Esperamos tu historia corta o larga... Enviar a Latetafeliz@gmail.com Por falta de tiempo, no corrijo las historias, solo las público. NO ME HAGO CARGO DE LOS HORRORES DE ORTOGRAFÍA... JJ

Presente o pasado? - Riba



Su pensamiento estaba marcado, por aquel recuerdo que no podía apartar de su mente.
Aquellos cinco años que trabajó, entregando su cuerpo, explotando sus encantos por dinero, para cubrir las necesidades de su hermana. Su sonrisa volvía a su rostro cuando recordaba a su pequeña hermana, siempre fue su debilidad, era su ojito derecho.




Desde que se enteró de su enfermedad, salió a buscar dinero para poder pagar su tratamiento, era la única forma de hacer que su hermana tuviera una oportunidad, cosa que consiguió y ahora ya casada y con un niño disfrutaba de la vida, y eso a ella la llenaba de orgullo.
Pero ahora su vida estaba marcada por ese recuerdo. Ese trabajo. Era difícil intentar rehacer su vida, cada vez que lo intentaba, alguna mujer aparecía para recordarle que estuvo con ella, que compartió su cuerpo.
Aquella mañana salió de la ciudad, para ir a visitar a su hermana, cogió su pequeño auto, una mochila con algunas cosas, dinero, y cerró su departamento.

Se puso música, y salió hacia Reno. Le gustaba conducir, la relajaba, ya se acercaba a Reno, los paisajes eran verdes,  y el aire que entraba por la ventanilla la llenaban los pulmones y parecía limpiar sus recuerdos.
Paró en la gasolinera cerca de la casa de su hermana, allí la vio, llena de grasa, metido su cuerpo en un vaquero roto y lleno de la misma grasa que cubría sus facciones, estatura media, ojos indescriptibles porque la grasa era la ocupante de aquella cara que a ella le gustó.
Estaba hablando con un empleado.
-Oscar ya te dije que faltaba aceite, ¿Cuándo me has dicho que vendrá esa pieza nueva para el motor? Recuerda que precisan del coche la próxima semana.
-Si  Jefa, no se preocupe.
-No me llames jefa te tengo dicho, me llamo Helen.
-Si jefa, lo sé.
Helen giró la cabeza y alzando la mano.
-Enseguida la atiendo.
-¡Hola! Perdone. En que puedo servirle.
-Si, sólo quería llenar el depósito, ¿Y si pudiera ir al baño?
Helen se la quedó mirando, y con sorpresa le preguntó.
-¿Usted es hermana de Rosalinda?
-¿Cómo dice…?
-Es usted igual que una amiga mía que vive cerca de aquí.
-Brenda sonrió y sus dientes blancos contrastaron con su moreno dando a su rostro una expresión bella.
Sí, sí soy su hermana, pero nadie nunca dijo que nos pareciéramos tanto, como para decir que somos hermanas, es usted muy buena fisonomista.
-No tanto pero tienen algo que se parecen. Pero, perdón dentro le darán las llaves para el baño, yo le llenaré el tanque de combustible.
-Brenda estaba admirada con la mujer que se ocultaba entre tanta grasa y debajo de esa gorra que no le dejaba ver sus cabellos, giró para entrar en el recinto, pero no pudo evitar volver la cabeza para ver como Helen, con una maestría innata le llenaba el depósito.
Helen, tampoco puedo dejar de mirar a la mujer que se parecía a su mejor amiga. Tenía un aire misterioso, y también era guapa, no pasaban muchas mujeres así por allí.
Al volver Brenda ya no pudo ver a Helen, el chico le cobró la gasolina, y ella continuó hacía la casa de Rosalinda.
La imagen de Helen toda manchada de grasa no se iba de su cabeza, llegó a la casa de su hermana, y ahí fue cuando se evaporó el recuerdo de la chica de la gasolinera.
¡Rosalinda, hermanita! Brenda la abrazó y la levantó en el aire dando dos vueltas con su pequeña y adorada hermana.
-¡Para Brenda! Para, sabes que no me gustan las vueltas, y mientras decía esto le daba dos besos sonoros y largos a su hermana mayor.
Rosalinda, adoraba a su hermana desde que su mama enfermó de lo mismo que ella, Brenda se hizo cargo de ella amándola, y enseñándole las cosas de la vida, protegiéndola, de todo lo que podía dañarla, y cuando descubrieron lo de su enfermedad, lo que su hermana hizo para recaudar el dinero necesario, fue algo que ella nunca olvidaría, pues su hermana hipotecó su vida al trabajo.
Rosalinda nunca supo que su hermana entregaba su cuerpo a damas de alta alcurnia por cantidades de dinero.
Ella siempre pensó que trabajaba en una tienda de informática. Y que además por la noche trabajaba de camarera en una discoteca, para poder pagarle a ella el costoso tratamiento.
Amaba a su hermana y no por el dinero que consiguió, amaba a esa mujer porque siempre la amó. Desde pequeña sintió el amor de esa niña que se acercaba a su cuna y si estaba llorando la cogía de la mano y la miraba con aquellos ojos verdes llenos de ternura, amaba a esa mujer porque tuvo la suerte de que fuera su hermana. Simplemente la adoraba.
-¿Qué tal el viaje Brenda? Te preparé tu cuarto, por si quieres descansar, Dámaso vendrá dentro de un momento me mandó darte dos besos.
-Y a qué esperas para dármelos. Brenda volvió a coger a su hermana en volandas y la giraba en el aire. Mientras Rosalinda riendo y protestando le daba esos besos.
-¿Y Berni como sigue?
-Está deseando verte, cada día más grande.
Mientras no muy lejos de allí, en una bañera una linda mujer dejaba la grasa en el agua dando paso a  una piel blanca, un pelo rizado de media melena, una sonrisa tierna, Helen parecía otra mujer, se secaba y mientras lo hacía, recordaba a aquella mujer de la gasolinera nunca, pensó que la hermana, la famosa hermana de Rosalinda fuera tan hermosa, claro que se lo imaginaba porque su amiga era muy guapa. Nunca hizo caso cuando Rosalinda le decía mi hermana es la mujer mas guapa y buena que existe. Siempre se reía de ella y le decía tú que vas a decir de tu hermana Ros, porque así la llamaba ella. El día que la conozcas me dirás, siempre era la contestación de Ros.
Helen cogió su móvil y el Whatsapp y le puso el mensaje a Ros.
“Conocí a tu hermana Ros. Tenías razón es muy guapa jajaja”
El móvil de Ros sonó en el otro extremo de la habitación
-Ros, Ros tu móvil sonó, gritó Brenda.
-Mira  a ver si es Dámaso, que se retrasa y avisa.
Brenda se acercó y  miró  en el móvil. Un uno rojo avisaba que había entrado un mensaje, lo tocó y se abrió la aplicación, cuando miró, vio el nombre de Helen, y leyó el mensaje.
“Conocí a tu hermana Ros. Tenías razón es muy guapa jajaja”
Sonrío y el recuerdo de la mujer engrasada vino a su cabeza, porque así recordó que la llamaba  el chico de la gasolinera.
-¿Es Dámaso? Preguntaba Ros que se acercaba a Brenda.
-No, me parece que es una chica que trabaja en la gasolinera de mecánica.
-¿Helen? No me digas ¿has conocido a Helen?
¿Qué te pareció? ¿Es guapa? Helen no trabaja allí es la dueña de la gasolinera.
-Para, para que es esto un interrogatorio, ya te dije que no quiero pareja, y lo de guapa, no se estaba tan llena de grasa, que es difícil poder decirte.
-Jajaja, seguro que andaba debajo de algún coche, ama la mecánica.
Ya te la presentaré, esta mujer te gustará hermanita, es diferente del resto.
Brenda la miró con ternura, siempre su hermana estaba buscándole pareja.
- Ros, eso me dijiste de la última que me presentaste ¿recuerdas?
Las llaves de la puerta y la carrera de un niño que se tiró encima de Brenda, dejaron la conversación a medias. Berni el hijo de Ros y Dámaso abrazaba a Brenda y le pasaba las pequeñas manitas por el cabello corto de Brenda, ese era el saludo de ambos, desde que nació, Brenda siempre que le veía le revolvía el pelo con sus manos, y el niño la saludaba igual.
-Tía Brenda, que alegría.
-Berni, mi amor, pero si ya eres un hombrecito.  Ven aquí caballero y cuéntame, cómo te va la vida.
 Dámaso dio un beso a Brenda y con un guiño de ojo le dijo a su cuñada.
-Si Berni dile a tu tía que te la pasas vagueando todo el día.
-Papá, eso no es verdad y los tres se pusieron a reír mientras Berni se los miraba serio.
Vamos Berni dejemos a estos dos y ponme al día de tu vida caballero.
Dámaso abrazaba a Ros, mientras sobrino y tía se encaminaban a la habitación.
Ros, cogió el móvil y contestó el mensaje de Helen.
“Sabía que te gustaría. Cuando la conozcas verás la otra parte que es mucho más interesante jajaja”
Helen estaba en la cocina preparando algo de cenar cuando sintió la entrada del mensaje, se acercó a la mesa, y lo abrió, al leerlo se echó a reír.
Estaba deseando descubrir esa parte que tanto admiraba Ros, porque en lo físico era realmente preciosa.
A la mañana siguiente Ros le dijo a Brenda, si podía ir a buscar a Berni que salía de clase.
Camino del colegio, Brenda se quedó de piedra al toparse de frente con Mirta.  Pensó no volver a verla en su vida, era la primera mujer millonaria, caprichosa, insensible que la contrato y odiosamente insistente cuando quería algo, y siempre la quiso a ella.
Quiso esquivarla, pero los ojos intensos de Mirta ya se habían percatado de la mujer que era su obsesión, amaba a esa mujer la quería para ella y el destino la puso otra vez en su camino, y se juro que esta  vez no la dejaría escapar. Aunque para ello tuviera que usar cualquier truco.
-¡Brenda! Amor que bendición y suerte encontrarte por Reno.
Brenda haciendo un gesto de desencanto intentó sin éxito  sonreír.
-¡Mirta! Eres la última persona que me hubiera gustado encontrar creme.
-Tú como siempre tan encantadora. Te invito a tomar un café.
-Lo siento pero me es imposible tengo trabajo.
-No iras al encuentro de otros brazos ¿no? Porque ya sabes que yo doblo la oferta.
-Mirta hace tiempo que abandoné ese oficio, así que por favor no me lo recuerdes ¿si?
-Está bien no quiero pelear como siempre hacemos, no hablaré más de ello, pero prométeme que podremos quedar para hablar. Por favor. Estoy viviendo en las afueras en las casas ancladas, el número 125 y mi número de teléfono ya lo sabes.
-Lo intentaré.
Brenda le contestó eso para poder seguir su camino, pero en su cabeza eso estaba muy lejos de suceder, sabía de la obsesión que Mirta tenía con ella, y ya le dejó bien claro que sólo hizo lo que hizo por necesidad, y que nunca sintió por ella algo más. Fue sexo por dinero y así se lo dijo.
Llegaba ya Brenda a la puerta de colegio, y esta estaba ya llena de niños saliendo y de un montón de madres, abuelas, hermanas recogiendo a los chicos. Buscó a Berni con la mirada y lo vio junto a una mujer de pelo rizado que estaba de espaladas, Berni vio a su tía, y la saludó. Helen volteó para ver a la tía de Berni y Brenda al ver la cara de Helen sin grasa y con el pelo cayendo por sus hombros, quedo sorprendida de la belleza de las facciones y de esos ojos verdes como los suyos, y esa sonrisa con la cual la recibió.
-Helen esta es mi tía Brenda, las presentó Berni.
-¡Encantada de conocerla Helen!
-Igualmente Brenda.
-Helen vino a buscarme, pues mamá le dijo que si podía venir.
Las dos se miraron y se pusieron a reír, claro las dos conocían a Ros y esto fue cosa de ella para hacerlas coincidir.
A Brenda la verdad no le importó mucho la idea de su hermana, quizás hasta tendría que agradecerlo, pues Helen tenía algo que a ella le gustaba, claro que no sabía si a esta le gustaban las mujeres, o si ella sabría que ella amaba a las mujeres.
Fueron a un bar a merendar con Berni, y la tarde pasó para ambas de una forma rápida donde se fueron conociendo y sintiendo bien una con la otra. Tan bien lo pasaron que cuando ya llegaba la hora de regresar, Brenda preguntó a Helen que si quería ir a comer a casa de Ros.
La respuesta de Helen, que realmente estaba disfrutando de la compañía de Brenda y casi tendría que decir a Ros que Brenda era como ella la dibujaba, una persona encantadora y realmente sensible y tierna. Fue Sí.
Fue una velada inolvidable, donde algo nació en el interior de ambas mujeres, y así un día y otro se hizo costumbre el quedar el hacer cosas juntas. Y en la última cena en casa de Ros, Brenda acompañó a Helen a su casa, y allí sucedió su primer encuentro, donde sus cuerpos se conocieron, donde sus sentimientos se entregaron de otra forma diferente, más íntima, donde el contacto fue total y la entrega mutua, y allí se perpetuó su amor, el culmen de los deseos y el principio de ellos  de compartir sus vidas, sus días y sus noches.
Mirta esperaba la llamada de Brenda, hacía dos días las vio a las dos, felices, hacían buena pareja, pero era ella la que tenía que  estar con Brenda, no aquella mujer. Decidió usar su último cartucho para poder tener a Brenda.
-Helen, te espero en casa de Ros a las cuatro, después le damos la noticia a mi hermana ¿te parece amor?
-Si estaré en el taller de la gasolinera tengo un encargo urgente amor, pero estaré, me gustará ver la cara de Ros cuando le digamos.
Ya en, el taller, Helen se metió debajo del auto que estaba reparando cuando de pronto…
-Jefa, una señora quiere verla.
Helen se incorporó y delante vio a una señora mayor o eso pensó elegante y bastante guapa.
-Usted dirá.
-Mi nombre es Mirta y quiero decirle que Brenda es mi mujer, fue mía hace tiempo, pues se dedicaba a la venta de su cuerpo, y quiero que siga siendo mía.
Helen no reaccionó al momento, quedando un poco desorientada, ¿De dónde salía esa señora? y que cuernos le estaba contando.
Hasta que Helen recordó lo que Ros le contó de Brenda, la forma en que obtuvo el dinero.
Ros, Nunca le dijo a Brenda que sabia como conseguía el dinero para su tratamiento, siempre le hizo creer que se tragó el cuento de la farmacia y la discoteca, pero cuando recibió alguna que otra llamada telefónica para Brenda, a alguna de aquellas mujeres se le escapó para que la requerían.
-Mire señora, Mirta, ¿Mirta me dijo, no? Brenda se entregó a usted por dinero, porque si hubiera sido por otra cosa, no creo que ahora estuviera conmigo. Y eso de que es su mujer… creo que sólo es un deseo suyo, pues nunca una mujer se entrega con la pasión que ella lo hizo anoche si en su pensamiento tuviera a alguien más ¿no cree?
El semblante de  Mirta iba enrojeciendo de vergüenza, de rabia.
-¡Ah señora!, el amor no se puede pagar por mucho dinero que se tenga, el amor ha  de nacer del alma, no se puede retener a nadie con chantajes, ni con mentiras, el amor es algo mucho mas bonito y limpio,  sólo se intenta hacer feliz a la persona que tenemos al lado. Así que creo que usted no ama  a Brenda, y ahora si me permite tengo un coche que arreglar.
Helen dio media vuelta y se volvió a meter debajo del coche.
Mirta salió que se la llevaba el diablo, pero aun no había terminado si no había podido con esta, intentaría algo más, no las iba a dejar así como así.
Tomo el móvil y marcó el número de Brenda.
-Hola, dígame.
-¡Hola Brenda! soy Mirta y acabo de hablar con tu noviecita, (mintiendo descaradamente) la puse al corriente de tu pasado y no lo tomó muy bien, me dijo que no quería volver a saber nada de ti.
-Brenda no entendía a esa mujer y su descaro la estaba enfureciendo, sólo podía pensar en Helen, no quería perderla, ella era lo que le faltaba a sus días a su vida a su existencia.
Colgó sin darle más explicación a Mirta.
-¿Brenda todo Bien? 
Ros que estuvo pendiente de su hermana notó que aquella llamada desencajó  el rostro de Brenda.
-Si todo bien hermanita, intentó sonreír, pero su pensamiento estaba en Helen como habría tomado el saber de su pasado.
No sabía que hacer si esperar a las cuatro que era la  hora que habían quedado o ir a buscarla.
Si viene es que no le importa, pero si no viene ¿qué hago? estaba pensando esto, cuando Berni le dijo si podía ayudarle en una tarea del colegio, Brenda no pudo decir que no.
Cuando terminó con Berni, miró su reloj y ya eran las cinco de la tarde extrañada, cogió el coche y fue a la gasolinera, estaba tensa, nunca pensó que se pudiera perder al amor de su vida por un pasado, conducía sin ver por donde iba, sólo deseaba ver el rostro de su amor, y poder sentir de sus labios que ya no quería seguir a su lado.
Aparcó el coche, y se encaminó al garaje donde se suponía estaría Helen.
Y allí, vio sus pies saliendo de debajo del coche.
-Helen, y al decir su nombre sus manos cogieron los pies y tiró hacía fuera. Apareció el rostro de Helen lleno de grasa igual que cuando la conoció, miró sus ojos verdes y al ver la ternura, y la sonrisa de ella se quedó sin palabras.
-¡Amor perdona!, ¿Ya es la hora? perdí la noción del tiempo sabes que este coche es importante y… ¿Qué?
¡A no! seguro que te llamó esa señora Mirta ¿no?
-Te amor Brenda. Y nada ni nadie, ni tu pasado puede cambiar lo que siento, por ti, y lo que sé que tu sientes por mi, Eres la mujer que llena mi vida. Bondadosa, bella por dentro, hermosa, inteligente. Y he tenido la suerte de que te enamores de mí.
-¿Qué no vas a decir nada?
Brenda la cogió por la cintura, la atrajo hacía sí y mirándola a los ojos con una sonrisa que le hacía aun más bella y encantadora de lo que ya era le susurró.
-Te amor Helen. Eres mi mujer. La que ha borrado todo mi pasado, la que ha hecho que ello no sea un impedimento para amarme. - Y la besó tiernamente en los labios, le quitó la gorra que cubría sus cabellos y volvió a besarla, esta vez con pasión y Helen le correspondió con el mismo amor que Brenda le estaba dando.

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