Mucho
no recordó Laura, pero despertó en su cama, estaba vestida y descalza. La luz
entrando por el ventanal la estaba matando, se tapó con la almohada la cara,
quería seguir durmiendo. La cabeza se le partía. No podía creer que había
bebido tanto. Y es que no se había medido a la hora de tomar en el bar, y
después en la disco siguió bebiendo. Y ahora como consecuencia tenía una
terrible resaca.
Por
suerte recordó que tenía el día libre y no tendría que levantarse para salir a
trabajar lo que le hizo estirarse en la cama… y querer seguir durmiendo… pero
la verdad, le dolía demasiado la cabeza. “Tal
vez con un baño caliente, un buen desayuno y alguna que otra aspirina podría
quitarme de encima la resaca”. De mala gana se levantó y se dirigió al
baño.
Al
mirar hacia “el lado enemigo” vio a Stone recostada en el sillón, parecía
dormida. Y la charla que habíamos tenido en la disco vino a su cabeza… No la
molestó y fue directo al baño. Se metió bajo la ducha mientras recordaba la
conversación, había sido su primera charla amistosa después de tres meses y
medio de compartir departamento, le había hablado amablemente y hasta se había
comportado amigablemente. El agua caliente caía sobre su piel, empapando todo su
cuerpo y la sensación de su mano en su cintura vino a su mente estremeciendo su
cuerpo. Y su imaginación voló… y creyó sentir la mano de Stone acariciando su espalda… con el agua
que corría por su piel… “¡Por Dios! ¿Qué
estoy pensando?” Sacudió su cabeza
bajo el chorro de agua de la ducha. Y se quedó ahí unos minutos sintiendo como
el agua caliente le quemaba la piel. Cerró el grifo. Y tomó la toalla… mientras
se secaba escuchó voces. Así que se acercó a la puerta para deducir quienes
hablaban, tomó la bata de baño colgada
en el perchero adherido a la pared para ponérsela y terminar de secarse. Al
tiempo que prestaba atención a la conversación.
-¿Me
vas a decir que no pasó naaada? – Era la voz de Stone preguntando.
-Noooooooo,
nada… - Respondía Sara – Nunca la olvidará.
-Lo
sé – Su voz sonó algo quebrada.
-Perdona
Joan, yoooo… - Pero no continuó hablando Stone la interrumpió…
-Estás
intentando romper una barrera de recuerdos… necesita tiempo…
-¿Cuánto
más? Tú y él nunca la olvidaran… - Alzó la voz Sara y parecía algo enojada.
-No
lo sé – Gritó Stone – Pero le gustas, y lo sabes muy bien. Lo veo en su mirada…
Le gustas… - Continuaba hablando ella, ya bajando el tono de su voz - Y lo ha
admitido con lo que hizo anoche ¿no?
-¿Qué
hizo anoche? Coquetear conmigo, ser caballero… Eso lo hace siempre con todas
las mujeres….
-Pero
a las otras no las mira como te mira a ti.
-¿Y
cómo me mira? – Preguntó Sara algo alterada.
-Sara,
por favor, entiende que la amó más que a su vida… no la puede olvidar de la
noche a la mañana ni en cinco años… No te puedes enojar ahora… - Hizo una pausa
y continuó hablándole a Sara - Te dije que debías poner tus ojos en otro, pero
noooooooo… tenías que enamorarte de él… pues ahora ya no puedes
desenamorarte ¿O sí…? O peleas por él o
renuncias…
-Ya
no sé qué hacer – Dijo y sento la puerta cerrarse bruscamente.
Laura
se quedó pegada a la puerta escuchando, pero sólo había silencio. Decidió salir
fingiendo que no había escuchado nada.
Y
así lo hizo, y al llegar al sillón, la vio sentada y lloraba… Stone la miró ni
trató de ocultar las lágrimas, simplemente se levantó y en silencio se metió
detrás del biombo.
Laura
sintió un nudo en la garganta y unas ganas de ir a abrazarla. Pero se quedó ahí parada, callada y mirando el maldito biombo… sabiendo
que detrás, ella lloraba… y no sabía por qué.
Se
dio media vuelta y se fue a su cuarto, se cambió… pero seguía sintiéndose mal
por verla de esa forma… Daba vueltas en su habitación. Quería saber por qué
lloraba.
Así
que decidida, caminó hacia su territorio y sigilosamente cruzó al lado enemigo…
al asomarse detrás del biombo la vio dormida… en su cama con aquella foto que
había visto oculta debajo del almohada la primera noche que estuvo en el
departamento y la tenía apretada contra su pecho…
-¿Por
qué lloraste? – Susurró, se quedó unos segundo mirándola dormir. Pero no iba a responderle, dormía y se fue.
Romano
debía admitir que Stone era fría como un iceberg y dura como una piedra…
…A
la mañana siguiente, Stone se acercó a Laura, en la cocina, como si nada
hubiera pasado. Ni la miró. Sólo espero a que se sirviera su café, para
servirse ella su propio café, como siempre la ignoró. Y la novata hizo lo
mismo. Aunque por dentro se moría de ganas de preguntarle del por qué de sus
lágrimas… “¿Por qué fingir ser tan fría y
fuerte si en el fondo siente dolor como todos los seres humanos?” Se
preguntaba Romano.
Ese
día al llegar al trabajo todo el mundo estaba alterado, parecía que había
pasado algo… pero Laura estaba en la luna de Valencia… sentada en su escritorio
pensando en Stone. Y es que había descubierto que su compañera y Oficial
entrenadora tenía sentimientos… y no sabía por qué carajos no podía dejar de
pensar en su mano en su cintura, ni en sus ojos llorosos…
Y
así estaba ella enfrascada en sus pensamientos cuando alguien la sacó de golpe…
-Hey,
Reunión urgente – Le gritaron a la vez que golpearon su escritorio. Reaccionó y
se incorporó. Para seguir a todos a la
sala de conferencia.
Allí
estaban ya reunidos, apenas entró Laura se sentó cerca de la puerta al lado de
Sara y Carla.
-¿Qué
pasó? – Preguntó a las chicas.
-Problemas
– Respondió Sara.
En
ese instante entró el Jefe con cara de preocupación. Se dirigió al atril que
estaba en frente de todos. Se dio el silencio sin que él lo pidiera.
Habló
sobre el caso. La policía de Buenos Aires estaba con un caso que habían tratado
de mantener fuera de los medios de comunicación. Era algo que podía poner a la
sociedad algo paranoica, así que mientras investigaban intentaban que nada se
supiera. Pero los resultados no eran buenos. Pues no lograban avanzar ni podían
encontrar al culpable de varios asesinatos que se habían producido en los
últimos cinco meses. Así que habían solicitado ayuda al Equipo. Y Allí estaba
el Jefe dando órdenes, como siempre Stone y Estévez estaban a cargo, eran los
mejores hombres y siempre conseguían resolver los casos que se les daban. Alterio
mandó a todos a trabajar. Romano terminó en su escritorio, no estaba entre los
que llevarían el caso… así que la designaron a archivar expedientes viejos.
Allí
sentada a su escritorio, leía el expediente y buscaba referencias para ver por
donde comenzar… Pero no podía concentrarse… veía de lejos, y a través de la
puerta que habían dejado abierta, como en la sala Estévez y Stone discutían… Si
bien los había visto muchas veces discutir, y aunque parecía que se odiaban,
cuando trabajaban ambos se respetaban mucho. Y hasta podía verse que se
admiraban entre sí. Ya los había visto comportarse como amigos en la disco.
Pero no sabía qué era lo que los ponía tan mal a veces, que se gritaban y se
trataban como perros y gatos. Recordó lo que le había dicho Sara “Los dos son
míos”. Pero Stone le había dicho que sólo
eran amigas. Tal Vez Sara no pensaba así, y creía que sí tenía algo más que
amistad con Stone. Parecía muy claro que las peleas entre ambos eran por celos.
Y que Sara era la culpable… “La mosquita muerta de Sara tiene el poder
sobre ellos…” pensó.
Y
ahí estaba clasificando los expedientes viejos que le habían dejado sobre el
escritorio y en una caja en el suelo. Estaba leyendo el primer informe cuando
Sara apareció y se sentó sobre el escritorio.
-¿Qué
haces?
-Leo
¿No ves?
-Uy,
te levantaste de mal humor…
-¿Qué
dices? tengo que ordenar y clasificar informes y expedientes de casos viejos…
-¿Alguno
sin resolver?
-No
lo sé… recién voy por la primera carpeta – Le contestó señalando la pila alta
que aún le quedaba por revisar.
-Yo
no tengo nada que hacer – Dijo parándose
y acercando una silla al frente del escritorio se sentó – Pásame alguno… a ver
si encontramos un caso sin resolver y ¡¡¡¡Bingo!!!!….
-Toma
la carpeta que gustes – Le contestó señalando la pila de papeles
Fue
así que pasaron el día leyendo informes de diferentes casos. Café y leer, leer,
y leer…
Esa
noche al acostarse parecía que cerrando los ojos los archivos volaban en su
cabeza… Le costó conciliar el sueño.
Casi
una semana llevaba metida en expedientes tras expedientes. Sara la ayudaba, y a
veces, hacía otras cosas que le pedían. Pero siempre volvía con café a ayudarle.
-¿Por
qué me ayudas?- Le preguntó.
-Porque
me aburro sino hago nada… por eso…
En
toda la semana Stone ni se apareció en el departamento, o más bien no cuando Laura
estaba en él. “¿Dónde diablos se metía
por las noches?” Sabía por comentarios que traía Sara del caso, que ella y
Estévez estaban siguiendo a dos sospechosos. Y por ende, seguro se la pasaban
en un auto. El caso tenía a todos los que estaban asignados bastantes
nerviosos, pues el asesino había vuelto a actuar y no lograban dar con una
pista certera. Los dos sospechosos que seguían desde hacía tres días parecían
ocultar algo. Pero tenían una coartada firme para cada asesinato.
-Ya
estoy harta de tanto archivo – Dijo Romano y tiró sobre el escritorio la
carpeta que acababa de revisar.
-Sí,
vamos a tomar unos tragos – Le contestó Sara – Hey Carla, ¿Vienes con nosotras?
-¿A
dónde van?
-Al
bar – Contestó Sara.
-Vamos….
Salida de chicas – Exclamó Carla.
Y
allá se fueron las tres. Bebieron unos tragos, charlaron con unos chicos que
daban vuelta en el bar. Y ya entrada la noche… cuando se disponían a ir a
dormir. El celular de Sara sonó… Ella atendió, pero había demasiado ruido y no
escuchaba bien, así que avisó que salía afuera. Como se suponía que ya se iban,
la siguieron Laura y Carla. Sara hablaba,
pero las chicas que la observaban no sabían con quién… pero parecía algo
nerviosa y asustada…
-¿Dime
la verdad, está bien?
-¿Qué
pasa? – Le preguntó Laura, ella las miraba mientras hablaba por el celular, les
hizo seña con la mano como diciendo ya les digo. Apenas cortó…
-Encontraron
al asesino… - Exclamó – Pero Stone y Estévez están en el hospital
-¿Queeé?
– Gritaron Laura y Carla al unísono.
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