Cuando Hablan Las Miradas
Capítulo 3
Ironía
Desde aquel incidente Shizuru y Nao,
por orden de Lord Shion, no debían asistir a la prensa más que por cesiones en
ambientes controlados y para calmar los ánimos, se alojaría temporalmente en la
Casa de la Rosa donde un leal amigo de la familia se ocuparía de su seguridad.
Por tal razón sus escoltas también habitarían en el lugar y eso incluía a la
oficial Kruger, lo que no había sido de todo su agrado.
Era de noche y Nina comenzaba a
vestirse apropiadamente para la vigilancia que le correspondía, acomodaba su
uniforme mientras su compañera de cuarto la miraba silenciosamente. Aún no
podía creer su suerte o por el contrario infortunio siendo que Arika la
acompañaba, mientras que Irina y Erstin se alojaban en el cuarto del lado.
Tenía todavía aquella aprensión en el cuerpo, desde algunos meses atrás le
costaba ver en riesgo al 'escudo' del grupo. Su rubia amiga se había
especializado en aquella habilidad y no servía para otra cosa en el escuadrón,
pero eso no dejaba de preocuparla... no podía cometer más errores como el de
aquel día.
-¿Nina?-
-¿Que pasa Arika?- Miró de soslayo a
su amiga.
-¿Estás preocupada?-
-¿Por qué lo dices?- La miró confusa
aunque sin expresiones en el rostro, ¿Tanto se le notaba?
-Llevas 15 minutos anudando la
corbata- Sonrió Arika.
Un acusador sonrojo llenó la cara de
Nina, esta volvió la vista sobre el espejo, para su mala suerte Arika podía ver
su rostro en el reflejo del enorme espejo. La castaña se puso de pie y le
obligó a dar vuelta, comenzando lentamente la labor de anudarle la corbata a
Nina.
-¿Recuerdas aquella vez cuando
trabajamos para Lady Mashiro?- Los zafiros estaban ocupados en el último giro.
-Claro que sí, ¿Pero eso tiene que
ver?- Nina la miró extrañada sin lograr aminorar el sonrojo en su rostro.
-Yo también tardé 15 minutos en
hacer mi corbata en aquel entonces- Arika terminó de anudar la corbata y
acomodarla en el cuello blanco de la camisa de Nina, que con los segundos se
convertía más y más en un tomate viviente. -Estaba enamorada... me costó mucho
entenderlo, entorpecí el trabajo de Erstin... terminé con una linda herida en
la espalda. Cuando intentaron lastimar a Mashiro no lo pensé dos veces,
olvidando que mi equipo no estaba diseñado para recibir disparos en la espalda,
que yo era el francotirador y no servía para otra cosa, me interpuse- Concluyó
soltando el ahora impecable cuello y corbata de la pelinegra. -Tú diste la cara
por mí y por eso he jurado estar a tu lado como amiga siempre... no cometas mis
errores ¿Vale?- Estaba claro que Arika había madurado mucho en aquel tiempo y
aunque a ratos no dejara de ser como una niña, otras veces parecía una mujer
completamente diferente a la de la tundra de Kunzo
Nina no pudo evitar dejar atrás los
formalismos de siempre y abrazar a Arika. -Gracias...- Dijo con sus ojos
dorados llenos de agradecimiento frente a los zafiros y la sonrisa sincera de
Arika.
-Chicas es cambio de tur...no- La
voz de Erstin llegó como un balde de agua fría ante lo confuso y comprometedor
de la situación, pues el rostro de Nina y Arika estaban muy cerca. La rubia se
sonrojo en el acto por lo que evidentemente había interrumpido, una sonrisa o
más bien una mueca dolorida se alojó en su rostro y mucho antes de que las
vistas “infraganti” lograran
reaccionar, la Ho ya se había marchado.
-¡Diablos!- Se apartó Nina.
-¿Así que te gusta Erstin?- Preguntó
Arika.
-¿No se supone que tú lo sabías?-
-Intuía tus sentimientos... pero no
sabía a quién querías- Levantó los hombros inocente la castaña.
Una enorme gota de sudor bajó por el
cuello de Nina mientras negaba con la cabeza, se dispuso a correr para aclarar
las cosas, pero se detuvo en la puerta. -¿Valió la pena Arika?-
-Cada segundo lo vale- Sonrió la
aludida. -Este es mi último trabajo en el escuadrón... seré guardaespaldas
personal de Mashiro en Windbloom, ella está moviendo un par de hilos y
políticas para concederse a sí misma un matrimonio en sus términos, sabes que
no se permiten bodas entre doncellas allá-
No necesitó más, la puerta se cerró
y se oyeron los agitados pasos alejarse por el pasillo. La castaña se quedó a
solas en el lugar, verificando que todo su equipo estuviera en funcionamiento,
ya que dentro de unas horas reemplazaría a Nina.
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Habían pasado 8 días en aquel encierro
lujoso, estar en ese sitio pegada de la falda de Shizuru le causaba suficiente
incordio como para mantenerla de mal humor las 24 horas del día, solo agradecía
que nunca estaban a solas lo cual evitaba que la castaña tuviera esa clase de
conductas que había empleado hace años en el tren y habían terminado por romper
su corazón por segunda vez, no admitiría que a pesar de los años estaba aún
dolida por lo que pasó o mejor aún, lo que dejó de ser. -“Dijiste amarme Shizuru, hiciste tantas promesas... todas eran
vacías”- Pensó para sus adentros mientras entrenaba sus movimientos de
combate en el jardín de aquella mansión, era la única forma de desquitar la
frustración que la llenaba cada ocasión en la que los herederos a la monarquía
deambulaban juntos, como ocurría en ese preciso momento.
Maldecía a Reito con todo lo que
tenía, luego recordaba que las cosas eran mejor de esa manera y retiraba sus
palabras con una pequeña oración, también se fortalecía pensando que ella ya
contaba con su propia princesa. Pero los miraba una vez más y volvía a perderse
en sus pensamientos menos alegres, recordando que desde siempre el apuesto
príncipe había mostrado gran interés por Shizuru, siendo niños fueron grandes
amigos, pero cuando llegó la adolescencia, los sentimientos de ambos se posaron
sobre la joven y agraciada Fujino, aunque al final ella escogió y Lord Shion
ofertó la posibilidad de su anhelada venganza para dejarla ser con Reito.
Detuvo sus movimientos, y apoyó la
espalda en un tronco de un árbol de cerezos. A lo lejos, veía como Shizuru
caminaba con el porte de la realeza en la compañía de Reito. Cerró los ojos un
momento recordando al joven castaño, Reito Kanzaki. Hermanos de sangre, eso fue
lo que juraron, leales amigos... mentiras nada más. Muy pronto y tras el
tratado él la desposaría, mordió su labio con cierta brusquedad. -Una boda
falsa, un matrimonio falso... como si fuera a creer esas mentiras, al final
tendría que aceptar que sus hijos tuvieran su sangre y no la mía, compartir su
piel por... ¿El bien del país?- Gruñó por lo bajo. Le había atormentado
incontables veces la idea de verla en los brazos del gallardo y fino caballero
que era Reito, al final eran tal para cual...
-Cuando pensaba que todo estaba
bien...- Bajó la mirada sobre el pasto. Olvidar, que tanto había logrado
hacerlo si sentía la esa espina atenazando su pecho. Entonces miró el anillo en
su mano y recordó a la princesa Argoria a la cual le debía su lealtad y su
corazón, ojalá fuera tan fácil, fundamentalmente cuando estaba en ese lugar tan
lleno de recuerdos.
-¿Amigos
por siempre?- Murmuró una versión infantil de sí misma, en toda su vida solo
confiaría en esas personas.
-Claro que
si- Decía un niño de cabellos castaños y ojos grises, bajo la sombra de aquel
árbol de cerezos en flor sonrieron, apretando su mano y a sus manos se unían
los delicados dedos de Shizuru.
-Siempre-
Esa sonrisa afable pero sincera, el brillo dulce en aquellos ojos rubí. Era
perfecto.
-¿No me
tienen en cuenta?- Dijo con cara de pocos amigos Nao, siendo que ninguno de los
presentes había visto en qué momento se coló en el árbol.
-¿Por qué
íbamos a hacerlo 'araña'?- Dijo Natsuki sonriendo.
-¡Es
Aracne!- Refutó molesta la pequeña pelirroja ¿Acaso era tan difícil pronunciar
su título? -Porque yo soy la que hace el trabajo sucio de robar los postres
antes del almuerzo- Bajó del árbol.
-Ara, ¿No
será que Nao se siente sola sin nosotros?- Respondió Shizuru con una corta
risa, oculta delicadamente por su mano.
-¡Claro
que no tonta!- La chica se sonrojo ante la insinuación. -Es solo que no tengo
con quien más pasar mi aburrimiento- Dijo con evidente indignación.
El grupo
no pudo evitar reír de la situación y Nao comenzó a reñirlos con más ahínco,
finalmente su mano también se unió al pacto.
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.
-¡Eras mi
amigo!- Sujetó con brusquedad el cuello de Reito, ahora él era un hombre en
toda la extensión de la palabra y bastante más alto que ella, pero él apenas
lograba desviar la cara con tristeza. -Tú... tú sabías de mis sentimientos por
ella- Lo empujó con fuerza esperando alguna respuesta, pero él no hizo ademán
alguno de agredirla como tanto deseaba Natsuki.
-'Cachorro'...
no hay nada que se pueda hacer- Dijo Nao intentando acariciar su hombro.
-No te
metas 'araña'... esto es entre Reito y yo... que me dé la cara si es que puede-
Lo miraba con odio, sin embargo en el fondo se sentía traicionada y era el
dolor el que hablaba por ella.
-No fue mi
elección Nat- Respondió el chico desde el suelo. -Fue decisión de nuestras
familias- Se defendió él.
-Como si
no supiera que también sientes algo por ella- Se inclinó levantando su puño con
la idea de asestarle un golpe, al menos le haría sentir una insignificante
parte de su sufrimiento.
-Eso es
realmente un problema ¿Natsuki?- Aquella voz, con ese acento particular le heló
la sangre. -Yo he aceptado, ¿Piensas golpearme a mí también?-
En ese
momento lo comprendió, dejó por la paz a Reito y se puso de pie. Observó de
soslayo a Nao que presionaba los puños con fuerza y miraba con cierto rencor a
Shizuru. -Yo jamás te haría daño- Una lágrima surcó su mejilla silenciosamente.
-Entonces tú así lo has querido Fujino- Tomó la mano de Nao y ambas se alejaron
de aquel jardín.
Vuelta a la realidad, se mantuvo
distante sin hacer ademán alguno de acercarse a los que en otrora fueran sus
mejores amigos. Maldecía en sus adentros las sonrisas que aquella portentosa
mujer le dedicaba a Reito, odiaba al viento que se ponía de acuerdo con ella
para hacer que sus cabellos ondearan con vida propia, al sol por hacerla
brillar de forma sobrenatural y que engalanaba su piel. Se mordió el labio con
fuerza, y procuro caminar con rapidez para volver al edificio, no soportaría
por más tiempo ver a la pareja a sus anchas, aun si días atrás afirmara que no
le importaba. Sus pasos se hicieron lentos cuando caminó a un lado de aquella
castaña, quiso mirar, pero evitó hacerlo a toda costa recordándose a sí misma
cuán fácil era caer en el influjo de aquella mirada carmesí.
Continuó su camino, sintió alivio
cuando Reito y Shizuru guardaron silencio atrás, con el peso que aquella mirada
sobre su espalda, presionó sus puños con toda la fuerza que aguardaba en ellos.
Pero entonces volvió a sentirlo con más fuerza, escuchó un latido fuerte y los
siguientes más lentos, teniendo la sensación de que su propio corazón se
detendría como si un repentino agotamiento se alojara dentro él. -“Aquí no... Por favor, no en su presencia...
por favor solo un poco más”- Dio aquellos pasos con suma dificultad
mientras sujetaba con fuerza el pecho, intentando mantenerse erguida. Escuchó
pasos a su espalda, ese caminar. -“¡No
Shizuru!”- Buscó con sumo esfuerzo en sus ropas, sus bolsillos, mientras
apoyaba el hombro en la pared.
-¿Natsuki?- Maldijo a su suerte por
escuchar aquella voz que tan fácil hizo estremecer sus piernas, ahora casi
incapaces de sostenerla.
-¿Qué... que desea Lady Fujino?-
Dijo con voz áspera cuando al fin encontró sus medicamentos, sin miramientos se
inyectó a sí misma en el costado sobre la tela, en aquel punto que desde hacía
dos años debía aplicarse el tratamiento, casi 3 veces por semana. Guardo con
rapidez la inyección y se dio vuelta para mirar a Shizuru rogando que ella no
hubiera visto sus movimientos. -¿Hay algún inconveniente con las medidas de
seguridad que hemos tomado sobre usted o tiene alguna sugerencia?- Logró
responder, notando como las gotas de sudor producto del dolor corrían por su
frente.
La castaña sonrió de esa forma falsa
que Natsuki detestaba, su ceño fruncido dio fe de ello. -Natsuki es muy seria
con su trabajo por lo que sería imposible tener queja al respecto...- Nostalgia
en esos ojos carmesí, ahora tan vacíos que espantaban de solo verlos. -Solo
deseaba saludarte apropiadamente, no nos hemos visto a lo largo de esta
semana... eso si hacemos caso omiso de estos 4 años apartadas-
-Gracias por el reconocimiento, pero
este es mi trabajo, recibo honorarios por él... así que es lo mínimo que podría
hacer- Mentía, lo hacía gratuitamente, daría su vida por ella si así fuera
preciso, pero era mejor que ella lo pensara de ese modo ¿Cierto?
-Ya veo... entonces te felicito por
el trabajo bien hecho- Hubo cierto desencanto en la voz de Shizuru muy sutil
pero evidente para la Kruger. -Sin tu intervención Nao...-
-'Araña' sabe defenderse por sí
misma, pero como bien dijiste entonces... ella también es familia- Una sonrisa
gentil en los labios rosa de Natsuki, fueron un dulce puñal para la princesa,
precisamente porque esa sonrisa no le pertenecía, ni la causaba ella.
-Dejo mi mano, mi hombro, todo de mí
para cuando lo necesites... Nat...su...ki- Silabeó el nombre al final con un
dulce tono que erizó la piel de la militar.
-Creo que esas son las cosas que
debes destinar a tu prometido, yo estoy bien... ya no lo necesito- ¿Por qué
destilaba veneno por los labios? -Con tu permiso, tengo que atender la
seguridad del evento que se avecina esta semana, es tu fiesta de compromiso
Lady Fujino, no lo olvidemos- Se alejó paso a paso, al ingresar por aquella
puerta y cerrarla tras de sí, se deslizó hasta el suelo con profusas lágrimas
escurriendo por su rostro. -“¿Por qué
siento este profundo dolor? Dejar ir todos esos sueños que olvidamos, es tan
doloroso simplemente”-
Atrás, mirando la puerta cerrada se
encontraba una Shizuru llena de los suficientes arrepentimientos para una vida
entera, en cuyos ojos relataba una historia, un corazón roto. Maldijo su
destino, maldijo no haber sido cualquier persona corriente en el mundo, alguien
sin tantas responsabilidades para haber hecho que su historia fuese diferente.
En el fondo, se maldijo a sí misma y con reproche, por las decisiones que tomó
a lo largo del camino.
-Ella nunca lo entenderá, ¿No es
así?- Escuchó la voz de Reito a sus espaldas y sus brazos rodeándola
confortablemente, más solo había amor fraterno en aquel gesto. Él ya había
perdido las esperanzas con el tiempo, si bien cuando jóvenes tuvo un genuino
interés por Shizuru debido a su belleza y elegancia, no pasó tanto tiempo para
comprender que todos los intereses y pasiones de la castaña estaban puestas
sobre la pelinegra, sin esperanzas para sus sentimientos, los dejó morir poco a
poco. Al final si de alguna forma accedía a los acuerdos y la falsedad de una
unión matrimonial, se reducía fundamentalmente a evitarle a la castaña un
enlace en el que realmente se viera obligada por fuerzas a cumplir sus compromisos
conyugales. Esperaba que si algún día se vieran forzados a producir herederos,
los avances en inseminación facilitaran la tarea, dado que Shizuru no
consentiría jamás el contacto de un hombre en esos términos.
-Seremos peones, no podremos cambiar
nada... hasta que no tenga la corona en mis manos, mi padre podrá hacer de mí
su voluntad y la de ella- Una gota de sangre escurrió por la barbilla de
Shizuru tras la cruenta mordida en la que había acallado un grito de dolor.
-Pero merezco sus desplantes, después de todo fui yo quien rompió su corazón-
-Eso no es cierto Shizuru... ustedes
nunca pudieron aclarar las cosas-
-El que ella se marchara a Argoria
definitivamente, no significa que no hubiera podido encontrarla, no tenía nada
que dar... no tenía las mismas opciones que ahora, solo hojas y hojas llenas de
súplicas que hoy sé, jamás ha leído- La castaña sintió como el abrazo de hacía
más firme. -Ni siquiera Nao ha podido perdonarme por completo, apenas nos une la
diplomacia de Excélsior- Gruesas lágrimas descendieron por sus mejillas. -Y
ahora es demasiado tarde-
-Nunca es tarde, si Kruger aún tiene
sentimientos por ti hay esperanza- Firmó Reito tratando de mejorar las
expectativas.
-Eso es precisamente lo que empiezo
a dudar- Susurró por lo bajo Shizuru. -¿No la escuchaste? Hablaba de lealtad el
otro día, en principio supuse que se debía en honor a mi padre o algún monarca,
como Tanos de Argoria... pero ahora, sospecho que se trata de una mujer-
-Tampoco es posible forzar las
emociones de otra persona, si ella elige a otra persona... entonces tenemos que
respetar eso ¿Lo comprendes?-
-No estoy dispuesta a rendirme...
Reito, no al menos hasta que lo sepa seguro-
El castaño sonrió con un dejo de
amargura, hace tiempo hubiera pensado que aquella actitud en la princesa de
Excélsior era arrebatadora, ahora la juzgaba tozuda por no decir intransigente,
pero si aquel actuar era lo que la había bendecido y condenado desde el inicio
de su historia, sería raro que fuera algo que Shizuru quisiera cambiar de
alguna forma. -Entonces darás pelea hasta el final, debí suponerlo-
Días después...
La casa de la Rosa, hogar de la
monarquía de Carteya rebosaba de esplendor aquella noche, hombres poderosos y
nobles de todos los países habían acudido a la celebración del Tricentenario de
la dinastía Kanzaki, dentro de la cual se celebraría el anuncio del compromiso
del Príncipe Reito, actual heredero a la corona. Por tal razón, el lugar
rebosaba de adornos florales y decorados rojos y blancos, como el emblema de
aquella casa, sirvientes iban y venían en todas direcciones, no sin haber sido
previamente seleccionados por la mismísima Natsuki para no dejar cabos sueltos
en lo que a la seguridad se refería.
Así mismo la diligente Coronel
General de Excélsior, esperaba en la puerta de la recámara de la persona que
debía escoltar gran parte de la noche, salvo por un evento especial que
esperaba asombrar y unificar un poco más a las naciones, ya siendo el momento
de anunciar el acuerdo nupcial entre los Fujino y los Kanzaki. Natsuki apoyó su
espalda en el marco de la puerta, levantando su verde mirada hacia el techo,
ella misma tendría que atar un lazo permanente para la misma labor y esperaba
que con el tiempo, pudiese borrar por completo a esa persona de su mente y su
corazón.
Tenía libre aquel lacio cabello de
azulado brillo, estaba apenas sujeto por unas pinzas plateadas en forma de
trueno en la zona temporal de la cabeza. Natsuki lucía una camisa argita de un
tono celeste claro con los botones desabrochados hasta cierto punto dando un
ligero escote a la vista, ostentaba pantalones formales a juego y botas blancas
con punta curva. Tenía una guantera de armas a los costados debidamente
escondidas bajo un saco blanco de doradas inscripciones y bordados, hombreras
de reluciente plata, las numerosas condecoraciones y una cinta con la insignia
real que le había dado el título de ‘Doncel de Hielo, martillo de cruz’, entre
el pantalón y el chaleco usaba un fajín de Zaaher, al cual tenía atadas cintas
de cuero dorado que sostenían una espada cimitarra con incrustaciones de joyas
preciosas, la cual fue un obsequio del Lotus de Argoria y le otorgaba también
de honor de ser llamada ‘Ventus’.
El estilo que la joven oficial había
elegido para tan célebre ocasión combinaba aspectos de la gala aristócrata de
Excélsior, pero también alguna fracción de la cultura Argoria, la Kruger
esperaba con esto, que no hubiese discordia entre los reyes, ya que Shion la
consideraba su hija y si luciese el traje ceremonial del ‘Ventus’ sería un
verdadero desaire, sin mencionar que algo muy similar acontecería si ostentara
únicamente el uniforme militar de Excélsior, a su futuro suegro no le caería en
gracia.
Negó con la cabeza, Tanos le había
tomado aprecio como si fuese su propio abuelo, como si Zarai y Mikoto fueran
sus hermanas, que bueno... ya pronto lo serían, suspiró, probar su valor por la
mano de la bella princesa Zoe y fallar por un formalismo de ese tipo, sería
estúpido, pero sentía los nervios a flor de piel. ¿Quién iba a decir que una
solicitud matrimonial en Argoria fuese tan... peculiar? Pasaría una vergüenza
del tamaño del mundo, eso seguro. Pensaba incluso que estaba mejor cuando el
privilegio de pretender a una de las hijas de Tanos dependía de arriesgar el
pellejo en la prueba de los 7, competición que le había ganado el título de
‘Ventus’ y el derecho a pedir la mano de cualquiera de las 3 hijas del Lotus.
Justamente algo le consolaba, que los
vería, una vez más... después de dos meses de lejanía que se antojaba como un
año entero de añoranza, Natsuki no imaginaba que le haría tanta falta la
compañía de aquella familia, cuando tantos años fueron vividos en singular
soledad. -“Sintiéndome sola a pesar de
ella, tal vez comencé a vivir de esa manera cuando ya no pude confiar...”-
Miró la puerta, seguramente estaría al otro lado ataviándose del modo que debe
hacerlo una princesa, se vería esplendida, de eso no tenía la menor duda. -“Pero...”- Bajo la mirada al suelo
tensando la mandíbula, allí estaba esperándola ansiosamente como hace casi 10
años, durante su primer baile formal. Instantánea la remembranza, aún más rauda
la espina removiéndose por dentro, esas viejas heridas que suponía cerradas y aliviadas
continuaban allí supurando imperceptiblemente, era un error haber vuelto a su
lado, pero estaba entre la espada y la pared, no sería capaz de apartar la
mirada cuando atentaran contra su vida. Con aquel remolino de sentimientos
dentro de sí, Natsuki suspiró profundamente. -“Aun duele estar cerca de ti... y ¿Qué significa eso para mí? No puedo
permitirme tener sentimientos por ella, no es... justo”- Pensó para sus
adentros. -Arrggg... Shizuru- Susurró muy quedo, casi en un lamento de
frustración.
-Ara... acaso Natsuki se ha
impacientando por esperar a una dama- La cantarina voz de esa persona causó
sobresalto.
La Kruger dió un respingo al notar
que la castaña estaba a escasos pasos, ¿En qué momento abrió la puerta y cómo
llegó a su lado sin ser notada? Esa fue una pregunta que se perdió en la mente
de Natsuki, cuando sus ojos se posaron sobre el increíblemente hermoso y
entallado vestido carmín, ese que dejaba a la vista una buena porción de su
espalda cruzada por tenues tiras que sujetaban la prenda al cuerpo escultural
de la oji rubí. Sus cabellos adecuadamente recogidos en un peinado que
enmarcaba su rostro de forma esplendorosa, la porción perfecta de maquillaje,
la preciosa corona delicadamente diseñada con un motivo de enredadera y la flor
de lis con un rubí en el centro. Fujino Shizuru, era la manifestación de la
perfección, hecha mujer, la forma onírica capaz de cautivar a cualquier mortal
y no había sido diferente para una Kruger, pero no podía permitirse ceder.
La pelinegra recuperó la compostura
no sin un tenue sonrojo en su rostro, se adelantó un poco para darle la espalda
a su interlocutora. -Déjate de bromas...- Reprochó frunciendo el ceño.
-En realidad, quise decir que
Natsuki se ve más hermosa de lo habitual esta noche... deja que te ordene un
poco el saco- Casi como un fantasma deslizándose a su espalda y con aquella voz
sugerente Shizuru susurró. -Está desdoblado por aquí- Dejando intencionalmente
que su aliento rozara con tibieza el oído de la militar, sintió un tenue
temblor, no evitaba sonreír. Las manos enguantadas de la Excelsaria se
deslizaron por la espalda de Natsuki hasta alcanzar el cuello bordado con hilos
de oro, acomodó la prenda con la diligencia de una esposa, pero teniendo la
ocasión y la cercanía, no debería desdeñar la oportunidad. -Es encantador... tu
vestuario- Las blancas manos ya estaban sujetas a su cintura y su nada
despreciable pecho rozaba la espalda de una apenada Kruger.
La hija de Saeko quería escapar, era
un código rojo, escuchaba las alarmas de sus instintos gritando, se sentía como
una liebre a punto de ser devorada por una serpiente, pero que hipnotizada por
la majestuosidad de aquel ser, era incapaz de moverse. Le supo a antaño aquella
situación, sabía que si la miraba directamente a los ojos estaría perdida toda
su voluntad. Pero tampoco tuvo la fuerza suficiente para apartarse de Shizuru,
cerró los ojos disfrutando un momento del contacto, de las manos acariciando
sobre el fajín, cerca de sus costados.
Estaba en
el jardín de aquella mansión, ya ostentaba el uniforme militar del país al que
había jurado servir por lealtad a la familia que la había acogido en su seno.
Había tomado una carrera como oficial, inscribiéndose en Garderobe II para una
alta posición, ya era teniente a los 16 años y se esperaba que a una edad
temprana lograse hacerse cargo de las fuerzas militares del país por mandato de
su soberano.
Observaba
los pétalos de cerezo caer en derredor de ella y su acompañante, sus manos se
acariciaban con delicadeza sobre el pasto. Aunque se tratara de un gesto tan
pequeño, para ellas era ampliamente significativo, dado que Natsuki prefería el
silencio de un momento cómodo a una charla llena de banalidades y su querida
Shizuru lo comprendía perfectamente.
-¿Natsuki?-
Esa sonrisa era tan refrescante, un regalo maravilloso que solo ella, Natsuki
Kruger tenía el privilegio de ver.
Sus
miradas se encontraron. -¿Shizuru?- Mucho antes de que pudiera decir más sintió
la tibieza de aquellos carnosos labios sobre los suyos. Correspondió al
instante, entregándose a ese pequeño momento perfecto. El dolor y la sed de
venganza se habían apagado con la presencia de la graciosa amatista, el
sentimiento más dulce había nacido a lo largo de aquellos años y su fortaleza
incrementada con los meses que como la pareja que eran compartían.
'Daría lo
que fuese por ti' no evitaba pensar a través de las sensaciones que en su
cuerpo despertaban sus instintos. Deslizó sus dedos por la cálida mejilla en
aquella piel de seda, sintió las manos de Shizuru aferrarse a su cuello para
profundizar el beso. En cuanto se apartaron levemente, su amada susurró muy
cerca de su oído.
-Te amo
Natsuki-
-Y yo a ti
Shizuru- La envolvió en un abrazo posesivo. -Como no tienes idea-
Pero el mundo había continuado
girando y esa historia solo aguardaba en su pasado, ella era la prometida de su
mejor amigo, aunque fuera la elección equivocada. Despertó de aquel dulce sueño
en cuanto las manos de Shizuru aventuraron más de lo permitido desabrochando
otros botones bajo la cinta que cruzaba su pecho. Con sus propias manos y muy a
su pesar, Natsuki retiró las de la castaña y dio un paso adelante para alejarse
del peligro.
-Tú tomaste una decisión Shizuru...
respeta el camino que elegiste y aléjate del mío... - Continuó caminando sin
recibir respuesta. -La espero en la primera planta Lady Fujino-
Dado que en ningún momento las
chicas cruzaron miradas, la comandante no se percató de que Shizuru tenía una
particular sonrisa en los labios. -Ara, ara... parece que tu piel aun no
olvida, aun si tus labios dicen lo contrario- Comenzó a caminar contoneando
grácilmente sus caderas, añadiendo ese toque de sensualidad que la
caracterizaba, bajó las escaleras esperando encontrarse de nuevo con su
custodia.
En efecto, Kruger la esperaba al pie
de la puerta que daba entrada a la sala, no podía su alteza entrar sin compañía
y dado que las dos eran hermanas adoptivas, nadie cuestionaba su arribo juntas.
Caminaron con paso firme y sincronizado, nadie hubiese supuesto que 4 años de
lejanía había apartado a las dos personas que observaban, blanco y dorado lucía
Natsuki, dorado y carmesí ostentaba Shizuru mientras sus manos continuaban
enlazadas, puestas a la altura de ambas cinturas. Ya en el salón de la
recepción los distinguidos invitados, que no escatimaban elogios a la princesa
de Excélsior, se amontonaban en derredor de ella procurándole al menos un
saludo, a la vista la castaña se robaba toda clase de miradas, sin embargo la
Kruger no se quedaba atrás y aunque por esa ocasión no usaba el uniforme de
Excélsior en toda regla, lucía también espectacular. Las dos contrastaban y se
complementaban, eran la cúspide de la élite, el centro de atención, incluso más
que los anfitriones Carteyanes.
-No hemos bailado hace tanto tiempo,
deberías invitarme- Tomó la oportunidad Shizuru en cuanto yacieron un breve
momento a solas.
-Solo quieres huir, pero... te
entiendo- Respondió Natsuki buscando con la mirada entre la gente, supo que
tomar la pista de baile le daría la oportunidad de ver a más personas en aquel
enorme salón. -Así sea...- Se inclinó con todo el protocolo que exigía la
ocasión, aquellos movimientos tan sofisticados que harían sonrojar de alegría a
la señora Rockfield, su antigua institutriz. Si hubiese sabido Miss María que
el éxito de la etiqueta para Natsuki siempre fue del lado de los caballeros,
sabe el cielo cuantos dolores de cabeza se habría ahorrado desde el principio,
aquello se supo después de 3 años perdidos en alcurnia de señoritas.
La pelinegra danzaba con la gracia
que pocos podrían, no menos era la princesa que seguía magistralmente sus
movimientos entre piezas de vals, pero la joven Militar estaba absolutamente
distraída mirando entre la gente, lo que molestó un poco a la castaña hija de
Shion. -¿Qué buscas?-
-Estoy esperando ver a mi familia...-
Solo aquellos largos años de
autocontrol y mascaradas diplomáticas le habían servido a Shizuru para contener
una mueca de disgusto en su cara. -Pensaba que nosotros éramos tu familia,
Natsuki-
-Tengo más de una familia, Shizuru-
Respondió la Coronel sin perder la calma a pesar del evidente reproche.
La princesa parecía serena, pero
claramente tenía los nervios a flor de piel. -¿Leíste mis cartas?-
-No...- Dijo sin falsedad.
Shizuru se mordió los labios
intentando no dejarse afectar por ello, lo intuía... haberse arriesgado tanto
con explicaciones en letras, cuando ella ni siquiera se tomaba la molestia de
leer sus misivas, era para querer gritarle muy fuerte y no podía. -Tienes la
jerarquía suficiente, sin siquiera planearlo mi padre te ha dado la posición y
los títulos suficientes... ¿Por qué no aceptas ser mi esposa?- Preguntó, quizás
imaginando o suponiendo ideas extrañas presa de los celos.
-¿Es eso una propuesta?- Sonrió
distraídamente. -Te faltó el anillo y que lo pidieras de rodillas... ¿Pero qué
esperaba... de ti? Ya esperé... por mucho tiempo, Zuru...- Natsuki se apartó en
un giro, tendió su mano y deslizó gentilmente a Shizuru en una inclinación
adornada dentro del baile, yacieron así sus rostros muy cerca, se encontraron
Esmeralda y Rubí, por un segundo fue como volver al tiempo en aquella fiesta
cuando tuvieron su primer baile como amantes, tan escondidas en su hermandad y
al mismo tiempo a la vista de todo el mundo.
-Entonces acepta...- Insistió la
castaña, aun sintiéndose segura en esos brazos fuertes.
La Ventus levantó la vista, distante
entre la concurrencia de invitados, sonrió... Shizuru no pudo saber a quién
miraba por su postura, pero supo que esa hermosa expresión no era para ella.
Natsuki la irguió nuevamente, le dió un giros más y con dos pasos más
ceremoniosos que el anterior plantó su rodilla en el suelo, volvió su rostro
sobre la mano que sujetaba entre la suya y dio un beso al envés, todo al mismo
tiempo que todos los demás caballeros danzantes lo hacían con sus respectivas
parejas. Concluida la coreografía propia de aquel baile, se puso de pie y miró
directamente a Shizuru, consideró más que necesario informarle de las
circunstancias, dado que no podría esconderlo por más tiempo. -Lamento decir,
que yo le extendí esa propuesta a otra dama y ella... ha aceptado- La morena
retiró el guante blanco de su mano mostrando en el anular, la prenda de
compromiso, un anillo de oro blanco tallado con símbolos de corrientes y
espadas, con incrustaciones de gemas verdes y azules.
Los ojos hechos de aquel puro rubí
se llenaron de sombras en el acto. -¿Debería desearte felicidades? ¿O quieres
que sea lo suficientemente sincera para decir que ese matrimonio será un
fracaso?- Shizuru contenía el llanto en sus ojos por muy poco, pero tenía la
barbilla recta cuan orgullosa era. -¿Cuántos años más necesitas para confirmar
que nuestros sentimientos son genuinos?-
-Por una vez... se mi hermana, y
espera lo mejor para mí- Tensó la mandíbula con una fría expresión, volvió a
situar el guante en su lugar. -Porque es lo que yo haré dentro de una hora,
cuando Reito diga que tú serás su futura Reina- Dicho esto la Kruger forzó una
sonrisa y realizó una venia ante las tres personas que se acercaron a las dos
para saludarlas. -Mi lord, es un placer verlo... majestad, cuanto más bella
cada día, Julieth... tan araña como siempre- A lo que Nao gruñó desviando la
mirada a otro lado con indignación mientras la reina de Excélsior negaba con
una sonrisa en los labios, adoraba tener a toda su familia reunida.
-Qué dicha, tener a mis dos hermosas
hijas de nuevo... ¿Podría un hombre pedir más alegría?- Musitó Shion
extendiendo su mano para acariciar la mejilla de Shizuru, quien tuvo que hacer
un esfuerzo sobrehumano por recomponer su faz en tan escaso tiempo. Allí estaba
ella con su sonrisa ensayada y el rostro impoluto.
-Ara ara a Natsuki le encanta
sonrojar a una mujer incluso si es alguien de mi edad- Reira Fujino la madre de
Shizuru era de todos ellos la persona más cercana a Natsuki, debido a que la
pelinegra había logrado tener por ella un sentimiento de amor materno, el cual
era correspondido sin lugar a dudas. La Reina castaña acarició el hombro de su
amada hija, y deslizó su otra mano por la mejilla de la pelinegra. -Se ven
preciosas juntas, las he extrañado tanto...- La dama posó la vista sobre
aquella cuyo vínculo era de sangre con una sonrisa de genuina admiración.
-Mírate Zuru, qué hermosa estás, Reito debe estar más que complacido... y tú
Natsuki, no me sorprendería que fueras el sueño de más de una de las señoritas
de este lugar-
-Eres muy gentil madre, por ahora y
si me permiten debo verificar un par de detalles concernientes a la seguridad,
cosas de rutina- Natsuki se acercó a Reira y le dió un tierno beso en la
mejilla. -Los veré pronto...- La pelinegra no dijo más, se marchó pasando a un
lado de Nao quien “accidentalmente” le puso zancadilla en venganza de las
acciones pasadas, pero la pelinegra no se dejó caer y continuó su camino hacia
la zona de vigilancia con una sonrisa divertida.
El grupo se dirigió a la mesa de honor
establecida para ellos, donde les aguardaban selectos vinos y manjares de la
tradición Carteyana. -Madre, Natsuki se casará... ni siquiera se anunció su
compromiso en primer lugar- Informó Shizuru intentando saber si solo a ella le
había tomado por sorpresa, lo que en efecto así fue. -Por lo que aprecio todos
aquí lo sabían menos yo-
-Hija... fue un tanto sorpresivo
para todos, tu hermana dijo que hasta no tener todo asegurado no quería
hacer... público el acontecimiento- Explicó la mayor, extrañada de que en
efecto Shizuru no estuviese al tanto, dado que para su entender, la pelinegra y
la castaña habían sido muy unidas desde pequeñas.
-Un caballero no haría pública una
cosa así, sin tener el consentimiento de la solicitada... quizás sea el caso-
Se excusó Shion, ocultando dentro de sí, que esa había sido la misión
encomendada a Natsuki desde hacía 4 años cuando se vieron en los laboratorios
de Lanía.
.
.
.
Dispuestas en diferentes sitios de
la enorme sala y con los comunicadores funcionando se encontraban los grupos de
Coral, que en cuyo caso habían optado por mecanismos diferentes de defensa. La
escuadra 2 se camuflaba entre la multitud pasando por invitadas al evento y
luciendo vestidos de gala. Las 1 por su parte lucían sus uniformes blancos de manera
impecable y estaban dispuestas sobre puntos estratégicos, después de todo la
comandante Kruger lo había dispuesto de ese modo.
Nina aguardaba de pie en la segunda
planta vigilante, aunque a sus ojos no escapara nada de lo que aconteciese en
la fiesta, su mente estaba puesta sobre una persona en particular. El 'Escudo'
se movía sobre un eje cercano a la princesa, aunque bastante más lejos de lo
que lo hacía la Coronel General, Kruger. Irina por su parte estaba en un cuarto
rodeada por numerosas pantallas donde podía valorar todas las vistas de las
cámaras, por ello era 'Cyber' el ojo que todo lo ve y lo manipula, la chica
tiene acceso desde ese cuarto a los satélites y toda clase de dispositivos
tecnológicos para mover a su antojo las comunicaciones en caso de ser
necesario. Arika estaba puesta en un palco construido solo para ella, pero
invisible a la vista del público en lo más alto de la gran sala y con un gran
campo de visión sobre los invitados, si las cosas se ponían de otro tono el
'francotirador' eliminaría rápidamente a cualquier intruso desde su
privilegiada posición.
-'Gato Negro'- Escuchó
repentinamente la voz de Arika.
-¿Qué pasa 'Francotirador'?-
Respondió alerta la pelinegra.
-Aún no hablas con 'Escudo'
¿Verdad?-
Nina que se sabía observada por la
castaña de modo que negó con la cabeza. -No deberías usar la línea privada para
esto-
-No tengas pendiente... pedí
privacidad a 'Cyber'-
-¿Qué quieres saber entonces? ¿Qué
Erstin no me hablaría ni aunque le implorara?- Dijo la de ojos dorados
frunciendo el ceño.
-Dudo que eso sea cierto y no te veo
a ti implorando Nina Wong- Refutó Arika a través del comunicador.
-Es cierto, pero me ha evadido de
formas que no llegas a imaginar, siempre tiene algo que hacer- Miró a la
posición en la que se encontraba la aludida, ¿Era impresión suya o ese vestido
rosa la hacía lucir demasiado tentadora? Se mordió el labio al notar que uno de
los nobles, suponiendo que se tratara de una invitada más le ha solicitado una
pieza. -Se encuentra en una posición difícil e incómoda al pensar que tú y yo
somos pareja, cuando no es así-
-Porque habría de serlo si no le
importaras- 'Francotirador' no supo cuán sensible fue la fibra que movió en
Nina al decir tales palabras.
-No lo sé- Desvió la mirada,
sabiendo que esa era la posibilidad que más le aterraba, que no sintiera nada.
-Pero tienes claro que es a ella a
quien amas, ¿No?- Esa Arika, como odiaba cuando insistía de esa manera.
-Absolutamente... eres linda Arika,
pero sentiría incestuosa cualquier otro tipo de situación entre tú y yo- Se
escucharon risas de ambas partes sobre lo dicho.
-Ujum, lo sé... ¿Entonces qué te
detiene?-
-Que no sienta lo mismo por mí... se
bien que no soy la única que se siente atraída hacía Erstin- Algo en su
instinto le dijo que mejor se guardaba el nombre de esa persona.
Volvió la vista sobre la guapísima
rubia que ahora danzaba cual cisne en la pista, se mordió el labio ¿Porque
sonreía de ese modo? ¿Qué le había dicho ese hombre? ¿Y ese sonrojo? Tuvo que
contenerse de apartar a ese fulano a patadas de su chica por la misión. Momento
¿Desde cuándo era suya?
-¿Lo has visto?- La castaña habló
seriamente al otro lado de la línea. -Si continuas así de cobarde te la van a
ganar, Nina-
-“Gracias
Arika, hunde y gira el puñal más profundamente”- Esto último lo pensó sin apartar la
vista... -Lo mataré- Se mordió los labios, al notar que con los segundos aquel
malnacido sujeto pretendía bajar la mano de la cintura a la zona que deja de
llamarse espalda en el cuerpo de Erstin.
Escuchó risas descontroladas a
través del comunicador. -Ve o te dará algo Wong... Yo te cubro- Trataba de
recuperarse la Sayers al otro lado de la línea, mientras solicitaba a ‘Cyber’
la movilidad de otros dos activos hacia el sector donde había estado su capitán.
Caminó presurosa a la primera
planta. -Gracias- Masculló entre dientes con tono gruñón antes de desactivar su
comunicador un momento.
La Kruger menor ignoraba lo bien que
lucía con aquel uniforme blanco lleno de medallas y aquel sable hermosamente dispuesto
con un cinto dorado, o las miradas que le dirigían las damas de alta alcurnia
confundiéndolo con un joven buen mozo de alguna familia poderosa, incluso
aquellos que identificaran las insignias militares no evitaban derretirse por
lo bien que llevaba el uniforme. Además que si bien era cierta la excelsa
casta, no podía tomar la ocasión para desvelarlo, pues para todos era y
seguiría siendo Wong.
Se encontró en la sala repleta de
gente danzando, pero nada que su entrenamiento no pudiera afrontar, se las
arregló para llegar con Erstin sin causar ningún abrupto a los que amenamente
se deslizaban con el vals en la pista. Así se encontró de pie frente la pareja
que ni siquiera se percató de su presencia, vio con cólera como el “noble”
estaba a punto de posar las manos en zona vedada.
-“Piensa
di algo, cualquier cosa”... Parece que la Srta. Ho ha olvidado porque
estamos aquí “Diablos eso se oyó tan
celoso”-
-Capitán Wong- Los ojos aguamarina
se ampliaron llenos de sorpresa y no pudo seguirle el paso a su acompañante,
por lo cual la danza cesó.
-A qué debo la interrupción- Nina no
lo había notado, pero la rubia estaba bailando con el monarca de Artai, el
Regente Dai Artai, Nagi Homura.
-Lord Nagi, espero pueda disculpar
la intromisión... pero me temo que me ha privado de la vigilancia de un
importante miembro de seguridad- Dijo con total diplomacia Nina, improvisando
sobre la marcha como sacar a Erstin de allí y no generar un conflicto
internacional, muy absurdamente y por celos había olvidado que llevar el
uniforme de la guardia real de sus majestades, significaba llevar el honor y la
sangre de su nación a donde fuera, se lamentó en el acto de su impertinencia.
-Ya que debo hablar con ella un asunto de suma importancia, si usted lo
permite... claro- Ejecutó una venía imperial, lo que fue bien visto por aquel
hombre vestido casi por completo en hilos de oro y joyas lustrosas.
-¿Pasa algo grave Capitán Wong?-
Sonrió con burla el joven de cabellos plateados y ojos fríos de tono rojo.
Reportaría al 'francotirador' que no
lo perdiese de vista en ningún momento, ese sujeto no le daba buena espina y ya
no se trataba de un asunto de celos, pero ¿Cómo atreverse a sospechar de uno de
los reyes de la alianza apenas por instinto?
-En lo absoluto mi Lord... solo
algunos tecnicismos- Nina comprendiendo que no podía tentar más a la suerte ni
a la diplomacia, se apartó. -Nos encontramos en la segunda planta para tratar
este asunto Teniente Ho, en cuanto termine de danzar con su excelentísimo- La
morena no tuvo otra opción que volver a su posición, pues de alguna forma,
había salvado el pellejo y el puesto gracias a las clases de protocolo de
Lancaster.
-Lo has hecho perfectamente Teniente
Ho- El monarca sonreía con cierto crueldad, volviendo a tomar la cintura de la
rubia para continuar la danza. Nagi sabía que estaba siendo observado por los
ojos magma de Nina así se aventuró a completar lo que ella tanto quiso evitar,
su mano se deslizó sobre las posaderas de Erstin y las sostuvo allí hasta el
final de la tonada, que fue absolutamente una tortura para la joven, empero
estaba atada de manos por las obligaciones que tenía con aquel indigno y
perverso.
-Solo sigo la voluntad del monarca
de mi país, al cual juré lealtad- Musitó la joven ocultando el rostro de modo
que su compañero de danza no se diera cuenta cuanto le repugnaba la situación.
-Has obtenido toda la información
¿Verdad mi lady?- Un giro sincronizado para el vals, 1, 2, 3 y 1, 2, 3 antes de
volverse a juntarse muy cerca.
-Así es, todo lo que a mi prometido complazca-
Susurró Erstin con servilismo, aunque sus ojos estuvieran llenos de tristeza su
expresión no decía nada.
-Ya puedes irte con tu ‘querido
capitán’, a diferencia de ella yo no soy celoso... y te dejaré jugar por un
tiempo más Teniente Ho- Dijo Nagi al finalizar la pieza, una venia protocolaría
y ambos se alejaron el uno del otro como si fueran un par de desconocidos.
En cuanto el 'escudo' se vio libre,
acudió preocupada al encuentro de la líder de escuadrón, Nina se miraba cual
fiera enjaulado caminando de un lugar a otro con la mandíbula tensa, estaba
claro que su humor había desmejorado considerablemente desde la mañana.
-¿Capitán Wong?-
La fiera mirada de la pelinegra tomó
fuera de base a la joven Ho. -Le solicitó que los asuntos personales y las
insinuaciones sean dejadas por fuera de la operación... no ha sido un apropiado
comportamiento el que presencie en la pista de baile-
Erstin enrojeció visiblemente hasta
las orejas. -No volverá a pasar...-
-Eso espero... la tenía en una
consideración más... alta, nunca imagine que fueran de su gusto las
demostraciones públicas-
-Permito que me ordene, que
cuestione mi comportamiento en horas de labor... pero no le permito juzgarme...
eso de ninguna manera- Refutó esta vez molesta la rubia.
-Ha sido usted la que se ha puesto
en esta situación... si hubiera actuado decentemente no sería objeto de juicios
de valor- Ya estaba tan cerca de la rubia y tan llena de razones para mantener
su enojo...
-Yo no cuestiono sus asuntos,
¿Entonces es más honroso que usted y una compañera de escuadra tengan ese tipo
de relación en medio de una misión tan importante? Por si no lo sabe, ese
hombre es mi prometido, puede tomar lo que desee antes o después, será Rey en
breve ¿No es así?-
Nina se quedó estática en su posición,
vió los ojos celestes de la dama, su expresión molesta, quiso decir alguna
palabra pero nada salió, tragó saliva intentando que no se pusieran acuosos sus
ojos. Aquellos segundos de silencio fueron percibidos como la eternidad misma,
una oscura y sombría, pero Wong se aclaró la garganta para no dejar ver lo
afectada que estaba ante esa información. -Disculpa, Erstin...- Era doloroso
usar su primer nombre para circunstancias tan infortunadas en la infinidad de
ideas que se había hecho acerca de la declaración romántica que ya nunca
tendría lugar. -Me alegro por tus nupcias, eso... significa que pronto nos
dejarás para ser la esposa de un heredero... vaya ¡Felicidades!- Sonrió aunque
por dentro se estuviera ahogando en lágrimas. -Lamento que te vayas, eso... si
lo lamento...- Nina tomó la mano de la rubia y se inclinó para besar su envés
con toda la adoración que sentía por ella. -Serás una gran Regente- Una vez se
separó de la joven la miró a los ojos y volvió a sonreírle. -Tomate el día,
llamaré a un vigía para que te cubra, diviértete-
La capitana del escuadrón uno sintió
que se desmoronaba a medida que dirigía sus pasos en la dirección opuesta, se
detuvo, aunque ya no importase quería asegurarse que Arika no tuviera problemas
posteriores con su pareja. -¿Err... Erstin?-
La Ho respingo, no salía de su
asombro, aun miraba la mano donde yacieron los labios de Nina. -Sí... “¿Qué digo?” ¿Capitán?- Observó la firme
y atlética espalda de su compañera de escuadrón.
-Entre Sayers y yo... no tenemos esa
clase de relación, es una hermana para mí, además ella también está
comprometida, espero que esta conversación se quede entre tú y yo, ya que no me
gustaría que ese compromiso quedase entredicho por un rumor-
-Lo... lo siento, yo no...- La de
celeste mirar comprendió lo incómodo que había sido y que esa era la razón de
fondo para que Nina se negara a verla en ese momento, si al final no había
mostrado el más mínimo ápice de molestia, era seguro que su oficial al mando no
sintiera nada por ella, ¡Que tonta! -Será como ordene y gracias por... su
comprensión-
-No te preocupes... lo entiendo-
Nina acomodó la espada en su cinto, luego hizo un ademán de despedida con la
mano, dejando a Erstin en el segundo balcón.
Lo que la llorosa rubia ignoraba
mientras veía marcharse a su admirada Capitana, es que Nina no pudo hablar más
sin que la voz le sonara rota, simplemente había buscado la forma de marcharse
discretamente, mientras vertía silenciosas lágrimas de tristeza, después de
todo se había hecho ideas absurdas, el escudo de su grupo, era una mujer
felizmente comprometida.
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Zasss por fin espero mas cap. Excelente excelente jijijij
ResponderEliminarUn capitulo lleno de emociones y muy muy interesante deseo que se suba pronto la continuacio. Besitos.
ResponderEliminarMaria Rene
Meses esperando el capítulo, siempre SIEMPRE es un placer leerte; de verdad que es un gusto lástima que tenga que pasar tanto tiempo para estos capítulos o los de Danza entre lobos. Igual no sabés la felicidad que se siente cuando veo un capítulo nuevo. Gracias
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