Ana y Daniela
Daniela es una mujer guapa, firme, responsable, formal, leal, es la presidente de una empresa mueblaría, ya hacia 1 año que su amiga y dueña del 60 % de las acciones le había dado ese cargo como todo lo referente al negocio.
Se encontraba en su oficina, ya desesperada mira la hora de su reloj de muñeca, su amiga, su hermana, otra vez hacía lo mismo llegando tarde a esa reunión de la empresa.
Se encontraba en su oficina, ya desesperada mira la hora de su reloj de muñeca, su amiga, su hermana, otra vez hacía lo mismo llegando tarde a esa reunión de la empresa.
“¿Por qué siempre le creo que va a llegar a la hora? - pensó, levantó el teléfono y marcó el número al que no contestaban - ¡Mierda!
Ella la conocía perfectamente sabía que siempre era puntual en sus compromisos, pero también conocía bien el por qué siempre que se trataba de las reuniones con los otros miembro de la empresa llegaba tarde y esa sólo era una sola razón, su tío, el hermano de su padre, su única familia por decirlo así; porque en realidad se llevan fatal ninguno de los dos se soporta.
Se levantó, cogió la carpeta de su escritorio y dispuesta a enfrentarse de nuevo a las quejas por ese retraso a causa de la “desobligada” como decía el tío Francisco, se dispuso a salir; pero antes de llegar a la puerta, esta se abrió dando paso a una mujer.
-Lo siento - Dijo al entrar quedado parada frente a ella.
Daniela le quedó mirando mientras esta otra bebía el vaso de café que llevaba en la mano, se volvió a preguntar lo que muchas veces sus conocidos les preguntaban y que ella en muchas ocasiones hacía ¿Cómo podían ser las mejores amigas cuando eran tan diferentes?
Ana es una mujer muy guapa que impone sólo con su presencia, alegre, divertida, fiestera, decidida, alocada, una rebelde de causa, coqueta por naturaleza, su más grande virtud es que es fácil de querer y amar, su mayor defecto son las mujeres, le gustan tanto que no deja escapar ninguna, dice “que no creer en el amor” pero Daniela sabe que es mentira, ella la ha visto una vez enamorada hasta las trancas, pero ese amor fue su maldición, después de ese fracaso, de esa mentira, de ese sufrimiento llegó otra mujer que le mostró un mundo diferente, que la enseñó, fue su mentora en relaciones esporádicas.
Ana llevaba unas botas negras de tacón, un pantalón ajustado, una chupa de cuero negra y debajo una blusa de tirantes blanca, y unas gafas de sol negras para esconder la mala noche que había pasado.
-¿Lo sientes? Lo que has de sentir es la segura resaca que traes - le dijo quitándole las gafas Ray Ban que traía puestas, dejando ver la mala cara que tenía - y ahora ¿chica nueva o la misma de la semana pasada?- preguntó sabiendo que sus noches de fiesta eran a causa de alguna mujer.
-Pues, claro que chica nueva, la de la semana pasada, ya fue, sabe que nada es eterno, las dos estábamos conscientes de que sólo era pasarla bien - dijo sonriendo
-Sí, pues yo sólo espero que un día no te enamores y cambies de opinión porque entonces ya verás
-Dani eso no va a pasar y si pasara, pues yo bien me lo habré buscado ¿no? - Daniela negó con la cabeza y puso los ojos en blanco - como diciendo “no entiendes nada” - yo sólo… - Ana la cortó
-Dani no empecemos, ya lo hemos hablado - le quitó las gafas y se las puso de nuevo -¿Qué? ¿Hay reunión o no?
-¡Joder! es cierto, tu tío ha de estar echando humo por los ojos
-Pues vamos que me encanta verlo así - sonrió con burla y cruzó su brazo con el de Daniela
En la reunión se encontraban el ya nombrado tío Francisco, dueño del 30% de las acciones y su hijo Javier, encargado de las relaciones publicas; también un gran amigo de su padre, Ignacio Torres, él posee el 10 % de acciones y es jefe de personal de planta y por último, pero no menos importante, esta Manuel Ruiz, el Jefe de recursos humanos, la mano derecha de Daniela en la empresa. La reunión no estaba siendo muy diferente a otras reuniones, las mismas quejas del tío Francisco con respecto al trabajo que desempeña Daniela, el siempre queriendo poner en duda su capacidad como presidenta, pero Ana siempre le plantaba cara y lo hacía callar y esta vez esa no fue la excepción.
-¿¡Qué!? Eso es una tontería, ahora resulta que esta niña que juega a la gran empresaria dice que es mejor bajarle los precio a nuestro mayorista ¡ja! qué tontería si ellos tienen el precio más bajo del mercado no se lo podemos bajar más.
- Francisco, yo entiendo que tengas dudas en esto, pero entiende que la competencia está sobre nuestros clientes dándoles mejores precios, eso nos obliga a igualarlos, señores, si nosotros les damos el mejor precio del mercado más la calidad, el cliente no dudara, pero sobretodo quiero que quede claro que con cada contrato que tengamos en un determinado tiempo recuperaremos el valor actual ya que con cada servicio de mantenimiento que demos lo cobraremos - se puso de pie y extendió a todos unas hojas - estudien la propuesta y verán que es buena - Miró a Ana, pero esta estaba metida en su tableta electrónica - “no va a cambiar” pensó
Francisco: - insisto en que es ridículo pero sobretodo riesgoso que una chiquilla sin experiencia este al mando de esta empresa - decía molesto - ahora que las cosas no están bien la empresa necesita alguien capacitado.
Ana no había hablado para nada, se comportaba desinteresada en el asunto, ya que ella pensaba que no tenía que estar ahí ¿Por qué? si para eso estaba Daniela, porque les gustase o no ella, era la que la representaba, la que tomaba las decisiones con su autorización, pero como nunca desaprovechaba plantarle cara a su tío decidió hablar.
-Por eso la escogí, porque sé que está capacitada para este puesto ¿o acaso no lo ha demostrado en todo este tiempo? Lo digo porque ya tiene un año como presidenta y hasta ahora señores en lo que a mí concierne no ha fallado.
Ninguno de los cuatro hombres pudo decir que era mentira, ellos sabían que Daniela con o sin experiencia había llevado las riendas de la empresa muy bien, había hecho buenos cambios, renovado, pero todo para bien; los trabajadores le tenían cariño y mucho respeto, ya que ella siempre los tomaba en cuenta.
-Ignacio Torres ¿tú estás de acuerdo con todo esto? - preguntó Francisco ya irritado por ver que no decían nada.
-Si te refieres a la propuesta, no lo tengo muy claro, ahora respecto a la señorita Daniela, creo que ha demostrado que puede con el paquete y hasta que no compruebe lo contrario no cambio mi opinión.
Ana soltó una sonrisa de burla hacia su tío “toma esta” pensó, Daniela a diferencia, le brindó una sonrisa de agradecimiento a Ignacio.
-Pues yo no lo creo - se puso de pie y pegó un manotazo sobre la mesa, todos se sorprendieron. Francisco podía ser un hombre gruñón, serio, poco amigable y muy recto, pero nunca se salía de sus casillas con una actitud violenta.
Ana se sorprendió tanto que casi bajo la guardia, entonces pudo ver que en ese hombre de 60 años, estaban rasgos de su padre, le recordaba tanto a él que casi sale una lágrima de sus ojos, entonces recordó que a pesar de su parecido eran tan diferentes, y regresó a su pose firme, impenetrable.
-Todo esto es absurdo si tu padre viviera estaría en desacuerdo que una chiquilla y desconocida este al frente de esta empresa. Él siempre dijo que los Cáceres llevarían las rienda pero mira tú, su hija, lo que has hecho; jugar con el patrimonio. Él deseaba tener un varón, no una mujer que toma decisiones tontas.
El rostro de Ana se encontraba tenso, lo miraba con una mezcla de coraje y decepción, él había dicho lo que mucho le había dolido al enterarse de que su padre siempre deseó tener un varón, pero después de que ella naciera con un parto riesgoso, su madre no pudo volver a embarazarse, por eso ella era hija única, pero ella sabía que su padre la amaba, de eso no le quedaba duda, él mismo le dijo que cuando ella nació deseaba un varón, pero cuando la tuvo en sus brazos le dio gracias a dios de tener a una mujercita tan hermosa.
-Si mi padre viviera - comenzó a decir poniéndose de pie - estaría feliz de ver que a pesar de que soy una mujer, soy capaz de tomar mis propias decisiones y me gano la vida sola, sin tener que depender de papi o mami para que me lo solucionen todo o de que no tuvieron que cómprame la carrera por ser tan inepta de no poder acabarla por mis propios méritos ¿Verdad primito? - miró a Javier que se encontraba sentado junto a su padre, él no sabía que decir, sabía que su prima había dicho todo aquello con la intención de humillarlo a él y a su padre.
Y era verdad, Javier era un niño de papá, consentido, siempre con la mejor ropa de marca, un carro de lujo, mujeres, fiestas en los mejores clubes siempre pagadas de las tarjetas de la empresa hasta que un día Ana dijo “que si quería darse la vida que se daba, tenía que trabajar o la empresa cancelaría su tarjetas” y su papá no sería capaz de pagar todo en lo que el bueno para nada de su hijo gastara, lo llevaría a la ruina total de esa manera fue obligado a trabajar en la empresa y se le permite gastar lo que su nómina indique.
Ana caminó hasta donde su tío y su primo se encontraban.
-Sé que mi padre hubiera querido que al frente de esta empresa esté alguien de su familia, especialmente yo, su hija, él muchas veces me dijo que la prioridad de una persona es siempre hacer lo que le gusta, lo que desea, lo que le llena y le hace feliz y yo siendo honesta con sus palabras y conmigo misma, decidí que lo que yo quiero, no es estar tras de un escritorio lleno de papeles; no, eso no es lo mío, así que tomé la decisión de poner a otra persona en mi nombre, la otra persona que mi padre hubiera querido que esté al frente es Javier - este la miró con asombro. Aquella carta que el abogado le dio Ana en la lectura de testamento de su padre, fue confidencial y ella nunca reveló el contenido – Sí, primito, tú eras la segunda persona que mi padre nombró en la carta que me dejó y yo te aseguro que yo cumplo con todo lo que él me dijo, pero seamos sinceros - miró a cada uno de esa mesa -¿ustedes creen que mi primo sea capaz de hacerse cargo de la empresa? - nadie respondió - tío ¿usted cree que sea capaz de dirigir esta empresa cuando ni siquiera es capaz de dirigir solo su vida?
-Basta, no te permito que intentes humillarme - Javier se puso de pie frente a Ana mirándola con coraje, Ana le aguantó la mirada.
-Discúlpame Javier, pero el que se humilla solo eres tú ¿o acaso crees que no sé qué hace más tu trabajo tu secretaria que tú? ¿Qué sólo te limitas a ir a las cenas con los clientes y darte el buen tipo mientras el verdadero trabajo lo hacen otros?
-Lo que pasa contigo es que sigues ardida - le apretó el brazo con fuerza - ¡sí! porque me llevé a la cama a…
-¡Javier! - le cortó la voz de su padre - suelta a tu prima
-¿Papá? Pero…
- Si te enoja que hablen de ti de esa manera no des motivos y compórtate como un hombre pero sobretodo como un verdadero Cáceres, los Cáceres somos unos caballeros y los caballeros no hablan mal de una mujer, además lo que estabas a punto de mencionar no tiene nada que ver con los negocios, así que mejor cállate y márchate si no tienes nada productivo que decir.
-Perfecto - se dio la vuelta y se marchó cabreadísimo.
-Creo que ya no hay nada de que más hablar, pasaré mi respuesta sobre la propuesta más tarde - tomó la carpeta que tenía a un lado -señores, señoritas, con su permiso me paso a retirar – se dio la vuelta y salió por la misma puerta que antes su hijo había usado.
Ana y Daniela se dirigieron hacia la oficina de esta última para platicar más tranquilas, antes de llegar una mujer caminaba hacia ellas; Ana sonrió gustosa mientras que esta al ver su sonrisa y sabiendo lo que aquello significaba, sólo negó con la cabeza poniendo los ojos en blanco.
-Hola - saludó cantarina aquella mujer con una sonrisa
-Hola guapa - contestó Ana de la misma manera y se acercó a darle dos besos, uno muy cerca de la comisura - ¿Dónde vamos con tanta prisa?
-Voy a llevar estos papeles a Manuel.
-Bien ¿estás muy ocupada o tienes tiempo para un café?
-Yo…- miró a Daniela, esta miraba las carpeta que traía en la mano -estoy un poco liada pero pásate a verme antes de irte y tal vez tenga un poco de tiempo.
-Perfecto – contestó con una sonrisa.
-Bueno, les dejo que Manuel debe estar esperando los papeles - se giró para irse, pero Ana la sujetó del brazo suavemente antes de que se girara por completo, se acercó y puso una mano en su cintura y se pegó a su espalda para susurrarle al oído - Me gusta cómo te queda esa falda pero me gustaría más quitártela - al termina de decir aquello de la misma manera que la detuvo, la soltó y se giró, para ya entrar junto a Daniela en la oficina mientras aquella mujer se había quedado congelada por unos segundos, hasta que aun nerviosa por aquel contacto siguió su camino.
-Me quieres decir desde cuando te acuestas con Lizbeth - preguntó Daniela mientras se sentaba en su escritorio.
-¿Por qué piensas que me acuesto con ella?
- Ana por dios, si sólo con ver la cara que puso al verte es más que obvio - Ana sólo sonrió mientras cruzaba las piernas - me lo vas a contar porque te recuerdo que es la asistente del director de recursos humanos de esta empresa, por lo tanto es nuestra subordinada.
-¡No! es tuya y de Manuel, yo sólo soy una accionista de esta empresa.
-Sí, pero resulta que eres la que más acciones posee, además todos en esta empresa saben quién es tu padre y que aunque yo esté en este escritorio tú serás siempre la que esté arriba de mí, y no creo que sea buena idea meterte con una de nuestras empleadas.
-Pues no veo cual es el problema, ¡mira que está buena la niña!
- ya, pero buena o no, no deberías.
-¿Por qué no? Yo creo que es una mujer adulta, además fue ella la que me sedujo - Daniela la miró como diciendo “no te creo” – en serio, te acuerdas la última vez que vine - afirma con la cabeza - bueno yo ya había notado como me mira, pero ese día cuando ya me encontraba en el estacionamiento a punto de arrancar la moto, escuché el claxon de un auto, lo que me hizo mirar y fue cuando la vi, dejé el casco sobre la moto y fui hacia ella, me dijo que entrara, entré al auto y me senté en el asiento del copiloto, al cerrar la puerta y mirarla, que me planta un santo beso y… ya lo demás te lo imaginaras, o mejor no te lo imaginas, mira que a mi todavía me prende.
-¿Pero? ¡Te la tiraste ahí y en el estacionamiento de la empresa! - Ana le afirma sonriendo - ¡pero tú estás loca! ¿Y… si alguien las vio?
-Pues se habrá muerto de envidia - ríe
-No, de verdad que tú me sorprendes, eres muy madura para tu trabajo, hasta para los negocios, pero cuando se trata de faldas pierdes todo razonamiento.
-No exageres - toma un bolígrafo para jugar.
-No exagero. Ana, de verdad, no vuelvas hacerlo - Ana sonríe - por lo menos piénsalo - le dice dándose por vencida, sabiendo que esta tal vez no le haga caso - ¿Vas a ir a la cena?
-No - deja el bolígrafo en donde estaba - tengo que ir al restaurante, ayer, Paco se quedó con la joda y seguro que no le gustará nada que lo deje otra vez.
-Pero pudiste haber hecho algo para cambiarlo, hace días que te informé de esta cena, pero como siempre haces todo lo posible por no verla, dices que todo ya está superado, pero demuestras todo lo contrario.
-Oye…- se apoya sobre el escritorio - no me había fijado lo bien que te queda es traje, pega muy contigo, es muy presentable, serio y…como decirlo ¡formalmente hermoso! - sonríe
-Mira, a mí no me vengas con tus chulerías que ya nos conocemos, y sé que lo que quieres es cambiar el tema, pero sabes que es verdad, yo no sé qué coño ganas con comportarte así, una cosa es que ella…
-¿sabes? - mira su reloj de muñeca - me tengo que ir – se pone de pie - había olvidado que tengo una cosa pendiente.
-¡Ana! - esta le manda un beso - ¡no te atrevas a…!
-Te quiero - sale cerrando la puerta
-será… yo no sé por qué coño me molesto, si ya la conozco… es que parece una niña.
Ana después de haber salido, respiró profundo, se acomodó con la cazadora en la mano, se colocó de nuevo los lentes y dispuesta a irse, se encaminó a salir, uno que otro empleado la saludaba y ella les contestaba; al ver a una de las nuevas secretarias que le había guiñado el ojo, entonces recordó a Elisabeth, se dio media vuelta y se fue directo a recursos humanos, antes de llegar se encontró con Manuel.
-Ana ¿Qué haces aquí? ¿Necesitas algo?
-¡Eh!…no sólo que venía a despedirme.
-Ah! eso sí qué es una sorpresa – extrañado – bueno, pues espero verte pronto.
-Sí, pero espero que sea fuera de aquí - le sonrió, en ese momento Elizabeth salía de la oficina con unos papeles y al verla sonrió.
-Aquí tienes Manuel - le dice al llegar junto a ellos, él tomo la carpeta – si no te vas, se te hará tarde.
-sí, es verdad - mira Ana - ¿te vas ya?
-sí, bueno no, antes necesito hacer una llamada, ¿puedo tomar el teléfono de aquí?
-Claro mujer, mira que preguntar eso siendo quien eres.
-¿y quién soy? - le sonríe.
-Mira que tu no cambias - se acerca a darle dos besos – bueno, me voy que no llego - se gira y sale sonriendo.
Después de que las dos lo ven cruzar la puerta, ambas se miran.
-¿Vas hacer una llamada…?- Pregunta acercándose - ¿o sólo fue un pretexto para verme? - le sonríe
-No es un pretexto - le sonríe también - pero al verte he olvidado a quien voy a llamar - la coge de la cintura para pegarla a ella y se besan, pero se escucha venir a alguien, lo que las hace tomar distancia.
-Ven - la coge de la mano y la mete a la oficina, cierra la puerta con seguro - no te preocupes nadie vendrá.
De esa manera la pega a la pared para besarla, a lo que Ana comienza a recorrer con sus manos, de su cintura hasta sus senos sobre la ropa, Elisabeth le levanta la camisa y nota que no lleva sostén, lleva su boca hacia uno de sus pezones para lamerlo mientras mira el rostro de Ana para ver si esta vez va a dejar que ella sea la que lleve el control, pero para su sorpresa Ana le sube la falda para tocarla, la coge de las nalgas y la levanta para llevarla hasta el escritorio y sentarla sobre él.
-Siempre he querido hacerlo en un escritorio - le dice mientras le desabotona la blusa.
Ya teniendo la blusa desabotonada. Ana se cuelga de su cuello mientras que con las manos va quitado todo lo que se encuentra sobre el escritorio dejándolo vacio, le acaricia una mano, la pierna lentamente hasta llegar a su entrepierna, pero sin detenerse, con la otra mano desabrocha su sostén para quitarlo, ya logrado esto, lleva su boca hasta uno de sus pezones para lamerlo, un gemido salió de la boca de su amante, esto la hizo sonreír, jugaba con esos pezones ya duros pasando de uno a otro mientras que con una de sus manos jugaba con acariciar su sexo sobre la tanga metiendo de vez en cuando presión sobre el área del clítoris haciendo que Elizabeth pierda el control, sintiéndose cada vez mas excitada, su piel ya erizada y como su sexo ya sufría, pero Ana no quería que sea tan pronto, introdujo su mano en la tanga que aun no había quitado al tocarla sintió esa humedad, lo que hizo sentir más deseo de poseerla, de hacerla gritar, bajó la tanga y cubrió su sexo con todos sus dedos mientras que con la boca comenzó a lamer su vientre, sus pecho, su ingle y al llegar a su sexo pasó su lengua sobre su ya rojo e hinchado clítoris, el cuerpo de Elisabeth se tensa ante ese corto contacto, aprieta fuerte los bordes del escritorio al sentir de nuevo otro contacto un poco más largo.
-¡Ana por favor ya no aguan… - Ana pone un dedo sobre su boca haciéndola callar, esta lame su dedo hasta chuparlo.
Ana la mira y comienza lamiendo y chupando con más frecuencia y rapidez su clítoris, ante eso Elizabeth ahoga sus gemidos con el dedo de Ana que aun tiene en la boca, Ana sintiendo como ya está a punto saca el dedo que tenía en su boca y lo introduce en su vagina, haciendo que Elizabeth se muerda el labio para no gritar, como si ya hubiese abierto camino introduce un dedo más, los mete y saca al mismo ritmo en el que su lengua sigue jugando con su clítoris, hasta que Elizabeth estalla en un gran orgasmo, haciéndola perder todas sus fuerzas, se deja caer sobre el escritorio para intentar calmar su respiración y esperar que su cuerpo deje de vibrar. Ana se pone de pie pasa su lengua sobre sus labios, Elizabeth se incorpora, la coge de la cintura para besarla sintiendo ella misma el sabor de su propio sexo, comienza a jugar con sus senos, mientras intenta meter su mano entre el pantalón de Ana y nota como este se encuentra ya abierto.
-Creo que por hoy ya hemos terminado - dice Ana sacando su mano y acomodándose el pantalón para cerrarlo - me ha encantado volver a sentirte correr - le susurra en el oído y le besa la mejilla.
-A mi me ha encantado que me hagas correrme.
Ana va en busca de su playera que había quedado cerca de la puerta para ponérsela mientras que Elizabeth se acomoda la falda y la mira de espaldas.
-“Dios como me encanta… no ha dejado que se lo haga… ella sola se ha tocado mientras me lo hacía… Uff… aunque me encantaría poseerla no me puedo quejar sí que sabe cómo hacer disfrutar”
- Tu sales primero, para ver que nadie nos vea salir juntas - le dice Ana y se acerca a ella y le ayuda abotonar la blusa, pega la cara a su cuello para respirar su aroma - Elizabeth ríe.
- ¿qué haces?
- Busco sentir tu aroma
- No creo que tenga un aroma más que a sudor - Ana se despega y la mira a los ojos.
- Te aseguro que cada cuerpo suelta un aroma diferente después de hacer lo que tú y yo acabamos de hacer - le besa la nariz.
Elizabeth desde la puerta mira que no se encuentre nadie fuera, le dice a Ana que salga pero antes de que esta termine de salir la jala para plantarle un último beso, que es bien recibido.
En una esquina Daniela se queda parada al ver salir a Ana y de tras de esta a Elizabeth, respira profundo y niega con la cabeza, ve cómo se va en sentido contrario al que ella se encuentra, se gira sobre sí misma y se regresa a su oficina donde en la puerta está de pie su secretaria.
-¿No llevaste esos papeles a contaduría?- le pregunta su secretaria al verla regresar con ellos en la mano.
- ¡No ves que los tengo aquí! - ante esa contestación su secretaria pone cara de susto - lo siento Sofía - dice al ver cómo le había hablado - puedes llevarlos tú, por favor.
-Claro hija, ahora los llevo.
-Gracias - antes de entrar a la oficina - ¡Ah! Y dile a Manuel que cuando tenga un poco de tiempo que venga a verme y tráeme todas las referencias o el curriculum de Elizabeth Mora de recursos humanos.
- Pero…no sé si aun lo tengamos - dice confundida aun por esa petición.
-¿Qué? Mira, no sé cómo pero necesito saber todo sobre ella así que por favor, te lo encargo ¿De acuerdo?
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Capítulo 2
Cristina
En el aeropuerto una mujer con ojos color aceituna recién llegada de Nueva York, buscaba con la mirada algún rostro conocido, pero no pudo encontrarlo, comenzó a caminar arrastrando sus maletas con dificultad hasta que de repente escuchó su nombre que provenía de una voz muy familiar.
-¡Cristina! ¡Hey! - Levantaba las manos para que la viera mientras corría hacia ella.
-¡Lucia! - al estar cerca se abrazaron.
- Me da gusto que estés de vuelta hermanita.
Tanto Cristina como Lucia se habían ido a estudiar a Nueva York. Cristina estudió derecho mientras que Lucia fue a estudiar medicina, pero lo dejó para estudiar arte, a diferencia de Lucia, Cristina se quedó en Nueva York ya que una reconocida firma le había ofrecido trabajar con ellos.
Las dos tienen muchos rasgos parecidos, pero también unos muy diferentes, Lucia tenía los ojos color avellana, cabello ondulado castaño, en cambio Cristina tiene unos ojos color aceituna, el cabello lacio y más claro.
En el carácter también son muy diferentes, Cristina siempre fue la más centrada, la responsable, la madura, la más seria, pero también es la más risueña, la más noble e ingenua, claro en lo sentimental porque en lo que es su profesión es un peligro. Lucia en cambio es responsable y madura para su trabajo, pero en lo personal es la menos responsable, la más loca, la menos seria, la menos ingenua, la más fuerte.
-Vamos te llevo, tengo el coche aparcado fuera –le dijo Lucia al separarse después de un largo abrazo - dame te ayudo con la maleta.
Las dos subieron al auto y durante el camino, Cristina sólo miraba las calles, la última vez que vino fue cuando su hermano Antonio y su esposa murieron en un trágico accidente dejando huérfano a su sobrino Carlos de 4 añitos al cual ella adoraba y siempre le mandaba regalos y hacia que su madre le pusiera el teléfono cuando llamaba para que él conociera su voz, también le pedía a Lucia que le mandara videos de él.
-¿De verdad te parece bien quedarte en el piso de Laura? mira que en el mío no hay problema ¿eh?- dijo Lucia al llegar.
-Ya te dije que está bien, Laura no tiene ningún problema además sólo será un tiempo apenas pueda me busco uno.
-Mamá dice que por qué no te quedas con ella que es absurdo que teniendo su casa te vayas con una amiga.
-Ya sé, y te aseguro que me encantaría para estar más tiempo con
Carlitos, pero estoy acostumbrada a mi independencia y… ¡Ya sabes cómo es mamá!
-No, si yo te entiendo - le sonrió-procura descansar, más tarde paso por ti para ir de compras, recuerda que tenemos una cena hoy y tenemos que vernos hermosas - decía mientras subían al ascensor con las maletas.
-Noooo ¿De verdad tengo que ir a esa cena?- puso cara de no querer.
-Claro tonta, Sí es por ti.
-Ya, pues que joda, mira que lo único que deseo es descansar, pero bueno, ya que no me queda remedio, pero - Le apuntó con el dedo - sólo cena, nada de irse de juerga, yo sólo ceno y a casita ¿ ok?
-Ok, te voy a presentar a Marcos te va a encantar.
-Seguro que si, mira que para ser el único novio formal que te conozco, tiene que ser encantador ¿él es el hombre perfecto del que me hablaste hace dos años? - Lucia quitó la sonrisa de la cara.
-No, ese hombre perfecto no existe - contestó mirando al techo.
-¿Cómo?
-Si existe pero no es un hombre…- Cristina la miró con extrañeza - perfecto… no es un hombre perfecto - le recalca con una sonrisa forzada.
-Te aseguro hermanita que no hay hombre perfecto, pero tampoco las mujeres lo somos, mejor dicho no hay persona perfecta
-Lucia ¿estás bien? - pregunto al verla seria y callada.
-¿Eh? Si, si es sólo que me acordé de algo - salieron del ascensor.
Lucia sacó las llaves del piso que le había dejado Laura, para que se instalara, ya que ella no se encontraría en casa por su trabajo, Laura es amiga de la infancia de las dos hermanas, aunque siempre se llevó más con Cristina, con la que a pesar de la distancia se mantenía en contacto gracias al Internet.
Dejaron las maletas en la habitación que ahora sería de Cristina; después fueron hacia la cocina para refrescarse con algo de beber.
-Hay jugo de naranja y…cerveza…- sacó una caja para ver - esto creo que es jugo de uva, también… veo cola ¿Qué quieres?- pregunta Cristina.
-Desde luego Cerveza - dijo Lucia
-No cambias ¿eh?- le tendió la cerveza y ella cogió jugo de naranja.
-No cambiaría una rica cerveza por nada del mundo - bebió de su cerveza.
-Yo prefiero más un vinito o un whisky, hasta un brandy pero cerveza no - niega con el dedo - eso en panzona.
-Ya claro, si es que una mujer como tú no se puede permitir tomar una simple cervecita - dijo con sorna.
-¡Ay! claro que no, es sólo que no me gusta - dijo dándole en el brazo con cariño.
-Hablando en serio ¿no te aburres?
-Hablando en serio ¿no te aburres?
-Lucí no empieces con lo mismo de siempre - sabía que era lo que venía.
-Es que de verdad Cris, no entiendo cómo puedes ser una mujer tan… tan cuadrada o mejor dicho tan cerrada y disculpa que te lo diga pero poquito aburrida si eres - Cristina puso los ojos en blanco y se fue hacia el salón, Lucia la siguió - Cris no te molestes, es sólo que me preocupas, nunca me has hablado de algún novio ni nada, sólo hablas del trabajo, no te gusta salir de fiesta, Y sé que a pesar de que somos mellizas nunca hemos sido iguales, yo siempre he sido la loca y tú la centrada, pero no sé, antes de irnos a estudiar a Nueva York no eras tan así... - buscaba las palabras - sólo mírate con tu vestimenta tan impecable, tu postura tan recta y esa manera de querer tener todo en orden obsesivamente -Cristina se miró la vestimenta, tenía uno de sus mejores trajes sastre
-¿Qué tiene mi vestimenta? Te recuerdo que soy abogada y no voy a ir a pararme frente a un juez en jeans y camiseta.
-Ese es el problema que aquí no hay ningún Juez, aun así te aseguro que no tienes nada más que trajes así.
-Pues no, te equivocas.
-¿Sí? ¿Segura? Bien veamos - sin más se puso de pie y fue directo a la habitación, Cristina sólo se puso las manos en la cara haciendo un sonido de frustración.
Unos cuantos minutos después Lucia regresó con un pijama en la mano.
-Hasta para dormir eres especial - miraba la pijama que tenía en la mano, de blusa, de manga de tres cuartos y pantalón, los dos color rosa chillón-¿cómo puedes dormir con esto? Mujer con esto le cortas a cualquiera el rollo.
- Deja de criticarme - fue hasta ella y le quitó la pijama - no sé qué tiene de malo, a mí me gusta.
-Si está perfecto, pero para una fiesta de disfraces - le dijo riendo.
-Eres una perra - le dijo yendo a la habitación.
-Lo sé - dijo siguiéndola.
Al entrar a la habitación vio la ropa fuera de la maleta y regada sobre la cama.
-Pero…que ¡Coño se me van arrugar! ¡Joder! Lucia – fue hasta sus trajes para ir recogiéndolos y acomodándolos en el closet, mientras que Lucia sólo veía desde el marco de la puerta.
-¿Sabes qué es lo que te hace falta? Irte un día de copas, bailar, buscarte una buena compañía, tener sexo salvaje de esos en los que te olvidas de todo.
-No. Si es colmo que mi propia hermana me aconseje tener sexo con cualquiera.
-¡Vamos mujer! No seas exagerada ¿desde cuándo no te vas de fiesta y te dejas llevar por una noche de pasión y desenfreno? Seguro que hace más de un siglo que no mojas nada.
-No es así.
-¿Ah, no? entonces dime cuanto tiempo ¿eh?
-No sé, un año tal vez.
-¡Qué! Ya has de tener telarañas ahí.
- Pues no yo no soy tan promiscua como tú.
-No es que sea promiscua pero coño el cuerpo pide, imagino que por lo menos te darás un auto servicio ¿no?- el móvil de Lucia sonó lo miró y contestó de inmediato- ¿sí?... estoy con mi hermana… si ahora voy… vale te veo ahí… un beso –colgó – me voy- se acercó a darle un beso - más tarde vengo para ir al centro comercial.
-Qué remedio - dijo por vencida
Al despedirse en la puerta de Lucia fue hasta la habitación y sin más se tiró en la cama a pensar.
-“Está loca…Auto servicio dice”- ríe - si he tenido que utilizar muchas veces el agua fría… Sam…- suspira- “como no pude darme cuenta si ya ni me tocaba siempre decía estar cansada y llegaba tarde” que estúpida he sido pero ya no, juró que nadie jugará conmigo.
Sin darse cuenta entre sus pensamientos se quedó dormida en los brazos de Morfeo, hasta que un ruido la despertó, abrió los ojos y volvió a escuchar ese mismo sonido “el timbre” pensó, miró el reloj que se encontraba en la mesita de dormir.
-Dios ya es tarde - se puso de pie, se miró la ropa - ya me he arrugado toda - fue hasta la puerta y miró por la mirilla -¡lo siento me dormí y aun no estoy lista!
-Me lo imaginaba, anda alístate que si no, no nos da tiempo de nada.
Así lo hizo se dio una ducha rápida y se encaminaron al centro comercial donde Lucia la convenció para comprarse un vestido sexy como su hermana lo nombró, después fueron a tomar un café saliendo del centro comercial. Lucia la dejó un momento para ir por algo que había olvidado comprar, le dijo que la esperara en el estacionamiento, mirando una que otra cosa chocó con alguien provocando que soltara las bolsas que traía en la mano.
-Lo siento - dijo la mujer inclinados a recoger las bolsas.
-No, si la que iba distraída soy yo - contestó ella.
Cuando esta se levantó para entregarle las bolsas sus miradas se cruzaron, la mujer aquella la miró con tanta intensidad que se sintió nerviosa, pero al mismo tiempo al ver la sonrisa que le regaló la hizo perderse.
-Espero no haberte dañado nada - le dijo aun con su sonrisa en los labios.
-Eh… no tranquila - contestó ella aun notando la intensidad de su mirada.
-Cariño ten más cuidado - dijo una mujer que se encontraba junto a esta otra, que hasta ese momento no había visto - disculpa es que es muy despistada.
-No pasa nada - contestó ella.
-Bien - le sonrió - ¿nos vamos? - le dijo al ver que esta otra no dejaba de mirarla cogiéndola del brazo para caminar.
-sí, hasta luego y disculpa - le dijo ya yéndose, a lo que Cristina se despidió con la mano para seguir su camino.
El momento de la cena había llegado, antes de salir de la habitación se miró por última vez en el espejo, en verdad se veía hermosa se había ondulado un poco el cabello dejándolo suelto, el vestido negro de tirantes, largo con una abertura en la pierna izquierda, unos zapatos de tacón, se maquilló sin mucho exceso, se puso perfume en las muñecas, cuello y escote.
Al salir de la habitación se encontró con Laura y Lucia que sin más al verla comenzaron a vitorearla entre risas.
-Estás guapísima - dijo Laura - que envidia.
-Gracias chicas, ustedes también están muy guapas.
Lucia llevaba un vestido corto de corte griego en color beige y uno zapatos de tacón y plataforma con tiras del color del vestido, Laura lleva un vestido corto de globo negro con zapatos de tacón en punta.
-Te falta algo hermanita - dijo Lucia fue hasta su bolso donde sacó un cajita - es mi regalo de bienvenida.
-Gracias - la abrazó - pero no tenías por qué.
-Como que no, somos hermanas. Anda ábrelo.
Ana abrió la cajita dentro de él se encontraba una gargantilla planchada de plata con un dije de esmeralda.
-¡Está hermoso!
-Anda ven te lo pongo, va a hacer que resalte el color de tus ojos.
Las tres salieron hasta el restaurante donde nada más llegar la hicieron pasar hasta la mesa donde ya las esperaban los amigos de Lucia y Laura. Al llegar junto a ellos todos las saludaron de besos, mientras que Cristina se mantenía en un segundo término hasta que Lucia con una sonrisa llamó la atención de todos para presentarla.
-¡Chicos! Les quiero presentar a mi hermana. Ella es Cristina, Cris él es Juan, Elena, Luis y él es Marcos. Mi novio - como los iba presentado, se acercaban a darle dos besos - nos falta alguien.
-Ahí viene - dijo Marcos - una mujer con traje pantalón y saco azul caminaba hacia ellos.
-Siento llegar tarde, ya saben mucho trabajo.
-No te preocupes estamos llegando - dijo Lucia mientras la saludaba de beso - ella es mi hermana Cristina.
-Hola cristina - le sonrió y le dio dos besos - yo soy Daniela.
-Bueno, pues creo que ya estamos todos- dijo Marcos.
-Espera - miró a Daniela - ¿va a venir?
-¿Aun mantienes esperanzas? - le contestó con una sonrisa de lado.
-¿Cuál fue el pretexto de esta vez?- preguntó Lucia.
-Lo de siempre, el restaurante - contestó Daniela y tomó asiento.
-Ya que, entonces cenemos - dijo Lucia un poco triste, algo que Cristina pudo notar.
-Debimos ir a su restaurante - dijo Elena.
-Tampoco es cuestión de obligarla, además de que serviría ella estaría metida en la cocina - contestó Daniela.
La cena estaba siendo agradable para Cristina que fue conociendo a cada una de esas personas, Juan se veía tímido y serio pero se podía mantener una buena plática con él, Elena al contrario es más parlanchina y bromista, Luís todo un galán y coqueto dejando en claro lo mucho que le había gustado ella, Marco el novio de Lucia es divertido y alegre, pero si algo le quedaba claro del porque su hermana estaba con él era que es muy cariñoso con ella y se ve que la quiere con locura, por último Daniela que había sido con la que más había conversado, ya que se encontraba sentada junto a ella, le pareció una mujer guapa, muy agradable y profesional como ella.
La cena ya había concluido, todos salieron del restaurante con ganas de seguir en otro lado, algo de lo que Cristina no estaba tan convencida.
-¿Qué dicen? ¿Vamos a otro lado? - dice Elena ya algo contentilla.
-Pues por mi genial - dijo Juan.
-¿Qué dices Cris?- preguntó Lucia.
-No chicos, yo no puedo, mañana tengo que presentarme temprano en el buffet.
-Anda aunque sea un ratito, luego si quieres yo te puedo llevar - dijo Luís.
-No, de verdad, a mí se me da fatal eso de pasar mala noche y aun estoy cansada por el viaje y todo.
-Bueno pues otro día será que yo voy a llevarla a casa - dijo Laura.
-No Lau, yo ahora tomo un taxi - dijo viendo las ganas que su amiga tenía de seguir la fiesta.
-De eso nada yo te llevo- dijo Luis.
-No, de verdad, yo puedo irme sola - dijo en aprietos sabiendo que aquel chico tenía intenciones de ligar con ella.
-Yo tampoco me puedo ir con ustedes mañana tengo que llegar temprano a la fábrica - miró a Cristina - me queda de camino la casa de Lau si quieres te puedo llevar - recibió una mirada asesina de Luis a lo que ella respondió con una leve sonrisa.
-¿De verdad no te alejarías tanto? - preguntó Cristina, a lo que Daniela negó en silencio - bueno entonces me voy contigo.
Se despidieron del grupo, pidieron el auto y se encaminaron, por unos minutos todo era silencio hasta que Daniela decidió acabar con el.
-Al parecer a mi amigo Luís no le gustó mucho que me ofreciera a traerte, creo que le gustaste - le dijo mientras mantenía la vista en la carretera.
-sí pero yo te agradezco que te ofrecieras - le dijo con una sonrisa que fue respondida por Daniela que la miró en unos segundos para regresar su vista a la carretera.
-No tienes nada que agradecer, no es ningún problema para mí.
Al llegar a casa de Laura, Daniela aparcó frente a él sin apagar el motor.
-Bueno pues, ya has llegado, sana y salva.
-sí y gracias por haberte molestado.
-Deja de darme las gracias, ya te dije que no tienes porque aunque espero que un día de estos podamos tomar un café juntas.
-Si claro que si, mira te voy a dar mi tarjeta y ya nos hablamos para quedar - sacó de la cartera una tarjeta y se la dio.
-Bien ahora te timbro para que tengas tu mi número, ok.
-vale, me dio mucho gusto conocerte.
-igual a mí – se dieron dos besos de despedida.
Daniela esperó verla entrar, sonrió para sí misma ya que aquella mujer le había gustado mucho.
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Que buen inicio de historia muy interesante de hecho (^ . ^)
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