Capítulo 17
Deseos que dañan…
Para cuando llegaron a la habitación la ropa se había ido quedando desperdigada por el suelo, el desenfreno se había apoderado de ellas, la urgencia era tal que se echaron a la cama sin separar sus cuerpos, Ana se puso arriba, la piel les abrasaba, el calor intenso inundaba ambos sexos, Cristina la giró para pasar ella arriba, devorando su cuello mientras Ana la iba acoplando, Cristina apoyó su sexo en el muslo de la Ana que no pudo evitar un gemido.
-Cómo me pones... cómo me pones –decía Cristina enardecida de deseo.
Y nuevamente los labios se volvieron buscar con ansias, las lenguas se golpeaban, las manos volaban, Ana volvió a girar a Cristina dejándola sobre los almohadones medio sentada, con su lengua comenzó a recorrer la ingle de Cristina que resopló cerrando los ojos, frunciendo los labios mientras echaba para tras su cabeza dejando que la melena cayera cual cascada sobre los almohadones.
-Ya por favor Ana... ya –suplicaba jadeante mientras notaba la punta de la lengua de Ana recorrer alrededor de su sexo- Por favor…
Ante el ruego Ana accedió encantada a sus súplicas, primero acariciando lentamente el sexo con la punta de la lengua para en un segundo moverla rápidamente sobre ella llevándola al borde del orgasmo y yendo algo más allá sin detenerse, hasta que Cristina dio el grito que tanto le gustó a Ana, un grito repleto de placer. Pero entonces, Cristina agarró a Ana fuertemente del pelo presionándola más y más contra su sexo
-Entra... entra –le gritaba mientras sus caderas se iban moviendo y su cuerpo tembloroso soportaba un nuevo orgasmo al sentir como Ana metía su lengua en la vagina- Sí... sí...
Un nuevo grito le hizo a Ana entender que lo había vuelto a lograr, aún con el sabor en sus labios, ascendió con rapidez obligando con su lengua a que Cristina la recibiera sin audiencia preliminar, la abordó con su propio sabor mientras Cristina aún jadeaba dentro de su boca pero tan sólo funcionaba en su cuerpo la boca que le estaba dando vida la saliva de Ana, las manos se habían quedado rígidas a ambos lados de su cuerpo.
-Estoy encendida –le susurró Ana.
-Lo estoy notando –sonrió mientras poco a poco sus manos tomaban vida.
-Dame tu mano –le pidió Ana, Cristina se la entregó y con cuidado la llevó hasta su sexo mirándola fijamente -¿Lo notas?
-Sí –sonrió Cristina nuevamente mientras lo acariciaba.
-Sigue –le dijo Ana y empujó su mano un poco más hacia abajo mientras gemía- Ahí... entra.
Ana apretó las mandíbulas mientras apoyaba sus manos a ambos lados de los brazos de Cristina quien introducía un dedo en su interior, Ana comenzaba a mover sus caderas primero despacio mientras sonreía, para poco a poco ir incrementando el ritmo y la respiración, mientras Cristina succionaba su pecho izquierdo con ferocidad, Conforme incrementaba el ritmo, Cristina metió otro dedo y al hacerlo gimió ella, y gimió Ana.
-Dios mío –murmuró Cristina.
-Me encanta que estés dentro-dijo Ana casi sin respiración.
-Qué caliente-volvió a decir Cristina moviendo más rápido la mano.
-Sigue... –le dijo Ana aguantando por un momento la respiración para retrasar al máximo la maravillosa explosión.
Cristina aquella nueva experiencia con Ana la tenia sorprendida, por eso cuando Ana le pidió que metiera un dedo más, lo hizo con rapidez hundiéndose profundamente en ella, mientras sujetaba sutilmente el pezón entre sus dientes lo suficiente como para que Ana gritara una y otra vez sin dejar nada dentro de ella, el orgasmo llegó con tanta violencia que tuvo que dejarse caer sobre Cristina, jadeante pensando que había estado muy cerca de ese límite entre la vida y la muerte.
Al rato se tumbó de lado, no se dijeron nada, no se dedicaron palabras ni caricias, tan sólo trataban de recuperar algo de coherencia entre ellas.
-Me tengo que marchar –dijo de pronto Cristina.
-Imagino... –tuvo ganas de preguntar pero... no sabía cómo.
Cristina se puso de pie y fue recogiendo su ropa que estaba regada en la habitación, Ana la miraba contemplado su desnudez.
-¿Qué va a pasar ahora?-le preguntó mientras la veía vestirse.
-No sé… no tiene por que pasar nada-dijo Cristina sin siquiera mirarla.
-pues ya ha pasado ¿o para ti esto no ha sido nada?
-Sí, un error-susurró pero no tan bajo como para que Ana no lo escuchara.
-Pues para haberlo sido, sí que lo disfrutaste -dijo molesta.
-Es lo que querías ¿no?
-¿Qué?-dijo sorprendida por aquella salida.
-Las dos deseábamos que esto pasara, tú querías meterme a tu cama ¿no? bien pues lo has conseguido ahora podemos seguir con nuestras vidas.
-¿A eso viniste? – preguntó molesta sin poder creer lo que escuchaba - A quitarte el deseo sin que nada más te importara, ni siquiera Daniela.
-Daniela es mi problema ella no tiene nada que ver en esto.
-¡Qué no tiene que ver!- se puso de pie y la miró con una mezcla de enojo y decepción-le has puesto el cuerno conmigo, acabamos de hacer… de follar ¡joder!-gritó frustrada.
-¡Yo la quiero!-gritó de la misma forma.
-Pues vaya manera de querer la tuya-dijo irónica.
-Mira quien fue hablar-dijo de igual forma-me voy-giró el pomo dándole la espalda, pero antes de salir se giró de nuevo-Esto no volverá a pasar, adiós.
Ana tras ver cerrase la puerta lanzó lo primero que encontró a su alcance estrellándolo contra la pared.
Cristina literalmente salió corriendo de aquella casa descalza ya que los tacones lo llevaba en la mano, se subió a su auto, intentó prenderlo pero el temblor lo evitaba, no pudiendo más, cesó sus intentos y por vencida dejó caer su rostro sobre el volante soltando todo la desesperación y el llanto.
No había podido dormir nada, la cabeza le iba a reventar de tanto dolor no había podido dejar de pensar en lo que había pasado, se sentía triste y enojada, muy enojada, se sintió utilizada y se rio de sí misma, cuantas veces había sido ella la que salía huyendo de alguna habitación de hotel o de casa de una desconocida, dejando claro que sólo había sido sexo de una sola noche… y ahora era a ella a la que dejaban en su habitación con esa aclaración y peor aun con el “fue un error” como odiaba esa frase, ya hacía más de dos años que no escuchaba alguien decir eso referente a ella. Al sentir ya los rayos del sol entrar, se levantó desganada, cubrió su desnudez con algo cómodo y bajó hasta llegar a la cocina donde cogió la jarra de jugo y se sirvió un vaso, lo bebió con la esperanza de le calmaran las náuseas que tenia.
En otra parte de la ciudad Cristina había llamado a su secretaria para infórmale que no iría al bufete, que le mandara el trabajo pendiente a su casa desde ahí ella se encargaría y ya más tarde saldría hacer algunas diligencias, terminado de hacer esa llamada cogió el móvil y vio que tenía un mensaje de Dani lo abrió y vio que decía.
Buenos días Amor
Espero que ya te encuentres mejor, estuve muy preocupada por ti ¿sabes? Me hubiera gustado quedarme contigo para cuidarte y darte mimitos, claro también para dormir abrazadita a ti, despertarme a tu lado y darte muchos besitos, ¿Qué te parece si paso por ti mas tarde y comemos juntas?
Te quiero no lo olvides
Besos
Dejó el móvil a un lado mientras que las lágrimas ya corrían por sus mejillas, se sentía triste pero sobretodo mala persona por haberla engañado, ella la quería, claro que la quería, Daniela era la mujer perfecta, cariñosa, atenta, de idea fijas, decidida, fiel, pero sobretodo estaba segura de que la amaba, lo veía cada vez que la miraba… y ella la había engañado vilmente sin poder evitarlo porque Ana le atraía de una manera sobrenatural con una fuerza sorprendente, ni ella misma sabia el por qué, pero lo que si sabía era que tenía que evitarlo, no podía perder todo lo que tenía por una mujer como Ana que sólo iba por el mundo en busca de sensaciones, de placeres sin anclar su vida a nadie; Ya había cometido el error una vez con Samantha esta vez no lo repetiría aunque fuera más fuerte aun.
Estaba sentada en el sofá viendo la tv cuando sintió como Susana se sentaba a un lado de ella con un vaso de leche y unas tostadas.
-Hola ¿Qué haces despierta tan temprano?-le dijo girándose a verla.
-No he podido dormir-contestó Susana mordiendo su tostada.
-Uff, pues ya somos dos-dijo regresando su vista al televisor.
-Ya. Pero no creo que sean por los mismo motivos, al menos que la conciencia te este matando-dijo Susana seria sin mirarla.
-¿Qué? No te entiendo…-dijo volviendo su vista a ella.
-No, si ahora va resultar que no te entiendes ni a ti misma-Susana la miró seria.
-Me explicas de qué hablas porque estoy perdida.
-Vi salir a Cristina de tu habitación y no creo que estuvieran precisamente jugando a póker de prendas.
-Ya. Eso es algo que no te tiene que importar-se puso de pie para marcharse.
-¿No piensas en Daniela? ¿En Lucia?-le preguntó haciendo que se detuviera.
-No sabes de lo que hablas, así que mejor no te metas- dijo si girarse a verla.
-Tal vez, pero si sé que estas engañando a tu mejor amiga y una mujer que esta locamente enamorada de ti.
-¿Cómo…como sabes lo de Lucia?-preguntó girándose a mirarla con el ceño fruncido.
-Porque nos hemos hecho amigas y un día la encontré llorando y me lo contó todo… ¿sabes? Le dije que luchara por reconquistarte pero ahora no sabes lo mucho que me arrepiento, ¡no vales la pena! Ella es una mujer extraordinaria no la mereces- se puso de pie y dio unos pasos para marcharse, pero cuando cruzó junto a ella se detuvo para decirle-espero que tengas un poco de vergüenza y seas capas de ser sincera con ella.
-No le estoy mintiendo, no estamos juntas.
-Ya, pero ella cree que tiene posibilidades porque tú te comportas con ella como si las tuviera ¡claro la pobre no sabe que te tiras a su hermana!- dijo marchándose a su habitación.
Ana le dio un fuerte puñetazo a la pared que se encontraba junto a ella, sintió un fuerte dolor pero no le importó porque era más fuerte el dolor interno, ese que siente cuando algo te aprisiona el pecho hasta el extremo de ahogarte.
Cristina y Daniela cruzaron la puerta de la galería, una mujer, la organizadora las saludó educadamente y la invito a pasar, en el lugar ya había bastante gente.
Capítulo 18
La exposición
Cristina estaba frente al espejo con un vestido largo en color negro con un escote corazón y decorado con canutillos y pedrerio que se amoldaba perfectamente a su cuerpo, el cabello se lo había recogido dejando caer pequeños mechones ondulados.
Afuera la esperaba Daniela, que estaba feliz, ya que hasta unas semanas pensaba que su relación con Cristina no estaba yendo bien, pero esos últimos días, todo había cambiado de una manera sorprendente. Cristina estaba más unida a ella de cierta manera la sentía más cercana que antes, aunque en ocasiones le preocupaba porque la había visto quedarse pensativa, le había querido preguntar pero no quería parecer pesada y no quería arruinar las cosas, además esperaba que fuera ella, la que le digiera que le pasaba.
-Ya estoy lista-dijo Cristina a sus espaldas, Daniela se giró y la miró quedando con cara de tonta por lo preciosa y divina que se veía.
-Estás muy hermosa-dijo acercándose a ella para besarla.
-¿Si? –Preguntó después de responder su beso.
-Si cariño, vas hacer la más guapa de todas las mujeres que estén en la exposición.
-Eso dices porque me quieres.
-Eso es cierto, pero no quiere decir que no sea verdad- le dijo rodeando su cintura - y no sólo te quiero, si no que también te amo-la miro intensamente, pero Cristina no dijo nada, sólo la abrazo y cerró los ojos dejando que se pierdan esa palabras en el silencio.
Ana se levanto de la cama, ya se había cansado de pensar en un buen pretexto para no asistir a la exposición, no quería lastimar a Lucia. La había estando evitando, ya que necesitaba tiempo para aclararse, pero en realidad no había conseguido nada, por otro lado también estaba Daniela, a la que no sabía cómo mirar, sentía vergüenza de verla a la cara, de saber que le estaba engañando, que había estado con su novia, sí, su novia, porque aunque no le gustara Cristina era su novia, no podía contárselo ¿Cómo podría hacerlo? La dañaría y eso sería romper la promesa de que nunca la lastimaría, tenía que seguir ocultándolo, además al parecer Cristina ya había olvidado lo ocurrido, ya que ni siquiera había querido hablar con ella, la estuvo llamando al móvil pero esta nunca le contesto.
Sintiendo los pies pesados, se fue hasta el closet y comenzó buscar lo que iba a ponerse, luego lleno la bañera y cuando ya tenía todo listo se metió y sintiendo la tibiez del agua y el rico aroma a rosas de la sales de baño, cerró los ojos dejando por un momento su mente en blanco se relajaba mientras se pasaba la esponja por sus brazos, su pecho llenándose de la calma que necesitaba para lo que en unas horas tendría que enfrentar.
Ya se encontraba muy calmada cuando de repente las imágenes de aquella noche se empezaron a repetir en su cabeza.
Recordó los ojos verdes de Cristina mirándola con deseo… sus manos recorriendo su cuerpo…en su boca besándola, sin darse cuenta comenzó acariciarse intensamente con la esponja…recordando su suave piel…su olor…y como sus manos la recorrían lentamente adueñándose de ella mientras se impregnaba de sus besos…suaves…tiernos…poderosos…intensos… y como la excitación nacía con tan sólo el roce de ellos…
Abrió sus piernas y bajo hasta ahí su otra mano, ante el contacto se mordió el labio inferior y reclino más su cabeza hacia atrás, estaba muy excitada y su imaginación seguía volando…
Pero ahora la imaginaba sobre su cuerpo… acoplando perfectamente sus sexos…comenzando un baile único…mágico, donde sólo podía escucharse sus respiraciones… escuchar sus gemidos…se clavaba en su ojos ensombrecidos por el deseo…y la veía como atrapaba uno de sus pezones…los saboreaba…los lamía…y los chupaba duro… haciendo que soltara un quejido de placer…su movimientos se iban acelerando el baile se hacía más intenso…más fuerte.
Ya estaba al límite de su excitación, su cuerpo se había tensado, su estomago se había comprimido, le faltaba el aire su garganta, estaba seca, los movimientos de su mano se hacían cada vez más rápidos, ya estaba al punto del éxtasis, pero aquellas imágenes se convirtieron en oscuridad, llenando sus oídos de sus últimas palabras al marcharse haciendo que su grito de placer se ahogara en frustración y desesperación cuando su mandíbula se tenso de coraje.
Cristina y Daniela cruzaron la puerta de la galería, una mujer, la organizadora las saludó educadamente y la invito a pasar, en el lugar ya había bastante gente.
-Ya habrán llegado las demás- dijo Daniela.
-Lo más seguro es que sí, anda, vamos a ver si las encontramos.
Las fueron mirando entre las personas para ver si veía a algunas de las chicas, pero después se fueron deteniendo mirando los cuadros.
-Están muy buenos –dijo Daniela.
-¿Dudabas del talento de mi hermana?-pregunto Cristina fingiendo enojo.
-No cariño, sí yo sé que las mujeres de tu familia están llenas de talento-dijo sonriendo Daniela.
-Hola chicas, pero mira que guapas están-dijo Elena llegando junto a ellas.
-Tu igual estás guapísima-dijo Cristina mientras se daban un beso.
-Pues como siempre- dijo Elena muy chulita.
-¡Qué vanidosa eres!-le dijo Daniela dándole el brazo y riendo.
-¿ya vieron los cuadros del cuarto?-pregunto Elena.
-No ¿qué cuarto? acabamos de llegar casi-dijo Cristina.
-Pues vamos a verlo, ya verán la sorpresa que se me van a llevar.
Llegando al pequeño cubículo en el que sólo había tres cuadros, se detuvieron frente a ellos.
En el primer cuadro se distinguía a una mujer de espaldas desnuda en un balcón mirando hacia un cielo lleno de una inmensidad de estrellas en las que se podía distinguir como formaban dos constelaciones Cáncer y Capricornio, el segundo era prácticamente lo mismo, pero en el manto de estrellas, en lugar de las dos constelaciones se veía dos mujeres con sus cuerpos entre lazados, ya en el tercero era completamente distinto a los otros dos porque se veía a una mujer que dormía sobre una cama enredada con una sabana que apenas cubría su desnudez mientras los rayos del sol iluminaban todo su cuerpo dejando ver claramente su rasgos.
Cristina se quedo clavada en aquel tercer cuadro y no pedía creer lo que veía, ella conocía a esa mujer ¿Por qué la dibujaría Lucia? Se preguntaba.
-Quedaron muy bien ¿no? -escucharon decir tras de ellas Daniela y Elena se giraron pero Cristina no raciono.
-¡Lucia! Están excelentes felicidades-dijo Daniela dándole un fuerte abrazo.
-Si es verdad, solo falta que las vea la musa-dijo Elena.
-¿No ha llegado verdad?-pregunto Lucia.
-Pues yo no la he visto, pero tranquila seguro llegara- Contesto Daniela.
-Pues eso espero-dijo Lucia con una sonrisa triste.
-Ya verás que si –la animo Daniela.
-Cris ¿no sabes si ya llego mamá?-pregunto Lucia pero Cristina no la escucho-¡Cris!.
-¿Eh?...sí, sí, están muy bien-contesto sin saber, las otras tres mujeres se miraron.
-Chicas por qué no van por unas copas mientras que yo hablo con ella-dijo Lucia, las demás afirmaron para luego retirarse.
Cuando ya las dos chicas se desaparecieron, Lucia se paro frente al último cuadro y se le quedo mirando.
-¿Qué pasa?-pregunto Cristina.
-Eso te pregunto yo a ti-dijo Lucia.
-No sé, a mí nada-dijo preocupada pensado que podría saber lo ocurrido.
-Me imagino que te estarás preguntando el por qué de esto cuadros-los señalo.
-Pues te imaginas bien, yo sé que tu normalmente haces pinturas abstractas de hecho todos los demás son así y todos los basas en sentimientos, estos son completamente distintos ¿Por qué lo son? ¿Qué tiene que ver estas con tus sentimientos?
-Bien, -tomo aire Lucia para continuar -la primera es porque la persona a la que va dedicada no entiende muy bien el arte abstracto-rio al recordarla- la segunda es porque ella- señalo a la mujer del cuadro- es la que mi inspira, la que me tiene absorbida, la que me llena de todos estos sentimientos.
Cristina se quedo de piedra ante esa respuesta no podía entenderlo o mejor dicho no quería hacerlo.
- Estoy enamorada de Ana-continuo Lucia, ya girándose para mirarla-y no es de ahora es de hace mucho tiempo-Cristina la miro con grades ojos.
-¿Ella…ella lo sabe?-pregunto nerviosa Cristina.
-Sí, lo sabe. Esto es una larga historia Cris, sólo te puedo decir que ahora lo único que quiero es recuperarla.
-¿Cómo que…? ¿Tú y ella ya…?
-Sí, pero yo fui tan estúpida que lo arruine todo.
-Esto no…
-Disculpen chicas-la corto un joven- Lucia necesito que vengas un momentito.
-Ok, voy-le dijo al joven luego miro de nuevo a Cristina-ya te contare todo, vale.
Cristina se quedo de pie ahí, en su cabeza sólo estaba la imagen de Lucia y Ana juntas, se giro de nuevo hacia los cuadros y sintió en su pecho una fuerte presión que la dejo sin fuerzas haciendo que se tuviera que aparragar en la pared.
Cuando Ana llego lo primero que sus ojos vieron fue a Cristina que se encontraba de pie junto a Daniela, un mesero le ofreció una copa, ella se giro a tomarla y cuando regreso su vista hacia Cristina vio que esta la miraba.
Las dos se quedaron unos segundos mirándose hasta que Ana sintió como alguien le daba un beso en la mejilla haciendo la girar el rostro encontrándose con una Sara.
-Hola guapa-le dijo Sara sonriente.
-Vaya que sorpresa-le dijo sonriendo.
-Sabía que te encontraría aquí.
-¿Cuándo volviste?-pregunto.
-Pues acabo de llegar me hablaron de la exposición y sabiendo que estarías aquí pues me anime a venir.
Se quedaron calladas Ana tomo de su copa y miro de nuevo hacia donde se encontraba Cristina pero esta al verla mirar se giro.
-Oye y desde cuando te dedicas a posar ¿eh?-Ana la miro con cara de no entender ¿no lo sabes?-pregunto si creérselo.
-No ¿De qué hablas?
-¿Enserio no lo sabes?-Ana negó con el seño fruncido.
-Pues te vas a sorprender, anda ven-la cogió del brazo.
Se detuvo a mirar aquellos cuadros, abrió muy grande sus ojos no podía creerlo, era ella.
-¿Te gusta?-al escuchar aquella pregunta supo muy bien de quien venía.
-¿Cuándo…?-señalo el último cuadro mirando a Lucia que se había parado tras de ella.
-Fue de la primera vez que estuvimos juntas, el original es un boceto, ese día te dibuje mientras dormías, aunque en realidad te tengo más dibujada aquí-dijo Lucia tocando su pecho.
-Lucia yo…te tengo que decir que…
-Lucia ya es hora-la corto el mismo joven de antes.
- Cariño tengo que irme pero luego seguimos hablando, ok.
La vio irse, luego se giro a ver a Sara que le sonrió, se había quedado más retirada de donde ellas estaban, así que fue hacia ella con la mirada baja.
-¿Todo bien preciosa?-pregunto Sara cuando ya había llegado junto ella.
-¿Tu qué crees?-dijo inclinado un poco la cabeza, Sara acaricio su mejilla comprendiendo que algo no andaba bien.
Desde que Ana llego, Cristina no la había perdido de vista, cuando la vio irse sola al servicio se disculpo y fue tras ella.
-¿Por qué no me dijiste lo de Lucia?-le dijo apenas la vio salir llevándola hacia un rincón.
-¿Qué?-dijo Ana sorprendida por encontrarla ahí.
-Lo de Lucia ¡joder! Debiste decírmelo, no te das cuenta que esto que tu y yo tenemos… es… ¡Dios!.
-Que tenemos ¿eh? Porque hasta donde yo recuerdo me dijiste que no fue nada más que un error.
-Ahora no sólo es un error, es una tragedia ¿no te das cuenta verdad? Es mi hermana! ¡Coño!
-¡Y Daniela es mi amiga! ¿Crees que no sé que esto es una mierda? Le he puesto los cuernos a mi mejor amiga con su novia, mi ex quiere regresar conmigo pero no sabe que me acostado con su hermana y lo más seguro es que cuando se entere me va odiar.
-¿La quieres?-dijo Cristina mirando a sus ojos buscando una respuesta, Ana no contesto, sólo inclino la cabeza-bien, es mejor que nos olvidemos de todo- quiso marcharse pero al cruzar a lado de Ana, esta la detuvo, la miro de una forma que ella no supo entender.
-No he podido dejar de pensar en ti-le dijo sin quitar la vista de ella, Cristina estuvo a punto de decir algo cuando.
-Cristina, está viniendo Daniela hacia aquí-dijo Susana que las había visto en aquel rincón hablando.
Cristina miro con tristeza a Ana y se marcho. Ana se acerco a Susana que no de muy buena manera la miro.
-Gracias-dijo Ana a Susana.
-No lo hago por ustedes, lo hago por ellas, espero que solucionen lo que sea que tengan ustedes sin causar tanto daño- dijo Susana marchándose.
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