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Desde que Judith se ha puesto
algo extraña hace ya dos días no he estado a gusto, no se deja ayudar, se me
están acabando las ideas, tengo que pensar en algo.
Bien hoy en la escuela planeo
hacerla hablar.
Uno de los maestros no pudo venir
así que tenemos dos horas libres, el momento para actuar.
Salimos del salón y nos dirigimos
al patio.
Judith se miraba un poco mejor
pero no del todo, me acerque la abrase y le dije- ¿Qué te pasa?, dime para
ayudarte.
Ella me miro a los ojos y con una
voz muy suave y delicada dijo- no es nada.
-No te creo, realmente me
preocupas, quiero ayudarte.
-Lo que pasa es que creo que me
gusta alguien- bajo la mirada, como avergonzándose.
-Eso es genial, es muy bueno,
deberías de estar feliz, el amor es lo que todos buscamos y si ya lo
encontraste pues no lo dejes- le tome la mano- te felicito, eso es muy bueno.
-Sí, pero… no sé qué siente por
mi.-tomo mi otra mano- tal vez no le gusto.
-Claro que tienes que gustarle-
solté sus manos- eres una chica muy dulce y linda, si no le gustas él es un
tonto- la abrase nuevamente- vamos no estés triste.
Sonrió, me miro y dijo – Te
quiero… amiga.
De pronto sentí que su cara
cambio un poco, ya no tenía ese semblante de tristeza, comenzó a platicar
sonreír, volvió a ser la misma de antes, sentía curiosidad de preguntarle quien
era ese chico que la tenía así pero no me atreví a decirle nada, no me
incumbía, si ella tenía confianza en mí me lo diría, no podía estar insistiendo
en eso, era incomodo, y podría llegarme a parecer a mi madre con eso de los
chicos y las preguntas.
Durante el resto del día las
cosas estuvieron mejor, Judith, sonreía bromeaba, estaba como antes, las cosas
fueron mejorando.
Llegar a casa después de la
escuela siempre me causa intriga el saber cómo encontrare a mi madre, ¿Qué
nueva cosa para hacerme heterosexual se le ocurriría?, siempre sale con algo
nuevo para incomodarme, aunque en ocasiones me hace reír.
Al llegar me sorprendió el no
verla en la sala o en la cocina como siempre, entre y parecía que no había
nadie, y efectivamente no había nadie, en la mesa de centro de la sala una nota
avisando que llegarían pronto, que había comida en el refrigerador, fui a la
cocina para ver lo que me habían dejado, una pizza congelada, eso fue lo que
dejo, no podría decir que le valiera lo que yo comiera, pero sabe que es uno de
mis alimentos preferidos, poco sanos pero me gusta, por lo menos una vez cada
seis meses no hace daño.
Puse la comida en el horno, fui a
cambiarme, me senté en el sofá hasta que estuvo, mientras hacia la tarea, y
después comí mi nada nutritiva comida.
En la televisión, no había nada
interesante como siempre, el aburrimiento era más que evidente, comencé a
recordar los viejos tiempos, cuando mis padres se iban y me dejaban sola, llamaba a Mar veíamos películas
y comíamos palomitas. Esos momentos de felicidad, se veían tan lejanos, ahora
ya no quedaba nada, entre los recuerdos que inundaban mi mente escuche el
teléfono, no el de la casa sino mi celular, lo busque deseando que fuera Mar,
sentía que sería ella, lo deseaba, aunque me prometí olvidarla no podía era
mucho más fuerte que yo, al encontrarlo conteste de prisa, ni siquiera me
entretuve en ver quien era en el identificador de llamadas.
-Hola- dije esperando que fuera
ella.
-Hola Abril- era una voz de chica
pero no era la de Mar, era Judith.
-Hola Judith, ¿Qué pasa?-
pregunte.
-Estás ocupada- dijo con tono de
pregunta.
-No, estoy libre ¿por?
-Quieres ir a dar una vuelta o
algo no sé, lo que quieras- se escuchaba algo nerviosa.
-Si claro- revise el reloj- ¿a
qué hora nos vemos?
-En 15 minutos paso a tu casa
-Está bien te espero.
Colgó, y yo me fui a cambiarme,
que dría tal vez decirme algo, no esperaba que fuera ella pero es agradable,
así que no me molestara salir a dar un paseo con mi amiga.
Espere en el sofá a que
apareciera, sonó el timbre y allí estaba ella, se veía muy bien sus jeans eran
lindos, hacían que sus pompas lucieran muy bien, no pude evitar fijarme en eso, es algo que no
puedo evitar, salimos de casa y comenzamos a caminar.
-¿A dónde quieres ir?- me
pregunto mientras caminábamos alejándonos de la casa.
-Este, a donde tú quieras, lo que
tu elijas estaría bien- conteste con un tono amable.
-Tengo una idea, vamos al parque-
hiso un ademan con las manos.
-Me parece muy buena idea, vamos-
la verdad ir al parque no me emocionaba demasiado, pero no me imaginaba a que
parque se refería.
-Déjame hacer una llamada- tomo
su teléfono y marco.
Me preguntaba a quién le iba a
llamar, estábamos a solo unas cuadras para llegar al parque.
-¡Listo!, ya no tarda en llegar.
-¿Quién?- no tenía ni idea de
quien iría por nosotras- pero si estamos
muy cerca del parque, ¿para que vendrán por nosotras?- me encontraba bastante
confundida, comencé a sospechar que no iríamos al parque.
-Tranquila, haces muchas preguntas- sonrió y toco mi mejilla- ¡mira!,
ya llego.
Vire la vista hacia donde ella
miraba, y observe como un auto azul metálico se acercaba a nosotras, se detuvo
justo frente a nosotras, y del bajo Ángel el hermano de Judith; me sorprendí
¿Por qué estaba el allí?, ¿sería uno de los planes de mamá?, no lo creo Judith
no se prestaría para eso ¿o sí?, no, no lo creo, ella no es así. No sabía que
decir, me quede un poco congelada durante un tiempo no sabía que decir, la
verdad no lo esperaba, y más porque en la comida no hablamos ni nada y era
evidente nuestra indiferencia mutua.
-Vamos, sube- me dijo Judith,
mientras me tomaba del brazo.
-Hola- titubee tratando de
saludar, pero aun no entendía lo que él hacia allí.
-Hola- contesto el sonriendo-
¿Cómo has estado?
-Bien gracias ¿y tú?- las preguntas
eran notablemente por compromiso, solo por ser un poco amable con la otra
persona, no es que realmente te importe, es digamos solo una formalidad.
-Bien gracias.
Judith volteo hacia mí y explico
lo sucedido.
-Le pedí a Ángel que nos llevara
al parque de diversiones, espero que no te moleste, pero el también necesitaba
una excusa para salir de la casa.
Cuando me dijo eso, sentí un gran
alivio de saber que mi madre no tenía nada que ver en esto, no soportaba la
idea de que ella hubiera planeado todo para hacer lo que siempre ha querido,
hacerme “normal”, una ligera sonrisa salió de mis labios era casi
imperceptible; - No hay problema- conteste mucho más tranquila.
-Tu madre es algo particular- comentó Ángel
mientras conducía.
-Sí, lo es, no tienes idea de
cuánto.
-Sí, lo imagino, pero así son las
madres, siempre tratan de cuidar a sus hijos, en ocasiones demasiado y no nos
dejan ser libres, disfrutar de lo que somos de lo que nos gusta.- su tono era
muy lleno de sentimientos, como si él estuviera viviendo lo mismo que yo.
-Listo, hemos llegado-
interrumpió Judith.
Bajamos del auto solamente Judith
y yo.
-Adiós hermano, ven en tres horas
Ok.
Ángel se alejó en el auto y
nosotras comenzamos a caminar hacia adentro del parque.
-Te sorprendiste- pregunto Judith
mientras pasábamos por la puerta principal- ¿te molesto que llamara a mi
hermano para que nos trajera?
-No, para nada, no me molesto-
me calle unos segundos- pero si me
sorprendió que decidieras traerme aquí.
Sonrío ligeramente y me tomo de
la mano- Ven este es uno de mis juegos favoritos.
Me llevo corriendo hacia una
larga fila de personas, no tenía ni idea de a que atracción me llevaba, hasta
que escuche unos gritos y lo vi, era enorme, con giros de 360° , nunca en mi
vida había visto una montaña rusa tan grande, era verdaderamente imponente,
-Supongo que no te asusta- me
miro a los ojos- ¿o sí?
Tome aire y trate de aparentar
que el tamaño de eso no me asustaba- claro que no me da miedo- reí tratando de
parecer segura de mis palabras, pero por dentro sentía terror de subir, pero
como soy demasiado orgullosa no me atreví a demostrar mi miedo, tenía que
aparentar que no me causaba absolutamente nada, ¿acaso ella creería en mis
palabras?, ¿se tragaría eso de que no tenía miedo?
-Bien, entonces subamos- sonrío
emocionada por subir.
Su cara mostraba la emoción y el
entusiasmo que sentía por subir.
La fila avanzaba y mi corazón se
aceleraba, sentía miedo, las alturas son de las pocas cosas que me dan miedo,
es raro pero no le temo a lo que la mayoría de las chicas le temen, cosas como
insectos, serpientes, y todo eso.
Subimos, nos colocaron la barra
de seguridad, y el juego comenzó a subir.
-¿Emocionada?
Al ver la cara de entusiasmo de
Judith, no me atreví a decirle la verdad, no pude decirle que me moría de
miedo, así que decidí decirle una pequeña mentirita piadosa,- Si un poco, esto
será divertido- ¿divertido?, no me parecía divertido, estaba tan asustada como
un pequeño cachorrito, pero mi orgullo no me permitía demostrarlo.
-Pues yo tengo un poco de miedo-
dijo mientras miraba como nos despegábamos del suelo.
-¿Cómo que tienes miedo?
-Sí, este juego siempre me a
asustado- me miro y comenzó a sonreír- me alegra que a ti no te de miedo, es
por eso que decidí subir, porque a ti no te asusta y eso me hace sentir más
segura.
No lo podía creer, la razón por
la que yo decidí subir fue porque creí que ella no tenía miedo, no podía
decirle que yo me moría del susto, si se lo decía ninguna de las dos
disfrutaría del juego.
De pronto lo comprendí, ella se
sentía segura con migo así que comencé a relajarme, de esta manera las dos
podríamos disfrutar del momento, me sentí un poco extraña, no sé por qué ella
se siente segura con migo, creo que es porque nos hemos vuelto muy buenas
amigas, sé que nuestra amistad no va a ser como la que tenía con Mariana, pero
Judith es una buena chica y es confiable, además no creo que sea, no se ve como
tal, pero no puedo dejarme llevar por esos estúpidos y falsos estereotipos, lo
mejor será que me olvide esa idea y comencé a disfrutar de nuestra amistad,
después de todo una amiga nunca sobra.
El juego termino, y el miedo que
sentía de subir no era comprensible, no era tan malo después de todo, mi mente
era la que provocaba ese temor, Judith se miraba muy tranquila, parecía que
ella también lo había disfrutado al igual que yo, su rostro mostraba felicidad,
y no sé por qué pero eso me gustaba, el hecho de verla feliz hacia que yo me
sintiera igual, es algo difícil de explicar.
-Tú me diste la segura que
necesitaba para poder subir- sonrió
delicadamente- gracias.
Al ver su rostro me di cuenta de
que efectivamente ella también se había divertido en ese monstruo de acero,- De
nada- titubee un poco- además yo me divertí.
-Yo también, tenía mucho tiempo
con ganas de subir, solo que no tenía el valor para hacerlo.
-¿Qué fue lo que te hiso cambiar de opinión?-
pregunte indiscretamente.
-No lo sé- se quedó en silencio
durante unos segundos- creo que tú, me siento bien contigo.
-Bueno eso me alegra- sonreí de
forma amable.
Caminamos por el parque y subimos
a todas las atracciones que nos encontrábamos, ninguna se salvó, todo eran
risas y diversión, nada nos preocupaba y perdimos la noción del tiempo, cuando
nos dimos cuenta ya estaban a punto de cerrar el parque, fue en eso cuando el
celular de Judith comenzó a sonar, y era la evidente llamada de Ángel, quien
nos buscaba para marcharnos a casa.
Durante el camino estuvimos
platicando de cosas sin sentido, todo nos causaba gracia, me sentía tan bien
que incluso se me había olvidado que en mi casa me estaba esperando un evidente
regaño. Cuando llegamos a mi casa, Ángel y Judith se bajaron del auto para
despedirme, Ángel de manera muy amable me abraso en son de amistad, después
Judith se acercó a mí, me dio un abrazo y un beso en la mejilla, su abraso fue
cariñoso y duro un poco más que el de Ángel, por un segundo recordé a Mar,
recordé cuando estaba con ella, pero no
podía hacer eso, no era correcto que yo tratara de revivir a Mar en
Judith, además ella solo es una amiga y nada más, pero no puedo negar que el
recuerdo de Mar se hiso presente.
Al entrar a casa mi madre estaba
esperándome con su pose de sargento, se veía muy molesta, y el regaño no me
sorprendía.
-¿Dónde estabas?- pregunto con un
genio.
-Fui al parque de diversiones con
Ángel y Judith.
-Con Ángel, ese muchacho me
parece muy buen partido, como estabas con él no te regañare.
Después del perdón de mi madre me
fui a mi cuarto, estaba llena de emoción y adrenalina por los juegos extremos a
los que subimos, cuando esto me ocurre lo mejor es que me dé un buen baño para
relajar mis músculos, es algo que me ayuda a tranquilizarme, además el hecho de
tomar un baño me encanta, la verdad debo de confesar que soy adicta a bañarme,
lo hago dos veces al día.
Después de bañarme el sueño se
hiso presente así que caí rendida en mi cama.
El fin de semana por fin llego.
Me hacía falta un pequeño descanso de la escuela, después de la salida con
Judith ella estaba muy buena onda con migo, y yo seguía recordando a Mariana en
ella. No entiendo por qué no puedo dejarla atrás, acaso nunca podré olvidarla,
hay ocasiones en que ni siquiera yo misma me entiendo.
Los sábados es tradición para mí
bajar a desayunar en pijama y este día no fue la excepción, baje al comedor en
donde me esperaban unos ricos y deliciosos panques así que comí como no lo
hacía desde hace mucho tiempo.
Me fui a mi cuarto y me puse a
ver la tele, no tenía nada más que hacer, de pronto en un programa comenzaron a
hablar de lo homosexualidad, y dijeron que en cierto país metían a la cárcel a
las personas que solo parecieran homosexuales, y que además les cobraban una multa de cinco mil euros.
Esta noticia me lleno de enojo,
no puedo creer que aun existan personas tan tontas que no acepten lo diferente,
y mientras pensaba en ello recordé que yo vivo con una de esas personas, mi
madre no lo acepta, bueno los “respeta” pero no en su familia eso está bien
siempre que no tengan nada que ver con ella, esa es una de las razones por las
que intenta cambiarme, pero no lo va a lograr, no se lo permitiré y de todas
formas no tiene manera de hacerlo, no importa lo que haga no lo va a conseguir.
Con Mar tuve que soportar muchas
groserías de parte de mi madre, me dijo de todo, y por miedo a que los demás
también hicieran no le dije a nadie, lo
hice por proteger a Mar, pero en realidad eso era un secreto a voces, era algo
que en realidad todos sabían pero que nadie se atrevía a afirmar, ahora
comprendo que tal vez debimos de haber dicho abiertamente, pero en aquel lugar
tan reservado y lleno de tabúes sobre la sexualidad, más probable es que nos
hubieran linchado, no sé por qué las personas no entienden que ahora así es
normal.
Una de las cosas que hago para
tratar de concientizar a la gente es usar lo metáfora de los dos jóvenes que
van al infierno, hay quienes la entienden y reflexionan y hay otros a quienes
les bale sorbete, como sea la contare tal vez les sirva para reflexionar, o
quizás no y lean de en balde, pero de todas formas la escribiré.
“Eran dos chicos que nacen el
mismo año, en dos familias diferentes en dos lugares diferentes, los dos tienen
unos padres muy amorosos los cuales los quieren mucho, uno de ellos es un niño
muy bien portado estudioso y bueno con sus padres, el otro es muy travieso
egoísta y tramposo, los dos cresen y se convierten en adultos, el “bueno” es
muy trabajador y honrado que disfruta de ayudar a los demás, tiene una
florería, hay personas que lo quieren mucho por la persona que es, pero otros
lo odian porque él es gay, tiene un esposo al que quiere y respeta mucho, no
lastima a nadie y tiene una buena vida con la persona que ama, el otro chico es
un drogadicto que roba a las personas, en uno de sus arranques el asesina a un
sujeto, secuestra a algunas personas para conseguir dinero, además de que viola
a tres chicas. Un
día casualmente los dos llegan a una iglesia, el joven delincuente le confiesa
al padre sus delitos, el padre le pone una penitencia y la dice que debe de
entregarse a la justicia, el otro joven llega se confiesa y el padre le dice
que lo que hace es un pecado directo que lo mandara al infierno, le comenta que
por algo dios nos hiso hombre y mujer, que estaba mal, que tenía que rezar
mucho por su alma y que lo que hacía era muy malo, que no tenía salvación.
Pasa el tiempo el delincuente no
se entrega y el chico gay sigue viviendo feliz con el amor de su vida, los dos
mueren por causas naturales. Llegan al juicio final, pasa el delincuente, ven
su historial y lo mandan al infierno, pasa el gay, ven su historial todo lo
bueno que hiso y le abren las puertas del cielo, pero antes de entrar se fijan
que es gay así que le niegan la entrada y lo mandan al infierno, en el infierno
los dos sufren mientras se queman en el fuego eterno. La pregunta es ¿Quién si
se l merece?, es obvio que el único que se lo merece es el delincuente, el otro
chico nunca daño a nadie, su único pecado es que defendió su amor.”
No creo que dios piense que amar
sea un pecado, además dios ama el amor, y en realidad es la sociedad quien no
respeta lo que los corazones sienten, si no eres igual que ellos estas mal pero
en realidad los únicos que están mal son esos tercos que no entienden que el
amor no tiene genero ni color, no tiene reglas, no es exclusivo de
hombre-mujer, todos tratan de jugar a ser dios y lo castigan, cuando en
realidad no hay nada que castigar, dios no vino a la tierra a decirnos a todos
“ser homosexual los llevara al infierno”, somos nosotros quienes lo creemos- me
refiero a los humanos- el no castiga por amar, el ama el amor, en todas sus
formas, no importa entre quienes sede, si es de verdad está bien, y él lo
entiende y lo aprueba, ahora yo pregunto ¿Por qué no l aprobamos todos?, no
entiendo por qué tenemos que ir en contra de lo puro y sincero, tenemos que
manchar la pureza del amor con reglas de género, eso es tonto, y no pido que el
mundo cambie de la noche a la mañana pero sí que hagamos algo para cambiarlo
poco a poco, y lograr el lugar en donde no importa si se trata de ella o el, lo
importante es amar con el corazón.
Con la historia anterior no
quiero decir que todos los heterosexuales sean delincuentes, lo que quise
expresar es que en ocasiones se le da más importancia a las preferencias
sexuales que a lo que uno es como persona.
Cuando estaba con mis reflexiones
súper profundas un ruido inesperado me
sorprendió, el teléfono sonó, dos veces, al ver que nadie contestaba tome la
decisión de tomar el teléfono.- Bueno- la típica palabra para contestar el
teléfono, una voz muy familiar contesto con un hola como estas, las palabras se
quedaron en mi cerebro, ese tono, esa voz, era Mariana, me estaba llamando, se
acordó de mí, justo en el momento en que más confundida me encontraba, al
tratar de revivirla en Judith, por un segundo me quede congelada, su voz aún
tenía un efecto en mí, la sensación de nervios, mariposas en el estómago, me
sentía emocionada y creo que me perdí por un segundo.
-Hola, estas bien Abril.
-Sí, estoy bien, algo
sorprendida, ¿pero tú como estas?
-Bien, las cosas en la escuela
van mejorando, ya tenemos nueva integrante en el equipo.
-Que bien, ya encontraron
remplazo, y tu ¿ya me remplazaste?- mi pregunta incomoda la dejo helado durante
unos segundos, no sé si la tomaría de mala manera, pero tenía que preguntar, no
podía quedarme con la duda, si ya tenía remplazo pues supongo que merezco
saberlo.
-Sabes bien que no hay nadie que
sea como tú, no creo que alguien pueda ocupar tu lugar, y tú ¿ya me
remplazaste?, encontraste a alguien.
La verdad sabía que ella aria la
misma pregunta, nos parecíamos demasiado, no podía decirle que estaba tratando
de revivirla en otra persona, porque técnicamente no es como si la olvidara al
contrario es aferrarme a ella, tenía que pensar muy bien en la respuesta.
–Todos somos únicos, y no se puede remplazar a
las personas tan fáciles, y más cuando la relación fue tan hermosa como la que
tuvimos.
-Sabes utilizar bien tus
palabras.
-Eso es algo que tú me has
enseñado- la verdad no tenía ni idea de que decirle, no podía gritarle que la
necesitaba y que sin ella me moría, tenía que mantenerme firme en mi promesa, no podía darle muestras de flaqueza,
la conozco muy bien y sabía que si notaba
que la necesitaba abandonaría todo por estar conmigo, y la verdad no podía hacerle
eso, no podía permitir que abandonará su casa para seguirme, no sola tenía que
hacerlo con ella.
-Bueno, solo quería saludarte,
tengo que irme.
-Nos hablamos luego, te cuidas.
Su llamada me dejo en claro que
ella no podía dejarme ir, sabía que ella aun siente lo que yo, pero tenemos que
esperar, para poder estar juntas.
Una de las cosas que más me gusta
hacer es escuchar música, siento que eso me relaja, me hace sentir feliz, así
que me tire en la cama y me puse a escuchar música.
Entre mi relajación que la música
produce me quede profundamente dormida, cuando de pronto entro mi madre a mi
habitación interrumpiendo mi descanso.
-Abril alguien te busca, te
esperan en la sala.
En ese momento me levante,
acomode mi cabello y me dispuse a salir, lo más seguro es que fuera
Judith, de seguro quería que diéramos
una vuelta o algo así, al llegar a la sala mire que me había equivocado, no se
trataba de Judith, avance hacia la persona que se encontraba en el sillón, mi
cara reflejo mi sorpresa, no podía
entender que era lo que estaba haciendo el en mi casa, se trataba nada más y
nada menos que de Gastón, él ni siquiera me caía bien, que planearía, él no me
da buena espina, siento que no es tan bueno como parece, me tengo que cuidar
del no puedo bajar la guardia. Aun sorprendida pude decir –Hola, ¿Qué haces
aquí?
-Hola, vine a invitarte a dar una
vuelta y salir a comer algo- lamio su labio inferior.
-No creo que pueda, tengo algunas
cosas que hacer.
Mi escusa parecía funcionar pero
tenía que aparecerse mi madre con sus buenas intenciones.
-Abril, ve con él no te aria daño
salir a distraerte.
Su tono fue con falsa bondad,
sabía que lo que le importaba era que yo saliera con un chico y me volviera
“normal”, a mí no engañaba con sus farsas, pero no podía enfrentarla en frente
de Gastón, así que decidí ir con el para poder deshacerme de él, le aria ver
que no soy una buena chica para el tal vez desistiera de intentar conquistarme.
-Vez tu mamá dice que no hay
problema, vamos.
-Bueno, si a mi mami le parece
buena idea vamos, podría divertirme-
mire a mi madre a los ojos y puse mi mirada demoniaca, siempre que planeo hacer
algo para hacerla quedar mal, la miro de esta forma, es una manera de avisarle
que se tiene que atener a las
consecuencias.
Tome mi chaqueta y salí de la
casa con él.
Comenzamos a caminar, alejándonos de la casa, la situación estaba
un poco incomoda, yo no decía nada, y de hecho lo ignoraba, no le prestaba
atención era como si yo fuera sola, como si el no existiera, había sido obligada
a salir con el así que yo no tenía el deber de mostrarme emocionada cuando en
realidad no lo estaba.
-¿Qué es lo que escondes?-
pregunto Gastón mientras me miraba de arriba abajo.
-Yo no oculto nada- desvié la
mirada evitando verlo a los ojos.
-Pues no eres igual a las otras
chicas.
-Solo soy original.
-No es normal que no te guste.
-¿Solo por qué no me gustas no
soy normal?
-No me refería a eso.
-Claro que sí, crees que eres irresistible para las mujeres, pero
en realidad no lo eres, te hablare claro, no me gustas, no puedo mentirte, y
estoy segura de que tú ya lo sabes.
-Sí, lo sé, es por eso que me
gustas, a mi nadie se me resiste y tú no
serás la excepción- se detuvo y me jalo del brazo hacia el- lograre que me
ames.
Yo no pude aguantar la risa-
Mira, tu nunca me vas a gustar, tú no eres lo mío, y suéltame, será mejor que
te vayas a tu casa y me dejes en paz- me zafe de él, y me fui; camine a donde
mis pasos me llevaran no tenía un destino claro lo único que quería era
alejarme de ese idiota.
Cuando estuve lo suficiente mente
lejos me di cuenta de que no tenía ni idea de donde estaba, el paisaje era algo
confuso, nunca había estado por allí, lo peor era que el sol era demasiado
fuerte y las calles solas, no había nadie
a quien preguntarle donde estaba.
Caminaba sin rumbo cuando choque
con alguien, era un chico que al verme sonrió como si ya me conociera.
-Hola Abril, no esperaba que tú
estuvieras por aquí.
-Bueno yo tampoco esperaba estar
por aquí.
-No me recuerdas verdad.
Mi cara lo decía todo no podía
mentirle diciendo que lo recordaba cuando la verdad era otra. –No, de hecho no
te recuerdo muy bien.
Sonrío un tanto triste por mi
olvido,- Soy Andrés tu compañero de clase, ya nos habían presentado.
Fue cuando lo recordé era ese
chico que se había cambiado al pupitre de alado, no sé cómo no lo recordaba,
creo que no se ni dónde tengo la cabeza.- Sí, claro ya me acorde, lo siento es
que estoy algo distraída.
-Se nota, te veo algo preocupada,
estas perdida ¿o qué?
Lo dijo en tono de broma, lo cual
hiso que me sintiera muy apenada porque era cierto, la verdad si estaba
perdida, no sabía dónde estaba, pero eso de perderme se me da muy bien desde
que era pequeña.- Sí, la verdad si estoy algo perdida.
Su rostro se mostró sorprendido
por mi sinceridad- Si quieres yo puedo acompañarte a tu casa.
-¿Arias eso por mí?- pregunte de
forma algo infantil- te lo agradecería mucho si lo hicieras.
-Pues entonces vamos.
A diferencia de Gastón, Andrés me
inspiraba confianza, había algo en el que me daba buena energía, mi intuición
me decía que podía confiar en él.
-¿A cazo venias tu sola por
aquí?- pregunto con cierto tono de duda, tal parecía que estaba nervioso-
Estamos muy lejos de tu casa, no creo que tu sola hayas llegado hasta aquí.
-No, no llegue yo sola, en
realidad estaba con Gastón.
-Gastón- su expresión cabio, era
como si eso no le hubiera gustado- tú y él estaban saliendo.
-Sí, algo así, mi madre me
obligó, pero escape de ese odioso.
-Entonces, no te gusta- aprovecho
el momento más oportuno para preguntar, su rostro reflejaba preocupación por lo
que yo pudiera contestar.
-No, para nada, él no es lo mío,
no es mi tipo- la pregunta de Andrés me saco un poco de onda, pero no la
considere indiscreta.
-Eso quiere decir que no es tu
novio- sus mejillas se tornaron un poco rojas, sentí que decir eso le costó
cierto trabajo, se notaba que estaba algo incómodo, o bueno más bien apenado.
-No, ni que estuviera loca para
andar con un tipo tan pesado como él.-La caminata se hacía ligera, no sentía
que tuviera que ser otra con él, era como si pudiera dejar las apariencias y
ser lo que soy, él se notaba algo tenso cuando me pregunto sobre mi relación
con Gastón.
En nuestra caminata llegamos a
una pizzería y la verdad es que yo sentía un poco de hambre.
-Abril, te invito una pizza, aún
falta para llegar a tu casa, y ya hace hambre ¿qué te parece?
-Sí, claro.
Comimos una rica pizza de
champiñones, platicamos, descubrimos que tenemos algunos gustos parecidos, en fin me divertí con él.
-Ya llegamos, ahora estas de
regreso en tu casa.
-Gracias por traerme- le di un
abrazo, en realidad no sé por qué lo hice solo me nació hacerlo.
-No es nada- sus mejillas se
pusieron un poco rosadas- me tengo que ir, cuídate.
-Igual, nos vemos luego.
Entre a casa y como era de suponerse mi madre estaba
viendo todo por la ventana.
-Ese chico no es él mismo con
quien te fuiste- me miro a los ojos.
-No, él es mi amigo, el otro es
solo un idiota.
-Lo bueno es que es hombre así
que si el si te gusta por mi está bien- sonrió alegremente, como si le hubiera
dicho que me iba a casar con él, estaba contenta de que su hija fuera normal.
No sabía que contestarle, así que
decidí hacerle una pequeña broma- Si madre él si me gusta, mañana le propondré que tengamos sexo, alégrate seré
“normal”- creo que no debí de haberle dicho eso, es que sonó bien en mi mente,
pero creo que no fue lo más indicado, tal vez ahora pensaría que su hija era
una golfa, pero lo dicho, dicho, y no puedo regresar el tiempo.
-¿Qué?- exclamo enojada.
-Descuida era una broma, lamento
decirte que sigo siendo lesbiana- comencé a reír sarcásticamente- ya te lo
habías creído, sabes que soy lo que soy- por la cara que tenía creo que no le
gusto mi broma, aunque por unos segundos la note feliz.
Subí a mi habitación y me puse a
hacer la tarea que tenía un poco atrasada.
No dejaba de pensar en lo bien
que me la había pasado con Andrés, él era diferente a los demás chicos, no sé
en qué sentido, pero lo era.
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sera que Andres es gay o solo estara enamorado de ella...
ResponderEliminarMuy buena historia leí todos los capitulos en un solo dia saludos
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