Esperamos tu historia corta o larga... Enviar a Latetafeliz@gmail.com Por falta de tiempo, no corrijo las historias, solo las público. NO ME HAGO CARGO DE LOS HORRORES DE ORTOGRAFÍA... JJ

Amor Cobarde - Bell



Miro por la ventana, siento que el frío del exterior consume mi alma, la lluvia arrastra con ella mis propias lágrimas, las decisiones que tomamos marcan la diferencia, en mi caso es totalmente cierto…
Mamá… ¿Por qué estás llorando?... (Mi hijo se me acerca y simplemente me abraza, se acurruca en mis brazos quedándose en silencio hasta dormirse)
Tal vez cuando sea más grande pueda contarle el por qué de mi llanto, por el momento tenerlo cerca me alivia, aunque no impide que mi mente me lleve de viaje al pasado, que me recuerde mi cobardía.


Siempre me consideré heterosexual, me gustan los hombres, que por otro lado es lo normal, en mi adolescencia tuve novios, salí con muchos chicos que me hacían sentir especial, nunca sentí que me faltara nada…hasta que conocí a Nina, nueva en el barrio, en la escuela, algo retraída, tímida, sentí que tenía que protegerla de algún modo, era mi forma de ser, tratar de cuidar a alguien que se encontrara desvalido, fue así que me propuse ser su amiga. Al principio ella desconfiaba de lo que yo quería pero, no pasó mucho para que confiara en mí y descubrí  a una persona inteligente, simple, sencilla, simpática y pronto dejé de ser yo quien la cuidaba para sentir como ella me hacía sentir segura. Nos fuimos acompañando al pasar los meses que se hicieron años, yo seguía aumentando la lista de conquistas o admiradores, notando que ella, en cambio, casi nunca hablaba de nadie con interés, me hacía reír, me sentía especial a su lado, nunca pensé en ella más que como mi amiga, pero me hacía falta verla o escucharla por lo cual si no podíamos vernos, hablábamos mucho por teléfono. Mi cariño por ella crecía, llegamos a compartir tanto tiempo que ya no estaba pendiente de los muchachos que quisieran salir conmigo, muchas veces rechazaba invitaciones porque quería estar con ella o no salía para escucharla por teléfono, en ningún momento me pregunté por qué me pasaba eso, hasta que un día mientras hablábamos ella dijo que había escrito algo para mí y lo leyó; nunca podré olvidar la sensación que recorrió mi cuerpo en ese momento, el placer que sentí al escuchar su voz leyendo y más aun porque me vi en sus palabras, jamás olvidaré ese poema, fue una declaración de amor, algo que nadie me había dado antes, algo que me hizo sentir como nunca me había sentido…
A partir de ese momento ella me escribía todo el tiempo, era como si todo estuviese dicho entre nosotras y al mismo tiempo ninguna lo decía claramente estando frente a frente, pero cada vez que ella me abrazaba, me miraba directo a los ojos o me rozaba aceleraba mi corazón sin pensar, ella todo el tiempo me sorprendía con detalles que fueron llenando mi vida, hasta que llegó el día en que me dijo: “Tenemos que hablar…”
Y habló, me dijo que ya no soportaba ocultar sus sentimientos por mí, que comprendería si yo la rechazaba, pero que ella necesitaba decir lo que estaba pasando, que cada cosa que escribía no era como amiga, que estaba enamorada de mí, me pidió perdón por sentirlo, explicó cómo intentó evitarlo, pero que debía ser leal a sí misma y al mismo tiempo a mí, me dijo que nunca planeó enamorarse, sólo pasó, mientras ella abría su corazón el mío galopaba alocado en mi pecho, porque le correspondía, entonces le dije que me pasaba lo mismo, me enloquecía tenerla cerca, ella se me acercó con lágrimas en los ojos regalándome el beso más dulce que jamás probé, la suavidad de sus labios me llevaron a la locura, creo que nunca en mi vida dije tantas veces te amo como ese día, porque la amaba…
Ese momento cambió mi vida, aunque no tanto como hubiese querido, los llamados se hacían interminables, no había horarios ni días, cuando nos veíamos todo el universo se reducía a esos momentos en que estábamos una en brazos de la otra, al abrigo de la habitación donde el amor era pleno, ya que al salir de ese sitio seguro, solamente compartíamos miradas cómplices, ella soportaba que me invitaran a salir los muchachos a lo que yo respondía con sonrisas provocativas, ella disimulaba bien su incomodidad, pero cuando estábamos solas me hacía sentir su sufrimiento y yo la comprendía, después de varios episodios parecidos, ella empezó a decirme que le costaba demasiado disimular, que me amaba tanto que era imposible no sentir celos de quienes se acercaban para estar conmigo, yo sólo podía asegurarle que la amaba, que no la engañaría pero que no podía permitir que todos se dieran cuenta porque era algo incorrecto lo que hacíamos, no era normal, en esos momentos ella lloraba al decirme que ella podría amarme a la luz del día sin que importe nada más.
Estas conversaciones se repitieron muchas veces y yo la amaba…pero mi miedo a ser rechazada, a ser juzgada por amar a una mujer era más fuerte, ella a pesar de mi egoísmo seguía a mi lado, mientras yo aceptaba invitaciones de muchachos sólo para aparentar, ella se encerraba en sus estudios, yo al volver a casa la llamaba después de cada salida para asegurarle que nada pasó, que seguía amándola, podía sentir su dolor y sus lágrimas apagadas ¡ay mi amor! ¡Cómo te hice sufrir! Por cobarde, por no poder darle lo que tanto merecía, amar a la luz del día, pero llegó el momento en que se cansó, mi inseguridad, mi temor al que dirán, mi debilidad, mi cobardía y dijo llorando… “Es mejor que lo dejemos, ya no puedo más vivir así, nunca vas a poder luchar contra el mundo por mi…” sus palabras me dolían hasta lo más profundo pero sabía que era verdad, la amaba pero no podía con mi miedo  vivir ese amor fuera de la seguridad de las cuatro paredes de la habitación, fue ella quien tomó la decisión y me fui de su casa con el corazón lleno de amor y la vida cargada de cobardía.
Los primero días era inevitable mirar el teléfono y llamarla, ella respondía pero volvía a decir “Ya no podemos hacer esto porque me duele” y al cortar volvía a llamarme cobarde, a llorar amargamente por no ser capaz de correr a su lado y ser completamente feliz sin pensar en nadie más que en mí, la amaba… Aunque mi cobardía era mayor, mi amor me llevó a hacer locuras, llegar a su casa y sin mediar palabras besarla hasta que su resistencia desaparecía volviendo a hacerla mía y entregarme a ella, ella cedía aun sabiendo que era momentáneo, que al despertar se rompía la ilusión, pero yo no podía evitar buscarla ni ella corresponderme, nos amábamos…así siguió todo por un buen tiempo, a mi modo era feliz y creía hacerla feliz a ella, pero mi egoísmo no dejaba que viera la realidad.
Una tarde llegué a su casa sin avisar y la encontré con una chica, por lo que pude ver estaban tomando algo y conversando, me presentó como una amiga, eso me molestó mucho, yo no era sólo su amiga, era mucho más…pero recordé que sólo lo era dentro de cuatro paredes; el dolor que me invadió fue mayor al tomar conciencia de eso, fingí que necesitaba una dirección y que por eso pasé por su casa, ella algo sorprendida me la anotó, me despedí y me fui llena del dolor que me producían los celos, eso era algo que hacía conmigo, nadie podía invadir de esa manera mi lugar, me repetí mil veces que era lo que merecía por mi cobardía, que Nina tenía todo el derecho a ser feliz, pero una cosa era lo que me repetía mi cabeza y otra muy distinta lo que gritaba mi corazón , ella era mía, la amaba, como podía pero la amaba con toda mi alma, luché conmigo para no ir a su casa, traté de razonar, pensar que no podía seguir haciéndole daño, pero estaba enloquecida pensando que alguien más que yo tuviera su ternura, sé de mi egoísmo pero la amaba…
Después de un buen rato dando vueltas y pensando que tal vez al llegar a su casa no estaría sola, no pude evitar llegar a su puerta, cuando me abrió sus ojos llenos de lágrimas me recibieron, le pedí perdón por mi cobardía, por no ser capaz de darle lo que ella necesitaba, mi llanto desesperado logró derribar el muro que ella construyó para protegerse de mí, entonces lloró conmigo, estuvimos abrazadas durante un rato, hasta que no soporté más y reclamé su cuerpo con todo el amor que la pasión me permitió y ella se entregó del mismo modo, las dos sabíamos que esa era la última vez, que ya no estaríamos en nuestro universo nunca más, en esa habitación aquella noche dejé todo el amor que uno puede entregar, dejé con ella mi capacidad de dar, nada volvió a ser igual desde entonces.
Al momento de amanecer se rompió el hechizo, ella dijo “Ya no podemos dejar que nos duela tanto este amor”, solamente pude asentir mientras seguía recostada en su pecho, me vestí como si fuese a irme sólo por un rato, ella mientras me observaba sin decir nada, antes de irme le entregué mi alma en un último beso pidiendo perdón por no poder, porque ella merecía ser amada a la luz del día.
Me fui, la vida me llevó por distintos caminos, me casé, tuve a mi hijo, me separé y me quedé sola porque aún eso era mejor que haber dejado fluir libremente mis sentimientos por mi amada Nina. Hoy salí de casa y no sé porqué extraña razón terminé frente a su puerta, desde el auto miraba el lugar donde tantas veces fui feliz, la lluvia caía copiosa como mis recuerdos y de pronto la vi, llegaba a su casa abrazada a otra mujer bajo un solo paraguas, reían mirándose a los ojos, al pasar frente a mi auto esa mujer  tomándole el rostro la besó, bajo ese cielo lluvioso para después acercarla más a ella y perderse bajo el paraguas, así debe ser ,ella merece ser amada cada día sin esconderse, a la luz del día. Antes de irme, ella volvió a salir, quiero pensar que tal vez presintió mi presencia o quizá fue sólo casualidad, pero estoy casi segura que en la distancia buscó mi mirada un instante, pero al girar encontró nuevamente los labios de la mujer que sin vergüenza mostraba su amor bajo la lluvia.
Llegué a mi casa y el peso de los años sin ella cayeron sobre mí, un amor que no olvidé pero que no supe cuidar, acariciando el cabello de mi hijo pienso, mientras mis lágrimas caen silenciosas, que algún día le diré que nunca piense en nadie más que en la persona que ama, que de nada sirve vivir lo que supuestamente es correcto, sin esa chispa de locura que nos regala el amor, al menos espero que él no sea como yo y no pierda el amor de su vida, que no le pase lo que a mí con Nina, a quien amaba…a quien aún amo.




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