Esperamos tu historia corta o larga... Enviar a Latetafeliz@gmail.com Por falta de tiempo, no corrijo las historias, solo las público. NO ME HAGO CARGO DE LOS HORRORES DE ORTOGRAFÍA... JJ

Nunca Digas Adiós - Cristalsif - 28

Capítulo 28

Borrasca

Camino de palabras, verdes praderas que he de marchitar con tinta sangre, tu sangre… es la hora, el momento de mi venganza. 

Podía saberse dueña de todas las miradas, ojos que miran con pánico, susurros espantados que en el silencio de aquel instante... se hicieron mudos entre ellas dos. Su libertad tendría un alto precio, ser una paria, alguien desdeñable para la sociedad, pero que importaba aquello, ansiaba como pocas veces en su infausta labor el cumplir con el mandato de ese que se hizo señor entre mil engaños… Nagi deseaba su muerte y por su mano eso se haría realidad. Miró en los ojos turquesa la estupefacción, pero de sus labios una muda mueca de terror le brindó ese aire libre que buscara en cada momento. 

-Si me traicionas, si me faltas… no habrá nada… nada que detenga la oscuridad que voy a desatar sobre ti, te mataré si le dejas vivir ¿Lo comprendes?- Sonrió como un niño con su juguete nuevo, sus ojos rojos me miraban condescendientes, me reprenden con su falso amor, Nagi... ¿No soy solo una herramienta más? –Pero hazlo… hazlo a la vista de todos y prueba tu lealtad- 

-Será como ordenes- Sonreí desde el suelo en que hincadas estuvieron mis rodillas. –La haré sufrir- 

Sonrió, no dulcemente, mas era una mueca victoriosa y llena de poder, no necesitaba decir cuanto ansiaba eliminarla de la faz de la tierra, a esa que había sido artífice de sus más hondas amarguras. -Es la hora de la verdad, Tomoe Margueritte- Sus dedos seguros, conocedores de aquel arte mortal presionaron el gatillo y el retroceso del arma le liberó por un momento, en una ola de éxtasis, de gozo... un pestañeo y al abrir los párpados su víctima yacería sin vida. 

-¡Es mía! ¡Yo seré quien la elimine! No nada que desee más en este mundo…- Me levanté exaltada sin medir por un instante mis palabras, ella derramaría con su sangre mis lágrimas de sufrimiento. 

La victoria que pudiese saborear en aquel breve segundo, se evaporó entre sus dedos a la par que el sonido de los metales colisionando llegara a sus oídos con estruendo. El destino le sonreía a su rival revirtiendo aquel disparo en su contra, pero nunca podría lastimarle su propio elemento. Con profunda cólera y en un arrebato de egolatría se deslizó a un lado sutilmente, sintió el zumbido en su hombro y una ráfaga gélida alborozar su azabache melena, a su espalda y donde el proyectil impactó, se formaron estacas de hielo y atrás, un sin fin de espectadores. Un desdén siniestro asomaba en sus finos labios, pues ante todos ellos al fin se mostraba sobrenatural, Natsuki deseaba causar temor… se miraba como una fiera asechando a su presa, más la multitud ignoraba el motivo de la riña o que gracia divina había salvado de aquella muerte segura a la señorita Margueritte. 

-¡No ella! Nooooooo….- Golpeé el suelo como el animal que dolido se lame las heridas. 

-La última, la más poderosa y misteriosa de las Hime, tan cerca y no pude verlo… debes morir, Shizuru Fujino- Musitó con voz ronca ausente de emociones. Natsuki ladeó el rostro sonriendo como un arlequín, retiró los lentes oscuros de sus ojos y el frío zafiro reflejó su brillo eléctrico a la luz de aquel día. Sin dudarlo un momento el brazo se estiró por mecánica y volvió a disparar, salvo que fue en dirección de la intrusa que había osado interferir. Pero aquella dama de figura prodigiosa evadió el proyectil con elegancia sublime y otro grupo de cristales helados adornó aquel jardín de Kiray. Lentamente y a causa de un pánico tardío, la multitud de observadores comenzó a dispersarse, los más inteligentes corrieron, lo que lo eran un poco menos dieron cortos pasos retrocediendo, sabían que algo nunca antes visto ocurriría. 

-¿Acaso debemos yacer otra vez en esta danza de la muerte… Natsuki?- La peli ocre esbozó una sonrisa amarga, a la par que estrechaba en su mano derecha la legendaria Naginata que ostentó en las lejanas memorias de Fukka. –Esta vez sus besos no serán una distracción suficiente- Aunque sus besos aliviaran cualquier pena, no podrían esta vez disuadirle. 

-No repetiría el mismo truco dos veces, Shizuru Hime- Sin mediar más palabras Natsuki corrió en dirección de la castaña, las hojas cortantes del arma extensible intentaron detenerla y más le valió evadirlas que ser partidas en dos. Saltando, moviéndose a un lado de las hondas mortales, sentía el cabello agitarse ante las corrientes de viento que cortaban todo a su paso y el sonido de los destrozos, de los arboles que sucumbían ante las estocadas del filo, atrajo más atención de la requerida, todo el alumnado de Kiray se preguntaba que hacia temblar la tierra y el porque repentinamente una tormenta se avecinaba. 

-Te lo ha arrebatado todo… el alma misma ¿Es tan difícil de entender?- El lila de sus ojos, esos que me contemplan con pena. – ¡Shizuru mintió!- Azula… ¿Por qué insistes en clavar más mi espina?

Cerró los ojos un momento, para recordar un pasado distante, su cuerpo se movió a si mismo con una velocidad inusitada, era como un fantasma en diversos puntos, alguien capaz de moverse tan rápido para deslizarse entre las imposibles hondas de la Naginata de Shizuru… para dejar un reflejo, una sombra que se desliza más lentamente cuando su cuerpo ya se ha desplazado a otro lugar… es así, como a escasos centímetros sus rostros se encuentran, sus iris se contemplan, los rubí sorprendidos, los azules y eléctricos impenetrables. –Te odio… Fujino- No necesitó un beso para distraerla, solo esas crueles palabras que hicieron eco en los oídos de la castaña. –Muere- Susurró con voz mortecina, en su piel un brillo extraño, marcas azules encandilan en el día y entonces sus ojos de hielo, le miran… Shizuru teme en silencio, interpone la vara de su arma, pero ella, ya ha disparado y una muda queja se forma en sus labios, antes de que todo se haga borroso. El fuego y el hielo se encuentran, se repelen y una sonora explosión nace del choque entre ambas. 

-¡Shizuru!- Grita con terror una de mirada turquesa. 

La honda explosiva hizo temblar los cimientos de Kiray y las aves de los jardines emprender el vuelo con premura, la humareda se elevaba hacia el cielo, que antes despejado se torna borrascoso, queriendo ocultar la luz del astro azul que todavía brilla imponente en lo alto. Caminando con parsimonia de entre el espeso humo negro, salió una Natsuki pétrea, incluso etérea, un corte sanaba a velocidad sobrenatural en su mejilla y solo la sangre seca deja testimonio del daño recibido. Sin emociones en su rostro busca a su victima, su verdadero objetivo ¡Tiene que matarla! ¡Pronto! El brillo del sello de Nagi todavía se perpetuaba en ella, líneas intrincadas de un azul fulgor manan de su piel, entre su rasgada indumentaria. Sus brazos están teñidos de hollín, sus pasos atemorizan y su rostro se desvía sobre la mujer que hacía un ovillo en el pasto cerca de uno de los pocos arboles en pie.

Solo podía servir a un objetivo, a un único señor y él la quería muerta, convenientemente yerta y fría, preferiblemente a muchos metros bajo tierra. “Hazlo, ¡Matalaa!” Susurraba el eco en su mente, lejos de sus oídos, casi en su cabeza, el pitido que silencia, que le lleva de nuevo al olvido y al abrir sus ojos estaba helada, con la mirada maldita del monje, con el infierno mismo a cuestas. Se movió mecánicamente, paso a paso hacia su victima, pero ella no moriría sin sentir el dolor que sus entrañas habían soportado. ¿Por qué la odiaba tanto? Lo había olvidado, solo el deseo sádico permanecía en su mente. Las nubes que se arremolinaron en el cielo y gotas cristalinas rozaron su piel, este hecho no era importante, pero el agua distraía su mente... con un sonido tan lejano en su memoria, la fuente y la pequeña caída de agua en ella, una sonrisa. 

Parpadeó un momento para mirar el miedo en los ojos de Tomoe Margueritte, sin embargo la chica extrajo algo de su ropa, un cristal rojo que pronto fue manchado por su asquerosa sangre, al pinchar con él su dedo. Natsuki extendió el brazo mientras la chica musitaba palabras incoherente, cuan extraño era que no rogase por su vida... miró su cuello, por un momento le pareció ver su mano sobre aquella frágil piel y estrechar con fuerza, mucha fuerza, quería romperle el cuello... otro pestañeo y la joven le miraba con una sonrisa, una expresión de victoria. Jaló el gatillo, pero el disparo yació suspendido en el aire, a unos cuantos centímetros de la horrible faz de esa mujer, antes de caer por efecto de la gravedad, por una vez, el hielo no nació del proyectil inerte en el pasto. Natsuki estaba sorprendida pero no era dueña de su rostro para expresarlo, de hecho... no se movía. 

-Sabía que ellos me traicionarían... igual que a mi hermano- Tomoe se puso de pie, observando con sorna el contrariado rostro de la pelinegra. –Hiciste daño a mi Shizuru-Onesama y por ello voy a matarte- 

Natsuki desvió la mirada, el humo se despejaba con la lluvia, entonces la vio, contra un árbol yacía una tirada e inconsciente Shizuru, con sus cabellos depositados prolijamente en su faz oculta, una pequeña mancha de sangre teñía la camisa blanca que llevaba, estaba en traje de oficina y una tenaza volvió a estrujar su pecho. ¿Por qué lo había arruinado? Debería estar trabajando, lejos de todo, pero había osado interferir, así que estaba bien que no pudiera defender a... su esposa. 

-He... Kuga- La molesta voz intervino muy cerca de su oído ¿Cómo le había permitido tal cercanía? Por quedarse absorta contemplando a Shizuru. Natsuki dio un paso más lejos de Tomoe, no por miedo, solo precaución, pero pronto supo que los Slave invocados por la de pelos disparejos, eran los que más debía temer. –Sufre...- Musitó con voz socarrona y antes de poder mirarla, salió disparada a varios metros de distancia. Algo la había golpeado en el vientre con fuerza y el dolor se hizo presente cuando su espalda golpeo contra el suelo, pero más tardó su caída que ella en levantarse. 

-Shield- Musitó con voz ronca, volviendo la vista sobre la los ojos turquesa de la otra, cuya sonrisa se borraba de sus labios al verla tan imperturbable. -¿Esto es todo?- Sonrió como si nada pasara y dejó sus armas a un lado, dentro de sus brazaletes. Ladeó la cabeza tronando sus huesos y tensos músculos, el sonido de aquello erizó la piel de Tomoe ¿Acaso era absolutamente insensible? 

Por toda respuesta la peliverde perdió la cordura, sus facciones se descompusieron en un gesto de ira y locura. -Mátenla- Dijo quedamente a la aparente nada. 

Al fin se dejaron ver, los Shield, unos Slave amorfos, de tono blanquecino y traslucido como la bruma, con aspecto semihumano, sin ojos, pero una gran boca llena de filos dentados, alargados brazos y piernas, con una cabeza ridículamente pequeña en comparación con su torso, eran entes peligrosos, solo porque tenían dominio sobre un poder nunca antes visto en las criaturas anteriores, ellos poseían telequinesis. Las criaturas mostraron el filo de sus dientes en lo que pareciera una sonrisa. –Háganla sufrir- Ordenó su ama y un brillo sádico rodo por sus labios, donde una sonrisa cruel aparecía. 

Natsuki sintió una fuerza que la empujaba hacia el suelo, tal como si la gravedad hubiera aumentado 20 veces en su lugar y en efecto el pasto destrozado se hundía levemente con la tierra como si le pasara una aplanadora. –Ella fue mía incontables noches- La voz divertida de Tomoe llegó a los oídos de Natsuki y esta plantó la rodilla en tierra como si la fuerza le abandonara al escuchar aquello. 

-En el altar afirmo amarme por una eternidad, toda nuestra vida- Prosiguió la de melena dispareja al ver el efecto que sus palabras tenían sobre la pelinegra. –Es mía- 

Natsuki apoyó las manos en el rocoso suelo, gotas de sudor bajaron por su mejilla hasta su barbilla, mientras el peso de la gravedad aumentaba y su cuerpo crujía. La morena tensaba la mandíbula en esa postura, se mordía los labios en un esfuerzo sobrehumano por no dejarse vencer, levantó la cabeza pese al impedimento físico y sonrió nuevamente a Tomoe, altiva y sin una muestra de debilidad o dolor en su fino rostro. –Su co...corazón sigue... siendo mío- Respondió con voz grave y agitada, mientras el peso doblaba levemente sus brazos. 

-¡Aplástenla! ¡Como el gusano que es!- Gritó Tomoe con voz aguda y mucha ira, a la par que con sus manos hacía un ademán de ¡Abajo! Como si ella misma aplastara a Natsuki. 

La sensación fue absolutamente insoportable, a su lado y bajo ella el suelo se hundió con más brusquedad al menos dos metros hacia abajo y su brazo crujió sonoramente, se había dislocado completamente el brazo, mas no gimió de dolor, no le daría tal placer. La fuerza aumentó con el pasar de los segundos y su cuerpo se desplomó sobre el suelo incapaz de sostenerse con su mano, pero se sintió como si hubiera caído de un decimo piso y en plancha. Aun con el cuerpo adherido a las rocas y la tierra, sentía como cada parte de su cuerpo era comprimida violentamente, cerró los ojos sintiendo la sangre salir por sus labios y sabía que de seguir así en breve serían sus viseras. No podía moverse, escuchaba las risas de quien la oprimía y la bruma muy cerca del olfato, mientras las gotas afectadas por la gravedad, eran como agujas que se clavaban en su espalda, su columna estaba a punto de romperse... ¿Moriría ante su presa? ¡De ninguna manera! Pero... ¿Cómo salir si no podía moverse? 

-Esto... va a doler- La pelinegra cerró los ojos intentando pensar en algo que no fuera el dolor, pero vaya que tenía que esforzarse. 

-Ara, mi Natsuki es una caja de sorpresas- Sonreía mientras me miraba en el suelo, a la par que yo pasaba un paño por el piso de madera y... tenía un pañuelo puesto en la cabeza. Rayos ¿No que tardaría dos horas más en el trabajo? 

-¡Shizuru!- Siempre ese maldito sonrojo delator, ¿Por qué no nos sonrojamos donde no nos vean? ¿En las nalgas por ejemplo? ¡Espera! ¡Esas me anda mirando ahora mismo! Me puse de pie de un salto, estrechando el maldito paño con mucha vergüenza. 

-¿Qué hace mi novia en esa pose tan provocativa y a sabiendas que lo hace en mi ausencia?- Comenzó a golpear el suelo con su tacón y en esa pose de ¡Natsuki Ikezu! 

-Había dejado caer mi mayo en el suelo y pensé que si Shizuru veía la mancha de grasa en el pulcro suelo de su apartamento, entonces...- mmm que rico beso, ¡Dios! Seré adicta al sabor de sus labios toda mi vida. 

-“¿Cómo pudiste fingir tan bien? ¿Cómo no creer que me amabas?”- 
Una ira inconmensurable llenó a Natsuki, mientras las traicioneras lágrimas se confundían con las gotas que caían del cielo y lastimaban su piel, como si de una golpiza se tratara. 

-¡TE ODIOOOOO!- Un gritó de dolor e ira fue escuchado fuera del abismo, Tomoe respingo pues juraba que ya había matado y enterrado a la chica, mucho frío, demasiado helado se puso el ambiente, miró a su alrededor el vapor que soltaba su cuerpo, las gotas de lluvia convertirse en hielo a escasos centímetros del suelo. ¿Eran impresiones suyas o el suelo bajo sus pies se movía? 

Tomoe se inclinó levemente para mirar en el hondo hueco que sus Slave continuaban presionando, sus ojos amenazaron con salirse de sus cuencas en cuanto noto que una base plana hecha enteramente de hielo, luchaba por ascender a la superficie aun contra el descomunal ataque de gravedad de sus dos Slave. La chica trastabilló hacía atrás espantada, contempló atemorizada como estacas de hielo nacían del suelo como margaritas, se volvió a mirar angustiada a Shizuru y quiso llegar a su lado antes de que el jardín de hielo amenazara su existencia, pero al dar un paso en falso mientras los cristales emergían, bajo sus pies emergió intempestivamente una estaca de hielo cuyo filo se clavó en su brazo. – ¡AAAHHHH!- Un grito de dolor resonó en todo el lugar, mientras el hielo continuaba elevándose en altura y levantándola con fuerza, la carne de Tomoe se desgarró ante el peso de su propio cuerpo, destrozando su brazo antes de caer al suelo. Se sujetó a si misma donde una profusa herida sangraba a borbotones, con sus ojos pudo ver incluso el hueso expuesto, entre los tendones mutilados. 

Abatida por el daño recibido levantó la vista para ver como la plataforma de hielo se elevaba, desde el suelo vio a una sangrante Natsuki emerger de las profundidades del abismo que había creado para ella, y que se levantaba contra la fuerza descomunal sobre ella, solo para notar como altivamente se ponía de pie. Aun si estaba exhausta y lastimada, la pelinegra sonreía mientras se acomodaba el brazo dislocado, con un tirón estaba en su sitio, pero no... no había sufrimiento en su faz ¡Eso no podía ser así! 

¡Monstruoooo! Pensó con terror una pálida Margueritte cuyas lágrimas desbordaban sus mejillas. -¡¿Por qué no mueres de una maldita vez?!- Se agitó con enconó en su voz, el más leve movimiento le hizo sentir la agudeza de su herida, se revolcó de dolor en el suelo, tratando de no desmayarse ante la perdida de sangre, la punzante agonía no se lo permitía y era por ello que lo aumentaba arrestándose para no ceder ¡Ella no la derrotaría! 

Los Slave obedecieron con prontitud la silenciosa idea homicida de su ama y cambiaron el sentido de su ataque, de vertical a horizontal. Natsuki abrió sus ojos, antes de sentir como todo su cuerpo era arrastrado con fuerza, sus pies se desprendieron de la tierra, se elevó a una gran altura y la telequinesis desapareció, su cuerpo fue jalado de nueva cuenta, cayó entre las ramas de un árbol rompiéndolas a su paso, hasta yacer otra vez con la cara en el pasto. 

Sin mayor dilación y pese al golpe, la Kuga se puso de pie dolorosamente, comenzó correr en zigzag esperando evadir los siguientes ataques de los Slave y lo hizo por los pelos, sentía a sus espaldas el efecto de succión y embudo de cada ataque que pretendían golpearla nuevamente. Natsuki escuchaba los vidrios romperse, los ladrillos triturarse y los gritos, de aquellos infaustos que no salieron de las aulas a tiempo, pero eso no le importaba en lo absoluto, ella... estaba a salvo. A su paso y cerca de los edificios del campus, se hacían grandes huecos que como cuadros gigantes, se introducían las paredes y estructuras haciendo destrozos verdaderamente grandes, los edificios comenzaban a colapsar en tanto más se alejaba del jardín de Kiray y las victimas de su batalla se hacían más numerosas. Natsuki había actuado con discreción, si en su afán homicida Tomoe olvidara a quien yacía dormida en el árbol, oh... como le haría daño lastimando a Shizuru, pero con suerte era la única flaqueza que la chica no usaría en su contra. ¿Rayos no debería ya haberse desangrado? Maldita Tomoe, era una cucaracha muy difícil de erradicar. Fue su error subestimarla... 

Continuó corriendo a todo lo que daban sus piernas, necesitaba y con urgencia una manera de eliminar a los Slave, sabía que esas cosas no necesitaban moverse de su sitio para atacar, la miraban con sus inexistentes ojos, los de su mente y solo por eso, pese a la distancia estaban haciendo añicos cada lugar que pisaba. Repentinamente una idea surcó su mente, ¡Es momento de usar el cerebro Kuga! Dio una larga vuelta con el ánimo de volver al sitio donde deberían yacer sus verdugos, pero tenía que usar el camino más largo, con todo sabía que no podía escapar por siempre.

Natsuki se detuvo intempestivamente, mientras las hondas de gravedad se acercaban a ella peligrosamente y a unos 100 metros a sus espaldas. Los ojos azules miraron el imponente edificio que se alzaba al frente y que le truncaba el paso, no podía saltarlo, aun con las nano máquinas en su cuerpo, no podía hacerlo. –Mierda...- Corrió abriendo la puerta de una patada, comenzó a subir por las escaleras que se hacían interminables, mientras las hondas comprimían todo a su paso varios pisos abajo. El edificio se estremeció hasta sus cimientos, sus columnas colapsaron y la pelinegra llegó por muy poco a la azotea. La gran estructura comenzó a inclinarse en ausencia de sus soportes, el suelo bajo los pies de Natsuki a fisurarse, tuvo que saltar un par de veces para no caer al abismo, llegó al borde de la barandilla de seguridad y con la increíble fuerza de sus piernas se estiró hacia el cielo... un segundo después el edificio entero fue removido del suelo y arrojado por una honda, encima de otra de las construcciones de Kiray. 

En el aire Natsuki contempló a lo lejos los helicópteros y unidades de emergencia que venían hacia allí por las autopistas principales, tardarían lo suficiente con los trancones a esas horas, pero las aeronaves llegarían en poco tiempo. Con el viento agitando su oscura melena, estiró los brazos antes de materializar sus armas, con increíble precisión realizo un disparo, otro y otro, los rayos azules impactaron en los helicópteros a unos cuantos kilómetros de allí. –No quiero interrupciones- Musitó volviendo la vista al derruido jardín que en otrora se hubiese contemplado hermoso desde el aire. 

Estaba en el mismo lugar, sus clases habían concluido y pensé que sería una gran idea sorprenderla, pero su secreta manera de mirar me causo demasiada curiosidad. Nacían mis celos, maldita la forma en que acariciaba las flores del jardín, molesta gruñí por no ser el entero objeto de su atención y cuidado. ¿Eran flores no? Me dieron ganas de patearlas y hacer estropicio, pero me abstuve porque sería un berrinche que ni al caso. 

-Nosotras nos conocimos en un lugar así, aunque ese era más hermoso- Su voz y su cálida forma de mirarme derritieron por completo mi frialdad, una sonrisa lleno sus labios y sus dedos acariciaron mis mejillas... no supe porque me ardían las mejillas. –Natsuki quería asesinar una linda flor- 

-Estaba triste, enojada... ¿Por qué esa apacible flor era más feliz y radiante que yo?- Respondí casi por reflejo, sin comprender porque decía aquello o porque una lágrima resbalaba sobre mi mejilla. Así sus tibios brazos me acurrucaron y sus labios secaron el llanto inconcluso en mi rostro. -¿Acaso Natsuki no es feliz ahora?- 

-Tanto... tan feliz que temo despertar algún día de este hermoso sueño- Me abrazó con más fuerza, sentí su respiración romperse y sus propias lágrimas nacer de sus ojos rubí. ¿Temes lo mismo que yo... Shizuru? 

Pero su distracción le costó muy caro, sintió el golpe de una plancha contra su cuerpo, como si una roca se hubiera elevado hacia el cielo, sus brazos se estiraron dolorosamente al igual que sus piernas en una postura antinatural, rebotó ante la fuerza invisible y su cuerpo fue recibido por el enmallado de la cancha de tenis contigua al jardín. –Qui... quieres rom... romper cada hueso de mi cuerpo...- Natsuki cerró un ojo en una mueca adolorida, seguramente se había roto una costilla. 

-Romperé cada hueso, y verterás cada gota de tu maldita sangre...- Era la voz de una Tomoe totalmente tranquila que caminaba en su dirección, siendo seguida por sus Slave, cuyas dentaduras se notaban rojas. 

Natsuki la miró silenciosamente ¡Se había amputado el brazo! En efecto Tomoe no contaba ya con esa extremidad, el zafiro rolaba sus ojos entre la mujer y los dientes de las criaturas. Comprendió con horror que les había entregado en tributo su brazo completamente inútil, a cambio de una mayor fuerza de ataque y la necesaria cauterización de su herida para seguir viva. Si quería jugar sucio, estaba claro que esa batalla la emparejaría a como diera lugar. – ¡Ven por cada gota entonces y cada hueso!- Levantó la fiera mirada, aun entre los mechones cobalto de su melena. 

Tomoe sonrió al ver la expresión de su rival y con un pequeño ademán de su mano dio una orden silenciosa a sus criaturas. Natsuki se preparó para otra honda de gravedad, solo tenía que mirar con atención, el rastro en el suelo cuando esta se abalanzara sobre ella. –Argg... cof cof- Natsuki tosió, volvió la vista sobre su hombro que dolía de forma inclemente, como si algo la hubiera atravesado sin dilación alguna. Se llevó la mano a la oscura herida que la había atravesado, dejando un hueco de carne viva y sangrante. Se miró confundida y se sostuvo como pudo de la malla para no caer al suelo. 

-Una honda comprimida...- Explicó Tomoe sonriendo, disfrutando del carmín que manchaba el suelo y la cara torturada de la pelinegra. –Cuanto mayor el sacrificio, más poderosas sus habilidades, mi brazo ha sido un justo precio por tu agonía Kuga- 

Pero Natsuki era una mujer en verdad terca, se rió descaradamente a pesar de sus heridas. -Para eliminarme tendrían que comerte entera... Margueritte- Le dedicó una mirada desdeñosa y Tomoe gruñó, levantó la mano con el ánimo de culminar la existencia de esa insoportable mujer. 

-Ara... esperaba que Natsuki diera más pelea- Una melodiosa voz les heló los huesos a las dos combatientes, ambas le miraron contrariadas. Los ojos de Shizuru eran más oscuros y su sonrisa, peligrosamente aterradora. 

-¡Shizuru-Onesama!- Bajó su mano por puro reflejo y entendida la orden los Slave generaron una lluvia de hondas comprimidas, Natsuki supuso que su hora había llegado en la imposibilidad de moverse, cerro los ojos y aguardó por el dolor, casi acostumbrada a la tortura física... pero fue sujetada por unos brazos y alejada del peligro. Sentía el peso de su cuerpo y sus parpados... querían dejar de respirar de una buena vez, ya nada era importante, la oscuridad se cernía sobre ella y... todo se apagó lentamente. ¿Qué nos pasó Shizuru? 
.
.
.

Era un trabajo sencillo, que se complicó bastante. Me confié y ese fue mi error, creí más de lo debido, ese fue otro error, me dejé sorprender, ese fue mi más fatídico error. Ahora, ¿Qué es de mí? Estoy tirada en una plancha de metal con mi verdugo asechándome, sus ojos rojos me miran con lástima y decepción, aquí que mis vergüenzas expuestas no importan mucho, porque necesita que mi piel esté descubierta, va a dolerme mucho, eso lo sé. Era un precio que conocía, por mis acciones y mis flaquezas. Yo, su arma más letal he sucumbido al sentimiento de la fragilidad, el amor... y a cambio solo he obtenido traición. Cierro los ojos y pienso en lo que salió mal, todo salió mal. Ahora en verdad, va a quitarme todo lo que tengo... mis recuerdos, los pocos que me quedan y sabe que sufro por ello, pero las lágrimas no salen de mis ojos. 

Vuelvo a pensar en ello, vuelvo a puntualizar mis equivocaciones. Era quizás demasiado fácil, seguí a esa chica a cada sitio sin ser vista por ella, no tenía nada especial, ninguna fuerza, ninguna posición importante en la política. Solo resultaba ser la segunda al mando de la Corporación Margueritte, era evidente al pensar en su apellido. Tomoe Margueritte, era la hija de unos desaparecidos padres y de un hermano muerto en sospechosas circunstancias pero de él, ni el se cadáver encontró, trágica familia ¿No es así?, la suerte y la fortuna se reparten de extraña forma. Esa tonta e infausta chica era también una de las mujeres más ricas de Japón, una mocosa acostumbrada a tener todo cuanto quería y una socia inútil a los planes de Nagi. 

No lamenté el destino que le daría, pedía a gritos ser liberada de la penuria que vivía, porque sus ojos estaban más atormentados que los míos... podía leer la demencia a lo lejos, la discordia y confusión en sus actos banales, en su forma humillante de tratar a los de más baja categoría. ¿Baja categoría? Quizás terminaría pensando como ella, una manía cuando tienes que estudiar a alguien para matarle, debes pensar como tu victima para prever sus movimientos, para anular todas las posibilidades... sin embargo lo que pasó nunca hubiese podido predecirlo. 

Era el momento de cumplir mi trabajo y volver a casa como si nada, lavarme mil veces las manos y hacer como que no veo sangre en ellas cada vez que hago esto. Pero, trabajo es trabajo, pasadas las horas como la parca que se vislumbra en la oscura noche, llegué a la que convertiría en su tumba, su morada. La seguridad de su edificio era, un fiasco, subí silenciosamente, use un par de trucos hasta que la puerta cedió fácilmente ante mis ganzúas electrónicas, me introduje sigilosa como la sombra y aguardé silenciosamente en la oscuridad. Según mis datos, la chica llegaría en algunos minutos, pero siempre fue aburrido esperar, hubiera fumado de no ser porque eso dejaría rastros de mi ADN en alguna parte y nunca es buena idea dejar huella, una hebra de cabello o vaho en alguna ventana, incluso debía evitar un forcejeo innecesario, todo tenía que ser limpio y discreto. Empero Nagi, quería hacerlo personal, una arma corto punzante había sido escogida, por esta ocasión mis juguetes... no eran necesarios. 

Oí el sonido de la llave-tarjeta y los cerrojos abrirse, preparándome para todo, ya casi degustaba el sabor de la libertad. Sin embargo ella no estaba sola, otras pisadas de tacón resonaban en la estancia y parecía que una acalorada discusión tendría lugar, algo conveniente, la muerta se la achacarían a otra... entonces ocurrió la primera distracción de la noche, una fragancia a jazmines y violetas atacó mis sentidos, un perfume suave y exclusivo, algo que me recordaba mucho a mi mujer ¡No era momento para pensar en ella! No debes mancillar su recuerdo con pensamientos como estos en circunstancias tan inoportunas Natsuki. 

-Últimamente pasas poco tiempo en casa... Estás lejos de ser la esposa que se espera de ti- Escuché la voz aguda y molesta de la chica a la que debía matar, así como su ansioso caminar que provenía de la sala de la casa, yo estaba en la habitación de audiovisuales bajo el cobijo pleno de la oscuridad, pero la escuchaba con total claridad, incluso su respiración agitada a causa de la ira. –Ya no pasas la noche aquí, te ausentas de las reuniones del consejo cuando ¡Eres la presidenta ejecutiva de nuestra corporación! Eso no me importa, si no quieres trabajar más en esto está bien, incluso si desistes de mis invitaciones, pero no soporto la idea de que sea por otra... hace mucho que ¡No me tocas!- Wo, que directa, una a una Tomoe puntualizaba las falencias de su matrimonio y yo me preguntaba quien en su sano juicio desposaría a esa maniaca. -¡Tienes una amante! ¿La prefieres a mí? Sabes que no es problema que te diviertas un poco, pero de ningún modo lo tolero si solamente tienes tiempo para esa... esa...- Por alguna extraña razón la chica peli verde calló, aunque yo en mi posición sentía cierta alerta por el aura oscura del lugar. 

La otra dama aguardaba silenciosa en el sofá, era una molestia no poder verle la cara, alguien capaz de aplacar a esa loca merece mi admiración, aunque no fue muy cuerdo casarse con ella, desde mi posición apenas podía ver las contracciones en las caras energúmenas de Margueritte. Me deslicé lentamente hasta una de las inoportunas columnas que me tapaban la vista de la escena, tenía que encontrar la oportunidad para matarla, un descuido de la esposa de mi víctima, un corte limpio en el cuello y todo estaría listo, la huida era lo de menos. 

La señora de Margueritte se levantó de la comodidad de su asiento y tuve que arrastrarme por la parte de atrás del gran sofá, que mujer tan aguda, sentía la intensa mirada de esa desconocida buscando algo tras la columna donde segundos antes estaba yo escondida. –¡No me ignores!- Algo que agradecer a Tomoe, atrajo la atención de la mujer con tacones Prada de la última temporada, era lo escaso a la vista, mirando por la rendija bajo el sillón y yo ya no sentía la presión de esa celosa mirada buscando lo que no puede ver, a mí. –Estoy harta de tu silencio, de tus evasivas... ¡Dime algo por lo menos!- 

Escuché dos pasos, un fiero agarre y el sonido de un beso, un jadeo. Ya sé quién tiene los pantalones en esta casa, o la falda, como mejor se vea. –One...-sama- Eso sonaba muy lúbrico para tardar poco. Argg, ¿En serio? No me digan que tendré que esperar a que tengan una sesión romántica antes de poder hacer el trabajo. ¿Por qué estoy esperando? Las elimino a las dos y ya, ¡No! Su esposa es inocente, paciencia y no tendrás que matar a nadie más, entonces ya nadie podrá llamarme Zafiro. La ropa empezó a salir volando ¿Cómo lo sé? El chaleco de la Boutique Dior me dio de lleno en la cabeza... y como lo próximo sean pantis, no respondo de mí. 

Cuando estaba por levantarme de ahí y matar a las dos mujeres sin contemplaciones, oí los tacones de la más alta, su sombra proyectada a mi vista en el suelo se movía, la mujer se desplazaba hasta la cocina y yo tengo visiones, esas piernas ¡Las conozco! Las he besado incansablemente tantas noches, pestañee con un intenso malestar, tratando de razonar un poco... mi Shizuru usa ropas de secretaria, pero esta mujer es lo que parece una ejecutiva de élite, su sola ropa cuesta el salario de un año de mi amada y bueno ella no haría semejante despilfarro, con las cuentas de la universidad y todo, no me deja ayudarle ni un poquito con eso. –No me dejes así- Suplicaba la otra de pelos disparejos a la par que la seguía. Baka, ¡Desperdiciaste la oportunidad! Ese tiempo que ocupé pensando, hubiera sido suficiente para eliminarla, ahora tenía que esperar, otra vez. 

-Acaso estas... ¡¿Jugando con niñas tontas por ahí otra vez?! ¡No me ignores Fujino!- Ahora Tomoe si estaba enojada y a mí la situación se me antojaba uno de esos malos dramas que presentan para las señoras en la jornada de la tarde. – ¡No huyas de mí!- Pero pronto del silencio, el pitido de la tetera y el aroma a té rojo me atrajo, ¡Olvidé hacer la despensa! Shizuru va a matarme, volveré con una caja grande de té rojo, así no estará enojada y también un pote grande de mayonesa, ayer se nos agotó. ¿Qué tonterías estoy pensando? Este no es momento para trivialidades, pegué la espalda a la pared que daba a la cocina y estreché entre mis enguantados dedos la empuñadura de mi cuchillo. 

-¿Cómo que tienes un viaje de negocios? No se me ha informado de nada de eso- ¿Qué? ¿A qué horas dijo nada esa mujer? Ah sí, el pitido de la tetera. 

-Toma- Una melodiosa voz, pero tan fría ordenó tendiendo a Tomoe una taza de té caliente. Ese sonido es tan familiar, pero... no es posible, estoy tan desesperada por volver con mi amada que ya hasta la escucho hablar, aunque ella nunca sería tan fría, por otro lado le dijo... Fujino, la mía se apellida Viola. Calma Natsuki, estás perdiendo la calma, hay mucha presión con este trabajo, solo se requiere más paciencia, la que no tengo. 

En mis distraídas cavilaciones no me percaté de que algo más ocurría, algunas cosas se rompieron allí dentro y estuve tentada de entrar en la cocina para defender a la señora de Margueritte, pero de soslayo vi a la de pelos disparejos tirada en el suelo cuan larga era. Un suspiro resignado y debí volver al cobijo de la sombras, esa... esa mujer había drogado a su esposa y esta convulsionaba en el suelo con, con... ¿Jadeos sexuales? Escuché como la tal Fujino levantaba a su mujer en sus brazos, se las arreglaba para caminar con ella a cuestas y ¡En tacones! 

Vi el contorno del cuerpo de la desconocida alejarse por los oscuros pasillos, apenas pude notar que era castaña, con una moña formal y un pálido cuello, caderas pronunciadas y una espalda verdaderamente delineada. ¿Hasta esposa guapa tenía esa mocosa? No quedó otro remedio que salir al balcón y saltar al otro, que daba al cuarto de las dos mujeres, solo tenía que esperar a que Fujino la dejara sola un momento. Aquello no tardó mucho, después de desnudarla y arroparla, salió por la puerta a paso presuroso, cerró la puerta y yo sonreí, moví con lentitud la vidriera del ventanal, me deslicé con cuidado y pasos silenciosos hasta la cama, allí estaba Tomoe Margueritte, indefensa y susurrando a tonos escandalosos cuanto deseaba que su ausente amante le hiciera, era asqueroso. Con el filo del metal brillando en mi mano apunté a su corazón... quería que se callara de una buena vez. 

Escuché el viento cortarse y el instinto me indicó moverme atrás de un salto, buen instinto, vi un cuchillo clavado en la pared, de haberme quedado estaría malherida y sangrante. Volví la vista hacia la puerta, pero la oscuridad solo dejaba ver desde la cintura donde la camisa de diseñador yacía desfajada, la falda de un gris azulino llegaba justo a las rodillas, las esculturales piernas y los tacones de cuero negro. Me puse alerta y apunte en una nueva dirección con mi arma, una pena señora de Margueritte, no quería tener que matarte. 

-Ara, un vil ladrón osa entrar en mi hogar... no se saldrá con la suya- La sangre se heló dentro de mis venas inmovilizándome instantáneamente, ese acento... esa voz, mis ojos quisieron salirse de sus cuencas y puede que de la máscara que me cubría la cara. Un segundo cuchillo vino contra mí, pero esta vez se enterró en mi carne y siguió su camino hasta la pared, el escarlata de mi sangre adornando el filo y la que manaba de mí terminó manchando mi costado, no tiró a matar... solo era una advertencia, pero el dolor que sentí por ello, era insignificante comparado con la herida que se abría a pasos agigantados en mi corazón. 

Ella dio un par de pasos, yo retrocedí otros tres, temerosa de la verdad ante mis narices y la luz de la ventana al fin me mostró su rostro, finas facciones, carmines labios... sensuales, fatales ojos rojos, mechones ocres desperdigados por su faz, el sutil desabrochado de algunos botones en la seda blanca de su camisa dejando una vista excelente de su pecho, era Shizuru, mi Shizuru... no, su Shizuru. Miré con desdén a la gimiente mujer en la cama, tenía que matarla, estiré la mano contra ella. –Apártate de ella, o te mataré- Se adelantó a mis intenciones con su tono de advertencia, Shizuru se mostraba tan segura a pesar de no tener ya ningún filo entre sus manos... falso. 

Clac y unos brazaletes como los míos brillaron con su intenso rojo, una Naginata nacía de la nada... ella, era una Otome. ¡Mentira! Contemplaba ante mí a la persona que amaba, y descubría que... no sabía nada de ella, casada, ejecutiva realmente exitosa al cargo de una corporación entera, una mujer que había fingido su soltería y el ser solo mía, porque de mía nada, yo solo era otra de esas niñas tontas con las que se divertía... y pensar que en dos meses le iba a pedir que se casara conmigo, tonta de mí. 

No había tiempo para pensar, ella lanzaba la honda de su arma en mi contra, me moví, y tras de mí los cristales se rompieron, la pared crujió, cayó una parte de ella, desde el abismo que suponía el último piso del edificio. ¡Protegía a su esposa! SU esposa y que amargo me sabía el pensamiento, desolador, ¡Traición! Pero no salía del shock... Otro movimiento ágil de su arma, no me moví, cerré los ojos simplemente, la muerte era por supuesto una imaginación cálida comparada con lo que estaba viviendo. Sentí un golpe en mi cabeza, y algo tibio bajándome por la frente, la máscara se partió en dos y abandonó mi cara por efecto de la gravedad, solo entonces sus ojos rubí se llenaron de una angustia inconmensurable. 

-Nat...suki- Susurró con voz temblorosa y su mano soltó la Naginata entre sus dedos, el metal hizo eco al caer contra el suelo. 

-Hazlo, tal vez... así puedas concluir tu trabajo, porque ya no queda nada bueno dentro de mí- Tal vez mi cara no podía ocultar mi sufrimiento, mi cólera, o era mi alma que a través de mis ojos delataba el infierno en el que me había sumergido, mi pequeño oasis se había desmoronado en segundos, mi mundo igual... todo era una mentira que me hubiera gustado soñar por más tiempo. 

-Kanina... Natsuki- Comenzó a llorar repitiendo una y otra vez esa palabra, caía de rodillas al suelo suplicándome, pero un perdóname no era suficiente para la verdad que tenía frente a mí. 

-Déjame matarla y te perdonaré- Musité con voz gélida, pedía su permiso, solo porque si se interponía... yo no podría levantar mis armas contra Shizuru, a pesar de todo, la amo. 

Retiró las manos de su rostro lloroso y me miró abrumada, su negación con la cabeza terminó con mis esperanzas ¡Era su esposa! ¿Qué esperabas Kruger? ¿Qué dijera si, matar a Margueritte y escaparte con Shizuru? ¡Ilusa! Soñarías, imaginarías que no eres la asesina a sueldo que mandaron para eliminar a su mujer, o que ella no es la mega empresaria de la corrupta corporación Margueritte, tan dispuesta a luchar por esa cosa durmiente que no para de mojar la cama con sus tórridos fluidos, que te permitiría todo a ti... ¿Por las incansables veces que juro amarte? No, Shizuru no ama al monstruo frente a ella, ella lucha por esa cosa drogada que es su esposa, que más pruebas que las heridas en tu carne para saberlo. No busques más pruebas, no... Idiota ¿Querías ver el anillo en su dedo, no? Masoquista... ¡Ahí lo tienes! Un diamante rosadito que no podrías pagar en un año, bueno si podrías, pero no con ese cochino dinero de mercenaria, con el honesto del taller mecánico puede que dos años. 

-¡Natsuki!- Me llevo la mano al rostro para cubrirme y apretar, con la esperanza de calmar las punciones dentro de mí. Su mano en mi muñeca retira el velo de mi faz. –Escúchame por piedad... es muy complicado pero, tienes que saber que yo no siento nada por Margueritte- Claro, y me ha apuñalado con un cuchillo por deporte, si fuera alguien normal ahora estaría muriendo desangrada. 

-Eres ¿Quién eres?- Solo eso necesito saber, lo demás prefiero no pensarlo. 

-La persona que daría todo por ti- Me sujeta el rostro, mientras el suyo no para de soltar lágrimas y no sé qué me duele más, que llore o que todo esto diga traición por todos lados. –Pero no puedes herirla o... sellaras un destino terrible sobre nosotras- Por dios, ¿Tanto vale esa mujer que no puedo calmar mi sed de venganza con ella? 

Dejo caer a un lado mi cuchillo. –Está bien... no le haré daño- Sé que me estoy condenando al decirlo y me mira incrédula ¿Es que dudas de cuanto de amo? Voy a renunciar a todo por ti, incluso a la vida. –No voy a herir a tu espo..sa- Quisiera escupir ese honorifico con veneno, esas palabras que me estrangulan el alma y me estrujan el pecho. 

-Natsuki...- Siento sus labios sobre los míos y es tan doloroso, sé que la besaste hace un rato, esto no me consuela ni un poco. 

Me zafo, me doy la media vuelta, confundida, con malestar e incluso con ganas de devolver el estómago, me miro de pie frente al vacío de lo que queda del balcón, sus cuchillas son realmente mortales, mira nada más el destrozo. Aun con el viento golpeando mi cara, no... no logro reaccionar, es todo tan surreal, ojala estuviera soñando y fuera una pesadilla. Por otro lado, Mi lord sabe que he fallado, que lo he traicionado, escucho el sonido de los helicópteros a cierta distancia de aquí, incluso los vehículos en las calles cercanas, viene por mí... siento unos brazos amarrarme, uno bajo mi brazo extendiéndose por mi pecho hasta mi hombro y otro receloso sobre mi cintura. –Kanina... Natsuki- Por favor, para de decir eso que suena a que perdí más que la vida aquí. 

–Shizuru... suéltame, por favor- Creí que si esto pasaba montaría en cólera, mataría a alguien y dejaría atrás a quien me hubiese traicionado, pero... esta sensación es familiar, es agotadora, estoy tan triste que no tengo fuerzas para hablar, solo quiero saltar, caer de cabeza contra el pavimento sería ideal, aunque... eso no me mataría, creo. Pero ella no me obedece, solo me abraza con más fuerza, su llanto humedece mi cuello y su Kanina parece ya un mantra, tan repetitivo que se hace molesto e insoportablemente doloroso. –Suéltame- Digo de nuevo y un sentimiento enérgico, oscuro, incluso demoniaco comienza a llenarme por dentro. -¡Suéltame!- No me toques con las manos que la tocaste a ella, no me beses con los labios que fueron suyos, no me hables con esa voz falsa, no pretendas que olvide, que perdone... lo que no puede ser perdonado y mucho menos olvidado. Vete, vete a tu vida de deslices, yo no quiero ser uno más. 

-¡Vete!- Grito mi último pensamiento, mientras me deshago de sus manos y me volteo a verla, desprecio los brazos que intentan sujetarme angustiados, los labios que suplicantes pretenden otra vez besarme. ¡No es momento para eso! -Con un demonio ¡Escúchame!- Le aprieto las manos como mejor puedo para que las tenga quietas y me topo con sus ojos confundidos. 

-Vete muy lejos, lejos de mí, llévatela a un mundo aparte para que no pueda matarla, porque alguien lo hará y tu cuento de hadas se va a acabar, conmigo o sin mí... el no dudará, prescindirá de mí pero siempre habrá alguien dispuesta a cumplir sus deseos... pues a fin de cuentas yo solo soy una herramienta desechable ¡Entiéndelo! Este es el adiós definitivo... adiós Zuru- ¡Eso! Da unos pasos lejos de mí, ¡Eso! Apártate... porque no sé qué va a pasar y siento mucho miedo, el pitido... ¡No! Dentro de nada tendrá el control de mí. 

-No digas eso... ¡Nunca digas adiós!- No me pongas esa carita, que es por tu bien. –Yo amo a Natsuki... si me permitiera explicar, ella no es mi esposa, no estoy aquí por ella... solo quiero liberar a Natsuki de él... la única forma era...- Pero ya no puedo oírla, el pitido en mi cabeza es tan fuerte como una migraña, alguien se ensaña en partirme el cerebro en dos. 

Pero el dolor, la sordera bajo el sonido apabullante en mi mente... Ahora lo entiendo todo, ya no importo, yo he fracasado, va a costarme todo... solo hay algo que no voy a entregar y eres tú Shizuru. Niego con la cabeza y hago un ademán de silencio con mis dedos. –No puedo escucharte ya- Se desespera e intenta dar un paso cerca de mí, niego con la cabeza y pongo mi mano en su pecho para hacer la distancia entre las dos. –No se trata de mis celos, apártate de ella, me enviaron a matarla por alguna razón... él no se detendrá sin importar que... si estas cerca, si eres obstáculo las otras que vengan te eliminaran sin piedad y no habrá nada que pueda hacer. Busca un lugar seguro, porque si vuelve a enviarme, entonces... le mataré y si interfieres... te mataré- Me mira aterrada, acabo de amenazarla de muerte, ojalá fuera mentira. 

El pitido y siento que mi corazón late a una velocidad antinatural, es horrible saber que el mensaje es contra mí, que las maquinas que regeneran mi cuerpo ahora se unen para destrozar los tejidos de mi corazón y en vano me sujeto el pecho, el dolor es insoportable, tengo a mi peor enemigo dentro de mí, porque el mismo cosquilleo nace en mi cabeza, va a borrar mis memorias, va a tomar el control y yo seré el monstruo de tus pesadillas. ¡Escapa de mí Shizuru! 

Sonrió amargamente tratando de ocultar el dolor, la tortura a la que mi maestro me somete en la distancia, me arrodillo sabiéndome poco el aire, escupiendo sangre en la tos, mi cuerpo se debilita ante el sangrado interno y me cuesta mucho, mantenerme consciente. Shizuru intenta acercarse para auxiliarme, como si pudiera hacer algo. -¡Aléjateeee!- Ahí se fue mi última bocanada de aire, pero mi voz grave le espanta y ese segundo, ese tenue movimiento es todo lo que necesito para apartarla de un empujón. La mano en la pequeña porción de suelo que me separa del abismo, la pared de cristal que formo a nuestros pies, que rompe el cemento y la encierra dentro del cuarto junto a su esposa... ya no hay suelo, solo la gravedad atrayéndome. Sé que cuando abra de nuevo los ojos, volveré a servir fielmente a Nagi, solo si él decide no matarme. Que sería mejor, eso claro, porque... estos cálidos sentimientos en mi corazón, tal vez ya no estén aquí cuando despierte, ojala no despierte. 

No supe que paso después de que encerré a Shizuru en esa placa de hielo sólido y caí desde sus 20 pisos de altura, creo que me atrapó Azula, solo recuerdo su aroma a menta, siempre protegiéndome... debí haberte amado a ti pequeña, ahora heme aquí en la placa de metal, me has entregado a él, a tu padre, no te culpo, todas le tememos. Nagi esta tan enfadado conmigo, me conectan a un sinfín de cables, ponen esa placa en mi cabeza... está por hacerlo, sería bueno que me despida de mis recuerdos dulces... Shizuru, que será de mí sin ti. Espero verte, en otra vida a ser posible. Tonta de mí, hay cosas peores que olvidar, y eso es... recordar. 

Comenzaron a plagar mi mente de muchos datos, muchas imágenes, todas ellas memorias que guardaba mi mente en lo más recóndito de mí, en el olvido. Vi ante mis ojos cada una de las miserias de mi existencia aunque los tuviera cerrados, las horribles escenas de la muerte de mi madre, la venganza, el carnaval de las Hime, a Shizuru aprovechándose vilmente de mi cuerpo inconsciente tras el ataque de Nao, lo hizo contra mi voluntad, sus ataques, sus matanzas... sus promesas, nuestros secretos, sus desprecios cuando intentaba protegerla como guardaespaldas... su relación con Margueritte, sus besos a mi lado, sus momentos de intimidad en un video de mofa que sabía desgarrar todas mis flaquezas, mis temores, sobrevino mi amenaza de matar a Margueritte si la desposaba, le pedí casarse conmigo, la desposó sabiendo de mis sentimientos, que me entregué y fue la primera para mí, pero eso no significó nada... juegos, mentiras, la doble vida, casada pero conmigo como amante, hasta ese momento en el apartamento de Margueritte, la verdad ahora tenía un tinte diferente... la proteges, la amas a ella, me hieres, me destrozas... yo... yo... te odio. 

.
.
.

-Despierta... despierta... ¡Despierta!- Escuché una voz lejana y sentí calor en mi ¿Cuerpo?... Ara, no tenía cuerpo, ¿Me lo habrán birlado? Esa voz... –Kiyohime- Pero no tener cuerpo significa que... -¿He muerto? ¿Ha vuelto a matarme Natsuki?- Estaba demasiado oscuro, todo estaba en silencio y no sentía nada, salvo esa tibieza en alguna parte de mí. Morir, morir de nuevo no era el problema, las últimas imágenes me torturaban con crueldad, sus palabras, el gatillo, el disparo y... ¡No lo soporté! Su odio... creí que si algún día Natsuki delataba ese sentimiento por mí, entonces me alejaría y aun con la zozobra, sobreviviría en una eterna agonía... así lo pensaba cuando se mostraba tan fría en Fukka, sin embargo... ahora. 

No tener conmigo más que sus desprecios y su desdén, siendo soportable por el peso de mis culpas... ella, lo dijo, en cuanto escuché esas palabras, perdí la fuerza para luchar ¡Hubiera preferido otro desconcertante beso! Aquella fue una buena forma de morir, en sus brazos y con su amor, volvería a vivirlo por ella e implorar su perdón con el llanto en mis ojos, allí... en el campanario.

–Idiota- Volvió a quejarse mi otro yo y me levanté, pero no con mi cuerpo, solo mi espíritu. -¡Kiyohime! No es momento para estas cosas y ¿Dónde diablos estamos?- Ara, dos semanas conviviendo con mi Natsuki y se me han pegado sus modos. 

Como dicen por ahí, se hizo la luz, ante mis ojos se mostró un jardín antiguo y derruido, era una vista lamentable, el moho y las aguas corriendo tras haber destrozado la roca, no quedaba piedra sobre piedra, solo el agua cristalina que caía de un pequeño arrollo y se desperdigaba sobre el suelo, hasta nuestros pies. Ho... no tengo pies. –Este es mi hogar... con el paso del tiempo solo quedan sus vestigios, sus pedazos... he estado esperando siglo tras siglo para emerger de entre las sombras- Entonces la vi, a una mujer pálida, alta, de hermosos cabellos castaños y unos ojos como los míos. ¡Kiyohime! Sonrió al ver mi cara de entendimiento, si es que yo tuviera cara. Se veía hermosa a pesar de todo, con un Kimono ceremonial, su indumentaria estaba hecha completamente de tela negra, todo en ella delataba el luto y sus manos, estaban llenas de purpura y sangre, se la veía como si acabara de llevar a cabo una cruenta batalla, ella estaba...

-Muerta Shizuru- Levantó su mano y retiró un poco la tela de su Kimono, unas heridas del mismo tono, purulentas se escondían incluso bajo sus prendas. –Es veneno- ¡Déjame decir algo por lo menos! Río ligeramente al leer mi desconcierto, se veían terriblemente dolorosas. –Ya no duelen- Musitó tranquilamente. Entonces su fino rostro se mostró serio. –Nataru...- Su expresión se tornó melancólica y afligida. –Corrompen a mi amor... ¿Y tú prefieres descansar?- Me dedico una mirada llena de reproche, que punzada de culpa se alojó en alguna parte de mí.

-Con el tiempo que pasa es claro que fracasé, Natsuki seguramente ya ha matado a Tomoe- Musité amargada, fallar... si pudiera llorar lo haría, pero sin cuerpo no hay lágrimas. Ella negó con la cabeza. –Tomoe la matará en poco tiempo- ¡Imposible! –Siguen luchando, incrementando su sufrimiento, su ciego odio por ti... no dejes que Natsuki muera, tampoco puedes dejarle matar a... esa mujer, Tomoe Margueritte- Casi escupió el nombre fastidiada y la comprendía tan bien. Desvié la mirada sobre mis inexistentes pies. –Si Natsuki se empeña en matarla, no podré detenerla- También deseo hacerlo. 

-Ara, Shizuru siempre malentiende mis palabras...- Sonrió ladinamente antes de darme la espalda. – ¡Kiyohime!- Grité su nombre antes de sentir que era succionada por alguna clase de embudo y...

-Como duele- Shizuru se llevó la mano al costado, cuanto esfuerzo requería respirar, la tela estaba manchada de sangre y sus ojos miraban borroso en derredor de si. Se frotó cansada sobre los parpados y al volver la vista frente a ella con algo más de nitidez, contempló una serie de destrozos dignos de una batalla, una de nivel muy similar a las que vivieron en Fukka. La castaña se levantó apoyando las manos en el tronco, había jurado que el disparo de Natsuki le hizo un daño muy superior, tan cerca de ella que debió matarla en un santiamén, pero no era así, aunque ello no evitaba que doliera cada miserable respiro. 

Tomó su Naginata ayudándose a caminar y escuchó los destrozos que ocurrían no muy lejos de allí, pensar que quizás su amada estuviera en peligro le hizo olvidar completamente el daño recibido. Corrió como si la vida se le fuera en ello, atravesó el basto jardín de la universidad que ahora parecía un sitio recién demolido, con huecos y demás suerte de obstáculos. Shizuru se detuvo brevemente, le pareció sentir un temblor en medio de todo, pero el sonido delataba un edificio colapsando y que edificio, no era uno pequeño, si hasta polvo y viento se levantó tras los árboles. ¡Eso ni en Fukka se había visto! Apresuró el paso siendo guiada por sus oídos y lo que vio al llegar, era ciertamente imposible. 

Su amada, su todo, estaba apenas sujeta por sus dedos entre las mallas metálicas que las separaban de la cancha de tenis, se la veía golpeada tal infinidad de veces que su ropa estaba desgarrada y donde la piel se hacia visible, sendos morados comenzaban a disolverse por la magia de las nano máquinas. Si fuera la Natsuki del carnaval, habría muerto irremediablemente. 

¡Noooo! Tenía que alejar esa idea de su mente, apresuró el paso y con ello pudo apreciar aun más el daño en ella, cerró los ojos y al abrirlos, sentía como el veneno de su ira consumía todo, el brazo amputado de Tomoe no era para nada un consuelo, ¿Por qué diablos no podía matarla? –“No puedo dejar que esa historia se repita... Kiyohime ¿Qué peso tan terrible has puesto sobre mí?”- Se contuvo a si misma y antes de permitir nada más encontró su voz dentro de su garganta aprisionada por un nudo doloroso. 

-Ara... esperaba que Natsuki diera más pelea- Musitó, quería que sus ojos la miraran, volver a toparse con esa mirada dulce de las últimas semanas, pero ella solo le prodigaba un gesto temeroso. ¿Acaso era un monstruo para ella? Otra estocada directo al corazón. 

-¡Shizuru Onesama!- El gritillo de Tomoe lastimó sus oídos, una mueca desagradable y sus sentidos se alarmaron en una milésima de segundo, algo estaba terriblemente mal. 

Dos figuras brumosas se hicieron espesas para dar vistas de dos Slave, esas cosas abrían sus feas fauces para... ¡Atacar a Natsuki! Shizuru movió una pierna delante y estiró el brazo en el que portaba su Naginata, el dolor no significó nada cuando movió su muñeca y las hojas, mucho más rápidas que sus pasos, se expandieron en una especie de velo cortante y en espiral, su audaz movimiento se interpuso entre la belleza de ojos Zafiro y la lluvia invisible. Las hondas comprimidas golpearon el filo provocando chipas y sonidos fuertes, con su increíble fuerza empujaban la muñeca y el brazo de la castaña. Shizuru sintió su herida abrirse y la cálida humedad bajar cerca de su falda desde su costado, perdía el aire con cada segundo de imperceptibles movimientos, esos que mantenían la defensa funcional. 

Shizuru hincó la rodilla en el suelo respirando con agitación, pero no detenía la barrera de filos solo por temor, no veía lo que lanzaban esos seres y no sabía si se habían detenido, simplemente los observaba evaporarse y aparecer en derredor de Tomoe, como si ella fuese el eje de todo. La miró con ciego odio, ella era el maestro, el titiritero de esos despreciables seres que había osado herir a su persona más importante. Ara, y Natsuki, los rubíes buscaron con angustiados a la pelinegra, solo para encontrarla en brazos de... una perfecta desconocida. 

-Ne... eres pésima protegiendo a quien dices amar- La voz femenina de la mujer que sostenía a su Natsuki, la recordaba muy bien. 


-Katsuya- Shizuru se mordió los labios de la cólera que la embargó, esa mujer ¡Era la ex de Natsuki! ¿Pero como pudo salvarla? ¡Diablos! Una simple y no muy fuerte chica se le había adelantado y ahora estrechaba a su mujer entre sus brazos... ¡En sus narices! –Más le vale a Azula-san... traer de vuelta a mi Natsuki-... 
------------------------------------------------------------------------------------------------------
La Teta Feliz Historias y Relatos ® Cristalsif - Derechos Reservados
© Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, registrada o transmitida por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo, por escrito, del autor.

2 comentarios:

  1. Waoooo me encanta! Leer lo que publicas es realmente admirable! Osea eres mejor que.... Cualquier cigarrillo o a que tomarr!! O a que waooo solo eres tu me encanta! Ya ley danza entre lobos y me encanto jajajaa eres mi segundo vicio leerte jajajaja

    ResponderEliminar
  2. Es tan genial!!!!! Que casi que agarra tus 2 historias y las mando a imprimir y colocar como cualquier otra buena historia!!!! Carnalll eres naaaah super!!! Jajajaja

    ResponderEliminar

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...