Capítulo 8
–
Esas deben ser las chicas.
¿Qué? ¿Qué hacían aquí las chicas? La
morena creía que iban a estar a solas. “¿Cómo puedes ser tan estúpida?” Pensó
la morena que se llevó una gran desilusión. Creía que la rubia quería pasar la
tarde sólo con ella. Intentó disimular cuando vio entrar a Julia.
–
Hoola- Dijo alegremente Julia.
–
¡Ey!- le contestó la morena intentando
ocultar su poco entusiasmo.
Marina saludó a las tres chicas que
vinieron juntas y se sentaron en el salón. En el había tres grandes sofás de
piel color café dispuestos en forma de U rodeando la mesa. La morena se había
sentado en uno de ellos, Macarena en otro y las otras dos chicas en el restante.
Paula volvía de la cocina con dos bols de palomitas gigantes mientras que Lucía
ponía la película.
–
Pau cariño, siéntate aquí- le dijo Macarena
al verla llegar, cosa que no le hizo mucha gracia a Marina.
La rubia se sentó en uno de los lados
del sofá que pegaba a donde la morena se
había sentado sonriéndole a esta al verse a su lado, cosa que hizo que ella
también le sonriese, gesto que duró poco ya que Macarena se recostó sobre la
rubia abrazándola, este acto atrajo la atención de la rubia que le sonrió y le
besó la cabeza. Estas muestras de cariño entre ellas eran muy normales, las
cuatro amigas tenían mucha confianza y eran muy cariñosas entre ellas, pero ese
día Macarena estaba más acaparadora de lo normal. Marina por su parte comenzó a
sentirse celosa ¿por qué era Macarena la que recibía las atenciones de la rubia
y no ella? Las expectativas que tenía sobre esa tarde eran totalmente
contrarias a la realidad. Marcos llegó justo cuando empezaba la película, bajó
las persianas y se sentó al lado de la morena a la que también acompañó Maia
que se subió a su regazo.
Todos veían en silencio la película
mientras comían golosinas. En un momento de la película Marina, que tenía
apoyado su brazo en el reposabrazos del sofá, notó un cosquilleo en él, era Paula
que con sus dedos acariciaba su antebrazo. Ella se la quedó mirando, la rubia
estaba viendo la película como si nada mientras que Maca seguía agarrada a ella
sin soltarla. La rubia, al sentirse observada, se giró para ver a Marina, miró
fijamente a sus ojos verdes y la sonrió, sonrisa que fue correspondida. La
rubia, ante esa sonrisa, se estiró y sin
dejar de mirarla a los ojos le dio un dulce beso en la mejilla. Los labios de
la rubia quemaban la piel de Marina que no quería que ese tierno beso se acabase.
Lentamente se separó sin dejar de sonreírle y como si nada siguió acariciándole
el brazo y viendo la película. El corazón de la morena se le quería salir por
la boca, había subido al cielo con ese simple gesto y notaba un leve cosquilleo
en el bajo vientre. Después de ese gesto, la morena se sintió mas reconfortada
al ver que su amiga también tenía ojos para ella, pues después de eso, la rubia
la miraba de vez en cuando y no paraba de acariciarle el brazo y la mano, la
cual de vez en cuando estrechaba con la suya.
En un momento de la película, Marcos
le hizo un gesto a Macarena, la cual se levantó del sofá, al igual que
Marcos, y se dirigieron a la cocina.
–
¿Qué pasa Marcos?
–
¿Tú sabías que a mi hermana le gustaba
Marina?- hizo que Macarena se riese.
–
Claro
–
¿Y cuándo pensabais decírmelo?
–
Ains Marcos, creo que eres el último que se
entera. Cómo se nota que los hombres no os dais cuenta de esas cosas, si es
obvio, tu hermana se la pasa con una cara de tonta todo el día. Hasta tu madre
se dio cuenta el primer día que las vio juntas.
–
Es cierto cariño- Dijo Ana, que se encontraba
cocinando en la cocina- tu hermana esta perdidamente enamorada, aunque lo
niegue.
–
Ana eso son palabras mayores- le contestó
Maca- dejémoslo en que esta encaprichada.
–
Y por eso no la sueltas ¿no?- le dijo
riéndose Marcos.
–
Ay dios ¿qué estas haciendo Maca?- le
preguntó Ana.
–
Nada Ana- dijo con cara de niña buena- sólo
estoy mostrando lo mucho que quiero a tu hija, para ver si se pone un poco
celosa Marinita. Ay Ana no me mires así si solo estoy comprobando si tu hija
tiene alguna posibilidad.
–
Y por ahora lo estas consiguiendo Maca, si
las miradas mataran tu ya estarías fulminada- dijo riendo Marcos.
–
No seáis entrometidos y dejad a Paula, y tu
señorita- dijo señalando a Macarena- eres un bichito travieso, aunque no es
mala idea- se rieron los tres- ni palabra de esto, llevaros refrescos que ya estarán
preguntándose donde estáis.
Desde ese día las muestras de cariño
de la una hacia la otra eran continuas. Cada día que pasaba había más confianza
entre ellas. Cada charla, cada sonrisa, cada caricia las unía más y más. Con
las demás chicas, la morena estaba entablando una bonita amistad, pero con
Paula no, con Paula había algo mas, algo muy especial, algo que la diferenciaba
de todas las personas que había conocido hasta ahora. Había una fuerza
sobrenatural que la empujaba hacia ella. Desde el primer día en que sus ojos se
cruzaron no se podía sacar a Paula de la cabeza. Era su primer pensamiento al
despertar y el último al cerrar los ojos cada noche.
Los días se convirtieron en semanas y
las semanas en meses. Cada día que pasaba estaban más unidas. Se contaban sus
problemas, se apoyaban la una a la otra en todo y se ayudaban en los estudios.
La navidad llegó a Madrid, estas vacaciones las tuvieron que pasar separadas,
no se pudieron ver ni un día, se hacía duro para las dos no verse, sólo
pudieron hablar por teléfono, cosa que hacían cada vez que tenían tiempo libre.
A la vuelta de las vacaciones, la
rubia estaba ansiosa por volver a clase y ver a la causa de su felicidad. Ese
día Marina bajó del piso y en frente de su portal se encontraba Paula apoyada
en su coche con una gran sonrisa.
–
Feliz año- le dijo la rubia.
–
Feliz año- le contestó Marina en un leve
susurro cuando se encontraban frente a frente.
Se quedaron así unos segundos hasta
que la morena no aguantó las ganas y pasó sus brazos entre el cuello de la
rubia y la abrazó. En seguida la rubia correspondió el abrazo apretándola más
contra si.
–
Te he echado de menos- le susurró la morena
en el oído.
–
No más que yo- le contestó la rubia dándole
un pequeño beso en el cuello que hizo delirar a Marina. La rubia se separó
lentamente mirándola a los ojos- ¿Nos vamos?
–
¡Si!
En el camino a la facultad las dos
charlaban y se brindaban gestos de cariño. Paula tenía su mano en el muslo de
Marina y esta le hacia cosquillas en el dorso de esta y el antebrazo. Al llegar
las esperaban las tres chicas. Se saludaron y se fueron a clase.
La semana transcurrió como todas. El
viernes, como de costumbre, la morena bajó de casa apresurada para encontrarse
con su querida amiga. Al abrir la puerta su sonrisa se desvaneció al ver que
Paula estaba dentro del coche y a su lado estaba Macarena que, al verla, salió
del coche para plegar el asiento y que la morena se subiese atrás.
–
Buenos días Marinita, entra- Marina subió y
después Macarena.
–
Buenos días- contestó Marina no muy efusiva.
–
Buenos días pequeña- le dijo Paula sonriéndole.
“¿Pequeña? Es la
primera vez que me dice así. Me encanta como ha salido de sus labios. Ay dios
adoro esa sonrisa” pensó Marina, esto le causó una oleada de felicidad, aunque
le duró poco ya que Macarena no dejaba de agarrarla y besarla. Iban hablando
cuando Paula bostezó, Macarena se rió y le dijo con picardía:
–
Uy Pau… ¿tienes sueño?
–
Un poquito… ¿por qué será?- la miro sonriéndole.
–
Jo sabes que me gusta hablar un poco contigo
antes de dormir... y mas si es en la cama abrazada a ti- le dijo mientras la
besaba en la comisura de los labios.
–
Ya pero es que no callas- dijo riendo la
rubia.
“¿Qué? ¿Han dormido juntas? ¿Por qué?”
pensó Marina que ya estaba muerta de celos. Macarena había dormido en la cama
de Paula, esa cama que, con haber dormido sólo una vez, echaba tantísimo de
menos. Estaba intentando controlar su enfado y sus celos. Cada palabra, sonrisa
y mirada de Macarena hacia Paula la enfurecía más y ya estaba que echaba humo.
Intentaba distraerse mirando por la ventana e ignorando a la pesada de
Macarena, que no dejaba de repetir lo que le gustaba dormir abrazada a Paula.
Al llegar al aparcamiento, Macarena salió disparada en dirección a Alex que se
encontraba apoyado en su coche fumándose un cigarro. Marina quiso salir rápido
del coche sin siquiera mirar a Paula, pero esta fue rápida y la cogió del
brazo.
–
Ey! ¿dónde vas tan rápido?
–
A clase- le dijo de forma seca y sin mirarla
en ningún momento.
–
¿Qué te pasa Marina? Esa no es la carita
sonriente que traías esta mañana, además has venido muy callada todo el camino-
le dijo preocupada Paula.
–
No me pasa nada, solo que no quiero llega
tarde a clase- dijo volviendo a intentar salir del coche cosa que volvió a impedir
la rubia.
–
Peque hoy vamos a salir de fiesta- la toma de
la barbilla para que la mire- y me encantaría que vinieses y te quedaras en
casa.
–
¿Por qué se ha quedado Macarena en tu casa
Paula?- No pudo aguantar mas y le preguntó con cara de enfado.
–
Su madre no estaba en casa y le da miedo
estar en su casa sola. Siempre que su madre viaja se queda conmigo- dijo
sorprendida Paula.
–
Me voy a clase, y no Paula, no voy a salir
con vosotras, dile a Macarena que se quede contigo, que se ve que le gusta-
esta vez salió tan rápido que no le dio tiempo a agarrarla.
Paula estaba realmente sorprendida,
eso eran ¿celos? “Imposible” se decía Paula. Al llegar a clase con Macarena,
Marina estaba sentada al final de la fila al lado de Julia, impidiendo que
Paula pudiera sentarse a su lado, como de costumbre, tampoco pudo aprovechar
para acercarse en ese momento, ya que el profesor ya estaba en clase. Se pasó
toda la mañana mandándole mensajes, los cuales la morena no contestaba. Paula
no entendía ese comportamiento, era la primera vez que Marina actuaba así.
Intentó ponerse en contacto con ella durante toda la tarde, estaba angustiada y
preocupada. No sabía que había hecho para que la morena se pusiera así con
ella. Repasaba una y otra vez lo que había acontecido esa mañana: los gestos,
las palabras, todo era normal. No tenía ganas de salir, ni de hablar con nadie,
salvo con la morena, la cual no atendía sus llamadas y después de insistir
apagó el móvil. Marina, por su parte, estaba intentando concentrarse en uno de
sus manuales, para no pensar en la rubia, pero no lo lograba, la imagen de
Macarena sobeteando a la rubia la enfurecía.
Con el transcurso de la tarde, su
enfado empezó a decaer, ¿por qué se había puesto así con Paula? Si ella no
había hecho nada, “la única culpable era Macarena, que no paraba de zorrearle”
pensaba una y otra vez. En ese momento pensó que si no salía esa noche,
Macarena volvería a dormir en la cama de Paula esa noche y eso no lo podía permitir, de ninguna manera,
“la única que debe dormir en esa cama soy yo” pensó, por lo que decidió
presentarse de improviso en la discoteca esa noche.
Paula, por otro lado, salió con las demás
chicas gracias a la insistencia de estas, fueron a cenar y luego irían a la
discoteca. Gracias a las tonterías y bromas
de sus amigas, lograron animarla un poco, aunque la morena no salía de
su cabeza ni por un segundo.
Ya eran las 12:30 A.m. y estaban
entrando al local que estaba especialmente abarrotado esa noche.
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Amo tu historia.. me encanta.. saludos.
ResponderEliminarTu historia es perfecta xiion!! Odio esperar un día entero para leer el siguiente capítulo!!!!
ResponderEliminarSaludos y mis más sinceras felicitaciones x tu historia..
Jazz
Se esta poniendo cada ves mejor pero son muy corto los capítulos porfa. Subí dos capitu
ResponderEliminarEsta muy interesante pero corto
ResponderEliminarMe encanta, estoy atrapada con la historia
ResponderEliminarMe encanta la historia. Mi prototipo de chica es como marina. 😍😍
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