Esperamos tu historia corta o larga... Enviar a Latetafeliz@gmail.com Por falta de tiempo, no corrijo las historias, solo las público. NO ME HAGO CARGO DE LOS HORRORES DE ORTOGRAFÍA... JJ

Escuadrón de elite - Jjaxxel - 1


Capítulo 1


Apenas hacia dos años que había salido de la academia de policía. No tenía casi nada de experiencia, la verdad, era una simple novata.  Pero su jefe hizo lo impensado, no sólo para ella, sino para todos en la comisaría en la que había estado… medio año cumpliendo con su deber. La recomendó para entrar en un “Escuadrón de Elite”, donde muy pocos policías eran aceptados y muchos querían acceder.
Fue realmente una sorpresa para Laura, y en Junio de 2010 ingresando al Equipo ya se sentía  segura de su capacidad, sabía que podría lograrlo y ser  “La Mejor  Policía”.

Y ahí estaba, frente  a quién sería su nuevo jefe, El Capitán Alterio, y no la miraba con buena cara. Leía su expediente. Ella de pie sin decir una palabra frente a su escritorio. Cada vez que levantaba la mirada para verla parecía decir “Este no es tu lugar”, la verdad que su cara lo decía todo.
Sin embargo después de unos 15 minutos, le habló:
-Oficial Romano…
-Sí, Señor.
-¿Está segura que quiere intentar entrar a este equipo? – Tal vez  preguntó esperando que se arrepintiera y renunciara antes de empezar.
-Sí, Señor – Dijo con voz firme, y mostrando su orgullo.
-Le advierto que esto no es un paseo por Disney.
-Lo sé, Señor – Contestaba con voz más firme. Nada iba a intimidarla.
-Muy Bien, ¡Veremos cuánto aguantas! – Dijo y al mismo tiempo oprimió el botón del intercomunicador – Cecilia, que venga el Oficial Santos.
-Sí, Señor, ya le aviso – Contestó la secretaria desde la recepción.
En el tiempo que esperaron en esa oficina para tener la presencia del oficial que el Jefe había llamado, puso a Laura más o menos al tanto de lo que sería su vida en el escuadrón. Ella escuchaba atentamente y a todo respondía con el clásico “Sí, Señor” y no dejaba que su voz se notara débil. Debía demostrar firmeza y seguridad en sí misma.
La joven se sorprendió cuando, después de golpear abrió la puerta y entró otra joven mujer de no más de 20 años.
-Oficial Santos – Dijo el Jefe – Aquí tenemos a una nueva recluta. Sea Usted tan amable de mostrarle las instalaciones y luego acompañarla a su departamento.
-Sí, Señor – Contestó la joven con voz bien firme – ¿Puedo preguntar quién será su compañero de departamento y quién su Capitán encargado del entrenamiento? – Laura no entendía por qué esa joven preguntaba eso, sabía que tendría a un compañero y entrenador, pero que podía importarle a ella eso… pensaba Romano.
-Oficial Santos, Usted seguro no es – Le dijo dándole un papel que acababa de firmar.
- Disculpe, Señor – Dijo Santos y se dio vuelta hacia Laura y le pidió que la siguiera. Fue así que Romano saludó a su nuevo jefe y salió de la oficina siguiendo a esta oficial.
Ya fuera de la oficina del Capitán, dejó de lado el formalismo y la tuteo…
-¿De dónde venís? – Le preguntó y se presentó – Soy Sara.
-Laura, de aquí de Buenos Aires ¿Y vos?
-De Rosario – Le respondió y caminando la guió a la salida de las oficinas.
Le dio un recorrido por el edificio, por cada sector y cuando Laura pensaba que ya no le quedaba ya nada que ver… Le avisó que saldrían del edificio.
-¿Y tu equipaje?
-En mi auto está.
-Bien, vamos en tu auto a tu nuevo hogar.
Salieron del edificio, la sede oficial y secreta del escuadrón porque la fachada del lugar no representaba nada, más que un edificio lujoso de oficinas.
Subieron al auto de Romano y Santos la guió, a quince cuadras, a otro edificio de departamento más pequeño de sólo siete pisos. Le dijo sacando del bolsillo de su camisa aquel papel que le había dado el Jefe…
-Te toca el departamento frente al mío. Por el momento estarás sola, tu oficial a cargo no se encuentra, seguro vuelve mañana de sus mini-vacaciones – Sonriendo comentó el oficial Santos
Ambas mujeres subieron por el ascensor hasta el quinto piso, y al salir, se podía distinguir que sólo había tres puertas a lo largo del pasillo. Santos le señaló su departamento a Laura. Y le indicó  también el suyo que era la puerta que estaba al frente. Sacó una tarjeta del bolsillo del pantalón para entrar  al departamento. La pasó por la ranura y se abrió la puerta.
Cuando Romano entró, se encontró con un departamento de un sólo ambiente, muy amplio. Cocina, el baño al lado de esta. Frente a la entrada se encontraba la mesa, lo que podría decirse el comedor. Dos pasos después, bajando un escalón había dos sillones y un sofá. Notó a su derecha una biblioteca que iba del piso al techo ocupando la mitad de la pared, y la otra mitad eran monitores. Frente a esto, un escritorio como de dos metros de largo con tres computadoras. Y un gran sillón. Volvió la vista al frente de ella, y detrás de los sillones, se veía un biombo muy alto. A su izquierda, subiendo dos escalones, podía verse una cama de dos plazas, una mesa de luz, y el lugar completamente vacío alrededor de esos muebles.
-Este será tu lado, y este – Señalando las computadoras y el biombo - es “el lado enemigo”, el que no debes cruzar – Le dijo Sara muy seriamente enfatizando lo del “lado enemigo”. Al oír lo que la joven decía Laura se rió.
-¿Lado enemigo?
-Laura, de verdad, no te cruces – Le repitió y se despidió para irse a su departamento. No sin antes decirle que cómo era viernes y ella no entraba en servicio hasta el lunes podían salir a la noche a tomar algo con sus nuevos compañeros. Romano sonrió y aceptó gustosa, ya quería conocer al equipo completo.
Y se quedó sola en ese lugar tan extraño y algo frío. Debía admitir que la curiosidad la mataba y quería ver qué había detrás del biombo. Pero decidió desempacar primero. Así que se dirigió a “su lado”. Dejó el bolso en el suelo y abrió las cortinas. Detrás de la cama, el ventanal que había era gigante. Casi ocupaba toda la pared, dejando ver a través de ella gran parte de la Ciudad. “Buena vista” pensó.
Desempacó su ropa y la acomodó en el placard. Buscó algo cómodo y se dirigió al baño a darse una ducha. Salió envuelta en una bata de baño que encontró ahí, supuso que era de su compañero de habitación. Volvió la curiosidad…. Y no se resistió… caminó hacia el biombo, al correrlo un metro nada más… se encontró con una habitación. Un somier de dos plazas, un placard, y una pequeña biblioteca con algunos libros y fotos… se acercó a mirar los portarretratos. Y en uno pudo reconocer a Sara con dos hombres muy guapos. Al darse vuelta y mirar hacia la cama notó que bajo la almohada había algo que sobresalía un poquito, metió la mano y era un pequeño portarretratos de una hermosa mujer de unos 25 años más o menos. Sería algo de su compañero pensó… y volvió a ponerlo en el lugar que estaba escondido. Y regresó a su lado para cambiarse…
Sara golpeó la puerta, al abrirle Laura ya estaba cambiada así que salieron rápido y se dirigieron a un pequeño bar a unas veinte cuadras del edificio.
Al llegar Santos le presentó a varios de los que serían sus compañeros. Unos minutos más tarde se acercó a ellas una mujer como de unos treinta años y Sara se la presentó:
-Laura, ella es Carla – Y la saludó alegremente.
-Hola – Saludó muy amable Romano.
-Hola, ¡Por fin, otra mujer en el equipo! – Exclamó.
La noche las envolvió y entre cervezas y tragos terminaron jugando pool contra unos hombres que no eran parte del equipo. Laura era muy mala para ese juego, pero Carla, parecía dominar muy bien el taco, en menos de quince minutos había terminado la partida y los hombres pedían revancha.
-No, no… perdieron… - Reía Carla a la vez que coqueteaba con ellos – Mejor paguen las cervezas
A lo que accedieron y comenzaron a charlar los tres hombres con Carla, quienes parecían fascinados por esa mujer realmente hermosa. 
Cerca de las dos de la mañana, Carla se acercó a Sara y a Laura.
-Esperemos que seas realmente buena – Le dijo mirándola seriamente, y podía notarse que estaba un poco alegre con tantas copas que se había tomado – Porque somos ahora cuatro mujeres en un escuadrón de 35 hombres…
-Soy muy buena – Contestó Laura, quien también con el alcohol podría decir cualquier cosa. Carla ni esperó realmente la respuesta ya había desaparecido con uno de los tres hombres con los que habían estado jugando pool. Sara por su lado, dijo sentirse ya cansada, había bebido demasiado y para ella era mejor ir a dormir.
-Yo me voy a dormir, que te diviertas Laura – Y se encaminó a la salida del bar.
-Yo también me voy – Romano la acompañó a su auto para irse juntas.
Apenas salieron del ascensor, Sara se dirigió a su puerta… Y Laura a la suya. Sólo dijo “Hasta Mañana”, Se saludaron y cada cual a su departamento a dormir.
Laura entró y fue directo a la cama, apenas se sacó los jeans. Y se tiró en ella… Apenas apoyó su cabeza en la almohada se durmió.
…Sintió el sol darle en la cara, había dejado las cortinas abiertas la noche anterior y por el ventanal entraba el sol de lleno.  Se dio vuelta en la cama y se tapó con la almohada para no ver la luz. De pronto, escuchó un ruido que venía de la cocina, se incorporó en la cama y el sonido continuaba. “Maldita Licuadora” dijo, y se percató que no estaba sola. Algo dormida no se daba cuenta que su compañero de cuarto debía haber vuelto. Así que se levantó, se puso los jeans y caminó a la cocina…
-¿Quién eres? – Preguntó al ver a esa mujer, muy alta,  en la cocina junto a la licuadora haciendo algún tipo de licuado…
-¿Tu quién eres? – Respondió repreguntando y  mirando por un segundo a Romano para volver su mirada a la licuadora.
-Oficial Laura Romano ¿Y tú eres mi oficial entrenador? – Se presentó e interrogó mirándola de arriba a abajo.
-Mierda, me voy  tres días de vacaciones y ya me ponen de niñera… - Dijo apagando la licuadora y tratando de volcar el contenido en un vaso.
-Perdón, no soy ninguna niña – Dijo enojándose.
-Ay, lo siento – Dijo con vos firme pero que sonó irónica – Soy el Sargento Stone, seguro me toca entrenarte.
-Mucho gusto Señora – Saludó.
-Señora, las pelotas que no me cuelgan – Y bebió de su vaso – Deja el formalismo para cuando estemos en entrenamiento. Aquí mejor ignórame.
-¿Qué? – Preguntó intrigada.
-Disculpa, pero soy una persona muy antisocial, y prefiero estar sola… así que tu lado es ese y el mío este - Dijo llegando a la parte del escritorio y computadoras. Se sentó en el sillón e ignoró por completo la presencia de Laura.

“Por Dios, que mina tarada me tocó de compañera y encima será mi entrenadora” pensaba allí parada en medio de la sala, mientras miraba a quien la estaba ignorando. Se dio media vuelta y se metió al baño a ducharse.
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