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Nuestro secreto - Cristalsif - 10

Capítulo 10

Almas Perdidas I

--La noche del lunes, el día del incidente--

*Giselle Romanov*

¿Te ha pasado alguna vez que presientes cuando algo muy malo ocurre? ¿Cómo si un lamento o un auxilio te fueran solicitados desde la penumbra?

Ultimo bloque de clases y Aleth nunca apareció, las horas pasaron, marqué su teléfono y lo hallé ocupado, no pensé demasiado en el asunto, quizás tendría algo que hacer… oh sí, ella me dijo que tenía una cita con su padre a esta hora. Sigo pensando que debería aceptar la oferta de vivir conmigo, para que desee un apartamento solo para ella, yo me aburro horrores en el mío y los gastos serían menos. En realidad no me gusta nada la idea de Aleth en un espacio solitario, dios sabe cómo funciona esa cabecita y lo emo que se pondría.


-Señorita hemos llegado- Sonrió amable al conductor, me bajo del auto y entro a casa.

Pasan las horas y algo me inquieta, el aire se siente pesado, es como un raro presentimiento. Miro por la ventana y la lluvia cae profusa no dejando ver más de un par de metros hacia fuera. Aquella noche después de la cena solitaria, no tuve así lo que uno llamaría un sueño reparador, me revolví en la cama sin encontrar acomodo en posición alguna a lo largo de la noche.

Al día siguiente maldije un poco las ojeras que mágicamente habían aparecido bajo mis ojos, me vestí, fui al instituto. Pase de la extrañeza a la inquietud cuando Aleth no asomo su cara entre el estudiantado. Quise consolarme con la idea de que un día de vagar no le haría mal esta vez al llamarla a su móvil lo tenía apagado, ya una duda creciente me asolaba, aunque intentaba ser optimista. Llego el receso y busqué a mi amiga en sus escondites habituales, al final no la vi, me dedique a pasear por los pasillos un poco desanimada por lo infructuosa de mi tarea, cuando escucho una voz detrás de mí.

-¿Giselle?- Mire a Yuki sorprendiéndome bastante, sé que no soy santa de su devoción y menos por lo celosa que siempre estuvo de la amistad entre Aleth y yo, y sabrá dios si tuvo celos de algo más.

-Dime- Me voltee para verla ya que casi la pasé de largo.

-Has… ¿has visto a Aleth?- Me miro tímida y hasta culposa diría yo.

-No es tu asunto…- Iba a seguir mi camino cuando Yuki me agarro fuerte del brazo.

-Es que ayer…- Dudó.

-Ayer ¿Qué?-

-AyerledijequelaDirectorasevaacasar…ellasepusobastantemalysefuehisterica…nomedejoexplicarlenada- Me soltó de sopetón.

La agarre de los hombros y la sacudí un poco para que parara de hablar. -¡Hey no tengo quien me traduzca!- Me impaciente mucho ya que entendí más o menos la idea y no me gusto nada. -Más despacio ¿Quieres?-

-Ayer le dije a Aleth que la Directora se va a casar, ella se puso bastante mal y se fue histérica… no me dejo explicarle nada… solo se fue muy mal- Me dijo mirándome con cierto temor, digo la reacción de Aleth tuvo que estar muy fea.

De repente las palabras de Yuki entraron en mi mente y las piezas se armaron muy rápido, a causa de las muchas ideas que se agolparon en mi mente tuve que cerrar los ojos y acariciar el arco de mi frente para no marearme allí. Suspire largamente tratando de controlar mi ira, de no dejarme llevar por vanas impresiones. -Que pruebas tienes- Dije con voz agravada. Me mostro un periódico, me tome el tiempo de leer la noticia por completo y luego volví a posar los ojos sobre Yuki.

-Se lo has dicho adrede, tú lo sabías todo… dime cuanto pagaste a tus informantes… ¿Quién fue? Aika, Naoko… ¿Ayame?- Nombre a las chicas más 'comunicativas' del instituto, esas que no tienen vida propia porque viven para espiar a los demás. La vi retroceder… -¿Sabes lo que has causado?-

-Es amiga de la directora… pensé que lo sabía-


-¡Patrañas!… ¿Por qué un evento que está planeado hace meses es publicado por tu familia en el último momento? Tú la publicaste con segundas intenciones…- La vi flaquear, su máscara cayo y vi el llanto asomar en su cara.

-Fue su culpa… ¿Cómo pudo traicionarme siendo mi novia?- Dijo dolida y yo le di una bofetada rápida, limpia, fuerte, sin exagerar, ella volteo la cara para verme con expresión sorprendida, acarició la marca que deje sobre su piel, sin embargo su idea de devolverme el gesto se evaporó con la mirada entre asesina y despectiva que le dirigí.

-Qué tontas excusas Yuki… tú no sabes nada de Aleth, si alguna vez hubieras sido una buena amiga, una de verdad… dimensionarías lo que has hecho… pero tú solo has podido pensar en ella como el trofeo que adornara tu cama-

-No es lo que…- La vi sonrojarse ampliamente.

-¿Pensabas que no lo sabía? A diferencia tuya ella me confió sus secretos más íntimos… por eso, sé bien que cuando la has visto perdida solo entonces has intentado destruirla para que nadie más la tenga, eres como una niña berrinchuda que no puede tolerar perder su juguetito más hermoso- Me acerque con sigilo y tono agravado.

-Eso… ¡no es cierto!- Desvió la mirada, pero yo sujete su cara con cierta fuerza y la obligue a verme.

-Pero ¿sabías una cosa?… Aleth es una persona no una muñequita que adorne lo que quieras que te adorne… y puede tolerar el veneno que destilas por la boca- La solté sin delicadeza. -No vuelvas a acercarte a mi amiga-

Camine frente a ella aguantándome las ganas de darle su merecido, pensé que lo más importante es encontrar a Aleth. No sé dónde buscarla si es que esta noticia llego a sus oídos… la boda, Asura Tredyan se casará con nada más ni nada menos que Zeth Deityan, su padre… No quiero pensar lo mal que esta porque mis angustias crecen. Odio esto pero si algo he de agradecer a Yuki es que me ha puesto sobre aviso.

Tome mi mochila del salón, mientras aun no llegaba nadie y escape por una de las rejas que están al lado de un árbol, este lugar me lo enseño Aleth, incluso me mostro el modo de salir sin la menor dificultad. Rayos le debo tantas cosas como amigas y ahora, que me necesita en verdad tengo que dar la talla. Tomo el primer taxi que encuentro y le indico la dirección del único lugar al que iría ella. Se siente escalofrió al pensar que ella le haya reclamado a su padre, dios tantas y tan negras posibilidades… pero te juro Aleth que si algo te pasa amiga… Asura y Zeth se arrepentirán. Ahora al cerrar los ojos, mientras el largo viaje me espera pienso… en cómo es que ella me regalo su amistad en un principio.

Nueva… tener esa etiqueta solo significa problemas en un país en el que eres extranjero, no importa si hablas decentemente el idioma, solo importa que no tienes los ojos rasgados y que te miran feo si te sobra algo más de pecho, en lo personal opino que eso es envidia de la mala. Al principio pasamos de la intensa curiosidad a la completa indiferencia, es bastante difícil establecerse en su estatus Quo, sus grupos sociales son bastante cerrados al menos para los que no nacimos aquí. Entonces pase de la novedad a lo obsoleto, del asedio a la soledad… quienes intentaron acercarse buscaban cosas especificas, beneficios, novedades. Todos con excepción de ella, admito que entonces ya estaba un poco exceptiva y fastidiada con las bromas de mal gusto a la extranjera. Ella era de la clase de personas demasiado populares como para pensar que sus intensiones fueran buenas, la gente solía verla a prudente distancia al pasar, demasiada idolatría como para que alguien la conociera realmente, sin embargo Zyden era un nombre que todos conocían.

Me jugaban crueles bromas, hasta que alguien tuvo la genial idea de tirar mi billetera a la fuente cerca del estacionamiento, no es que sea escrupulosa pero ahí tenía mis documentos de identificación, las tarjetas de crédito, el dinero del almuerzo… poco me falto para meter en ella las llaves del apartamento y agradecí no haberlo hecho. Posterior a la clase de natación, volví por mis cosas después de ducharme y vestirme, cuando se hizo notar la ausencia de mi billetera, desde aquel piso se miraba casi todo el campus y el letrero enorme en la ventana "está en la fuente, nadando con los peces" en una perfecta caligrafía me hizo saber que era totalmente intencionado. Estaba frustrada, era hora del receso y no podía comer nada. Gruñí un buen rato y decidí pasarlo con agua, no llamaría a mi padre por una niñería como esta y no tengo ni una amiga que me preste dinero. Iría a la fuente en horas menos concurridas.

Camine por la cafetería buscando una mesa vacía al menos para tener donde sentarme, la única solitaria… casi corrí por ella cuando, rayos se sentó la chica popular. Pero no iba a renunciar a la mesa de modo que me senté y aquellos ojos verdes se posaron sobre mí, me escruto pero yo no evadí su mirada y pude detallarla mejor. Muy guapa tuve que admitir, aunque un mechón de cabello cubría la mitad de su cara. Sirvieron de pronto en la mesa un menú que a mis ojos se les antojo delicioso y no basto disimular cuando sin darme cuenta me sirvieron un menú idéntico minutos después.

-Pero si yo no he pedido nada- Exprese a la joven mesera, ella por otra parte miro con duda a Zyden y yo termine mirándola igual, ¿me estaba invitando el almuerzo?

-No le he dado la bienvenida como es debido, quizás este sea un modo de desagravio- Escuche de pronto su voz suave, serena, distinta de lo que hubiera imaginado… luego su sonrisa mientras me perdía en sus ojos buscando el truco o la burla que finalmente no encontré. Oí algunos murmullos detrás y miradas como si fueran agujas sobre mi espalda, era la envidia y los celos de algunas fan de la capitana del equipo de natación. -Debo irme… buen provecho- Tomo su folder y camino fuera de la cafetería, pero vi que había dejado casi medio almuerzo, mire el mío después levante los hombros y me dispuse a comer, ya entradas en gastos mejor comer de buena gana el plato, aunque no sin antes verificar que su contenido esté libre de laxantes, somníferos y hasta veneno.

Al llegar la tarde me desplace al estacionamiento y justo en el centro de la fuente como marcaba el papel yacía una mancha oscura de cuero negro que me dio a saber la horrible verdad, era mi billetera. Pensé en el modo de sacarla, pero no hallaba un modo distinto que el de meter la mano en aquella agua llena de peces, que por cierto no olía nada bien. Cuando me incline resignada para tomarla escuche el sonido de un auto, no preste atención, seguía planteándome la idea de buscar una bolsa o algo para tomar mis cosas de la fuente…

-¡Apártate de ahí!- Escuche la voz de Zyden, nada dulce. Me di la vuelta para verla y ella venia corriendo hacia mi dejando sus cosas desparramadas por el estacionamiento. Pero no me miraba especialmente a mí, seguí sus ojos y me quede paralizada, tenía el auto prácticamente encima. Sentí que me embistieron, el frio del líquido inundando mis ropas y el estrepito de las aguas con nuestra irrupción. Levante la cara para ver qué pasaba, el auto a lo lejos, el frio y al mismo tiempo el calor de un cuerpo. Me quede de pronto contemplando a mi ¿Salvadora? Su rostro húmedo, las gotas cayendo por su barbilla, una visión portentosa si me lo preguntan. Así, antes de quedarme idiota mirándola, nació de sus labios una sonrisa que pronto se convirtió en carcajadas delicadas. Yo me sonroje imaginando que me ha visto como a una tonta.

-Hey de que te ríes… no es gracioso-

-No… es que me rio de cómo le va ir a ese par- Jovial, demasiado para la pinta de chica seria que dejo ver siempre. Agradecí que no viera como la vi entonces.

-Eres una persona rara- Dije levantando una ceja.

-Podría decir lo mismo de ti- Salió del agua y me ofreció la mano para levantarme. -Zyden, Aleth Zyden- Se presento cordialmente y levantando su otra mano, me dejo ver una billetera hecha miserias. -Es tuya ¿verdad?-

-Si…-

Desde entonces ya nada pudo separarnos, amigas eso decidimos que seriamos. No de la clase que Yuki que no se le despega ni a sol ni a sombra, le dije que estaría ahí cuando me necesitara. Era momento de cumplir mi palabra.


-¿Es aquí señorita?- Me trajo de vuelta a la realidad, mire fuera y no evite sentir un escalofrío.

-Si- Pague el servicio y baje del auto. Entre al edificio, subí a su apartamento, saque la copia de las llaves, me tembló mucho el pulso al abrir la puerta. Lo que vi contrastaba seriamente con lo que me mostrase mi amiga no hace más de un mes…

-Este es mío, lo compre… el lugar que será algún día mi hogar- Tu sonrisa secreta para mí, como rara vez te dejaste ver a los ojos del mundo. El lugar impecable con las cosas necesarias, eso sí, la tele era enorme y poco más que lo indispensable para habitar en ella.

-Venga hay que decorar un poco el lugar- Añadí al ver lo mustio del decorado. -Aleth definitivamente a veces no pareces chica-

-Vamos por pasos… si gustas decorar, entonces ven y vive conmigo- Levanto la llave ante mí.

-Sabes que mi padre no estaría de acuerdo… espera a que sea mayor y me quedare contigo- Dude un poco, vivir con alguien es algo tan serio.

-Está bien… toma la llave, estas puertas siempre estarán abiertas para ti- Me diste un beso en la mejilla y me sonreíste… sin esperar nada a cambio, si ella te conociera jamás te habría roto el corazón…

Las gotas saladas bajaron por mis mejillas. Maldije el periódico de los Kaname, maldije al señor del tiempo por su pronóstico de lluvia, maldije a Zeth por arrebatarle a su propia hija la poca que ella tuviere y a la Directora por jugar con mi mejor amiga. Yo solo sé que maldije lo suficiente para condenarme 5 veces en el infierno y aun así maldije a la providencia porque cuando Aleth ofreció quedarme con ella me rehusé, sin embargo aquí estaban en mis manos las llaves.

Pase un largo rato distrayendo el tiempo recogí lenta y metódicamente el desorden que había dejado atrás un huracán con nombre propio, palpe su dolor en cada espacio de aquel lugar que ahora distaba tanto del hogar que con ilusión menciono aquel día mi amiga. Yo derrame mis propias lágrimas en pos de cada vidrio roto, de cada silla tirada en el suelo, del caos y languidez que denotaba la visión de aquel espacio.

Con cada hora que pasaba la angustia me embargaba mas, llego el tercer día y algo me decía que no serviría de nada ir al instituto, también era una suerte vivir sola… nadie diciéndome que hacer, suspiro… después de todo tampoco contaba con una madre como Aleth, la mía murió cuando yo era pequeña en un accidente de auto. Nada fue igual en nuestra familia y yo aprendí a valerme por mi misma igual que Aleth con su madre en estado vegetativo. Claro que sí, yo supe cada secreto de Aleth y cuanto más supe de ella más difícil pensaba que podría ser la vida si el destino se encaprichara con uno. Pero no la vi con lastima, admire su valor, admire demasiadas cosas suyas a decir verdad.

Así escogí no separarme de ella, aun cuando padre quiso cambiar de país yo me quede, alegando que si me arrastraba con él en cuanto cumpliera 18 tomaría el primer vuelo de vuelta y claro el supo que yo cumpliría. Así que escogió apoyarme a regañadientes. Una amistad secreta decidimos llamarla, ella tenía miedo que su padre supiera de mí, siempre pensé que era subestimarme mucho… pero esa misma mañana del tercer día de ausencia entendería porque sus miedos.

Escuche el tono personalizado en el móvil, ese solo suyo. -¿Aleth?-

-Soy yo…- Sentí como si me hubieran cambiado a mi amiga, su voz estaba muerta de alguna emoción, aquello me erizo la piel sin que supiera porque.

-Donde estas Zyden me tenias pariendo muñequitos de la preocupación- Dije con tono molesto para disimular las ganas de llorar que me dieron de oírla.

-¿Podrías venir al cementerio central?- Palidecí ante sus palabras.

-¿Qué haces tú allí?- Grite por el móvil.

-Es el sepelio de mi madre- Esta loca y ¿lo dice como si nada?

-¡¿Que?!-

-Solo ven… por favor… ya te lo explico luego-

Iba a salir semidesnuda cuando recordé que siendo el sepelio de la madre de mi mejor amiga tendría por lo mínimo que estar presentable. Volví sobre mis pasos, vestí las prendas de color negro que encontré en el closet, con el jaleo olvide traerme ropa de cambio. Luego tome el primer taxi que vi…

-0-0-0-

Paso a paso bajo un torrencial aguacero, me cubro en vano de la lluvia. Lentamente me dirijo al lugar solitario que supone la tumba de Esmeralda Zyden, el guardia supo indicarme la ubicación. Siento encogido el pecho de imaginar el dolor que ahora inunda el alma de mi mejor amiga, me siento impotente porque no hay nada que pueda hacer. Cuando llego por fin me encuentro apenas con una figura vestida de negro que no ocupa ningún abrigo ni escondite de la lluvia. Dudo por un momento en acercarme, yace allí un muchacho estático. Pero si este es el lugar que dijo Aleth aquí estaré, dejo mis miedos atrás y me acerco para ver si es correcto el epitafio.

Aquí yace en el reposo del descanso eterno…
Una madre ejemplar…
Una mujer admirable…
Aquella que se preservara…
en la memoria eterna de nuestros corazones.

Aquí yace Esmeralda Zyden

No termine de leer porque mis ojos se empañaron ante el golpe repentino de la realidad, no era broma absurda… esa que quise creer para justificar mis miedos, mi miedo por ti Aleth. Entonces desvié la vista sobre el joven sutilmente apartado de la tumba que sin darme cuenta me miraba con pétrea e indescriptible expresión.

Sentí detenerse mi latido aquel rostro fino lleno de palidez, aquellos ojos carentes de vida, pues más viva podría jurar estaba la piedra en la que se grabó el epitafio. Y sin embargo aquellos mechones negros ocultando parte de su cara no bastaban para dejarme saber que ese alguien en la lluvia es quien yo llame amiga por largo tiempo y ahora me parece un ser desconocido…

-Aleth…-


-A quien buscas ya no existe… pero si bien deseas conocer mi verdadero nombre… soy Krysta… la única hija de la dama que yace bajo tierra- Sus ojos del mismo color pero tan diferentes por primera vez al verlos me provocaron un súbito temor, algo totalmente irracional… que era aquello… rencor… no lo supe bien…
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4 comentarios:

  1. Me quede con las ganas de leer mas, sera una tortura esperar 24 horas , pero bien valen la pena. Cada dia el capitulo es de infarto . Atte. Maria - Mex

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  2. El pilar fundamental era la madre, ahora no tendra piedad con sus enemigos ya quiero ver la venganza hacia su padre y estoy segura que él la mando a matar. En cuanto asura creo q pagara caro tambien porque se ha enamorado y ahora ese amor destruido por las circunstacias destrosara su alma. u.u.

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  3. Creo q la madre no esta muerta,,,solo lo hace para cuidarla y poder vengarse de su papa...

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