Capítulo 11
Cotidiana Fukka
Aun lo recordaba,
esa increíble sensación de paz entre sus brazos, tan tibios e impregnados de su
aroma, abrió sus ojos azules y la contempló dormir como tantas veces en la
lejana Tsu. Aunque los escenarios fueran diferentes, estar junto a ella era
siempre lo más importante, se levantó de la cama con lentitud y con muy
sigilosos movimientos, prodigó un beso a su tersa mejilla… en su forma lo más
parecido era una lamida y así los ojos de la señorita se abrieron para mirarle,
eran las más bellas gemas carmín, era la más dulce sonrisa que podría recibir.
-Ara, Durhan ha
sido un buen madrugador- Con la mano que pareciera tan grande, sintió el roce
cariñoso que rosaba sus orejas pequeñas y blancas, ladeó la pequeñez de su
cabeza y lamió la mano afectuosa. Entonces la castaña le miró con fino interés.
–pero que sucio esta mi bolita blanca- La bella joven se irguió en la cama,
para yacer sentada y solo por reflejo la criatura blanca se movió a un lado,
antes de sentir las gentiles manos levantarle y apoyarle en un regazo. –Alguien
necesita un baño con urgencia- Rió ligeramente y solo por ese gesto el cachorro
levantó la cabeza para mirarla. –Si… hoy vamos a bañarnos…- Gruñó ante la idea,
antes de correr con sus torpes patitas por la cama inmensa y esconderse bajo
las sabanas. –Ara, no imaginaba que mi valiente Durhan temiese a un poco de
agua- Con esas breves palabras escuchadas, asomó la cabeza bajo las sabanas.
-¿Acaso no me hará caso esta vez? Mi Durhan que ha viajado desde la lejana Tsu
para meterse entre mis sabanas… teme… teme al agua- Susurró cual arrullo la
doncella mientras sonreía enormemente. –No le anima tampoco la idea de comer mi
bistec-
Ante semejantes
negociaciones salió de su escondite con paso inseguro y las orejas gachas, como
no obedecerla, como no querer que le mimara otro poco y así fue, volvió a yacer
en sus brazos, a sentir las caricias en su redonda pancita y no pudo sentir más
alegría. Shizuru levantó la vista contemplando todo a su alrededor, sabía que
aquel no era ya su hogar, todo cuanto recordaba era ese siempre fresco aroma a
pino con rosas, una mezcla extraña. Volvió la vista sobre la mesa de noche, de
nuevo una flor aguardaba por su despertar, de nuevo Natsuki plantaba un regalo
silencioso para ella.
La joven se puso de
pie, siendo seguida por el pequeño y audaz lobo que no la abandonaba ni a sol
ni a sombra, era ese un silencioso consuelo, pues hasta aquel viejo libro de su
padre se había perdido en algún trecho del camino a esa extraña morada. Shizuru
observo los lujos de los que ahora estaba rodeada, cada detalle del cuarto
delataba la realeza de la que provenía su prometida, pero era como todo un
sitio vacío sin ella. -Natsuki- Musitó a la nada y la pequeña bola blanca
levantó sus orejas alerta, deteniéndose en su vagabundear cerca de los pálidos
pies de Shizuru. –Es tremendamente frío todo aquí- Las gemas rubí volvieron a posarse
en su lobito. –Solo Durhan hace de este lugar un hogar- El cachorro movió la
cola de contento, que más podría para alegrar a su ama, que más podría lograr
el alma humana que albergaba esa forma… que más que esa sonrisa que se robaba
el aliento.
Shizuru levantó a
la criatura en sus brazos como a una pluma, caminó por primera vez explorando
el cuarto de la que fuera señora de aquel palacio, hasta encontrar el cuarto de
baño, el que lo parecía se antojaba extraño… debió descender por unas largas
escaleras, a través de un pasaje salido detrás de una puerta muy adornada con
figuras lobunas y cadenas, talladas en la antigua madera de un roble, realmente
era el esmerado trabajo de un escultor. Fue una grata sorpresa encontrar una
fuente natural de agua tibia, aquel gran cuarto de baño que más bien pareciera
unas termas instaladas dentro del castillo, atraía poderosamente su curiosidad.
Sus ojos carmín contemplaron las curiosas salientes rocosas, rocas vulcanizadas
que preservaban la temperatura del abundante torrente de agua, aquel sitio
incluso contaba con una pequeña cascada y una apropiada adecuación de mármol en
los alrededores, así como estatuas que asemejaban a una estructura moderna.
Durhan comenzó a removerse en los brazos de su dueña, inquieto por el agua o
puede que algo más, logró después de mucho esfuerzo el soltarse de Shizuru,
cayó al suelo bruscamente, gimió y con una patita ligeramente lastimada corrió
a esconderse… “Esa agua no… es… es
sagrada”
-¡Durhan!- Expresó
con molestia. –Ven aquí- Ordenó Shizuru con expresión seria. El lobito emergió
de su escondite tras una de las esculturas, pero pronto escapó de su dueña
obligándole a seguirlo. Pese a que cojeaba, el pequeño Durhan logró ascender
por las escaleras, atravesar el cuarto y rasgar con sus pequeñas garras, frente
a una puerta caoba que yacía cerca del gran lecho que componía la cama de
Natsuki. Shizuru abrió la puerta de lo más común, ausente de tallados, sin
embargo se encontró con una tina de tamaño inupersonal, aquello se le hizo más
acogedor, le recordaba su cuarto de baño en Tsu. La castaña pensó que aquella
sería una de las excentricidades de su prometida y notando que su mascota se
sentía más a gusto en ese lugar, lo levantó en sus manos, hasta acunarlo
nuevamente, con las patitas y la panza hacia arriba, tal cual se sostiene a un
bebe con un brazo. –Durhan malo…- Señalaba al cachorro con una expresión
molesta, mientras ponía su dedo en la rechoncha pancita del animal, pero entre
los movimientos del cachorro y la patita magullada, la nacarada faz de Shizuru
pronto se llenó de compasión. –No debe preocuparme de esa manera, mira esta
patita lastimada- Después de un suspiro resignado, la castaña ingreso en aquel
cuarto y para su sorpresa, encontró todo dispuesto para un baño con rosas...
ara que detallista ¿Acaso Natsuki le había espiado secretamente mientras tomaba
uno de sus baños florales? La idea no le resultó desagradable pese al sonrojo
que inundo sus tersas mejillas, pero pronto atisbó un atuendo propicio para
después del baño y ello no le agradó tanto.
-¿Hasta la
indumentaria pretende escogerme?- Musitó indignada, aquello si que no iba a
permitirlo. Las tiernas lamidas de Durhan le distrajeron de su disgusto y procedió
a depositarlo en el suelo, comenzó a desnudarse con calma, Shizuru notó
entonces que el cachorro se cubría la cabeza con las patitas como quien
pretende no mirar, encogido como una bolita blanca y claramente apenado. –Ara…
mi Durhan es todo un caballero fufufu- En su perfecto traje de Eva, aquella
Venus del Nilo se encorvó para tomar en sus brazos al pequeño animal, con sus
dedos puestos entre las patas delanteras y la redonda panza de Durhan, la
castaña impidió todo posible escondite del cachorro, por lo que la criatura
gimió angustiada. –¿Aun te duele la patita?- Dijo tiernamente para llevarlo a
las tibias aguas de la tina, aquella agua sería para el lobito un alivio al
dolor.
El espíritu humano
que yaciera encerrado dentro del felpudo y tierno animal, muy al contrario del
dolor físico de una pata coja… se removía ante las texturas que le prodigaran
sus agudos sentidos y la vista que otorgaban los ojos azules del lobo que
habitara. La desnudez de Shizuru se antojaba un deleite a la vista, pero era
insoportablemente culposo para Natsuki. Usar su forma más frágil y compacta
había sido un absoluto error que no le previno de las gentiles intensiones de
la castaña, así que solo por respeto y con suerte, cerró sus ojos a la vista
del mundo terreno y por ende de aquella amada mujer que obsequiara la prenda de
su desnudez a la vista.
Una Shizuru
ignorante del dilema que hubiese procurado a su mascota, se ocupó de enjabonar
y lavar al pequeño cachorro dejándolo tan blanco y limpio como siempre,
curiosamente la motita blanca no desprendía pelo, solo se encogía con sus
pequeños ojos cerrados y ello le resultaba aun más enternecedor. Era peculiar
que la joven Fujino no se cuestionara como llegó a su lado la preciada mascota,
sin embargo ella sabía que Durhan era un ser sobrenatural… mas toda una vida de
ver espectros y seres que la mayoría de las personas no pueden, le había hecho
más lapsa con las leyes naturales, así que tener a la criatura a su lado era un
regalo y carecía de importancia cuestionarse nada más.
La joven vació la
tina y la volvió a llenar, era una suerte que el hogar de Natsuki contara con
una compleja red de tuberías y surtiese cada habitación del castillo con el
tibio líquido. Shizuru se introdujo a si misma en la tina y procedió a bañarse
adecuadamente, sin embargo ver titiritando de frio a su mascota, le llevó
instintivamente a tomarlo y abrazarlo contra su pecho. Si Durhan hubiese
podido, se hubiese enrojecido de la vergüenza y su pelaje tornado carmín, sin
embargo la apacible voz de la castaña le distrajo de los pudores que los
animales comunes no tendrían por que entender. –Hueles… a Natsuki- Musitó
Shizuru y ello petrificó al animal que más entendido temió ser descubierto o
bien, descubierta… más la inmovilidad le duro poco cuando una tibia gota le
mojó el hocico, luego otra y al levantarlo para mirar a las altura del rostro
de Shizuru, contempló su llanto. Con el corazón encogido e incapaz de soportar
por más tiempo el silencio, escaló con sus patitas por el pecho de la joven
triste, aulló y lamió sus mejillas, pretendiendo secar aquellas lágrimas. La
gentil risa de Shizuru se escuchó en la soledad del cuarto de baño y una amable
caricia sobrevino sobre el animal. –Durhan me recuerda lo bello de mi vida,
incluso… a ella- Sin decir más y considerando la limpieza concluida después de
otra sesión de jabonosa, mujer y cachorro salieron de la tina, Shizuru envolvió
al lobito en un toalla y ocupó la misma labor con su cuerpo húmedo.
Salieron del lugar,
la bolita blanca envuelta en la toalla fue depositada en la cama, a la par que
la castaña se deshizo de la toalla y cubrió su desnudez con la ropa que estaba
dispuesta para ella, era sin lugar a dudas un vestido abrigador, pero le
costaría un poco adaptarse a las mallas internas que cuidarían del frío polar
de aquel invierno. El toque de la puerta, aunado a una voz interrumpió el
pequeño ritual de embellecimiento que ocupaba Shizuru peinando sus cabellos
ocres. –Shizuru-Ojousama, por favor baje a desayunar, sus padres y el señor
Kruger le esperan-
La Fujino no tardó
en acudir al lugar con la pronta guía de su servil, una que caminaba detrás de
ella pero le guiaba por el complejo entramado de pasillos del castillo y
aprovechaba la oportunidad para mirarla de forma inapropiada. Durhan gruñía a
cada paso, notando los ojos lujuriosos que posaba Margueritte sobre su ama, mas
nada podía hacer la criatura o el alma de Natsuki ante este hecho salvo ¿Morderla?
Durhan no tardó en clavar sus pequeños colmillos en el tobillo de Tomoe.
–Ahhhh... ¡Sueltaaa!- El alborotó obligó a la de ojos rubí a volver la vista
atrás, contempló incrédula como su servil bamboleaba al canino intentando
zafarse de él y este se aferraba con más ahínco a la bota de la mujer, hasta
que un descuido fue suficiente para arrojar a la criatura contra una pared. El
aullido adolorido del cachorro estrujó el corazón de la castaña, que rauda
acudió a su encuentro y lo tomó en sus brazos. –Puede adelantarse Margueritte,
sabré ubicarme en lo posterior- Musitó con voz rencorosa, mientras sus cálidas
manos acariciaban a la mascota con vehemencia protectora. –No deseo verla en lo
restante del día...-
-Pe..pero Ojousama
¡Me ha mordido!- Se defendió la de pelos disparejos.
-Sus razones
tendría... ¡Es un cachorro! ¿Qué dañó podría hacerle con tan pequeños caninos?-
Refutó más que indignada la castaña. –Lejos de mi vista... ¡Ya!- ¿Cuánto
deseaba golpearla? Mucho, quizás demasiado... sin embargo no podía darse ese
lujo, no era apropiado en alguien como ella. Solo procuró revisar a su bolita
blanca que se lamía la patita, una y otra vez. No sabía la Fujino, que
bastantes golpes había acumulado una pierna y una pata animal en tan poco
tiempo. Después de un rato más de concienzudos mimos, la castaña prosiguió su
camino en dirección de la sala comedor del castillo.
Un silencioso grupo
encontró Shizuru en la mesa, tomó asiento y buscó con la vista a su escurridiza
prometida, pero no estaba entre los presentes. -Espero puedan disculpar la
ausencia de mi hija, empero le he ordenado adelantar unos tramites importantes
ante el registrador esta mañana… él auspiciará la boda y era indispensable
llevar el edicto del rey, empero estará pronto entre nosotros- Musitó Takeru
para justificar a Natsuki, no sin dejar de mirar al cachorro con reproche.
Se alimentaron en
silencio y Takeru se ofreció a llevar al cachorro a la cocina, para que
recibiera los alimentos debidos mientras las mujeres comenzaban a hacer los
arreglos de la boda, esas cosas siempre quedaban mejor en las manos femeninas
que las de un hombre, no había como competir con el buen gusto de las señoras.
Una vez allí, después de que Shizuru se desprendiese de la mascota con cierto recelo,
Takeru posó a la criatura sobre el mesón en el cuarto de cocina. -¿Podrías
volver a la gloriosa forma que posees? Estando en casa aquello no hace falta-
Dicho aquello el
brillo del fuego fatuo emergió del pequeño ser y la forma lumínica de una
mujer, dio paso a la Duquesa, a sus ropas y a la máscara del sello del lobo.
–Ahora mismo no hay otra forma en la que pueda acercarme a ella sin que me
tema- Dijo bajando de la mesa de un salto y así se escuchó el tintineo de los
grilletes y joyas cadena en su ropa, mas no gruño por el malestar en su pierna
que todavía resentía los acontecimientos de la tarde anterior y la aquella
mañana turbulenta.
-Debes encontrar la
forma… o te quedarás así por siempre- Insistió un preocupado Takeru. –Dudo que
quieras usar esto el resto de tu vida- Sujetó entre los dedos el hocico de
metal, sin retirarlo de la cara, pero tras un breve forcejeo Natsuki se
desprendió, retirando el rostro junto con la pieza de metal.
-Padre no lo
entiende…- Musitó por lo bajo con voz tosca, mientras su puño golpeaba el
mesón.
-¿No lo entiendo?-
Frunció el entrecejo. –Al jardín ya… Kuga- Ordenó molesto Takeru, antes de
salir por la puerta trasera, la que ocupaba la servidumbre habitualmente.
Unos minutos más
tarde, padre e hija yacieron en los inmensos jardines, en un amplio espacio de
granito donde una fuente adornaba el centro del lugar, así como las enredaderas
de rosas blancas crecían contrariando las leyes la naturaleza, en aquella
helada del invierno naciente. Las huellas sobre la nieve y los dos mirándose a
los ojos, ambos con dos sables en las manos y los copos blancos cayendo a su
lado desde la inmensidad de los cielos.
-¡Posición!- Gritó
Sergei desde la comodidad de las columnas que ornaban los alrededores del
jardín. –¿Listos?- La pregunta sobraba, el aura de las dos bestias estaba llena
de competitividad. –¡Ahora!- El rubio hizo un ademán con la mano que daba
comienzo al duelo.
-Llevo la misma
marca ¿Cómo no entenderlo?- Takeru lanzó una estocada al costado de su hija,
pero esta interpuso su espada desviando el ataque.
Natsuki dio un paso
adelante y estiró con fuerza la punta del sable hacia el hombro de su padre.
-¡No eres mujer!- Sin embargó Takeru giró sobre si mismo, como el torero que
evita el envite de un animal. Así la punta rozó la nada, dejándola
desprotegida, Natsuki quedó con el brazo extendido y la espalda expuesta, lugar
que aprovechó Takeru para golpear fuertemente con su empuñadura, la pelinegra
cayó de frente sobre el suelo frío y el padre miró con reproche los descuidos
de su hija.
-Controla tu ira… o
perderás la razón- Dijo aún dándole la espalda a la menor, pero esta se puso de
pie ante la vista preocupada de Sergei. –La belleza no lo es todo Natsuki-
Respondió un crudo Takeru.
-Mi corazón no es
suficiente… ¿No puedes entenderlo?- Musitó antes de ir corriendo sobre su
padre, pero la que era su espalda pronto se convirtió en su delantera y una
espada se le interpuso chochando así sus hojas. El eco de aquel sonido atrajo
la atención de las mujeres al interior del castillo, la primera en acudir fue
la más cercana en lazos, Nina miraba abrumada los acontecimientos ¿Por qué
peleaban?
-Entonces admites
tu flaqueza- Gruñó Takeru mirando con desdén a la menor, mientras aún yacían
unidos los filos.
-¿Por qué yo debo
pagar las deudas de Naraku? Fue él quien actuó egoístamente, quien nos condenó
¿Por qué debo pagar lo que no he hecho?- Increpó Natsuki usando su fuerza para
obligar a su padre a retroceder, logrando que sus pies resbalaran lentamente
sobre el granito y la nieve del lugar.
-Pregúntaselo a la
diosa- Murmuró el Kruger completamente calmado. Takeru usó la fuerza de su hija
en su contra, inclinó su cuerpo hacia atrás pegando su espalda al suelo en un
segundo, de tal manera que la unión de las espadas desapareciera, Natsuki
resbalara hacia adelante por el esfuerzo y antes de que su rostro se estrellara
contra el suelo, el padre le encajó su bota en el vientre con fuerza. Tal golpe
logró elevarla y luego, simplemente se escuchó el sonido de los metales
colisionando contra el suelo. Natsuki dio una vuelta en el aire por el sitio
donde fue golpeada, luego cayó de espaldas y resbaló sobre el suelo de granito,
no sin emitir una queja de dolor, pero su espada no abandono su mano en ningún
momento.
-¡Natsuki!- Se
escuchó la voz a coro de dos mujeres, que contemplaron la escena de la caída de
la joven, castaña y pelinegra se miraron confundidas, molestas por la atención
demás que mostraba la otra. ¿En que momento arribó Shizuru?
La aludida sorda a
las preocupaciones de las dos mujeres, se puso de pie nuevamente con la mano
acariciándose el vientre, pese a que Sergei le susurraba el darse por vencida y
reposar en el suelo. –No hay respuestas… solo… solo preguntas en el aire, pero
nunca entenderás padre… lo que significa temer a quien eres- Dijo por lo bajo
de tal modo que solo él pudiera oírla, levantó la espada y ejecutó otra
estocada que fue evadida, luego un corte diagonal que Takeru evitó por los
pelos, así sobrevino una ola de ataques venidos de una Natsuki cada vez más
rápida y precisa, impecable en su técnica de esgrima.
El combate continúo
durante unos minutos a la vista del grupo cada vez mas numeroso de
espectadores, la abuela Kuga también había hecho acto de presencia y se
guardaba para sí sus preocupaciones, no recordaba ningún practica entre padre e
hija tan encendida de emociones como aquella, por lo que simplemente reprochaba
en silencio la conducta del padre que no sabe enseñar a su hija con solo
palabras... como eran de tercos, si su querida Saeko viera aquello se la
miraría tan enfadada con los dos. Nina y Shizuru por su parte no pudieron
acercarse más, Sergei les había impedido el paso con los brazos extendidos y
una clara negación de su cabeza. Los únicos que parecían disfrutar de la paliza
mutua que se estaban dando las dos bestias, eran Satoru y la señorita
Margueritte, quien escondía su disfrute interno en una muda sonrisa.
La batalla llegó a
su clímax con prontitud, cuando el choque de fuerzas sobrenaturales entre las
dos espadas hizo que la de Takeru se rompiera y un par de gotas carmín
adornaran la nieve. El metal disparado clavó algunas esquirlas en el padre,
quien sin dilación aprovechó el momento de estupefacción de su hija, para
demostrar la superioridad que los años le habían dado, no era la bestia más
antigua de Fukka en vano. Con el restante fragmento de su espada, empleándola
cual espadín con rápidos giros enredó la espada de la menor, ello rompió la
postura y forzó la muñeca de Natsuki hasta arrancarle un gemido. Rota la
postura Takeru jaló y pronto la espada cayó lejos de alcance, dejando
completamente desarmada a la pelinegra, así el lobuno acercó el peligroso filo
al cuello de su hija, pero sin lastimarla. –Quien tiene la idea del fracaso en
su mente, ha perdido la batalla mucho antes de empezar… lo mismo pasará con tu
matrimonio, dime pronto si debo desistir de los preparativos. Porque no voy a
empeñar el honor de la señorita Shizuru, cuando tú no estas lista para la
responsabilidad-
-Yo… yo la amo- La
respiración de Natsuki se agitó, solo ella pudo oír la oscura intensión de su
padre y más rápido comenzó a perder la calma, con la adrenalina en las venas y
el estupor incrementando ante la posibilidad de desprenderse de Shizuru, gruñó
cual animal herido… de nuevo perdía el control de su espíritu del lobo, las
gemas brillarían en unos instantes, pero un golpe en las costillas le arrebató
el aire y le obligó a arrodillarse en la nieve, tosiendo. Takeru previno la situación
y se adelantó a los hechos con aquel golpe que interrumpió la ruptura del sello
mágico. -Entonces demuéstralo- Dijo antes de caminar hacia los establos, el
Kruger no podía quedarse por más tiempo, alguien tenía que cuidar del lago
maldito.
Natsuki se quedó
sin aire y con el orgullo seriamente afectado, de rodillas en el suelo mientras
escuchaba el sonidos de las botas de su padre alejándose. Tensó la mandíbula
molesta con su debilidad, con las circunstancias, con la diosa, con todos. Pero
entonces, cuando sentía que nada podría consolar su vergüenza, una tibia mano
se posó en su hombro. –Natsuki ha dado lo mejor de si… eso es admirable- La voz
que pareciera tener el don de la calma, relajó muy pronto las angustias que
sentía y al levantar la vista encontró los ojos carmín que ya no le miraban con
miedo, solo con tierna preocupación.
-Shizuru…- Casi
suspiró el nombre en sus labios y la castaña le extendió su mano para ayudarle
a ponerse de pie. El solo roce de sus dedos hizo que su corazón latiera presuroso
y agradeció en su fuero interno que su hermosa amatista no pudiera oírlo. Una
vez de pie, sintió la necesidad de sentir de rodearla con sus fuertes brazos y
sin que pudiera controlar su voluntad se vio abrazándola, Shizuru se miró
sorprendida los primeros instantes, pero los siguientes se dedicó a disfrutar
el breve momento.
En cuanto se
separaron ambas se miraron a los ojos, como quien olvida a la multitud que les
contempla con opiniones encontradas, como quien deja de mirar que a sus pies
donde antes estuvo la sangre encantada de una bestia, ahora nacen pequeños
capullos de rosas rojas, plantas que florecen en apenas segundo formando un
camino de flores. Sienten la imperiosa necesidad de concluir aquel perfecto
instante con un beso y mientras sus rostros se acercan para hacerlo realidad,
un contacto intruso hace respingar a Shizuru, quien se aparta de la bestia y
abre sus ojos a la realidad. Una innecesaria manta ha sido puesta en sus
hombros y un ‘preocupado’ padre la abriga en sus brazos, robándose así la
oportunidad dada por el destino.
Natsuki desvía el
rostro azorada. -Gracias- Musita quedamente antes de dar la espalda y hacer el
camino largo que la lleve a su cuarto. Había visto a Shizuru desnuda, estuvo a
punto de besarla de nuevo, en verdad… ¡Necesitaba una ducha urgente!
.
.
.
Los días
transcurrieron entre las frecuentes intromisiones de Satoru y Tomoe a cualquier
momento de soledad entre las jóvenes, poco o nada podían hablar con la
constante presencia de la Familia Fujino en el castillo, realmente parecían
multiplicarse por todos lados. Shizuru fue dispuesta en otra habitación, pues
los protocolos dictaban que solo a partir de la noche de bodas, ella podría
compartir el lecho con su prometida y la castaña no pareció molesta por este
hecho, pues siempre contaba con la fiel compañía de su mascota en las frías
noches. Natsuki estuvo atenta a todas las necesidades de la familia, sobretodo
las de la abuela Fujino que parecía ser la única de su parte y fue así que en
una de las curiosas ocasiones en las que depositaba un te en las manos de la
anciana, que al fin pudieron cruzar un par de palabras sin la intromisión de
nadie.
-Natsuki es amable…
Natsuki será una buena esposa para mi nieta- Musitó Kaede antes de que la joven
abandonara el salón, esto logró el efecto deseado, la aludida se detuvo en la
puerta y apoyó su mano en el marco, sin saber si enfrentar la mirada rubí de la
sabia abuela.
-Espero serlo…
espero poder serlo de la mejor forma- Estrechó con sus manos la madera del
marco, mientras inclinaba levemente la cabeza hacia el suelo. Algo la afligía y
ello fue evidente para la mujer mayor.
-Así será…- La
anciana contemplaba la firme y atlética espalda de la joven y sabía que una
carga muy pesada tenía en sus hombros, que sufría más de lo que fuera justo
para una jovencita de su edad. –Pero hay algo que lo impide ¿Es acaso que son
las dos mujeres? ¿Natsuki teme al que dirán?-
La pregunta obligó
a la aludida a volver la vista sobre la mujer de cabellos casi blancos, algunos
cabellos castaños todavía se notaban en la melena, que seguramente en antaño
fuera tan hermosa como la de Shizuru y sonrió al pensarlo. Caminó dentro del
salón, en la cercanía de la anciana y con voz grave musitó. -Las personas ya no
pueden herirme con sus palabras, he oído todo cuanto tenían por decir y me he
acostumbrado a ello- Tomó asiento en un sofá frente a la Fujino.
-¿Qué podrían decir
de Natsuki?- Kaede levantó una de sus cejas, esperando develar el misterio de
las gemas esmeralda, cuya máscara no escondía completamente.
-Que soy un
monstruo Milady… y no mentirían en verdad- Natsuki bajó la vista sobre las
manos que escondían sus guantes, unos de los colmillos presionó en sus labios
sin herirle pero esto le recordaba lo que era y sufría por ello.
-Todo cuanto pueden
ver mis cansados ojos, es a una jovencita preocupada por llenar las
expectativas de quienes ama, no veo a un monstruo, solo a alguien que debería
preocuparse por vivir su vida de una manera más libre- La sonrisa de la mujer
adornó en su rostro, como si trajera desde el pasado, la hermosa faz de su
juventud.
Natsuki abrió sus
ojos con un dejo de incredulidad ¿Cómo le había leído con tanta facilidad?
Pronto se calmó y devolvió la sonrisa a la abuela Fujino. –Mi libertad es
Shizuru, su sola presencia apacigua lo peor de mí… por eso creo que yo la
necesito mucho más de lo que ella a mí y es egoísta- Desvió la mirada a un
lado, tensando ligeramente la delineada barbilla.
-El amor es egoísta
fufufu- Rió libremente Kaede antes de sorber un poco de su preciado te, en un
ademán que recordaba tanto a su nieta y la pelinegra no pudo evitar sentir
agrado por el acento de la anciana, todo de ella le recordaba a Shizuru y en el
fondo, ansiaba llegar a un punto de su vida en el que pudiera vivir junto a
ella, completar sus últimos días sobre aquella tierra. –Natsuki tiene
completamente sobrevalorada a mi Shizuru, ella no sabe cuanto necesita a
Natsuki todavía, ambas se necesitan, ambas tienen fuertes sentimientos por la
otra-
El corazón de
Natsuki dio un salto ante las palabras de la mayor y un gran sonrojo inundó su
rostro, siempre era una suerte tener una máscara en la cara, no se notaba tanto
su bochorno. Aun así, susurró su más sincero deseo. –Sueño con ese momento-
Estrechó sus manos con nerviosismo.
-Aunque pueda
tardarse en notarlo… ¿Natsuki esperará?- Un dejo de preocupación inundó la cara
de la mayor, pero la pelinegra no lo notó, pues contemplaba tímidamente los
azulejos del suelo marmolino.
-Toda mi vida
Kaede-sama- Expresó con firmeza en la voz y la mirada que se alzaba para
cruzarse con la rubí de la anciana llena de determinación.
-Dime Kaede, o
abuela… en unas horas lo seré- Con una expresión llena de ternura palmeó el
hombro de Natsuki. –Y anda, ve fuera, te espera una sorpresa… un pequeño regalo
para tus últimas horas de soltería- La Kruger miró sin entender a la abuela
pero ella le instó a obedecer sin remilgos y así fue, por lo que no pudo
escuchar las susurrantes palabras de la abuela Fujino. –Si tan solo fueras unos
años mayor y yo otros tantos más joven... le haría ver su suerte a mi nieta-
Negaba con la cabeza, perdiendo de vista la espalda de su futura nieta.
Natsuki llegó a la
salida principal del castillo y como le indicó la abuela subió a un carruaje
que aguardaba por ella, nada más entrar un castaño le abrazó efusivamente.
–Ku..Kuga ¡Que alegría verlo!- Masashi Takeda lucía diferente en unas ropas más
decentes y sin tierra encima, eso de labrar la tierra cambiaba el aspecto de
las personas.
-¿Chicos?- Natsuki
observó a sus antiguos y leales compañeros de trabajo, tenía previsto traerlos
después de la boda y darles una vida digna, ello requería preparativos que
estaban en marcha. Pero al parecer ellos se adelantaban a los acontecimientos
con la colaboración de cierta anciana y su padre, aunque ella no lo sabía y era
en verdad una gran sorpresa.
-¡Hey amigo!… no
estarás asustado por la boda- Interrumpió el breve silencio Yuichi que sonreía
a más no poder. Masivas palmaditas de ánimo en los hombros de Natsuki
sobrevinieron después de esas palabras. –Hace falta mucho valor… eso es
admirable siendo el más joven de nosotros- Musitó Sakomizu con una sonrisa
confidente, del grupo solo Yamada y él conocían las mieles y hieles del
matrimonio, así que no restaban méritos a la valentía de su noble amigo.
-Y mira nada más...
con la bella Shizuru, los grandes señores de Tsu se deben estar mordiendo un
codo de la pura envidia- Afirmaba Sainoyi con una sonrisa picara en los labios.
–Eres afortunado- Añadió antes de recibir un abucheo general, por la tacita
valoración de la hermosura de una mujer, que estuviera prometida a otro.
Tras el breve
silenció que se instaló dentro del carruaje, una tímida voz pudo ser escuchada
nuevamente. -Si te arrepientes puedo tener un caballo listo para la huida-
Decía esperanzadamente Masashi, que parecía embobado con los labios de la
pelinegra, aunque para él continuara siendo impropio mirar con esos ojos a otro
‘hombre’, estaba claro que aquello no podría controlarlo ni en mil años.
-¡Takeda!- Un golpe
le vino a dar en la cabeza, Yamada autor intelectual y ejecutor de la agresión,
negaba con la cabeza una y otra vez. ¡Que descorteces se habían vuelto los
malandrines!
-So…solo bromeaba-
Se sobaba el de ojos verdes con una mueca de dolor y una disculpa muy sincera
sobre Natsuki, aunque ella intentaba no soltar prenda de la carcajada que se
alojaba en su garganta, ella misma iba a golpearlo por tremenda insinuación.
-Esas bromas no se
hacen ante un hombre a punto de contraer nupcias- Afirmó Sakomizu acomodando
sus lentes, en verdad era impertinente el muchacho. –Luego se arrepiente y
¿Quién le explica el embrollo a la señorita Fujino?-
-Tranquilos
muchachos… yo quiero casarme con ella, no tengo dudas al respecto- La voz clara
y segura de Natsuki tomó por sorpresa incluso a los casados. Incluso ellos se
sintieron temerosos un día ya tan lejano en la memoria, pero inolvidable,
recuerdos de los momentos previos a sus bodas, los dos quisieron salir
corriendo, pero luego de afirmar el si, las cosas fueron mejores y no había
arrepentimientos sobre la mujer elegida.
-Entonces hagamos
de la primera copa un brindis en su honor… pocos se muestran tan valientes al
borde del abismo… err… la boda, como sea… ¡Por Natsuki!- Tate levantó el puño
animoso y expresó en voz alta el pensamiento general. Las risas no tardaron en
acudir al grupo dentro del carruaje, así pronto los caballos emprendieron su
camino en dirección conocida del poblado de Fukka.
.
.
.
-¿Estás segura de
que es buena idea? Enviar a mi prometida con hombres de esa calaña no se me
antoja un buen regalo… “Al menos no para
mí, sé de las infidelidades de los esposos, pero ni siquiera nos hemos casado y
¿Pretenden adornarme la frente tan pronto?”- Desde lo alto de uno de los
balcones del castillo Kruger, Shizuru y Kaede, observaron la partida de las
carrozas hacia las luces apartadas del lugar. Los candelabros y lámparas
brillaban dando vistas del poblado de Fukka a unos cuantos kilómetros, allí
donde las gentes humildes departían con un carnaval en honor de las deidades y
claro, allí en los bares donde atendían a los hombres y forasteros hasta muy
altas horas de la noche. Shizuru sabía que tales sitios no era de lo más
recomendable para alguien como su prometida y porque negarlo, algo le molestaba
de aquellos lugares... las mujeres de cascos ligeros, si iba a desposarse
quería hacerlo con dignidad.
-Ara ¿Son celos lo
que delata mi preciosa nieta?- La abuela sonrió divertida al ver la clara faz
de su Shizuru contraerse con molestia.
Pero dos eran
expertas en jugar con las palabras y las ideas. -Para sentir celos abuela, se
necesitan razones y sentimientos… no existen los segundos- Molestia disfrazada
en la tenue mueca de ironía y en la voz suave que desdeña una situación, esa
era la fría Shizuru que Kaede estaba acostumbrada a ver, pero que sabía falsa.
-Natsuki puede hacer lo que le plazca, a fin de cuentas… este compromiso es un
arreglo meramente económico que beneficia a las dos partes, no puede pretender
que me deba o le deba absoluta lealtad, sin embargo quiero cuidarme de las habladurías-
-Shizuru se muestra
humilde ante la voluntad de su padre… eso es tan extraño en ella- Afirmó una
suspicaz la mujer mayor, mientras continuaba mirándola. –Que Shizuru admita el
haber sido comprada es aun más cuestionable e inaudito- La anciana abría sus
ojos intentando encontrar a la joven que conocía y que recordaba, pero había un
aire diferente en su nieta más pequeña, una cara oculta que se mostraba
aterradora y fría, calculadora más allá de los limites normales.
-No fue de una
manera diferente abuela… ¿Acaso debo adornar el nombre de las cosas?- La
máscara Fujino, un arte aprendido por generaciones enteras había pasado a las manos
de Shizuru a través de las enseñanzas de Kaede, sin embargo la anciana se
sorprendía de los usos que podía darle la castaña y de su efectividad frente a
alguien de más experiencia ¿O era tal vez que a Shizuru le dolía lo suficiente
para esconderlo con tanto esmero?
La Fujino mayor,
abandonó la confusión momentánea y sonrió a su nieta. –Dadas las circunstancias
y lo inevitable de la boda, una abuela debe dar un buen obsequio a su nieta- Kaede
se dio la vuelta y se adentró a paso tranquilo en el pasillo, con ello pudo
atraer y distraer la mente de su descendiente, o bien darle una excusa para no
alargar esa espinosa conversación.
-¿Ara? ¿Un
obsequio? No imaginaba tales sorpresas- Shizuru agradeció silenciosamente el no
tener que decir más, era contradictorio, fingir con su abuela no era una
costumbre, sin embargo lo hizo, después de todo sería absurdo que sintiera celos
por Natsuki ¿Verdad?
-Es evidente mi
querida Shizuru que una mujer merece un festejo digno la noche antes de su
boda, así que vendrá conmigo, las chicas se han esmerado por hacer de este
momento algo memorable- La gentil risa de Kaede, se escuchó más distante cuando
la castaña volvió la vista sobre los caminos, había perdido de vista el
carruaje hacía algunos minutos, sin embargo hubiera deseado que la Duquesa
estuviese de vuelta, charlar tal vez, un cortejo, algo que le dijera la verdad
sobre sus peculiares nupcias y tal vez, sus sentimientos.
El hogar de la
familia Kruger se antojaba amplio y basto, un espacio demasiado grande para dos
bestias, tan lleno de pasillos y habitaciones, cuadros y esculturas por
doquier, nada tendría que envidiar aquel sitio a un museo. Se elevaban grandes
columnas del mas denso y esculpido granito para soportar el peso de la roca,
espesas cortinas de un azul rey ornaban los amplios ventanales de al menos 4
metros de altura, así como las chimeneas eran frecuentes en cada uno de los
cuartos principales. Pese a todo, el castillo contaba con detalles propios de
los tiempos en que vivían, un sistema eléctrico alimentado por el constante
cause de un rio cercano, sistemas de acueducto instalados con la más fina
tubería de cobre y enchapados de plata, cavas subterráneas para el
almacenamiento de los más exquisitos vinos e incluso una armería debidamente
surtida con las más variadas espadas, cañones y pistolas que jamás se hubieran
visto. En principio supusieron que era alguna excentricidad del aire
coleccionista que impregnaba todo el castillo, entre los cuadros de artistas
tan variados como famosos de distintos siglos, recordados y desconocidos, algo
apreciado por la castaña, pero Satoru realmente comenzaba a dudar que las
tuvieran de adorno. Una grata sorpresa para la hermosa prometida, fue encontrar
una inmensa biblioteca en la que yaciese incontables volúmenes, colecciones y
muchos más libros de sus autores preferidos, al menos no se aburriría cuando su
familia ya no estuviera en el palacio blanquecino.
Tanta era la
inmensidad, que la extensión de una semana había sido insuficiente para
explorar el castillo Kruger en su totalidad ¿Pero que eran los castillos si no
grandes y solitarios? Fríos, con sus amplias y altas paredes blancas, grandes
salones para alojar a muchas personas, pero el sitio hacia largos años que no
se empleaba para las finas ceremonias ni festejos de la aristocracia. En las
eras que corrían, no tenía porque alabarse a las castas nobles, no sin el animo
de un favor o un deseo con la monarquía imperante, sin embargo Fukka era de uno
de los pocos lugares que se preservaban feudales a pesar de los siglos
transcurridos, allí reinaba la familia Kruger. La razón de ello era claramente
ignorada por la familia Fujino, tan oscura e intrincada la verdad, que aun no
se dejaba ver ante los ojos ignorantes de los castaños de Tsu. Mas ello no
importaba a Shizuru, simplemente se ocupaba de maravillarse y contemplar cada
lugar con ojo critico, era un sitio hermoso, una obra de arte que solo ella
podía apreciar, los demás estaban demasiado absortos en la cotidianidad de los
preparativos... que a ella fastidiaban.
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Más interesante aún saber cuando shizuru acepta a natsuki sus sentimientos fuera de su orgullo. Espero con ansias el próximo capítulo ojalá no demore tanto.
ResponderEliminarDe las historias que he leido esta es la que mas me encanta y me alegra de leerlo y admirar a la escritora por su gran imaginacion espero pronto subas el siguiente capitulo que me muero de emocion =)
ResponderEliminarQue bellas historia por dios!!! me transporta al desarrollo de la historia
ResponderEliminarJoana
cada capitulo me enamora mas de natsuki hay no se que que me gusta mucho de ella sera porque es lobuna xD, ya quisisera tener una de esas en mi cama :p
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