Cuando desperté, exhausta, asustada, con unas secas lágrimas que se mezclaban con el sudor de mi frente, recuperé la paz y la tranquilidad al encontrarte abrazada a mi.
No podía olvidar, ni parar de recordar que hoy en mis sueños se habían teñido de luto al soñar que te perdía.
Que un día al regresar a tu lado, tú no estabas. Te busqué, te llamé incluso a gritos pero tú no respondías. Me quedé inquieta a esperar tu llegada.
Mientras una punzada de dolor me consumía por dentro, y crecía y crecía según iban pasando las horas y tú no venías.
Sentía como me faltaba el aire y no encontraba las fuerzas necesarias como para ponerme de pie.
Por fin mi angustia me hizo reaccionar y empezar a buscar alguna huella, algún motivo, algo que me dijera dónde estabas.
De pronto, ante el temblor de mis manos encontré una nota de papel. En ella encontré unas letras que no me apetecía nada leer, porque empezaba a intuir que no me gustaría nada su contenido.
Caí de bruces al suelo, y ante mis ojos llorosos empezaron a entrar tus palabras:
“Mi amor, mi vida. Nunca en la vida hubiera imaginado que llegara la hora de decirte adiós. Pero por más que la retrasé, esa hora, ha llegado.
Me voy. Me voy de tu lado, porque aún queriéndote cómo te quiero, he entendido que nunca seré feliz a tu lado.
Tengo muchos motivos y razones, pero ahora al intentar explicártelas carecen de sentido.
Tampoco puedo despedirme de ti, enfrente tuyo, porque el amor que te tengo y tú me tienes nos confundiría de nuevo, como tantas veces ha hecho.
Y tampoco el despertar en la cama, donde siempre nos conduce nuestra pasión, me dará la respuesta que tanto busco.
Sólo sé que debo irme. Porque a tu lado me he perdido.
No soy yo la que te abraza, ni la que te quiere, sólo soy un reflejo de lo que tu amor me ha convertido.
Espero que puedas perdonarme, y no guardarme mucho rencor.
Quédate con todo lo bueno que hemos pasado, y con la inmensa felicidad que tanto tiempo vivió con nosotras.
Pero ahora debo marchar. Marchar para encontrarme a mi misma de nuevo. Y entender si de verdad, siento todo lo maravilloso que me llevo de ti, o simplemente me he dejado querer por tu amor.
También me voy por ti. Porque si me quedará a tu lado, sé que a la larga te haría infeliz, al ver que yo lo era.
Y una persona tan maravillosa como tú, no merece que yo me entregue a medias y que no esté segura de mi amor.
Tampoco puedo hacerlo.
Me voy con la única seguridad que me da ser fiel a mis sentimientos con el enorme miedo que me dice, una y otra vez, que cuando descubra que te amo, tú ya no estarás esperando.
Pero aún así, me voy. Corro el riesgo de perderte, lo sé, pero necesito respirar aire limpio y fresco. Y no sentir que me siento atrapada en ti, cada vez que me abrazas.
Adiós, mi amor".
No pude contar el tiempo que pasó, hasta que pude reaccionar.
Deambulé por la casa llena de recuerdos, donde todavía podía oler tu fragancia.
Te sentía en mi piel. Y si cerraba los ojos con fuerza, podía sentir tu boca en mi oído diciéndome te quiero.
Pero qué era aquello. Un sueño, una horrible pesadilla que me conducía sin piedad al límite de mi ansiedad.
No podía, no quería imaginar mi vida sin ti. Por más que pensaba no entendía cómo habías podido irte queriéndote cómo te quería.
Perdida, encerrada en mi amor, que no eras tú..., que me querías, que ibas a regresar... Daba mil y una vuelta a tus palabras, intentando encontrar una solución que pusiera fin a este tormento.
Y entonces, cuando ya la madrugada me iluminaba, con sus primeros rayos de sol, me encontré con el dilema de esperarte u olvidarte.
Esperarte. Esperar a la persona que más había amado en mi vida y amaba hasta el límite de mis sentimientos...
U olvidarte. Olvidar tus besos, tus caricias, todo lo que tu me dabas y me devolvía la vida cada vez que te veía.
Y pensaba.... Buscaba... Cuando de pronto, tus brazos me cogieron y tu boca me sacó del horrible sueño que había tenido.
Te abracé con fuerza. Te dije que quiero hasta borrar las palabras, mientras tu dulce sonrisa me hacía comprender, que todo había sido una mentira y que simplemente me habían jugado una mala pasada mis sueños.
No volvería a dormir si eso suponía perderte, aunque la pesadilla desapareciera cuando tus besos me despertaran.
Y mientras te veía dormir entre mis brazos, te agarré con fuerza, creo que llegué a hacerte daño, pero necesitaba borrar aquel mal sueño que tanto me había hecho sufrir, aunque fuera irreal.
Y me volví a dormir, pero con los ojos bien abiertos, para que nada volviera a confundirme y me hiciera pensar que podía perderte de nuevo.
Foto: Masha by Pavlov Oleg
----------------------------------------------------------------------------------------------------------
La Teta Feliz Historias y Relatos ® Sonia Derechos Reservados
©
Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser
reproducida, ni en todo ni en parte, registrada o transmitida por un
sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún
medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico,
por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo, por escrito, del
autor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario