Alba tenía
mucho tiempo viviendo en ese departamento y hacía poco más de tres meses que en
el departamento de al lado se había instalado una mujer que le encantó al
verla, la vecina era muy discreta de recién llegó, apenas si se saludaban en el
lobby o en las escaleras al cruzar sus caminos.
Con el pasar de los días intercambiaron un par de frases que se alargaron a
comentarios de clima, rutas alternas para evitar el tráfico, hasta que se
convidaron un café.
Tania la
vecina, era jefa de personal en una pequeña empresa dedicada a la paquetería y
mensajería a nivel local con miras a crecer en la región, a sus treinta y tres
años y con varias relaciones fallidas en su historial romántico debido a su
dedicación profesional había mermado un poco su búsqueda por la pareja perfecta
aunado al hecho de que no era su máximo en la vida el tener una vida de
familia, no se veía así. De bonitas facciones, cabello castaño con ondas
ligeras, tez morena clara, ojos grandes oscuros, nariz recta, boca regular con
sonrisa espontánea de comercial, de un metro sesenta y cinco centímetros de
altura, cuerpo proporcionado. Solía llegar tarde a casa, casi siempre con
trabajo para revisar.
-Hola
Tania ¿cómo fue tu día?, le preguntó Alba que al escucharla en el pasillo se
asomó a saludarla.
-Pues así,
así, contestó meneando la mano, mientras guardaba el teléfono con la otra en su
bolso. Después de sacar la llave, le hizo el ademán con la cabeza invitándola a
pasar.
-Te noto
fastidiada, ¿todo bien en la oficina?
-La verdad
no, hubo un accidente con uno de los mensajeros, y desde temprano he estado batallando con la aseguradora y los
afectados, nada que no se pueda resolver, pero esto retrasa un poco los planes
para la expansión. Pero ya es cosa legal y queda fuera de mi alcance, sólo que
me preocupo de más supongo. Se recogió el cabello en lo alto, dejando caer
algunos mechones flojos que le aumentaban atractivo. Te ofrezco un te.
-Un te es
perfecto gracias.
La vio
poner agua en una cacerola y luego ponerla al fuego, enseguida sacó dos tazas y
un par de sobres que terminaron dentro de las mismas. Mientras hacía los
movimientos. Alba no dejaba de mirarla sin perder detalle.
Se movía
con ligereza y estilo. Siempre vestía casual pero con un estilo muy de ella,
con carácter. La vio darse la vuelta con las tazas y ponerlas en la pequeña
mesa frente a ella. Regresó por el agua caliente y la vertió con cuidado.
¿Azúcar o miel?, preguntó.
-Lo mismo
que tú.
-Miel,
para relajar.
-Pues miel
entonces, respondió Alba con una sonrisa.
Se sentó y
entonces se miraron al mismo tiempo que giraban con las cucharas para
incorporar la miel y se rieron.
-Tengo que
tomar algo para relajarme, me duelen los músculos del cuello, no sé por qué
pero me cuesta dejar de lado el trabajo.
-A veces
ayuda el vino tinto, al menos yo he notado que en mi caso es lo que me ayuda en
el relax. Tomó un sorbo. ¿Has pensado en hacer ejercicio?, eso también podría
ayudarte. Mantuvo entre sus manos la taza para calentarlas.
-Uff no!
Soy malísima para hacer ejercicio, no tengo paciencia para eso de las rutinas,
también me dan un poco de ansia los gimnasios por los gérmenes, correría un
poco eso sí, pero supongo que simplemente no quiero, ja, ja, ja, total que soy
un desastre. ¿Y tú haces ejercicio?, te ves muy sana. Agregó Tania.
Se cuidó
de no decir que muy buena, no se lo fuera a tomar a mal. Había aprendido que
ser muy abierta o directa podía asustar a algunas personas, además le caía muy
bien como para tirarle el tejo, bastante hacía que no tenía una amistad sincera
como para arruinarla con flirteos. Cosa curiosa en ella porque por lo general
investigaba qué opinaba otra gente sobre su apertura a la diversidad sexual y
temas similares, pero con ella se lo había tomado con calma.
-Pues
antes sí asistía al gimnasio, ahí teníamos un nutriólogo que nos enseñó cómo
comer, esa fue una ventaja, pero después dejé de asistir por el nuevo trabajo
que quedaba más lejos y reducía mis tiempos para ir. Suelo salir a caminar y a
veces termino corriendo, o al revés salgo corriendo y llego arrastrándome, ja,
ja, ja, se rieron las dos por el comentario. Creo que ahora no he buscado las
condiciones para hacerlo, supongo que es la buena suerte de ser delgada y comer
bien.
-¿No te
cansas de tantos niños, gritando?. Tania se fijó en su mechón de cabello lacio
con reflejos cobrizos que colocó detrás de la oreja, que por cierto le
parecieron lindos. Espantó su pensamiento con otro sorbo a su te. La vio
sonreír antes de contestar.
-No. La
verdad es que es natural que a esa edad aún no tienen controlado que tienen que
modular la voz, pero estoy tan acostumbrada que no me molesta, pero ahora que
lo mencionas sí gritan mucho y más cuando les entusiasma algo y todos quieren
saber, o todos quieren decir algo al mismo tiempo… la vio sonreír de nuevo le
encantaba ver su mirada iluminada, sus ojos color miel con largas pestañas,
pudo notar ese par de hoyuelos en sus mejillas más pronunciados por el
entusiasmo al recordar a sus niños; ya lo había notado antes y le gustaba verla
así…
-A veces
me sorprenden con sus comentarios tan inteligentes y me dejan con la boca
abierta, ja, ja, ja; no literalmente advierto, pero los niños tienen una mirada
tan clara y una seguridad… a veces me pregunto porque perdemos esa naturalidad
conforme crecemos, en fin, que cuando llego a casa debo poner un poco de música
o enciendo el televisor mientras hago mis tareas, creo que estoy acostumbrada
al ruido a mi alrededor, concluyó.
-Supongo
que disfrutas tu trabajo.
-Sí, por
supuesto, además creo personalmente, que me ayuda estar todo el tiempo detrás
de ellos con muchas actividades, así que al final todos hacemos mucho ejercicio
y a la larga me ayuda a mantenerme en forma. Tocaron a la puerta y ambas se
pusieron alertas.
-¿Esperas
a alguien?, preguntó Alba. La vio fruncir el ceño y luego levantó las cejas
como recordando.
-¿Hoy es
jueves cierto?, Alba asintió. Lo había olvidado tengo una cita, discúlpame de
verdad que lo siento, tal vez en otro momento podamos seguir platicando. Su
cara mostraba preocupación.
-No te
preocupes. Hizo un ademán con la mano restándole importancia. Se levantó e
intentó levantar su taza.
-No, deja,
para la próxima te compenso con una cena ligera, para seguir con la charla, qué
te parece?
-Algo
ligero, recuerda que hay que cuidar la línea y se llevó un brazo cruzado sobre
el pecho y otro sobre el estómago bajando a la cadera. Lo que a Tania le
pareció muy cómico.
-Ja, ja,
ja, lo prometo.
Abrió la
puerta del depa y ahí estaba una preciosa morena esperando en la puerta.
-Hola soy
Zoe.
-Hola Zoe,
soy Tania se adelantó a contestar y ella es Alba mi vecina.
-Mucho
gusto y yo… ya me voy, hasta luego. Se apresuró Alba a salir y se despidió con
la mano y una sonrisa forzada.
-Nos
vemos, la escuchó decir a su espalda.
Se recargó
sobre la puerta un tanto descolocada. ¿Una cita?, no se veía vestida para
salir. ¿Qué era esa molestia que sentía? es más, no debería sentir nada, además
a ella qué le importaba, no es que fueran las mejores amigas, porque las
mejores amigas se cuentan todo y ellas sólo hablaban de cosas superficiales.
Pero si no estaban vestidas para salir entonces se iban a quedar en casa, ¿para
qué quedarse en casa?, salir es mejor que quedarse, hay más distracción, pensó.
Caminó
hasta el sofá, se abrazó las piernas largas, que la hacían ligeramente más alta
que Tania, se descalzó y movió los dedos, siempre le parecieron muy bonitos sus
pies, los cuidaba mucho, pero ahora le parecieron cualquier cosa menos eso,
bonita la que estaba al otro lado con otra morena igual de bonita.
Sintonizó
una estación en la radio y se dispuso a terminar de revisar el temario del día
siguiente, eso mantendría ocupada a su disoluta imaginación. Por lo menos hasta
que se fuera a dormir.
Efectivamente
hasta que llegó a la cama, porque una vez ahí después de haber cambiado de
posición media docena de veces, seguía su mente maquinando toda clase de ideas;
una, que eran silenciosas, no podía darse cuenta de nada porque no hacían ruido,
¿qué tipo de relación podía ser esa?
Su mente
trabajaba rápidamente en las hipótesis, le parecía que Tania no habría olvidado
la visita de una amiga, no podía ser novia porque no olvidas que la novia
vendrá a verte, eso jamás se le hace a la novia; ¿qué tal una hermana?, pues la
familia tampoco se olvida, no se parecían en nada pero que tal que sólo
compartían a uno de los progenitores, esa podía ser una opción y por eso se
había presentado, o ¿qué tal que estaba hablando de alguna herencia?, no, eso
era un tanto descabellado. Con todo ese lío se quedó dormida.
Cuando
despertó aún no sonaba su despertador y notó que no había descansado como era
su costumbre, decidió levantarse y llegar antes a la escuela, lo mejor de todo
era viernes, ya al día siguiente se recuperaría de la falta de sueño.
Tania
apagó el despertador con una sonrisa en los labios, hacía mucho pero mucho que
no se despertaba de tan buen humor y relajada, es más no recordaba haber tenido
un sueño tan reparador y revitalizante como éste, se sentía más joven. Estaba
como nueva, tenían razón cuando se la recomendaron, le habían dicho incluso que
la haría dormir como bebé, y no se habían equivocado, ésta sería la primera de
muchas visitas estaba segura de ello.
Después de
bañarse y arreglarse para salir, se dio cuenta que había olvidado la llave del
auto dentro y bufó rebuscando en su bolso, en eso estaba cuando escuchó la
puerta vecina abrirse lo que faltaba era verla, a ver si con eso mejoraba un
poco su mañana.
-buen día
Alba hoy vas más temprano que de costumbre.
-Hey buen
día, sip. Forzó la sonrisa ante el aura que resplandecía su vecina. Que buen
trabajo el de esa morena, pensó. Con el pie izquierdo por cierto, dijo, olvidé
las llaves del auto, espera… Tania la vio desaparecer dentro del departamento y
salir enseguida. Listo, creo que estoy un poco distraída, te veo mejor que
anoche cuándo llegaste…
-Sí.
Bajaron juntas hacía el estacionamiento. Mucho mejor, hacía tiempo que no dormía tan bien. Por cierto… cambió de tema,
lo de la cena sigue en pie, no creas que lo olvidé, lamento haber interrumpido
nuestra charla de anoche. Llegaron a los autos.
-Sí claro,
no pienses que te libras de ella, intentó sonreír. Abrió la puerta del
conductor, metió medio cuerpo dejando el trasero a la vista de Tania y colocó
su bolso en el piso del copiloto, entonces luego nos ponemos de acuerdo, le
dijo al incorporarse y se acomodó la blusa.
-Muy bien,
pues espero que tengas buen día Alba, se dio la vuelta y entró al auto, desde
dentro agitó la mano a manera de despedida, encendió la marcha, se ajustó el
cinturón de seguridad y luego la vio partir.
Pues sí
que le fue bien anoche, hasta los ojos le brillaban, se sintió un poco molesta,
se metió también a su mini, hubiera deseado por mucho ser ella el motivo de
mandarla así a trabajar, así que alejó esa idea de su cabeza.
La mañana
fue agotadora para Alba, no tanto por la actividad con los pequeños que atendía
junto con otras dos compañeras, ellas eran tres para atender a quince pequeños
entre los veinticuatro y treinta y seis meses aproximadamente, sino, por la
noche tan corta que tuvo para descansar.
A las tres
de la tarde los padres recogían a los pequeños, en lo que dejaban limpias las
áreas de los niños, había tiempo suficiente para comer antes de trasladarse al
otro extremo del complejo educativo para dar una clase de inglés con niños más
grandes. A veces al terminar en la escuela, tenía que pasar a surtir un poco la
despensa que había mermado en la alacena, entre semana podía comer en el
comedor de la escuela, pero no siempre lo hacía, también preparaba sus propios
alimentos y así controlaba sus gastos.
Tenía una
hermana estudiando en la misma ciudad pero vivía cerca del campus con tres
compañeras, procuraban verse con frecuencia, pero a veces no lo permitían sus
estudios de medicina que resultaban agotadores por sus constantes grupos de
estudio y prácticas, su hermana menor era su adoración. Entre ellas, había dos
hermanos con los que se veían para las fiestas de cumpleaños y cosas así, ellos
vivían junto a su padre. Su madre ya no estaba con ellos debido a la larga
lucha con el cáncer. Eran unidos a su manera y se querían mucho.
Cuando
llegó al departamento, dejó las compras, las acomodó para finalmente servirse un poco de vino y tirarse a leer un
poco. Mantuvo la concentración hasta que se quedó dormida.
Despertó
cuando escuchó la puerta cerrarse, se levantó ya era tarde, se mantuvo cerca de
la ventana que daba a la calle y al cabo de unos minutos vio salir a Zoe.
Prefirió no darle mucha importancia, total no tenía porqué ponerse así.
A la
mañana siguiente decidida a seguir como si nada, se preparó para salir a
correr, aún era temprano y se puso en marcha. Corrió como si fuera perseguida,
al cabo de un rato, agotada se tiró sobre la hierba y así permaneció pensativa,
su coleta recogía casi todo su cabello pero algunos ya habían escapado a su
agarre, tomó de su bebida energizante.
-Puedo
quedarme así o puedo preguntarle para salir de dudas, tan fácil como eso,
¿somos amigas no?
Qué bien
se sentía, Zoe tenía unas manos deliciosas pensó, ahora después de haber
dormido muy bien por segunda noche, se dio una ducha y se dispuso a desayunar
con calma mucha calma. Estuvo revisando algunos informes sobre las nuevas
entrevistas que había realizado a los próximos empleados de la nueva sucursal,
valorando todas las características que necesitaba la empresa, lo mejor de todo
es que habría un subjefe de personal, lo que permitiría que tuviera menos
personas de quienes ocuparse.
Mientras
disponía la ropa para meter una carga a la lavadora, escuchó que la música
sonaba en el departamento vecino, recordó más tarde ir a ponerse de acuerdo
para la cena, era curioso ya habían pasado varias semanas que se hablaban bien
y sin embargo no habían pasado ninguna velada juntas, de esas dónde se cuentan
todo y ven películas románticas y de terror. Cuando terminó de sacar la ropa de
la secadora y doblarla, estuvo lista para ir con la vecina.
Escuchó el
llamado en su puerta. Se sonrió era Tania, sólo a ella la había escuchado tocar
la puerta con ese ritmo. Se levantó para abrir y allí la encontró con su
sonrisa de comercial.
-Hey Tania
¿cómo te va?, se hizo a un lado para dejarla pasar.
-Bien
gracias, ¿saliste a correr?, la vio con su ropa deportiva e hizo una cara simpática
de sorpresa.
-Sí, hoy
corrí bastante, me hacía falta. Estoy doblando mi ropa y se me ha ido el tiempo
volando, ya estoy terminando, ¿me acompañas?
-Si no te
soy inoportuna, está bien.
-Claro que
no vamos, te ofrezco algo de tomar, hice una rica agua de fresa, te apetece?
-Suena
bien gracias.
Sacó una
jarra del refrigerador, sacó dos vasos altos de grueso vidrio y los llenó casi
al borde.
-¿Vamos?
le indicó con la cabeza para que fuera por delante.
Cuando
entró en su habitación se le hizo de lo más bonita, pintada en blanco con
detalles azules tanto la cama, como el librero y la silla reclinable que tenía
cerca de la ventana y el resto de los accesorios eran color arena, a Tania le
hizo pensar que si miraba por la ventana podría ver la playa.
-Es muy
linda tu habitación Alba, debe ser muy placentero tu despertar.
-Gracias,
creo que se lo debo a la decoradora que vive en mi interior. Puedes sentarte
ahí en esa silla. Le señaló con el dedo.
-Huy está
muy cómoda, hasta podría dormir en ella. Dijo recargando su espalda en la
silla.
-Ja, ja,
ja, no… espera acomódate bien y sube los pies. ¿Qué tal?
-Lo dicho
podría dormir aquí. Dijo cerrando los ojos y dejando salir un suspiro.
-Bueno
pero no me dejes hablando sola, le mostró los hoyuelos. Voy a poner aquí tu
vaso, espero que disfrutes tu bebida. Sin dejar de verla dio un sorbo al suyo.
Mmm rico. Y dime que andas haciendo por acá?, se agachó para continuar
guardando las prendas en la cajonera.
-No lo
recuerdo... y volvió a cerrar los ojos, estirando su cuerpo como felino. Alba
volvió a sonreír. Ya recordé vengo a ponernos de acuerdo para cenar, no sé si
puedas hoy o quieras otro día.
-Me parece
bien hoy, ¿qué tienes en mente?, ¿vas a preparar algo especial?, le cerró un
ojo.
-No linda,
si yo casi no cocino y lo poco que se hacer no es muy sano para ti, o bueno
quizá sí en poca cantidad, como yo nací en la sierra, estoy acostumbrada a
comer caldos, pucheros y comidas que acumulan grasa en el cuerpo contra el
frio, o sea lo contrario de tu dieta, no creo que convenga echar a perder un
cuerpo tan bonito con las comidas que yo sé hacer.
Ese
comentario le pareció a Alba un piropo y le sonrió agradecida.
-Gracias
por cuidar de mi figura.
-No es
nada. Lo que al caso nos lleva a otra salida, o cocinas tu o nos vamos por ahí
a que alguien nos cocine, lo que tu prefieras.
-Pues la
verdad, estoy un poco desganada para salir, apenas si conseguirás que me dé una
ducha y esté más presentable, dijo haciendo un nudo a la bolsa que tenía en las
manos.
-¿Qué te
parece pedir algo a domicilio?, Tania se sentó y tomó un trago a su bebida. Que
delicioso está esto, afirmó.
-Gracias,
entonces pedimos algo y comemos aquí. Cerró el cajón dando por terminada su
labor.
-Perfecto,
¿necesitas ayuda con esa bolsa?
-No, lo
tengo bajo control, disfruta tu bebida.
Tania
empezó a echar un ojo con más detalle a la habitación y se puso de pie, había
fotos en el librero, se acercó para ver de cerca, había una a la altura de sus
ojos dónde Alba abrazaba a otra chica un poco más joven, con una pose muy
tierna y protectora.
-Es mi
hermanita, escuchó la explicación de Alba, estudia medicina, esa foto nos la
tomó papá hace como cinco o seis años.
-¿Cómo se
llama?, quiso saber Tania.
-Iris.
-Y este
joven de acá que te está besando, ¿es tu novio?
-Nooo,
dijo sin levantar la mirada de su tarea. Es mi hermanito Mauro, parece más
grande porque es muy alto. En la foto de la orilla estoy con mi hermano Andrés
y papá, ellos son mi familia. Vio la oportunidad de decir más de ella, era un
buen momento y continuó explicando… En realidad, yo de novios nada de nada.
Tiró el anzuelo y lo dejó ahí para ver si picaba…
-¿Cómo?,
¿Nunca has tenido novio?, se dio la vuelta Tania con cara de admiración, ¿Por
qué?, eres una mujer muy bonita e inteligente, podrías traer a cualquier hombre
comiendo de tu mano, bueno en realidad eres joven tal vez no has conocido al
indicado.
-No, esa
no es una preocupación para mí. Entonces soltó la bomba. Sucede que a mí me
gustan y prefiero salir con mujeres, dejó la blusa que traía entre sus manos y
le encaró sonriendo de lado a lado mostrando sus hoyuelos, para ver su
reacción.
-No puedo
creerlo, dijo más para sí que para ser escuchada. Era perfecta.
-¿Te
molesta la idea de que sea lesbiana?, tal vez no había sido tan buena idea
después de todo.
-No al
contrario, me da gusto que estés tan segura de tu identidad, eso me hace
respetarte todavía más, me gusta tu sinceridad y la aplaudo, eres una gran
mujer Alba. Ahora la que sonría satisfecha era Tania. Se miraron y se
sostuvieron la mirada unos segundos lo suficiente para que cayera la barrera de
la amistad y se abriera un campo de oportunidad.
Alba
decidió que las cosas no deberían de quedar ahí, aún le faltaba saber más.
Regresó por su bebida y dio un trago, de repente se le había secado la boca.
Tania
volvió al librero a seguir mirando algunos títulos que había, su corazón
palpitaba un poco más rápido ahora y no pudo negar la sensación en la entrepierna,
en su ahora palpitante sexo que se humedecía clamando atención. Se hacía tonta
no podía leer nada, los ojos estaban nublados de emoción, hacía semanas que la
veía de una forma distinta pero nunca creyó que su radar la engañara tanto tiempo, mantuvo la calma.
-Te
quedaste muy callada, escuchó decir a Alba.
-Sí es
verdad, pero no me lo tomes a mal, sólo estoy asimilando la información.
-De hecho,
continuó Alba yendo más allá. Cuando vi a Zoe el otro día y hablaste de una
cita yo pensé…
-¡Oh!, lamento
no haber sido más clara… pero no. Ya se había dado la vuelta para volver a
quedar de frente. Zoe si era mi cita, porque he estado tan estresada que me la
ha recomendado mi secretaria, que es su hermana, explicó. Zoe se dedica a dar
masajes a domicilio, ella está ahorrando, aún no tiene un lugar fijo para dar
eso… masajes con fines terapéuticos, así que ahí lo tienes, no salgo con ella,
ni con nadie de momento. Hizo una pausa y la miró. Si estoy interesada en
alguien desde hace algunas semanas… pero aún no llego a ese nivel de
acercamiento… soy tímida y perdona he dicho mucho pero al final no he dicho
nada. Su vecina la observaba con paciencia. A mí también me van las mujeres.
Dijo ya casi sin aire.
Alba la
miraba tranquila, pero con el corazón corriendo a mil por hora y dando gracias
que dentro de tanto parloteo al fin sabía la verdad. Se felicitó por la
iniciativa, estaba feliz en realidad, sintió que sonreía como tonta y no le
importó, ahora estaba enterada que sí había interés por alguien más, pero sabía
en qué piso podía caminar y dar batalla, esa mujer le gustaba y no pensaba
dejar el camino libre a quien fuera, no después de tantos sueños húmedos y
ansias contenidas, tenía ventaja, vivía en el mismo piso y podía verla toda la
semana.
-Pues mira
que guardando y sacando la ropa del closet, las dos hemos salido también.
Soltaron la risa ambas despejando un poco la tensión sexual que empezaba a
condensarse en la habitación. Vamos a la sala para ver qué vamos a encargar al
rato, ¿quieres?
-Te sigo,
dijo quitando las lágrimas que habían salido con tanta risa. Recogió su vaso ya
casi vacío y caminó tras ella. Miró al techo y murmuró al cielo un
agradecimiento.
Después de
quedar en el menú y un poco de charla trivial, quedaron de verse más tarde, ahí
en el depa de Alba.
Faltaban
diez minutos, todavía miraba el armario pensando qué ponerse; era imposible que
eso le estuviera pasando, por Dios, si sólo iba con la vecina para pasar un
buen rato, como otras ocasiones. Se decidió por el pantalón informal blanco de
algodón, que le llegaba debajo de la rodilla, la blusa azul sin mangas y unas
zapatillas blancas.
Al lado la
situación no era diferente, Alba no daba con la falda de lunares rojos que
tanto le gustaba, estaba a punto de abrir las bolsas que tenía arrinconadas
cuando la vio entre otras prendas, se la acomodó sobre las caderas y se alisó
la blusa blanca, se calzó unas alpargatas a juego, se veía muy primaveral, se
recogió el cabello con una liga y se aplicó brillo sobre los labios. Escuchó el
golpeteo rítmico en la puerta, eso la hizo sonreír.
Caminó
hacia la puerta y al abrir se encontró con una Tania que lucía diferente,
diferente a sus ojos, se veía hermosa, como para comérsela a besos.
-Adelante
pasa y ponte cómoda. Me iba a servir un poco de vino blanco te apetece o quieres algo diferente, tengo
todavía del batido de la mañana o…
cerveza?
-Lo mismo
que vayas a tomar tú gracias. Se acomodó en el sofá y dejó su cartera en la
mesita de centro. La vio regresar con dos copas y le ofreció una. Gracias.
-Espero
que te guste es muy suave y nos va a servir de acompañamiento con lo que vamos
a encargar para cenar, se sentó lo más cerca de ella que pudo, dejando al
descubierto sus rodillas cuando se le subió un poco la falda.
Ese
detalle no pasó desapercibido para Tania que tuvo oportunidad de ver que su
piel lucía muy suave y bien cuidada, no pudo evitar pasar saliva y quiso
despistar dando un sorbo al vino.
-¿Te
parece que vayamos encargando la cena?, sugirió Tania. Así no se nos hace muy
tarde, de por si comí temprano y no creo aguantar mucho, en lo que toman el
pedido, pasan la orden y la traen, no sé cuánto puedan demorarse, claro si
estás de acuerdo.
-Me parece
bien, trajiste la tarjeta de la promoción con el teléfono o quieres que la
busque ¿yo?, No dijo nada pero le preocupó que quisiera irse temprano, había
planeado ver una peli, si había oportunidad.
-Aquí la
traigo en la cartera, si me prestas el teléfono yo me hago cargo.
-Sí aquí
va, pasó el auricular. Recuerda pedir doble ración de ensalada y de aderezo
vinagreta.
-De
acuerdo, comenzó a teclear el número. ¿Quieres el filete bien cocido?
-Sí, por
favor y que no le pongan nada de grasa.
-Está
llamando. La observó hacer el encargo y pasar el domicilio, preguntó el tiempo
aproximado en que tardarían y el total de la cuenta. Le devolvió el aparato.
Listo en cuarenta y cinco minutos más o menos estarán por aquí.
-No es
tanto tiempo, digo por si tienes que irte temprano.
-No es
eso, lamento si te di esa impresión, sólo que tengo hambre. Creí que el plan
incluía una película. Buscó su afirmación con los ojos.
-Por
supuesto tengo varias opciones pero al rato elegimos. Respondió un poco más
tranquila. Se estiró para dejar el auricular a un lado, lo que provocó que su
falda se subiera un par de centímetros más y mostrara una cicatriz. Se vio
sorprendida por la mirada de Alba.
-¿Qué te
pasó ahí? Apuntó con un dedo, pero sin tocar, queriendo claro, pero no lo hizo.
-Accidente
de bicicleta, la calle era demasiado empinada y perdí el control, mis dos
hermanos no paraban de reír y la herida no paraba de sangrar, para cuando mi
padre llegó había mucha sangre y yo era un mar de llanto, claro que mis
hermanos se llevaron la peor parte, después de que volvimos a casa yo con cinco
puntadas y ellos con un par de tundas. Mi madre me miraba consternada con mi
hermanita en brazos, también me había raspado la barbilla y los codos, arrugó
la nariz, muy aparatoso diría yo.
-Debió
haberte dolido mucho, dijo arrugando la frente.
-Sí mucho,
acarició la cicatriz, pero no tanto como esta otra de las costillas, se levantó
un poco la blusa y le mostró otra cicatriz un poco más larga.
-¿Y esa de
qué fue?, quiso saber con los ojos abiertos.
-Trepaba
un árbol con mis hermanos, yo estaba en el extremo más delgado de la rama y mis
hermanos se balanceaban de tal manera que se quebró y de nuevo fui a parar al
suelo, donde había otras ramas ya caídas, una se me clavó. Duramos castigados
semanas sin salir a jugar, mientras me reponía de otras puntadas. En urgencias
ya se sabían nuestros nombres.
-Eras
tremenda de pequeña, ya te imagino de aquí para allá, dando guerra a tus
hermanos, dijo riendo.
-No que
va, mis hermanos me retaban en todo momento, ellos eran dos y yo debía
asegurarme de que me respetaran, ¿cómo?, haciendo caso a sus locuras. Siempre
fue divertido, por supuesto que ahora, nos les puedo seguir el juego.
-¿Lo
siguen haciendo?
-¿El qué?
¿Retarme? claro, siempre que pueden. Pero yo acepto porque me divierto, si no
ya los hubiera mandado a volar desde hace tiempo, así es nuestro cariño. Dijo
pensativa. ¿y qué hay de ti tienes hermanos…?
-No, una
hermana mayor que no vive en el país, se casó hace años y desde entonces no nos
vemos, nos hablamos pero no mucho, mis padres viven como a tres horas de aquí,
los veo en periodos vacacionales y fiestas familiares. Pero fui muy tranquila,
una niña modelo diría yo, de hecho lo sigo siendo ¿no crees?
-Sí eso me
gusta, que transmites mucha tranquilidad. Me gusta mucho, repitió en
silencio.
-A mí me
gusta de ti, que tienes mucha chispa, eres muy fresca y auténtica. Curvó sus
labios en una sonrisa conspiradora.
El corazón
de Alba comenzó a latir muy rápido.
-A mí me
gustas tú Tania. Dijo con voz suave cargada de emoción, alargó un poco la mano
que descansaba en el respaldo del sofá y tocó su hombro con el dedo índice.
Suave como el terciopelo, pensó. Y desvió los ojos hacía su rostro.
-Hace días
que... pienso en cómo será besarte. No supo cómo salieron esas palabras de su
boca, sólo las había pensado. Desvió los ojos y se mordió el labio inferior a
manera de auto reprimenda por haberlo dicho sin pensar, pero es que a su lado
no podía pensar, lamentó que eso pudiera echar por la borda el momento tan
especial. Regresó a su mirada lentamente.
¡Guau!
quiere besarme igual que yo lo deseo. Eso fue suficiente para Alba, lentamente
se acercó a Tania y levantó un poco su rostro de la barbilla para encontrarse con esos expresivos ojos que
tanto le gustaban.
-Está
bien… puedes hacerlo, fue una mezcla entre súplica con una orden implícita.
Tania se
acercó al tiempo que Alba lo hacía, juntaron sus labios en un suave toque y
sintieron su mutua temperatura, Alba se separó un poco, pasó la lengua por sus
labios y volvió a rozar los de Tania con un poco más de presión, Tania los
entreabrió para atrapar el labio inferior y lo mojó con la punta de la lengua.
Un ligero
temblor atravesó a Alba desde el estómago hasta su centro, las aletas de su
nariz jalaban aire para no separarse, apresó el labio superior de Tania e hizo
lo mismo tanteando con la lengua.
Tania sin
separarse, arrastró la cadera por el sillón para quedar más cerca, levantó las
manos para posarlas en las piernas de Alba cerca del límite de su falda, sentir
la carne caliente en sus palmas y dedos provocó una arritmia a su corazón,
abrió la boca y de inmediato sintió la invasión de Alba, fueron besos pequeños,
piquitos, lengüetazos parsimoniosos, ambas sentían la fuerte necesidad de
degustarse como se hace con un rico manjar, fue Tania quien profundizó un poco
más y su lengua la invadió con sus envites que eran de un ritmo aletargado, su
necesidad clamaba por más, sus manos ahora presionaban y sus pulgares
acariciaban la suave piel de las cremosas piernas.
¿Podía una
boca tener sabor más delicioso y adictivo, con esa sensación de no querer parar
nunca?
Las bocas
ahora se devoraban en lento reconocimiento. La mano de Alba no había abandonado
el hombro de Tania que ahora lo aprisionaba con ternura y sus dedos, que habían
levantado la barbilla, ahora se aferraban al suave cuello permitiendo sentir el
loco pulso a través de sus yemas.
Es bien
sabido que cuando la excitación va en aumento, el pulso se acelera, la
respiración se torna pesada, la salivación va al alza, la temperatura se
incrementa, aparecen pequeñas muestras de sudor, la necesidad del contacto es
mayor...uff que aquello se estaba poniendo en situación.
Los
minutos habían transcurrido, ¿en qué momento Alba se montó sobre las piernas de
Tania?, ni saberlo, en que momento Tania metió las manos bajo la falda de Alba
y acariciaba en círculos los muslos muy cerca de sus glúteos, vaya alguien a
saber… eso estaba a mil y tan caliente.
El timbre
las volvió de golpe a la realidad, la comida llamaba a la puerta, ¿quién podía
tener hambre después de tan apetitoso encuentro?, ambas brincaron.
Fue Alba
quien se apartó y recargó la frente en la de Tania, tomó un poco de aire y con
las piernas temblando se levantó, de pronto le dio frío, frío en la mejor
primavera de su vida, se quedó sentada abrazando sus piernas, vio como Tania se
pasaba ambas manos acomodando su cabello, respiró y se levantó llevando la
cartera en la mano para pagar.
La cabeza
de Alba daba vueltas, debía tranquilizarse, se puso de pie y caminó hacia la
cocina con su copa, escuchó que la puerta se cerró y se quedó recargada en la
encimera, dio un trago largo y volvió a rellenar la copa. Al no verla entrar,
decidió no hacer más larga la espera y salió con la mejor sonrisa, por qué
condenar el momento si había resultado épico. La encontró inclinada sobre la
mesa sacando los paquetes de la bolsa.
-¿Viene
completo el pedido?
-Sí, creo
que lo dejo así para que no se enfríe. ¿Quieres cenar ya o prefieres esperar?
Se giró y se encontraron sus miradas. Luego Tania extendió la mano invitándola
para acercarse, Alba suspiró y se acercó ofreciendo a su vez la mano.
-Creo que
es mejor cenar de una vez, ¿te sirvo más vino?, ya cerca le besó la cien,
permitiendo que sus cuerpos entraran de nuevo en contacto.
-Sólo un
poco, gracias. También quisiera un poco de esa agua de fresa.
-Claro,
ahora te la traigo, así que ¿te gustó?
-Por
supuesto a quien no podría gustarle una bebida tan rica. Ambas se miraron con
el doble contenido implícito en el comentario.
Mientras
cenaban, se tomaban de la mano y reían de cualquier cosa, hubo un momento en
que Tania estiró su mano para limpiar con el pulgar la comisura de Alba que se
había manchado con la salsa y está atrapó el dedo entre sus labios, lo que
provocó que se humedeciera su entrepierna y un ligero temblor recorrió su
cuerpo, cerró los ojos y cuando los volvió a abrir Alba la liberó.
-¿Viste la
película de la Reina Victoria joven? Trató de desviar un poco el tema Alba.
-La verdad
no recuerdo, no, creo que no. Llevó otro bocado a su boca. Está muy rico ese
filete de atún, de hecho todo, elegimos bien.
-Sí, ese
restaurante es muy bueno. Dejó el cubierto sobre el plato y tomó un poco de
vino. De postre tengo un helado de mango muy ligero que te va a gustar.
-Que rico.
-Ésta
película es la que estaba en el plan para ver, me la recomendó mi hermana hace
tiempo, espero que te guste. Me encantan las películas de época, he visto un
montón de veces las que ha hecho Emma Thompson y otras inglesas por el estilo.
-A mí
también me gustan mucho. Supongo que por eso nos llevamos bien desde que nos
conocimos. Hizo silencio y luego la miró. ¿Siempre te sentiste inclinada por
las mujeres? Preguntó.
-Mju sí,
creo que hay buenos hombres pero ninguno para mí. Mis hermanos intentaron mucho
que cambiara de parecer, me presentaron varios buenos prospectos, aún lo siguen
haciendo, pero pierden el tiempo ya se los ha dicho mi padre.
-Qué
interesante, también mi padre me apoya más que mi madre, supongo que tiene más
apertura, no sé. Nunca he podido mantener una plática con mamá, sin embargo mi
padre se interesa por mi vida sentimental, lo adoro, es muy buena persona.
Conocí a un muchacho a los quince, era muy amable y su madre y la mía eran muy
amigas, nos obligaron a salir, yo acepté para que dejaran de molestar y así
fue, un día me beso de sorpresa y cuando me soltó le di un bofetón, asunto
arreglado mi madre no volvió a intervenir.
-Vaya no
pareces del tipo violento. Sonrío.
-No lo
soy, simplemente que el tipo no entendió que no era no, pobre; ja, ja, ja.
-Déjame
levantar este desorden, para ir a ver la peli.
-Me parece
justo, ya que yo me hice cargo de la cena.
-Eso de
pagar y ponerla en la mesa, sí que te llevó mucho trabajo ¿eh?
-Sí un
poco, pero lo hice con mucho gusto. Ambas soltaron una carcajada.
Resulta
que la televisión estaba en la habitación, así que no había de otra que en la
cama o en el piso. Alba recorrió la alfombra de tal forma que se sentaron en el
piso y la cama sirvió de respaldo.
-Me hace
mucha ilusión conocer Escocia, sé que hablas el idioma, podrías acompañarme. Se
giró para verla de frente. Te gustaría ir conmigo Alba?
-Me
encantaría. Exclamó muy entusiasmada. Yo tengo vacaciones próximamente, en el
verano. Ja, ja ,ja, te aviso para que lo tomes en cuenta,no para que te sientas
presionada.
-No lo
haces, dijo con tono serio. Alba hemos seguido con la velada como si no hubiera
pasado nada, pero me ha gustado mucho antes de que llegara el repartidor de
comida, si no hubiera llegado estoy segura que hubiera pasado algo más. Le
acarició la mano que descansaba sobre su pierna. Me gustas mucho.
-Desde que
estás en el edifico me llamaste mucho la atención y con los días te has
convertido en mi persona favorita.
-Hemos
tenido suerte entonces, se acercó hasta recostarse en sus piernas y se giró
para seguir viendo la historia que se contaba.
Alba la
tuvo así, se entretuvo acariciando su cabello y la piel de su cuello. Cuando
terminaron de ver la peli, Tania tenía toda la intención de quedarse si se lo
sugerían siquiera.
-Debo
irme, ya es tarde y estoy un poco molida,ja, ja, ja.
-¿Te veré
mañana?
-Claro que
sí, recuerda vivo al lado, un par de pasos. Se puso de pie y tomó ambas manos
de Alba para ayudarla a incorporarse. Le dio un rápido beso en los labios.
Descansa guapa. Y se encaminó hacia la puerta, con Alba detrás.
-Te veo
mañana entonces, que duermas bien. Le dijo. Quiso pedirle que se quedara, pero
dudó.
Tania
abrió la puerta y le guiñó un ojo, siguió hasta su apartamento. Ya dentro se
recargó en la puerta un rato, suspiró y se dirigió al baño. Se preparó para
dormir, estuvo dando vueltas viendo el reflejo de las luces que entraban por la
ventada, repasaba en su mente el interminable beso y las sensaciones que
revivía su estómago.
Alba
estaba igual, recostada de lado repasó una y otra vez los acontecimientos del
día, sonreía, pero se sentía ansiosa no podía conciliar el sueño, se levantó al
recordar que no había cerrado la ventana, eso la ponía nerviosa, miró el reloj
era una hora y media después de su partida y aún faltaba mucho para que
amaneciera. No tenía sueño, si leía un poco tal vez conciliaría el sueño.
Decidió que eso haría, la compañía de un buen libro aunque ya los hubiera leído
todos.
Volvió a
la cama y en ese momento se quedó helada, pero su corazón se aceleró de
inmediato, habría oído mal?...no ahí estaba de nuevo el ritmo en su puerta.
Voló para abrir. Ahí estaba Tania. La tomó de la mano y la haló hacia su cuerpo
provocando que ambas se estremecieran.
No se pudo
contener, tomó su rostro entre las manos y la besó suavemente con un seductor
movimiento de labios, Tania se abrazó a su cintura y respondió al beso
apasionado.
-¿Está
todo bien?, preguntó quedito Alba cuando se separó apenas lo suficiente.
-No tengo
tu número de teléfono, nunca te lo he pedido, ni yo te he dado el mío, quería
hablarte… así que he venido. Levantó los hombros a manera de disculpa y la
apretó todavía más a su cuerpo y pudo sentir su firme vientre, cadera y los
muslos duros. No puedo dormir, casi me acabo de ir y ya extraño tu cercanía;
dijo en un susurro mientras acariciaba su mejilla con la nariz hasta quedar
cerca de su oído.
-Quería
pedirte que te quedaras, tuve miedo, soy una tonta, yo tampoco puedo dormir
Tania, quédate, realmente te necesito...
Tania se
apretó más a su cuerpo y besó debajo de la oreja, se sentía embriagada con su
olor, sacó la lengua y la pasó muy lentamente hasta sacarle un gemido.
Las manos
de Alba rodeaban el cuello de Tania y la retenía para que la siguiera
consintiendo con su lengua.
-Vamos a
la habitación, si seguimos así me voy a derretir aquí mismo… se separó, besó
sus labios y buscó su mano.
La habitación
estaba iluminada por una lámpara de noche, cuando llegaron cerca de la cama.
Alba se puso frente a Tania y comenzó a sacarse la camiseta que usaba por la
cabeza y la dejó caer a un lado sobre la alfombra, sus perfectos y redondos
senos quedaron al descubierto subían y bajaban al ritmo de su agitada
respiración, Tania levantó las manos para tocarlos pero Alba retrocedió un paso
y negó suavemente con la cabeza, puso los pulgares en el resorte del bóxer que
usaba, sin despegar la mirada, los bajó lentamente inclinándose hacía delante,
se irguió y éstos cayeron hasta sus tobillos.
Tania no
quería dejar de mirar sus ojos, tragó saliva fue bajando la vista, la recorrió
lentamente deteniéndose en cada curva hasta llegar a su pubis, su respiración
se tornó más acelerada, sentía un hormigueo delicioso en su sexo, se lamió los
labios y levantó sus manos a los botones de la blusa de su pijama y tan lento
como lo permitían sus entumidas manos, los fue soltando de uno en uno, al
terminar la abrió para exponer sus senos, sus pezones erectos, pudo ver como
Alba entornaba los ojos, jalaba aire por la boca y lamía sus labios, dio un
paso al frente tomó las manos de Alba y las acercó a la cintura de su pantalón,
para ser despojada de toda prenda.
-Bájalo,
le ordenó en un caliente susurro.
Alba
obnubilada, metió los dedos y los fue bajando al tiempo que se inclinaba, se
sostuvo en una de sus rodillas, levantó una pierna y luego la otra sin dejar de
mirarla a los ojos, el tenue olor de su piel que le llegaba a sus fosas nasales
era embriagador, sin pensarlo demasiado besó el monte venus frente a sí,
afianzó ambas rodillas en el suelo y con sus manos retuvo las caderas para
esparcir suaves besos en el área, vientre y ombligo, ambas gemían.
Tania
sintió la corriente eléctrica recorrer desde la planta de sus pies hasta la
nuca, lo que quedaba de noche prometía de maravilla y pensar que un minuto
atrás estaba sola, su corazón se regocijó de tan hermosa compañía.
Las manos
de Tania retuvieron el cráneo de Alba que mantenía su cabello recogido en una
coleta y con un suave movimiento la instó a ponerse de pie para poder besarla,
ahora se trataba de besos más exigentes, las lenguas se encontraron en un
baile, las manos recorrían a placer la piel desnuda, las caderas permanecían
unidas como imanes.
Una mano
voló hasta la unión de los glúteos y permaneció recorriendo esa línea cálida
que dividía los hemisferios, un dedo fue más allá buscando hasta encontrar un
orificio rugoso rodeado de terminales nerviosas obteniendo como respuesta un
pequeño sobresalto en Tania.
-Podemos…
Accediendo
a su petición, Alba la empujó hasta dejarla sentada sobre la cama justo en la
orilla… a su merced, se puso de rodillas y se apoderó con su boca del seno más
cercano, mientras que con una mano daba cariño al solitario, la otra mano se
abrió paso entre sus muslos acariciando y llevando más gemidos a sus oídos, se
aventuró con el pulgar hacia la unión de las piernas y peinó los suaves rizos
recortados, siguió con el otro pecho cuyo pezón esperaba ansioso de mimos y
caricias, pasó los dedos por los labios mayores y entonces las caderas de Tania
empezaron con los envites buscando caricias más profundas que dieran alivio a
su necesidad, al sentir los pliegues resbaladizos Alba levantó la apasionada
mirada, ambas tenían los labios hinchados y la respiración entrecortada, la
humedad entre las piernas de Alba iba en aumento, aquello era la locura, se
adentró en Tania sintiendo su necesidad, las paredes vaginales le agradecieron
cuando se contrajeron a su alrededor reteniéndola.
-Recuéstate
amor necesitas esto tanto como yo, le anunció Alba con una sonrisa que le
encantó. Tania se agachó hasta encontrarse con la boca que anhelaba darle
placer a su sexo y bebió de ella cuanto pudo, antes de liberarla.
Fue la
última frase coherente que se dijeron por un buen rato, hasta que agotadas y
vencidas se durmieron desnudas, entrelazadas.
Tania
despertó un poco desorientada, al sentir un brazo alrededor de su cintura
recordó todo de golpe, se mordió el labio inferior con las imágenes que
ocupaban su memoria, un aviso en su entrepierna para confirmar que estaba
húmeda y dispuesta de nuevo. Que locura pensó. Se dedicó a sentir en su espalda
el cálido aliento de Alba, la temperatura compartida y el peso de una pierna
entre las suyas, podía escuchar la suave respiración, mientras observaba el
movimiento de la cortina que cubría la ventana y así se volvió a quedar
dormida.
Sintió los
ligeros besos sobre su hombro y parte del cuello, lo que la hizo sonreír,
cubrió con su mano la mano de su amante y empujó su trasero hasta chocar contra
el pubis de Alba. Arrancando un gemido sensual que impulsó la misma reacción de
cadera de su amante.
-Buen día
preciosa. Mordió el hombro suavemente con los dientes y acarició el vientre
hasta la cadera y muslo.
-Hola buen
día, mmm.
-Oye…
tengo un maravilloso plan.
-De
acuerdo, ¿de qué se trata?
-Qué te
parece tomar una refrescante ducha... juntas, y luego vamos a la cocina a preparar
algo muy rico para alimentarnos y luego volvemos... aquí a la camita ¿qué
opinas?, la escuchó reír.
-Gran
idea, me encantaría volver a la cama contigo.
El baño se
prolongó un poco como era de esperarse, pero salieron muy limpias eso sí.
-Voy al
depa a ponerme ropa y enseguida regreso. Dijo Tania al salir del baño con la
toalla alrededor.
-No, no,
no. sacó una bata de algodón ofreciéndola. La cara que había puesto era un
poema.
-Ja, ja,
ja, ey pienso volver, no me voy a quedar allá. Estiró la mano, dejó caer la
toalla que tenía sostenida con la otra mano. Se pasó la lengua por el labio
superior, al ver que Alba también se quedaba desnuda para aplicarse crema en el
cuerpo. Alba se rió y le cerró un ojo. De acuerdo mejor me quedo.
-Esa es…
una muy buena idea.
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¡Qué buena historia! Gracias por compartirla. <3
ResponderEliminarLinda historia felicidades 👏
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