Esperamos tu historia corta o larga... Enviar a Latetafeliz@gmail.com Por falta de tiempo, no corrijo las historias, solo las público. NO ME HAGO CARGO DE LOS HORRORES DE ORTOGRAFÍA... JJ

Una Asistente de Alto Riesgo - BellaDonna - 3

SEGUNDA PARTE

CAPÍTULO 3

- ¡A levantar dormilona! – Me gritaron en medio de un maravilloso sueño en el que era la sultana con un gran harén a mi disposición.

- ¡No te vayas Sherezade…! – Dije estirando la mano sin abrir los ojos… así a lo mejor vuelve…


- Sherezade se ha ido a contarle cuentos a los niños del vecino, así que venga, ¡a levantarse! - ¿Quién demonios…? Oh, mi asistente, claro… froté mis ojos con fuerza, gritando por dentro al despegar mi cara de mi maravillosa almohada de plumas… ¿Cómo era el dicho? A quién madruga Dios le ayuda… Pues Dios, ¡tengo mucho dinero y no necesito tu ayuda!

Me levanté por completo de la cama y lo primero que vi al abrir los ojos fue una taza con algo raro dentro.

- ¿Qué es esto? – Olí el mejunje amarillento. – Parece pis. – Brooke se río mientras cogía de la mesita de noche un melocotón y se lo empezaba comer.

- Es té verde, es digestivo y te proporcionará la teína suficiente para el entrenamiento. También tienes que comer al menos dos piezas de fruta y un par de rebanadas de pan de centeno con cereales. – Miré las tostadas que tenían un feo color marrón con motitas amarillas.

- Creo que las han quemado… - Dije cogiendo una y mirándola con extrañeza. – Se supone que el pan es blanco…

- Este pan es así… ¡pruébalo! Está muy bueno.

- ¿No hay mermelada? – Pregunté esperanzada mirando a la mesa.

- Nop. Si te portas bien en el entrenamiento de esta semana, tal vez el próximo sábado te traiga algo de mermelada sin azúcar…

Gruñí mientras mordisqueaba el pan. No estaba malo, pero no me sabía mucho a nada. Era crujiente y de vez en cuando me encontraba alguna pipa de calabaza que le daba algo de sabor. Cuando acabé la primera rebanada, cogí un par de fresas del bol de frutas que había traído Brooke, la cual, tras terminar su melocotón, estaba pelando una naranja. Ella también tenía una taza con té, pero ya casi se lo había acabado. Me aventuré a probar el mío y casi lo escupo de vuelta a la taza.

- Te acabarás acostumbrando, como al café. De todas formas, si quieres, mañana te traigo uno con sabor a frutas rojas, así puede que te lo tomes mejor. – Brooke me sonreía mientras se metía un gajo de naranja en la boca. Volví a fijarme en su cuerpo. Ciertamente ayer no me esperé encontrarme con ella. Me había imaginado a una réplica joven de  Lucy, bajita y rechoncha, y no esta amazona de melena castaña. Lo único que compartía con Lucy eran sus vibrantes ojos azules.

Llevaba puesto un chándal sencillo de color negro y tenía el pelo recogido en una cola de caballo. Look deportista…lo voy pillando. Brooke me tendió un par de gajos de naranja, que acepté de inmediato, a lo mejor así se me quita el sabor a hierba de la boca…

Brooke se despidió de mí y me dijo que me esperaba en 10 minutos en el gimnasio de la planta baja. Me dejó un conjunto de ropa deportiva para que me lo pusiera. A petición mía, el conjunto era de color lavanda, incluidas las deportivas. Al terminar de vestirme  me miré en un espejo e hice el tonto un rato, poniendo posturas de culturistas.

Cuando abrí las puertas del gimnasio sonaba una música rítmica, pero no demasiado estridente. Busqué a Brooke por el amplio espacio en el que había dispersas varias máquinas de pesas y algunas colchonetas. Me la encontré delante de los espejos estirando, pero no me imaginé encontrármela haciendo aquellas posturas sin apenas ropa.

Brooke se había quitado la remera y los pantalones largos para quedarse con un conjunto de pantalones cortos y sujetador deportivo negros. Se inclinaba en toda su longitud y se tocaba una y otra vez la punta de los pies, ponía sus manos en la cintura y se giraba de un lado a otro, para acabar estirando sus brazos hacia arriba y luego llevarlos primero a la derecha… y luego a la izquierda…

- Por fin llegas. ¡Venga vamos! Hay que calentar bien antes de comenzar. Quítate la ropa larga y déjala en la banqueta, vamos a hacer sudar ese cuerpo… - Me había quedado embobada, Dios…

Me quité la ropa y no pude evitar compararnos. No, no estoy gorda. Es más, estoy bastante más delgada de lo saludable, pero me sentía gorda a su lado. Brooke no tenía los músculos muy marcados, pero cuando los estiraba se podían contar desde lejos…por no decir que ella disfrutaba de una piel mucho más bronceada que la mía, que más que lechosa parecía transparente…tengo que ir al salón de belleza a que me den unos rayos…

Dos horas después estaba despatarrada en el suelo del gimnasio con el pelo pegado a mi frente y mis manos y mis pies temblorosos…

- Me muero… - Dije sin aliento.

- No es para tanto, además, mañana sí que vas a morirte si no tomas algo de azúcar. En mi bolsa a zumos de frutas, tómate uno antes de continuar…

- ¿Continuar? ¿Estás loca? No pienso volver a visitar esta sala en mi vida… es más, creo que la mandaré derruir… - Brooke volvió a reírse. Me estaba acostumbrando a su risa. Era genial hacer reír a alguien de esa manera, sus amigos siempre se reían de manera muy falsa…como ella.

Me dirigí a la bolsa de deporte de Brooke y encontré cuatro pequeñas botellas de diferentes colores, dos eran de agua con limón, otra de arándanos rojos y otra de melón. Cogí la de arándanos y me alegré de que estuviera fresquita. Le di un largo trago que me provocó fatiga. Tosí un par de veces y me giré para quejarme de la mala calidad de la bebida cuando volví a quedarme estática. Brooke estaba usando una barra horizontal y subía y bajaba sin problema, haciendo que los músculos de su espalda se marcaran. “Potente” pensé.

Brooke se descolgó y se secó el sudor de las manos, el cuello y el torso. Pasó un trapo pequeño para la barra y lo echó a un lado. Cogió una nueva toalla y me señaló con ella.

- ven. – Yo me acerqué, inocente. Me quitó la botella y le dio un tragó desde lejos. La dejó en una banqueta cercana y se puso a secarme el sudor y el agua de las manos. – Lista. A ver cuantas puedes hacer. – Y sin más, me levantó de las caderas como si fuera una hoja y me hizo agarrarme de la barra de metal. – Bien, ahora te voy a soltar. Primero intenta mantenerte por encima de la barra todo lo que puedas y luego intentamos bajar y subir al menos una vez…

- ¿Estas mal de la olla? No me sueltes, ¡desde aquí me puedo dislocar!

- No te preocupes, yo te atrapo. ¿Lista?

- ¡No!

- Tres, dos…ya. – Y me dejó sola, a merced de mis débiles brazos. Sentía como mi barbilla se iba acercando a la barra de metal hasta quedar completamente pegada. Mis dedos habían empezado a sudar de nuevo, y me estaba resbalando, sentía que me ahogaba… acabé resbalándome sin más fuerza en mis dedos y brazos, y esperé la caída que no llegó. Brooke me tenía fuertemente cogida por las rodillas y la cintura. De forma natural, la agarré por el cuello, quedando muy cerca la una de la otra.

- Bien, has aguantado más de 25 segundos. No está mal para la primera vez. – Dijo mientras me dejaba en el suelo. – Vamos, sigamos una hora más.

Cuando acabamos el entrenamiento, lo único en lo que podía pensar era en una ducha bien fría seguida de un baño calentito donde ahogarme.

- Dios, huelo a bicho muerto. – Dije viendo mi sujetador deportivo completamente empapado de sudor y el desagradable olor que salía de mi cuerpo. Brooke, que había sudado mucho menos que yo, no olía para nada mal. - ¿Por qué tú no hueles? – Esta sonrió con suficiencia.

- La mala alimentación también ayuda a que el sudor huela mal. Después de un mes comiendo bien y haciendo ejercicio, dejaras de sudar tanto y tu sudor no olerá.

Nos separamos para ir a nuestras respectivas habitaciones. Me quité el sudado conjunto y me di la tan ansiada ducha. Al bajar al comedor, me encontré a Brooke hablando animadamente con mi padre sobre el desempleo y la asfixia de las grandes empresas para mantener a sus empleados.

Comí sin muchas ganas mi sopa de verduras y mi arroz al vapor con pollo. Sentía mis músculos dormidos y sólo deseaba tirarme en mi cama. Por la tarde, Brooke y yo volvimos a nuestro estudio sobre terminología y tácticas de ligoteo. Aunque lo que más me gustaba era cuando se iba por las ramas y me contaba alguna de sus aventurillas o alguna que otra lesbiana loca que la había acosado por algunos meses.

Y así fueron pasando las semanas. Al principio mi cuerpo me dolía como los mil demonios y estaba cansada y hambrienta a todas horas, pero poco a poco, me acostumbre a la dieta y fui ganando algo de masa muscular. Me descubrí a mí misma moviéndome más rápido y ágil que antes. Subía y bajabas las escaleras corriendo, aguantaba las sesiones de ejercicios sin molestias y me sentía más fuerte cuanto más dolor sentía mi cuerpo. Acepté que mi estilo de vida de hacía un mes no era muy sano y me descubrí aceptando ir en bici por los alrededores o ir a patinar por el amplio garaje después de despejarlo de coches.

Brooke me explicó como había hecho crecer a su “Bebé”, y me explicó algunas cosas sobre coches y mecánica. Aprendí que resultas mucho más interesante a una mujer si conoces algo sobre todos los temas de conversación. Al parecer, la moda y la vida ostentosa no era el tema más destacado de las conversaciones entre bolleras.

Y entre todo esto, llegó el día de San Valentín. Por la mañana en el entrenamiento, Brooke me dijo que esa noche íbamos a salir. Puede que no para ligar, pero me iba a llevar a un local muy conocido de lesbianas que celebraba una noche temática para encontrar pareja, así vería como ligan las chicas grandes.

La temática de la fiesta eran looks del siglo XX. Debías vestir de tu década favorita, así también conocías a chicas con tus mismos gustos musicales. Elegí vestirme de chica pin-up de los años 50. Salí a comprarme a una boutique un traje de estilo Ladylike, muy ceñido por arriba y con una falda con mucho vuelo justo por debajo de las rodillas con escote enHalter. El vestido era negro con pequeños lunares blancos por todo el cuerpo. Tenía una cinta roja ancha en la cintura y volantes interiores del mismo color. Y lo más importante, unos altos tacones de mocasín rojos y blancos. Con la ayuda de una estilista, me maquilló con unos brillantes labios de carmín rojo y un peinado de media coleta con flequillo abultado y diadema de seda roja. Cogí un pequeño bolso de mano rojo y le giñé un ojo a una preciosa versión de mí de los años 50.


Cuando me disponía a bajar las escaleras me frené en secó antes de que me viera. Brooke me espera al pie de las escaleras con un look de los años 90, pero con el cuero suficiente como para ver a una versión moderna de Madonna. Brooke llevaba unos ajustados pantalones de cuero negro rasgados y deshilachados por las rodillas y botas militares negras. Su top, del mismo color que los pantalones, dejaba a la vista por completo su vientre cincelado y moreno y la chaqueta de cuero roja daba un toque de color al conjunto. Llevaba el pelo revuelto y salvaje y los ojos pintados completamente de negro. Incluso la pose iba con el look, apoyada a una pared con los hombros ligeramente encorvados y los dedos pulgares metidos en los bolsillos de la chaqueta. ¡Una auténtica estrella del rock!
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