aire le costaba pasar.

Las dos se miraban, se abstraían en los ojos de la otra y se hablaban de esa manera en la que sus almas se comunican sin que ellas mismas se dieran cuenta se fueron pegando mas hasta que Ana coloco una mano en la cintura de Cristina, logrando así que sus cuerpos estén tan unidos que parecía uno solo, lo único que faltaba era que sus bocas se unieran en ese beso que ambas querían, deseaban, anhelaban, todo había desaparecido a su alrededor, era como si su vida se resumiera en ese beso en ese deseo de sentir a la otra…de probar el sabor de sus labios que ya había comenzado abrirse para degustar, probar y dejar entra a esos otro que se aproximaban cada vez más…más…y más.

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La Teta Feliz Historias y Relatos ® Mayra Derechos Reservados

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