Esperamos tu historia corta o larga... Enviar a Latetafeliz@gmail.com Por falta de tiempo, no corrijo las historias, solo las público. NO ME HAGO CARGO DE LOS HORRORES DE ORTOGRAFÍA... JJ

La Boda - Sonia

Caminaba segura por el altar. No tenía miedo, ni dudas.
Allí, a lo lejos, podía ver a la mujer que amaba, esperándola. Y se iba a entregar a ella. Iban a amarrar sus vidas, con un nudo tan fuerte que nadie pudiera desatarlo.


Cuando se conocieron, sintieron, que el día de unirse la una a la otra no tardaría en llegar.

Y lo habían comprendido al verse. No creían que eso pudiera pasar, pero sucedió.

Y hoy allí, delante de aquella gente, cercanas y queridas, iban a demostrarles que su unión era ya un hecho.

La confianza se apoderaba de sus corazones, les impulsaba por aquel altar sin ningún temor.

Los ojos de ella la llamaban a gritos para que cogiera sus manos y caminar hacia aquello que les esperaba.

Era el último paso de su vida conocida. Y así, después de unos instantes confusos, introducirse en el umbral de aquella puerta, como mujer y mujer.

Y no hicieron falta muchas promesas y los votos casi no los oyeron, por los gritos de felicidad que desprendían sus corazones.  Sus miradas robaban cada una de las palabras, que el religioso  que había delante suyo pronunciaba sin cesar. 

Era como si estuvieran ya muy lejos de aquel lugar, y el silencio de las gentes que yacían en los bancos, ante  solemne momento, les hizo creer que estaban solas. 

Rodeadas tan sólo por su amor, entusiasmo que les llevaba hacia un camino muy próximo, a la felicidad.

Cada acto de aquella ceremonia lo fueron realizando mientras sus mentes volaban ya muy lejos de allí... en cualquier otro sitio... juntas.
Al firmar el documento que las unía, sintieron un fuerte dolor en el pecho que las hizo sonreír

¿Aquella firma representaba el compromiso hacia la mujer que tanto amaba? No, lo sabían. Eso sólo lo habían construido ellas, pero el mundo tiene montado su circo y todas tenemos que actuar para que toda aquella gente lo creyera.
Pero su gran amor que las llevó hasta allí, y que sabían que las seguiría por aquella puerta, en cuanto salieran, era lo único que las importaba.

Su amor, en aquella iglesia, no había crecido pero al enseñarlo a sus invitados, sintieron que nuevos lazos se unían a ellas. No los conocían, pero los irían conociendo, poco a poco.

Con el paso de los días, cuando sus años les fueran pasando y dejando atrás un poco de su felicidad.
Para así ir recogiendo lo que sembraran en sus vidas.

Tenían plena consciencia de ser felices, y aunque sabían que su amor tenía que ir creciendo, cuidándolo con sumo mimo, y protegiéndolo como los niños que quizás, algún día, fueran llegando.
Todo aquello en vez de asustarlas las llenaba de ilusión y compromiso. 
Que hoy firmaban en aquel papel, para que no pudieran olvidarse con el paso del tiempo.

El final de la ceremonia se acercaba. 
Se cogieron de la mano, y caminaron como dos niñas, exhaustas de felicidad, hacia la nueva vida que les esperaba allí... escondida entre esa gente, detrás del umbral de aquella iglesia.
 


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