Capítulo 63
—Ya era hora —dijo mientras se dirigía hacia la puerta abriéndola justo cuando Crystal salía del coche—. ¿Dónde estabas? Llamé hace rato a Michael y me dijo que te habías tomado la tarde libre.
—Fui a ver a Jenny y luego a casa de Patty —dijo Crystal, encontrándose a Laura a mitad de camino—. Y no estoy segura si debería haberlo hecho.
—¿Qué ocurrió?
Crystal sonrió y se apoyó contra ella.
—Ambas cosas son una larga historia.
—De acuerdo, vayamos dentro y podrás contármelo todo —dijo Laura poniendo su brazo alrededor de la cintura de Crystal—. Lo siento si parecí algo agitada. No es propio de ti dejar el trabajo en mitad del día.
—No podía concentrarme en el trabajo —dijo Crystal mientras entraban en casa—. Pensé que si hablaba con Jenny podría darle algo de sentido, pero solo sirvió para agravar el problema.
—Espera un momento. Estoy algo confundida. ¿Cómo es que hablando con Jenny agravaría el problema que tienes con Patty?
—No es eso —dijo Crystal dejando sus llaves en la mesita auxiliar—. Pero como es habitual en la doc, me dio un montón de cosas en las que pensar —agitó su cabeza—. No sé cómo explicarlo.
—¿Qué tal si vamos al sofá y te abrazo mientras tú intentas encontrar la forma de hacerlo? —sugirió Laura, posando las manos en sus hombros y dirigiéndola hacia donde quería.
—¿Por qué todo en mi vida siempre termina yéndose al caño? —dijo Crystal mientras se sentaba en el sofá—. Es como si tuviera un toque de Midas deformado, o algo así.
Sabiendo que Crystal lo explicaría a su manera, Laura se sentó y comenzó a acariciarle la espalda, esperando pacientemente durante un largo momento antes de que la joven volviera a hablar.
—Fui a ver a Patty y volvimos a tocar el tema de la vieja —dijo Crystal—. Otra vez. No sé ni si quiera por qué se molesta en intentarlo. No va a cambiar la forma en la que siento. Le dije que desde ahora si quería verme tendría que venir con los niños hasta aquí en lugar de que yo fuera allá.
—¿Estuvo de acuerdo contigo? —preguntó Laura.
Crystal levantó sus hombros.
—No lo sé. Para entonces estaba tan cabreada que me metí en el coche y me largué —sacudió su cabeza—. Supongo que la doc tenía razón cuando me dijo que estaba enfadada con Patty porque defiende a la vieja —metió la mano en su bolsillo buscando el paquete medio vacío de cigarrillos—. Necesito fumar —dijo—. ¿Podemos ir afuera?
—Claro —dijo Laura, levantándose y buscando la mano de Crystal. Juntas caminaron a través de la cocina hasta la terraza. Se sentaron en las sillas, Laura sin decir nada, mientras Crystal encendía su cigarrillo y le daba varias caladas.
—Le conté a Jenny lo nuestro —dijo Crystal rompiendo el silencio. Miró abajo hacia sus manos—. No está contenta sobre eso.
—¿Por qué se lo contaste? —preguntó Laura.
—El modo en que reaccionó cuando supo que éramos amantes… —Crystal tomó una larga calada—. Tal vez deberías hablar con ella.
Acercando un poco más la silla, Laura pasó su brazo alrededor de ella y presionó sus labios contra la frente de Crystal.
—¿Estaba enfadada?
—No enfadada —dijo Crystal—, creo que más bien dolida.
—Oh —dijo Laura, acariciando la espalda de su amante y pensando en cómo solucionar el problema. Mientras que su ruptura con Jenny había sido extremadamente dolorosa para las dos, pensaba que todo formaba parte del pasado—. Hablaré con ella si quieres que lo haga —dijo trazando con su dedo el contorno de la oreja de Crystal—. Pero quiero que sepas algo. —Moviendo la cara de Crystal hacia la de ella, Laura ladeó su cabeza y juntó sus labios—. Lo que Jenny y yo tuvimos está en el pasado. Somos muy amigas y ojalá lo sigamos siendo, pero nunca podríamos volver a ser amantes. Tú eres a la única que quiero, la única a la que amo. —Todavía vio la sombra de la duda en sus ojos—. ¿Qué?
—¿Y si Jenny quiere que vuelvas? —preguntó Crystal en voz baja, dejando al descubierto sus inseguridades—. Tienes que admitir que ella es mejor.
—No —dijo Laura rápidamente, presionando sus dedos contra los labios de Crystal—. No hagas eso. No quiero volver con Jenny. Te quiero a ti. Si no crees en nada más, al menos cree esto. No importa lo que Jenny diga o haga, no va a cambiar lo que siento por ti.
**************
Minutos después de que Crystal se marchara a
trabajar, Laura se montó en su Jeep y condujo cruzando la ciudad. Como había
esperado, la Cosa
naranja estaba todavía aparcada cuando entró al complejo de apartamentos de
Jenny. Era un encuentro que Laura no quería tener, pero por el bien de Crystal,
sabía que debía hacerlo. Deseando lo mejor, caminó hasta la puerta de Jenny y
llamó. Segundos después, la puerta se abrió mostrando a Jenny todavía con su
camiseta y pantalones de dormir.
—Buenos días —dijo Jenny dando un paso atrás
para dejar pasar a Laura—. ¿Qué haces aquí?
—Tenemos que hablar —dijo Laura.
—¿Sobre…? —dijo Jenny sin entusiasmo, a la
vez que señalaba el sofá.
—Ya sabes sobre qué —dijo Laura—. Crystal y
yo. Comprendo que no estuvieras especialmente contenta cuando te enteraste.
—Como me sienta acerca de eso es irrelevante
—dijo Jenny, cruzando sus brazos y apoyándose sobre el marco que separaba el
salón de la cocina.
—No cuando afecta a Crystal —dijo Laura,
inclinándose hacia delante y apoyando los antebrazos sobre sus rodillas—. Cree
que todavía tienes sentimientos hacia mí.
Jenny pasó sus dedos por su pelo castaño
corto y se giró.
—Tú no quieres llegar ahí, Laura. —Le
advirtió.
—¿Por qué? —preguntó Laura, aunque
sospechaba lo que irritaba tanto a Jenny.
—Oh, no juegues a eso conmigo —dijo Jenny peinándose
el pelo con los dedos—. ¿Cómo pudiste?
Tres años de vivir y amar a la mujer que
ahora estaba de pie delante de ella enseñó a Laura muy bien que, en éste
momento en particular, ella y Jenny iban a tener una discusión.
—Haces que suene como si hubiera desvirgado
a una joven doncella —dijo cruzando sus brazos sobre su pecho y reclinándose
hacia atrás—. Fue con consentimiento mutuo.
—¿Y tú no hiciste nada para provocarla como
a aquella zorra de Colorado, verdad? —dijo Jenny estallando mientras cruzaba el
salón hasta la chimenea donde había una foto de ella y Laura—. Justo otro trofeo
en tu colección, ¿verdad?
—Crystal significa mucho más para mí y tu lo
sabes —dijo Laura defendiéndose—. La amo.
—Una vez también me dijiste a mí que me
amabas —dijo Jenny todavía de cara a la
foto e intentando evitar mirar a su ex amante—. ¿Cuánto tiempo pasará antes de que vuelvas a
acostarte con otra de tus zorras fans?
—No lo haré —dijo Laura alzándose sobre sus
pies.
—Como si una promesa de fidelidad viniendo
de ti significara algo, —Se burló Jenny—. ¿O es esa una promesa que sólo me
hiciste a mí?
—¿De qué va esto, Jen? ¿Del hecho de que
Crystal y yo somos amantes y de que tú y yo no lo somos? —preguntó Laura—.
Intenté que volviéramos durante casi cuatro años y tú me rechazaste todas las
veces. Lo único que podía esperar era un polvo ocasional.
—¿Cómo podría confiar en ti otra vez?
—preguntó Jenny—. ¿Crees que fue fácil para mí darle la espalda a tres años de
mi vida?
—Pareció bastante fácil por lo que estuve
viendo —dijo Laura, intentando con todas sus fuerzas mantener su tono de voz
tranquilo ante el aumento de tensión. Se plantó detrás de Jenny poniendo sus
manos sobre los hombros de la terapeuta—. Sé que fue culpa mía, pero me dolió
enormemente cuando te marchaste —admitió.
—Sí, bueno, también me dolió a mí
enormemente cuando volví a casa y encontré ese mensaje en el contestador —dijo
Jenny, sacudiéndose de encima las manos y dirigiéndose al sofá.
—Lo sé —dijo Laura despacio. Siguiendo los
pasos de Jenny, se sentó en una silla cerca de ella—. Jen, ésta no es la
primera vez que estoy con alguien desde que rompimos. ¿Por qué ahora?
—No te tomabas en serio a las otras mujeres
—dijo Jen—. Solías salir unas cuantas veces con ellas, contarme todos sus
defectos y por qué no podías mantener ningún tipo de relación con ellas antes
de ir hacia la próxima conquista.
—Y ahora no me muevo a ningún sitio —terminó
por ella.
—Recuerdo cuando solías llamarme prácticamente
gritando como una loca por tu compañera de piso —dijo Jenny—. Creí que ibais a
tener un grave “accidente” con la cortina de baño.
—Lo recuerdo —dijo inclinándose hacia
delante de modo que sus codos se apoyaran en las rodillas—. Recuerdo que llegué
a amenazar a Peter con un martillo por habérmela enviado.
—¿Entonces, por qué? —Jenny bajó su mirada a
la alfombra—. ¿Por qué ella por encima de las otras?
—Yo misma me he hecho la misma pregunta —admitió
Laura—, y he intentado relacionarlo con un montón de cosas, desde la soledad
hasta algún tipo de complejo de protección fuera de lugar
Eligió cuidadosamente sus próximas palabras,
sabiendo que podía dañar a Jenny con ellas y queriendo minimizar eso lo más
posible.
—Pero la simple verdad es que la amo. Yo no
planeé que ocurriera, pero pasó y no puedo cambiar la forma en que me siento.
—No planeaste dormir con aquella chica de
Colorado, pero lo hiciste —señaló Jenny enfadada, sus ojos brillantes—. ¿Sabe
algo Crystal sobre tus deslices o te has guardado ese tipo de información para
ti?
Laura saltó ante el tono acusador.
—Se lo conté —dijo firmemente—. Y no es lo
mismo. No sentía nada por Lisa. Amo a Crystal.
Jenny bufó suavemente y miró hacia otro
lado.
—Ahí vas otra vez, Laura. ¿No entiendes que
hay mucho más en una relación que amor?
—Lo sé —contestó Laura a la defensiva— Pero
creo que es un factor importante, ¿no es así?
Jenny se giró hacia ella.
—¿Y qué hay de la confianza?
—Nunca me perdonarás por eso, ¿verdad? —dijo
Laura, reclinándose sobre la silla—. Jen, si pudiera volver en el tiempo y
cambiar lo que pasó, lo haría.
—¿Y si hubieras vuelto a casa antes que yo, habrías
eliminado el mensaje? —Jenny se pasó los dedos por su pelo castaño—. ¿No lo
entiendes? Después de lo que sucedió, la confianza entre nosotras desapareció,
y sin confianza no podía haber relación. Siempre me preguntaré si me habrías
contado la verdad o habrías intentado ocultarme otra aventura. No podía vivir
con eso.
—Jen, nunca quise hacerte daño.
—Sí, pero lo hiciste —dijo Jenny despacio.
Laura asintió con la cabeza y se movió hasta
el sofá poniendo su brazo alrededor de los hombros de Jenny.
—Lo hice —admitió—. Y no hay nada que pueda
hacer para cambiarlo. Soy muy afortunada porque decidieras que siguiéramos
siendo amigas. Estoy segura de que muchas ex no lo harían —sintió a Jenny
apoyarse contra ella—. Eres muy importante para mí, nunca lo dudes.
—Eso va por las dos —dijo Jenny—. No quiero
perderte en la vida.
—Y no vas a hacerlo —dijo Laura—. El estar
con Crystal no va a cambiar eso. Todavía eres mi mejor amiga—. El reloj de Jenny
sonó alertándola de la hora—. Será mejor que te deje para que te prepares para
ir a trabajar.
—No me había dado cuenta de que era tan
tarde —dijo Jenny mirando su reloj—. Mi primera cita viene a las nueve.
—¿Estamos bien? —preguntó Laura.
Jenny asintió.
—Sí, estamos bien —dijo—. Sólo hay algunas
cosas que debo aclararme a mí misma, eso es todo.
—¿Vendrás mañana a cenar? —ofreció Laura—.
Llamaré a los chicos y podemos hacer algo así como una cena-fiesta.
—Suena bien —dijo Jenny—. Ahora coge y
lárgate de aquí. Tengo que darme una ducha.
Laura la atrajo en un rápido abrazo.
—Te veré entonces —dijo.
—Sé buena —susurró Jenny antes de apartarse.
—Lo seré —prometió Laura, sabiendo que se
refería a Crystal—. Te veré mañana.
***********
Crystal llegó a casa después del trabajo
para encontrarse a Laura en la cocina preparando la cena.
—Hummm, huele bien —dijo mientras se quitaba
las botas de trabajar de una patada y dejaba las llaves encima de la mesita
auxiliar—. ¿Qué tenemos ahí?
—Una de las recetas favoritas de mi madre —dijo
Laura acercándose a la puerta—. Crema de pollo y arroz salteado.
—Espero que hayas hecho bastante —dijo
Crystal mientras entraba a la cocina—. Mi pistola de clavos se atascó a primera
hora de la mañana y me llevó al menos media hora el desatascarla. Tuve que
saltarme el almuerzo para adelantar el trabajo. —Se acercó y sonrió cuando vio
a Laura con los brazos abiertos para abrazarla—. Ha sido un día muy largo.
—Bien, entonces ve a sentarte y a relajarte
—dijo Laura—. Esto no estará listo en al menos quince minutos.
—¿Tengo que hacerlo? —preguntó Crystal,
disfrutando por la sensación del cuerpo de Laura contra el suyo—. Estoy muy
cómoda aquí mismo. —Descansando su cabeza sobre el hombro de Laura inhaló la
suave esencia de su perfume—. Sí, así estoy muy bien.
Sintió cómo los brazos que la rodeaban la
apretaban más.
—Esto me lo pone muy difícil para echarle un
vistazo a la cena —bromeó Laura.
—Uh, uh —dijo Crystal deslizando sus manos
hacia abajo hasta las caderas de Laura—. Dijiste que teníamos quince minutos.
—Y eso no es suficiente tiempo para lo que
estás pensando —dijo Laura mientras sus propias manos comenzaban a acariciar la
espalda de Crystal.
—¿Qué te hace creer que estoy pensando en
algo? —Se irguió aprovechándose de su posición para besar el cuello de Laura.
Después de creer durante años que carecía de apetito sexual, Crystal se
sorprendió por la fuerza de su deseo. Moviendo sus manos entre los dos cuerpos,
buscó el primer botón de la camisa de Laura.
—¿El hecho de que estás intentando meterte
dentro de mi camisa? —dijo Laura, aunque sin hacer ningún intento de detener
las manos de Crystal.
—Hace calor aquí —dijo Crystal mientras el
botón era abierto y revelaba la desnuda piel. Escuchó la brusca inhalación de
Laura y se sonrió a sí misma sabiendo que sus traviesas manos eran la causa—.
Te quiero —susurró y desabrochó el siguiente botón besando la nueva piel
expuesta. Trazando el borde del sujetador de Laura con los labios, dejó salir
su lengua para probar la piel ligeramente salada.
—Yo también te quiero —dijo Laura—. Su voz sonó
más ronca de lo habitual. Su agarre se hizo más estrecho, empujando las caderas
de Crystal contra las suyas—. Y tú eres la razón por la que hace calor aquí.
—¿Quieres que pare? —preguntó Crystal,
liberando la camisa de los vaqueros de Laura. Fue contestada por la boca de
Laura contra la suya, el beso añadiendo más leña al fuego que ya les ardía por
dentro.
—No —murmuró Laura entre besos—. No pares.
—¿Qué... qué hay de la cena? —pregunto
mientras sus manos se deslizaban por la espalda de Laura hasta el cierre del
sujetador.
—Mantén lo que estás haciendo y no cenaremos
hasta por lo menos las diez —dijo Laura mientras sus propias manos se
deslizaban dentro de la camisa de Crystal.
Capítulo 64
Cerrando los ojos mientras recibía otro de
los maravillosos besos de Laura, Crystal usó sus dedos para abrir los dos
ganchos que mantenían el sujetador cerrado. Ahora, sin nada para impedir su
progreso, movió sus manos hacia delante cubriendo cuidadosamente los pechos de
Laura, sus pulgares moviéndose suavemente arriba y abajo sobre los endurecidos
pezones. Respondió al gemido de su amante con el suyo propio cuando sintió su
sujetador ser desabrochado. Reticentemente,
rompió el beso.
—El sofá —sugirió.
—El sofá —estuvo de acuerdo Laura, guiando
suavemente a Crystal por el salón.
Crystal estuvo agradecida por los brazos que
la agarraban cuando la parte de atrás de sus piernas chocó contra el sofá.
Levantando los brazos, permitió a Laura
que le quitara el sujetador y la camisa a la vez, sonriendo
tolerantemente cuando la escritora las plegó y las dejó en una silla cercana.
—Sabes —dijo mientras deslizaba la camisa
por los hombros de Laura—, tienes la maldita costumbre de preocuparte demasiado
por el orden.
—Lo sé —dijo Laura mientras plegaba su
propia camisa y sujetador poniéndolos encima de la otra ropa antes de volver a
envolver a Crystal entre sus brazos—. Es uno de mis pequeños defectos.
Crystal deslizó los dedos por la cinturilla
de los vaqueros de Laura atrayéndola más cerca.
—Supongo que ya que eres tan insistente en
plegar nuestras ropas, deberíamos deshacernos de todas ellas y quitárnoslas de
en medio.
—Me gusta la idea —dijo Laura, dirigiendo
sus dedos hacia el botón de los vaqueros de Crystal.
—A mí también —dijo Crystal, sintiendo que
el botón de su pantalón se abría y que los labios de Laura buscaban los suyos.
Gimió suavemente cuando sintió sus vaqueros siendo bajados por sus caderas
junto con su ropa interior. Las manos de Laura le apretaron el trasero
socavando toda la fortaleza de sus piernas—. No podré… permanecer de pie mucho
más. —Se las arregló para decir mientras tomaba aire entre beso y beso.
Permanecieron juntas mientras Laura las
bajaba hasta el sofá, el cálido cuerpo de la escritora cubriendo el suyo
propio. Sus piernas todavía atrapadas por los vaqueros a medio camino entre sus
muslos. Crystal comenzó a retorcerse intentando empujarlos hacia abajo.
—Vas a tirarme del sofá —advirtió Laura.
—No puedo evitarlo —dijo Crystal—. No soporto sentirme atrapada.
—Lo siento —dijo Laura rodando y tirando de
la cinturilla del pantalón—. Déjame.
Crystal se sintió vulnerable cuando la
última de sus prendas fue quitada y estaba tumbada en el sofá, desnuda a la luz
del día. Laura volvió de plegar la ropa y se arrodilló junto al sofá. Mirándola
de frente, Crystal sabía ahora por qué su necesidad de tocar y ser tocada había
sido tan fuerte. Era más que simple deseo, era el querer, no, la necesidad de
conectar de una manera íntima con la persona que tenía su corazón.
—Te quiero —susurró, mostrando sus emociones
en sus ojos.
Alzándose un poco, cubrió la mejilla de
Laura y la guió hasta que sus labios estuvieron a tan solo unos milímetros. No
hizo falta nada más para que Laura tomara el control y recorriera la distancia
que las separaba.
El miedo de estar indefensa y expuesta se
desvaneció ante el tierno beso. Crystal sintió el suave roce de unos dedos recorrerle
el abdomen, moviéndose en crecientes círculos mientras los besos de Laura la
dejan sin respiración.
—Mmm —murmuró Laura cuando se movió de la boca
de Crystal a su mandíbula—. Eres tan bonita....
Crystal tan sólo pudo arquearse ante las
suaves series de besos por su garganta, su cuerpo temblando al darse cuenta
hacia dónde se dirigían esos labios. Gimió y estrujó el trasero cubierto por
los vaqueros cuando los dedos de Laura encontraron perezosamente su triángulo
de rizos.
—Tan suave... —continuó la escritora,
acariciando el pezón de Crystal con la punta de su lengua.
Crystal tan sólo podía gemir y estrujar el
trasero de Laura fuertemente mientras que con su otra mano acercaba la boca de
su amante a su pecho.
—Oh, Dios..., es tan agradable —dijo.
—Mn hmm —estuvo de acuerdo Laura, moviéndose
hacia el otro pecho. En el proceso, su propio pecho quedó al alcance de la boca
de Crystal y la joven mujer felizmente abrió sus labios para aceptar el regalo
que le ofrecían. Con los ojos cerrados, Crystal succionó fuertemente, su lengua
agitándose entre sus dientes sobre el endurecido pezón y casando rítmicamente
con las sensaciones en su propio pecho producidas por la boca de Laura.
Sintiendo que la mano de Laura se apretaba contra ella, abrió las piernas
dejando a su pierna derecha descansar sobre el suelo.
Alzando sus caderas para incitar a Laura, se
sorprendió al sentir que el pecho que había estado lamiendo se apartaba de su
boca. Su protesta murió en sus labios cuando sintió la mano de Laura sobre la
rodilla derecha abriéndole más las piernas.
—Oh, Laura, sí —dijo cuando la escritora se
movió entre sus muslos y se dio cuenta de lo que su amante intentaba.
Unos suaves besos depositados en la parte
interior de los muslos la hicieron temblar brevemente antes de que los labios
de Laura se ocuparan de su centro. Se sacudió con el primer roce de la lengua
de Laura entre sus húmedos pliegues, sabiendo que iba a ser llevada más alto
que ninguna otra droga jamás podría hacer. Parecía que Laura la tocaba por
todas partes, conocedoras manos moviéndose por sus muslos, caderas y pechos,
labios y lengua moviéndose a un paso desesperante sobre su zona íntima. La
lengua de Laura estaba fría al principio en comparación a su sobrecalentado
centro. La cabeza de Crystal se movía de lado a lado y enganchó su pierna por detrás de la cabeza de Laura mientras los
dedos de la escritora comenzaron a excitar y atormentar sus pezones,
estrujándolos a un ritmo que casaba con los lametones de la lengua contra su
clítoris.
Por minutos interminables Laura la fue
llevando en espirales a donde Crystal estaba segura que no podría llegar más
alto. La mano de Laura dejó su pecho y se movió hacia abajo, alrededor de su
cadera y luego de vuelta a su muslo. Dos dedos se deslizaron suavemente dentro,
robándole la respiración a Crystal antes de encontrarse a sí misma llevada
todavía más alto. Cuando por fin su mundo colapsó en una ola de placer, Crystal
gritó el nombre de Laura aferrándose en vano mientras las repeticiones vibraban
a través de ella.
—Shh…, está bien…, te tengo —murmuró Laura
en su oído. Hubo otras palabras, pero Crystal encontró muy difícil concentrarse
en mucho más que en la calidez y comodidad del cuerpo de Laura contra el suyo.
Era como estar en un cielo del que no tenía intención de marcharse. La primera
vez que Laura intentó retirarse, la agarró más fuerte, expresando
silenciosamente su necesidad. Su mano se movió por la espalda de Laura,
encontrando una vez más la cinturilla de los vaqueros.
—No puedo creer que todavía los lleves puestos
—dijo, moviéndose lentamente del abrazo de Laura y quedando en posición
sentada.
—Estaba un poco ocupada —dijo Laura, moviéndose
para darle un rápido beso—. Oh, mis rodillas me están matando.
—¿Tal vez debería besarlas y hacer que mejoraran?
—ofreció Crystal, poniendo sus manos en los codos y levantándose, trayendo a la
escritora con ella—. Por supuesto que no puedo hacerlo con eso puesto —dijo
tirando de la cinturilla—. Hay que sacártelos. — Deslizando su mano entre la
tela vaquera y el algodón, empujó los pantalones por las caderas de Laura.
—Oh, hay que hacerlo, ¿verdad? —preguntó
Laura con las manos descansando sobre la espalda y hombros de Cristal—. ¿Y qué
hay si todavía no he terminado contigo?
Crystal apretó el trasero de Laura cubierto
por las bragas de algodón y descansó su frente sobre su hombro.
—Maldita sea, mujer. —Se quejó—. Vas a
matarme.
—No puedo evitarlo, —dijo Laura envolviendo
a Crystal en sus brazos y haciendo que sus pechos se apretaran—. Me encanta tocarte
—dijo, inclinándose sobre la cabeza de Crystal para besar su frente.
Aprovechándose de su posición, Crystal
comenzó a besar la garganta de Laura, entonces fue bajando hacia su pecho.
—A mí también me encanta tocarte —dijo
mientras bajaba y se ponía de rodillas—. Y ahora mismo planeo tocarte hasta que
no puedas más —empujó los vaqueros por las nalgas de Laura, entonces le ofreció
sus hombros a su amante para que se apoyara en un pie y luego en el otro—. Me
encantan las blancas de algodón, pero tengo que quitártelas también —dijo,
besando la mata de pelo a través de las bragas antes de quitárselas y unirse a
los vaqueros en el suelo. Un suave empujón dejó a Laura tumbada sobre el sofá.
—La ropa —dijo Laura, acercándose a la pila
de ropa cerca de las rodillas de Crystal.
—Déjala —dijo Cristal, separando las
rodillas de Laura.
—Pero…
—Pero nada. En un minuto no te va a importar
un comino dónde está la ropa —dijo Crystal. Empeñada en ganar ésta pequeña
batalla comenzó a recorrer con la yema de los dedos la parte interna de los
muslos de Laura—. Por una vez, no te preocupes de eso. Solo túmbate y siente.
Entonces Crystal se concentró en darle a
Laura el mayor placer usando sus dedos, labios, todo lo que tenía a su
disposición para enviar a su amante a la cúspide una y otra vez, olvidando el
montón de ropa arrugada.
*******
—Hey, doc —dijo Crystal cuando abrió la
puerta—. Venga, entra, Laura está en la cocina —dio un paso atrás para dejar
pasar a Jenny—. ¿Puede hacer más frío ahí afuera?
—Espero que eso no signifique que vamos a
tener un invierno brutal —dijo Jenny, sacándose la chaqueta y colgándola en el
perchero junto a la puerta—. Vas a tener que cambiarte esa chaqueta vaquera
tuya por otra algo más caliente.
—¿Sabes lo que cuesta una chaqueta nueva?—dijo
Crystal acercándose—. Hazme un favor ¿quieres? —susurró—. No le digas nada de
eso a Laura.
—Y ¿por cuánto tiempo crees que Laura te va
a dejar salir allí fuera con esa cosa tan delgada? —preguntó Jenny con el mismo
tono bajo de voz.
—Con suerte, dos semanas más. No voy a ganar
dinero extra hasta entonces.
—Hey, ¿de qué estáis hablando vosotras dos
ahí? —gritó Laura desde la cocina.
—No te preocupes, no voy a contarle todos
tus secretos —dijo Jenny—. Además creo que ya sabe todas las malas costumbres
que tienes.
—Y sobre eso —dijo Laura moviéndose por la
puerta que separaba la cocina y el salón—, quién sabe, puede que algún día ella
me quite una o dos. Es sabido que los milagros ocurren.
—¿Quieres decir que algún día me pararé y
encontraré una pelusilla de polvo bajo el sofá? —preguntó Jenny.
—Bueno, no presiones tanto —dijo Laura
poniendo sus brazos en jarra sobre sus caderas—. Pero me he convencido que no
es un crimen dejar la ropa sin plegar después de habérmela quitado.
Jenny miró de Laura a Crystal.
—Estás bromeando.
—Nop —contestó Crystal orgullosa.
—Me pilló en un momento de debilidad —añadió
Laura en su defensa.
—Debe de haber sido “el” momento —dijo Jenny
golpeando a Crystal en el hombro—. Ahora intenta llevártela a la cama dejando
un plato sucio en el fregadero.
—Nunca ha pasado —dijo Laura
confidencialmente.
—Ah, ah, ah. —Jenny alzó su dedo índice,—. Lo
has olvidado, ¿no?
Laura le ofreció una confusa mirada por unos
instantes antes de que su memoria recordara.
—Oh.
—Como dije, te levantaste en mitad de la
noche y los lavaste, pero aún así lo consideré una victoria —dijo Jenny.
La postura de la terapeuta era cómoda y
relajada, sin que su cuerpo se agitara por las emociones que Crystal había visto
al final de su última sesión. Crystal había preguntado, pero Laura había dicho
muy poco de la conversación que tuvo con Jenny, sólo que pensaba que había ido
bien. Si el cambio de Jenny era alguna indicación, su encuentro había sido un
éxito total, como podía ver Crystal. Todavía había preguntas que debían ser
contestadas antes de que se convenciera totalmente de que las cosas estaban
completamente bien entre las tres.
—Hey, doc, voy a fumarme un cigarrillo antes
de que lleguen los chicos. ¿Vienes a hacerme compañía? —dijo Crystal mientras
deslizaba la puerta corrediza esperando por un respuesta.
Como había supuesto, Jenny la siguió fuera a
la terraza cerrando la puerta detrás de ella.
—¿Sí? —preguntó Jenny expectante.
Crystal sacó los cigarrillos del bolsillo y
encendió uno.
—Así que —dijo moviéndose para que el humo
flotara lejos de donde estaba Jen—, ¿todavía tendremos nuestras sesiones
regulares?
—Por supuesto —contestó Jenny.
—Bien, —Crystal se giró y se concentró en la
línea de humo azul que salía de la punta de su cigarrillo—. Estaba preocupada, ¿sabes?
—¿Sobre qué? —preguntó Jenny.
—Estaba preocupada de que ya no quisieras
ayudarme nunca más porque estoy liada con Laura —dijo Crystal ladeando la
cabeza—. Diablos, por un momento estaba incluso preocupada de que intentaras
que volviera contigo.
—Nunca haría eso —dijo Jenny apoyándose en
la barandilla y aspirando el aroma de las hojas de los árboles mezclada con la
de los pinos—. Laura y yo tan sólo teníamos unos cuantos temas sin resolver,
eso es todo.
—Uh, uh —dijo Crystal—. Y están completamente
resueltos ahora, ¿verdad?
—La mayor parte de ellos—. dijo Jenny.
—Tú eres la que está siempre diciéndome que
los cambios no suceden de la noche a la mañana —dijo Crystal tomando otra
calada de su cigarrillo.
Jenny se giró y le ofreció una sonrisa
conocedora.
—Sabes que odio cuando mis propias palabras
se vuelven contra mí —hizo una pausa—. Pero es cierto. Laura y yo tenemos una relación muy especial y es muy duro para mí
verla con alguien más. —Se movió más cerca de Crystal—. Pero también quiero que
sea feliz y lo tiene bien claro que eso es estando contigo.
—¿Crees que tenemos una oportunidad? —preguntó
Crystal sacudiendo nerviosamente la ceniza al aire.
—No importa lo que yo piense —dijo Jenny.
—Me importa a mí —dijo Crystal firmemente,
caminando hacia la mesa y apagando en cigarrillo en el cenicero.
—¿Que si creo que vosotras dos tenéis una
oportunidad de que vuestra relación funcione? Totalmente —dijo Jenny—. ¿Que si
creo que va a ser fácil?. No. Os tomará muchos sacrificios y compromisos hacer
que funcione, pero si os amáis la una a la otra, funcionará. ¿Ahora podemos ir
adentro? Está helando aquí fuera.
—Sí —dijo Crystal. Dio un paso hacia la
puerta y luego de detuvo—. Hey, ¿doc?
—¿Sí?
—Sabes..., pensé que estaba tan perdida que
nadie jamás estaría conmigo y, mucho menos, que se enamoraría de mí. —Crystal
bajó la vista tratando de encontrar las palabras adecuadas—. Pero... Ahora veo
las cosas de diferente manera a como las veía hace cuatro meses. He... he...
—¿Madurado? —ofreció Jenny.
Crystal alzó los hombros.
—Eso creo. Lo que estoy intentando decir es
que esto no habría pasado si no fuera por ti.
Jenny se acercó.
—Fuiste tú, amiga mía —dijo empujando
suavemente a Crystal con el dedo índice—. Yo no soy la razón de tu cambio,
solamente soy la que te ayudó a que vieras que el cambio era posible. Recuerda,
fuiste tú la que vino a mí a pedirme ayuda. Tú diste el primer paso. Ahora... —puso
sus manos sobre los hombros de Crystal—, vayámonos antes de que me muera de
frío aquí.
—Gracias por todo —dijo Crystal.
—De nada —dijo Jenny, atrayéndola para un
abrazo—. Y por si ayuda, espero que vosotras dos seáis muy felices juntas.
Crystal estrechó el abrazo.
—Ayuda muchísimo —dijo suavemente.
—Muy bien, ya es suficiente —dijo Jenny
mientras se separaban—. Vayamos adentro.
Historia Traducida por Alesita. Corregida por Abriles
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por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo, por escrito, del
autor.
QUE HERMOSA HISTORIA
ResponderEliminarMIL GRACIAS POR TRADUCIRLA
BESOS..LAU MEX.