Capítulo 1
Me llamo Amaia Lekue y nací hace 27 años en Toronto. Mi
padre, un vasco emigrado a Canadá, conoció aquí a mi madre, se casó con ella y
tuvieron cuatro hijos. Yo soy la tercera. De mi madre heredé su físico (soy
alta, morena y de ojos grises) y de mi padre su determinación.
Mi sexualidad nunca fue un problema ni
para mi familia ni para mí. Siempre me gustaron las mujeres, por tanto no tuve
que hacerme preguntas sobre mi orientación. Mi primer enamoramiento fue a los
16 años. Era mi profesora de Química y por supuesto no pasó nada con ella. Pero
después llegaron mis primeros besos con una amiga del Instituto, mi primer amor
con una compañera de la residencia
universitaria y mis primeros desengaños. Después encontré a Maya. Tenía 23 años cuando se
cruzó en mi vida. Yo estaba acabando mi carrera de Medicina y ella era la
camarera de la cafetería donde solía desayunar. No voy a extenderme con
ello porque todavía me duele, pero
resumiendo, Maya entró en mi vida como
un vendaval y salió tres años después de la misma dejando un rastro de desolación y destrucción del que
mi alma todavía no se ha recuperado.Fui feliz, muy feliz con ella, pero no
soportó mis horarios, mi dedicación a mi profesión y el desafecto llegó en forma
de una tercera persona que dinamitó lo que quedaba de nuestra relación haciendo
estallar mi mundo en pedazos, rasgando cada fragmento de mi corazón y
clavándome su traición en el alma. Es una herida que todavía arrastro y que me
hace ser excesivamente recelosa con las mujeres con las que me cruzo.
Me especialicé en Cirugía Cardiovascular
y últimamente trabajo mucho en el servicio de Urgencias. Allí vi a Sylvie por
primera vez en una lamentable circunstancia para ella. Por mucho que sea
inevitable, nunca te acostumbras a la muerte. Y tan mala como ella es el
reguero de tristeza que deja detrás.A la madre de Sylvie le dio un infarto en
la oficina y aunque rápidamente llamaron a una ambulancia, no sobrevivió. Murió
de camino al hospital, así que cuando llegó a nuestras manos no había nada que
hacer.
Cuando Sylvie llegó a Urgencias, preguntó
por su madre y le dijeron que un médico enseguida hablaría con ella y la
condujeron a una sala de espera privada.
Yo fui la encargada de darle la noticia. Me dirigí a la sala de espera y
la vi allí sentada, con los brazos apoyados en las rodillas, con la cabeza
agachada, mirando al suelo, frotándose las manos nerviosa, asustada. Era una
imagen tierna y terrible, una escena a la que nunca te acostumbras y que desearías
que nunca se produjera.
Carraspeé y volvió su rostro hacia la
puerta. Observó mi gesto serio y comprendió enseguida. Se puso de pie y se dirigió
hacia mí. Apenas pude comenzar a explicarle nada “Siento comunicarle que su madre ha fallecido mientras era trasladada en
ambulancia al hospital y…” Vi cómo comenzaba a hiperventilar, cómo su
rostro se desencajaba, su cabeza se
ladeaba y sus piernas se doblaban.
Apenas tuve tiempo de recogerla en mis brazos antes de que perdiera totalmente la consciencia. Pedí
ayuda y la trasladamos a un box. Estaba teniendo un ataque de ansiedad. Le
inyectamos un sedante suave y me quedé acompañándola. Mi turno había terminado,
y no sé qué me impulsó a permanecer al lado de esa paciente. Quizás el sentimiento de soledad y
angustia que percibí en ella en la sala
de espera, quizás la fragilidad de su estado, quizás la ternura que despierta
el sufrimiento, o quizás que nadie me esperaba en casa y entendía que allí
todavía podía ser de ayuda. Sylvie abrió los ojos y dirigió su rostro hacia mí.
Me puse en pie.
Yo: Soy la doctora Lekue. ¿Qué tal se encuentra?
Sylvie: ¿Qué ha pasado?
Yo: Ha tenido usted un ataque de ansiedad y ha
sufrido un desvanecimiento
Sylvie: No a mí.Quiero saber qué ha pasado con mi
madre
Yo: Su madre sufrió un infarto agudo en su
oficina y murió en la ambulancia de camino al hospital.
Sylvie: ¿Puedo verla?
Yo: La han trasladado a la morgue, pero veré qué
puedo hacer. ¿Quiere usted que avisemos a alguien?
Sylvie: En Toronto no estamos más que mi madre y yo.
Perdí a mi padre cuando yo era un bebé. A mi mamá la trasladaron desde la
sucursal de Quebec hace seis meses y aunque tengo conocidos en Toronto, nadie
de verdad a quien pueda llamar amigo. Y mi novio está en Otawa por motivos de
trabajo. El resto de mi familia, mis tíos y primos, están en Quebec. Solo estoy yo para
encargarme de todo. Todos están muy lejos.
Yo: Déjeme que le tome la tensión. (Lo hice.
La ausculté también y la tomé el pulso). Está
todo correcto. ¿Cómo se encuentra usted?
Sylvie: Estoy bien, gracias
Yo: Mientras usted se viste, voy a informarme de
qué hay que hacer para que pueda ver a su madre
Yo: Gracias doctora Lekue
La dejé sola para que se vistiera. Yo
también aproveché para quitarme mi
uniforme y la bata y ponerme mi ropa de calle. Luego me informé de los trámites y volví donde ella.
Estaba sentada en la cama abrochándose la blusa mientras lloraba en silencio.
Le alcancé una caja de pañuelos de papel y le indiqué que me siguiera. La
acompañé a la morgue y no sé por qué, esperé fuera. A los pocos minutos salió,
la cara descompuesta en llanto y aunque me hubiera encantado abrazarla y
consolarla, no me atreví. La acompañé en silencio a la salida del hospital y
allí me despedí.
Yo: Siento mucho su pérdida, señorita
Sylvie: Gracias por todo, doctora Lekue. Si me
permite el atrevimiento, ¿puedo hacerle una pregunta?
Yo: Claro
Sylvie: Ya le he dicho que no tengo a nadie ahora
aquí . No quisiera molestarla, pero no sé
cuáles son los trámites a seguir . Y quizás usted, que está más familiarizada
con este tipo de situaciones, sepa qué hay que hacer…
Yo: Lo siento, no tengo ni idea. Pero creo que
lo mejor es que deje usted todo esto en
manos de una compañía de decesos. Creo que
una Funeraria podrá hacerse cargo de todo.
Sylvie: Claro, qué tonta soy. Gracias por todo
Yo: (Estreché la mano
que me tendía) ¿Necesita que la acerque a
algún sitio?
Sylvie: No, gracias. Ya ha hecho usted más de lo que
debiera
Yo: Adios,
señorita
Sylvie: Adios, doctora Lekue y gracias de nuevo.
Incliné levemente la cabeza en señal de
despedida y me dirigí al parking a buscar mi coche. Todo lo sucedido me había
dejado un malísimo sabor de boca. Imaginaba ahora a esa pobre chica, con el
corazón roto por la pérdida de un ser querido y sin nadie que la consolara,
teniendo que soportar un montón de fríos trámites sin nadie que le sujetara la
mano. Fue un estúpido impulso, pero volví sobre mis pasos hacia la entrada del
hospital. Estaba todavía donde la había dejado, como si siguiera en shock, como
si el mundo se hubiera congelado a su alrededor, o ella se hubiera congelado en
un mundo que ahora más que nunca percibía hostil y desolador. Estaba revolviendo
distraída en su bolso, mientras las lágrimas le
resbalaban por las mejillas. Me acerqué a ella y tardó unos segundos en
darse cuenta que de nuevo estaba parada delante suyo.
Sylvie: Doctora ¿pasa algo?
Yo: No quiero molestarla, pero no puedo dejar de
pensar en que está ahora sola aquí. No puedo siquiera imaginar cómo de mal se
tiene que sentir usted y la verdad, es que si le parece bien, meofrezco a
acompañarla a realizar los trámites que debe usted formalizar ahora
Sylvie: Pero, no quiero molestarla…
Yo: He terminado mi turno y no tengo realmente
nada más importante que hacer
Sylvie: Es una proposición extraña pero
sorprendentemente generosa de su parte. Y la verdad, se lo agradezco de
corazón. Me encuentro realmente muy perdida, doctora Lekue
Yo: Amaia, mi nombre es Amaia. Y tutéeme, por
favor
Sylvie: Mi nombre es Sylvie
Yo: Ven Sylvie. Te
voy a acompañar a mi despacho para que
puedas avisar con tranquilidad a tu familia, a tu novio, a los
compañeros de tu madre… Mientras tanto,
buscaré a alguien que me informe de los
pasos a seguir ahora
Sylvie: Gracias
La llevé a mi despacho y la dejé sola
para que pudiera hablar por teléfono con tranquilidad y desahogarse con la
gente que quería y que la quería. Imaginaba que, tanto su novio como sus familiares
cogerían el primer vuelo desde donde se encontraran y acudirían a consolarla y
a arroparla. Nadie le iba a quitar la pena ni el terrible vacío que seguro
sentía en su interior, pero la gente que la quería la sostendría en este duro
trance y le aportarían consuelo y cariño. Yo, por mi parte, volví a la morgue.
Seguro que ellos sabrían bien qué debíamos hacer a partir de ese momento. Así
fue. Me dieron incluso un par de direcciones de funerarias a las que podíamos
acudir. Volví al despacho. Las lágrimas seguían surcando sus mejillas.
Yo: Sylvie, ya tengo los datos necesarios.
Podemos irnos cuando quieras
Sylvie: Dame un minuto, por favor
Yo: Claro, lo que necesites (Me senté en el
sofá a su lado)
Sylvie: Mis tíos y mis primos cogerán un vuelo esta
misma tarde. Llegarán luego. He hablado también con el jefe de mi madre…
Yo: Me alegro de que tu familia llegue tan
rápido
Sylvie: Crees que entiendes la vida, hasta que te
pasa realmente algo duro (Creo que no hablaba conmigo, sino para ella
misma) Esta mañana creía que mi vida era una
buena vida. Antes de salir de mi casa hablé como cada día con mi madre y fui
contenta a trabajar. Esta mañana creía que teníauna vida estupenda, una madre maravillosa
que se preocupa de mí y un novio que me quiere. Y ahora ya no tengo nada de
eso. Mi madre desagraciadamente no está y mi novio no quiere estar. No lo
entiendo
Yo: ¿Qué ha pasado con tu novio?
Sylvie: Que cuando le he contado lo de mi madre, me
ha dicho que le pillaba en mal momento, que tenía que entrar a una reunión de
trabajo y que ya hablaríamos dentro de tres días, cuando volviera…
Yo: ¡Menudo imbécil! Perdón, no debiera hablar así…
Sylvie: Claro que sí. Es un auténtico majadero
Rompió de nuevo a llorar. Enterró la cara
entre sus manos y vi su cuerpo agitarse al ritmo de sus sollozos. Hubiera
querido abrazarla, acunarla entre mis brazos. Pero no me atrevía. Le puse una
mano en el hombro y fue ella la que no resistió más y se abrazó a mí,
enterrando su cara en mi cuello, sin dejar de llorar, sin dejar de agitarse. La
rodee suave con mis brazos y tuve que hacer un esfuerzo sobrehumano para
sujetar mis lágrimas.
Sylvie: Perdona. Debes pensar que soy una estúpida
Yo: Claro que no. Ve al baño a lavarte la cara y
a recomponerte un poquito y cuando te
encuentres preparada comenzaremos con lostrámites. Ya me han detallado lo que
hay que hacer y me han dado incluso un par de direcciones
Cinco minutos después salió del baño y me
dijo que ya estaba preparada. Me volvió a dar las gracias y nos dirigimos al
parking a por mi coche. Eligió una de las dos empresas de decesos que me habían
indicado y nos dirigimos allí. La acompañé mientras cerraba todos los detalles
del funeral y cuando salimos la llevé a una cafetería a tomar algo caliente.
Pidió un té y yo un café con leche. Permanecimos en silencio un buen rato. De
repente me preguntó:
Sylvie: ¿Por qué le ha pasado eso a mi madre, Amaia?
Yo: No lo sé. Las causas pueden ser múltiples
Sylvie: Pero era joven. Solo tenía 54 años
Yo: Es cierto, era muy joven. La edad es un
factor de riesgo, pero no el único. (No quería seguir hablando de ello, no
quería decirle que a su madre habría que practicarle una autopsia, no quería que imaginara eso. Decidí desviar la
conversación)¿A qué hora llegarán tus
tíos?
Sylvie: A las ocho de la noche iré al aeropuerto a
recogerlos. Ellos ya habrán avisado a nuestros amigos en Quebec…
Yo: ¿Por qué os trasladasteis a vivir aquí?
(No quería ser curiosa, solo quería que Sylvie dejara de insistir en conocer
las causas del infarto de su madre)
Sylvie: Soy actriz. Y hace seis meses me cogieron
para un papel en una serie que se emitirá próximamente. La serie se rueda en
Toronto. La multinacional donde mi madre trabajaba le había ofrecido mil veces
dirigir un departamento aquí, pero ella siempre había rechazado la oferta por
no dejarme sola en Quebec. Pero al saber que yo me trasladaría a Toronto,
decidió aceptar la oferta de la empresa.
Me paso la mayor parte del tiempo trabajando. En el set de rodaje conocí a Nicholas. Él es operador
decámara. Me enamoré de élenseguida. Y pasaba casi todo mi tiempo libre con él.
Por eso no tengo apenas amigos
Yo: No es bueno aislarse del mundo para
centrarse tanto en una persona
Sylvia: Sí, ahora lo veo. Debí de haber aceptado las
invitaciones que mis compañeros de serie me hacían para salir con ellos. Pero
Nicholas era tan celoso… En fin, no quiero aburrirte más. No sé cómo voy a
agradecerte nunca lo que hoy has hecho por mí
Yo: No es necesario. ¿Te acerco a algún otro
sitio?
Sylvia: No. Vivo aquí cerca
Yo: No sé si soy nadie para darte un consejo,
pero si me lo permites…
Sylvia: Claro
Yo: Llama a tus compañeros de serie. Por lo que
me dices, han intentado acercarse a ti y ser tus amigos. Quizás te lleves una
sorpresa y te des cuenta de que en realidad cuentas con más gente de la que
crees. Lo mejor para ti sería que no estuvieras sola. Adiós Sylvie
Sylvia: Adiós Amaia. Muchísimas gracias. Nunca
olvidaré el bonito detalle que has tenido conmigo
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Va pintando bien la historia interesante besos
ResponderEliminarHola. Gracias por dejar un comentario. Espero que te vaya gustando. Ya me contarás
EliminarQue bien volverte a leer me encanta q publicaras otra historia, se ve interesante y espero el próximo capitulo con ganas de leerlo ;-)
ResponderEliminarM.S (galicia)
Hola M.S. Me hace mucha ilusión leer un comentario tuyo porque significa que estás leyendo mi nueva historia. Gracias
Eliminaruna doctora y una actriz mmm interesante jeje se ve muuuyy interesante,a la espera de mas ;)
ResponderEliminarbesos desde Argentina Despistada
by:Lourdes Avalos
Hola de nuevo Lourdes. A ver qué te parece. Como siempre mandé la historia terminada, con lo que muy probablemente salga un capítulo diario, que espero que te vaya atrapando. Gracias por comentar
EliminarEsta historia Despistada me trajo recuerdos de mi madre también murió de un infarto de un minuto a otro este primer inició de tu historia me adejado un poquito triste porque me pongo en el lugar de Sylvia
ResponderEliminarY me alegra mucho que no hayas tardado en volver con otra historia
Te lei en algunos comentarios para otras historias y eres admirable lo generosa que eres con tus colegas opinando y dando tu apoyo a cada una de ellas eres un ser especial
Gracias por existir
Esperando el siguente capítulo Despistada
Un abrazó desde Chile
Siento haberte puesto triste con el inicio de mi historia. La verdad es que la pérdida de un ser querido es una de las peores situaciones a las que te tienes que enfrentar en la vida, como tú bien sabes. Esta quizás es una historia con pasajes un poco más duros que las demás, pero en conjunto creo que se lee sin demasiada angustia. O eso espero.
EliminarEspero que esta nueva historia, a pesar del inicio, te vaya gustando.
Nos leemos. Un abrazo
Despistada la perdida de un ser querido mas si es la mama siempre nos pone un poquito tristes si me puse algo triste con el primer capítulo porque me recordó casi la misma situación pero eso tambien forma parte de que las historias también son un poquito realidad nos hacen ponernos en la mismas situaciones y por supuesto que su historia me a gustado mucho y ya me tiene entre sus fieles lectoras y admiradoras gracias por responder mi comentario eso demuestra la calidad de ser que es usted una bellísima persona nadie seda el tiempo para responder y agradecer cada opinión aceptó usted y eso se agradece con el alma muchas he infinitas gracias por tener con cada una de nosotras la amabilidad de responder
EliminarGRACIAS DESPISTADA
DESDE CHILE CURICÓ
Como no sé escribir "notas de la autora", aprovecho el espacio de los comentarios para:
ResponderEliminar1. Rectificar el título de la historia. No es "Pasé lo que pasé" sino "Pase lo que pase" sin tilde, que tiene un significado totalmente distinto.
2. Pediros disculpas por la cantidad de palabras que no solo en este, sino en todos mis relatos aparecen juntas. Debe ser al cambiar el formato o algo. Lo siento
3. La protagonista se llama Sylvie. Está claro que el ojo ve lo que quiere ver. o que el cerebro interpreta lo que quiere interpretar. Ayer cuando releí toda la historia antes de enviarla, no me dí cuenta de que en mucho de los diálogos le he cambiado el nombre a la preciosa quebequense y la he nombrado en muchas ocasiones como Sylvia.
En fin. Mis disculpas por todas mis meteduras de pata
Jajajaja Yo ni medi cuenta jajajaja solo me devore la historia en un par de minutos a demás cuando la historia es interesante y cautiva uno se fija en algunos errores de ortografía ademas entre Sylvia y Sylvie hay la mínima diferencia jajajaja Despistada feliz de tener una nueva historia suya saludos desde mi mañana de domingo Chile
EliminarHola despistada..me gusta todo lo que publicas 😊....como siempre aquí tienes una fiel lectora de esta historia...bss
ResponderEliminarHola María. Te agradezco mucho tus amables palabras. Espero que esta historia tampoco te defraude. Espero seguir viéndote por aquí. Un abrazo
Eliminar...Bienvenida Despistada con esta nueva historia, no esta demas decirte que desde que comence a leer tus escritos soy tu fan.... Desde ya sintonizada y quedo en espera del próximo capítulo.... Desde Colombia te envío mis mejores deseos de bienestar, Atenea Palas!!!!
ResponderEliminarGracias Atenea. Te agradezco muchísimo tus palabras. La verdad es que debo decir que yo cada vez disfruto más escribiendo. Pero lo mejor de todo es que haya alguien leyendo lo escrito. Gracias por estar ahí
EliminarUn gusto que estés de regreso.... la historia pinta muy bien
ResponderEliminarEl gusto es mío Nallely. Nunca fallas. Y siempre tienes el detalle de dejar un comentario. Gracias
EliminarUn placer volver a leer una de tus publicaciones. Estaré al pendiente, saludos y que te encuentres bien para que esa imaginación tuya nos siga regalando mucho entretenimiento =)
ResponderEliminarMuchas gracias. Un placer para mí que a ti te apetezca leerla. Un saludo
EliminarHola María. Te agradezco mucho tus amables palabras. Espero que esta historia tampoco te defraude. Espero seguir viéndote por aquí. Un abrazo
ResponderEliminarYa está el segundo capítulo colgado y no veo aquí mis respuestas a vuestros comentarios. Algo debe de pasar con blogger o algo no debo de estar haciendo bien. En fin.
ResponderEliminarSolo quería agradeceros a todas vuestra amabilidad. Y si las respuestas aparecen en algún momento, así os lo habré agradecido dos veces, que tampoco está de más
Un abrazo a todas
Esta historia me hace recordar a mi maestra de quimica,el nombre de Maya tambien,incluso tener que ver con la medicina...La perdida de mi madre que fue devastadora y lo pase sola...No se es como si estuvieras narrando parte de mi vida...Quiero ver como se compaginaran una Dra. y una actriz...Que bueno que decidistes escribir nuevanente...Aqui tienes una nueva fan
ResponderEliminarUn cordial saludo
Vaya, cuántas coincidencias con tu vida. Qué curioso. Y qué triste lo de tu madre. Todo mi cariño.
EliminarGracias por dejar un comentario. Espero que te guste cómo se compaginan la doctora y la actriz (si es que compaginan...)
Hermosa historia, la he leído y me gusto muchísimo, mis FELICITACIONES a la escritora,por tan magnifica historia
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