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Cuando hablan las miradas - Cristalsif - 3

Cuando Hablan Las Miradas

Capítulo 3

Ironía

Desde aquel incidente Shizuru y Nao, por orden de Lord Shion, no debían asistir a la prensa más que por cesiones en ambientes controlados y para calmar los ánimos, se alojaría temporalmente en la Casa de la Rosa donde un leal amigo de la familia se ocuparía de su seguridad. Por tal razón sus escoltas también habitarían en el lugar y eso incluía a la oficial Kruger, lo que no había sido de todo su agrado.


Era de noche y Nina comenzaba a vestirse apropiadamente para la vigilancia que le correspondía, acomodaba su uniforme mientras su compañera de cuarto la miraba silenciosamente. Aún no podía creer su suerte o por el contrario infortunio siendo que Arika la acompañaba, mientras que Irina y Erstin se alojaban en el cuarto del lado. Tenía todavía aquella aprensión en el cuerpo, desde algunos meses atrás le costaba ver en riesgo al 'escudo' del grupo. Su rubia amiga se había especializado en aquella habilidad y no servía para otra cosa en el escuadrón, pero eso no dejaba de preocuparla... no podía cometer más errores como el de aquel día.

-¿Nina?-

-¿Que pasa Arika?- Miró de soslayo a su amiga.

-¿Estás preocupada?-

-¿Por qué lo dices?- La miró confusa aunque sin expresiones en el rostro, ¿Tanto se le notaba?

-Llevas 15 minutos anudando la corbata- Sonrió Arika.

Un acusador sonrojo llenó la cara de Nina, esta volvió la vista sobre el espejo, para su mala suerte Arika podía ver su rostro en el reflejo del enorme espejo. La castaña se puso de pie y le obligó a dar vuelta, comenzando lentamente la labor de anudarle la corbata a Nina.

-¿Recuerdas aquella vez cuando trabajamos para Lady Mashiro?- Los zafiros estaban ocupados en el último giro.

-Claro que sí, ¿Pero eso tiene que ver?- Nina la miró extrañada sin lograr aminorar el sonrojo en su rostro.

-Yo también tardé 15 minutos en hacer mi corbata en aquel entonces- Arika terminó de anudar la corbata y acomodarla en el cuello blanco de la camisa de Nina, que con los segundos se convertía más y más en un tomate viviente. -Estaba enamorada... me costó mucho entenderlo, entorpecí el trabajo de Erstin... terminé con una linda herida en la espalda. Cuando intentaron lastimar a Mashiro no lo pensé dos veces, olvidando que mi equipo no estaba diseñado para recibir disparos en la espalda, que yo era el francotirador y no servía para otra cosa, me interpuse- Concluyó soltando el ahora impecable cuello y corbata de la pelinegra. -Tú diste la cara por mí y por eso he jurado estar a tu lado como amiga siempre... no cometas mis errores ¿Vale?- Estaba claro que Arika había madurado mucho en aquel tiempo y aunque a ratos no dejara de ser como una niña, otras veces parecía una mujer completamente diferente a la de la tundra de Kunzo

Nina no pudo evitar dejar atrás los formalismos de siempre y abrazar a Arika. -Gracias...- Dijo con sus ojos dorados llenos de agradecimiento frente a los zafiros y la sonrisa sincera de Arika.

-Chicas es cambio de tur...no- La voz de Erstin llegó como un balde de agua fría ante lo confuso y comprometedor de la situación, pues el rostro de Nina y Arika estaban muy cerca. La rubia se sonrojo en el acto por lo que evidentemente había interrumpido, una sonrisa o más bien una mueca dolorida se alojó en su rostro y mucho antes de que las vistas “infraganti” lograran reaccionar, la Ho ya se había marchado.

-¡Diablos!- Se apartó Nina.

-¿Así que te gusta Erstin?- Preguntó Arika.

-¿No se supone que tú lo sabías?-

-Intuía tus sentimientos... pero no sabía a quién querías- Levantó los hombros inocente la castaña.

Una enorme gota de sudor bajó por el cuello de Nina mientras negaba con la cabeza, se dispuso a correr para aclarar las cosas, pero se detuvo en la puerta. -¿Valió la pena Arika?-

-Cada segundo lo vale- Sonrió la aludida. -Este es mi último trabajo en el escuadrón... seré guardaespaldas personal de Mashiro en Windbloom, ella está moviendo un par de hilos y políticas para concederse a sí misma un matrimonio en sus términos, sabes que no se permiten bodas entre doncellas allá-

No necesitó más, la puerta se cerró y se oyeron los agitados pasos alejarse por el pasillo. La castaña se quedó a solas en el lugar, verificando que todo su equipo estuviera en funcionamiento, ya que dentro de unas horas reemplazaría a Nina.

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Habían pasado 8 días en aquel encierro lujoso, estar en ese sitio pegada de la falda de Shizuru le causaba suficiente incordio como para mantenerla de mal humor las 24 horas del día, solo agradecía que nunca estaban a solas lo cual evitaba que la castaña tuviera esa clase de conductas que había empleado hace años en el tren y habían terminado por romper su corazón por segunda vez, no admitiría que a pesar de los años estaba aún dolida por lo que pasó o mejor aún, lo que dejó de ser. -“Dijiste amarme Shizuru, hiciste tantas promesas... todas eran vacías”- Pensó para sus adentros mientras entrenaba sus movimientos de combate en el jardín de aquella mansión, era la única forma de desquitar la frustración que la llenaba cada ocasión en la que los herederos a la monarquía deambulaban juntos, como ocurría en ese preciso momento.

Maldecía a Reito con todo lo que tenía, luego recordaba que las cosas eran mejor de esa manera y retiraba sus palabras con una pequeña oración, también se fortalecía pensando que ella ya contaba con su propia princesa. Pero los miraba una vez más y volvía a perderse en sus pensamientos menos alegres, recordando que desde siempre el apuesto príncipe había mostrado gran interés por Shizuru, siendo niños fueron grandes amigos, pero cuando llegó la adolescencia, los sentimientos de ambos se posaron sobre la joven y agraciada Fujino, aunque al final ella escogió y Lord Shion ofertó la posibilidad de su anhelada venganza para dejarla ser con Reito.

Detuvo sus movimientos, y apoyó la espalda en un tronco de un árbol de cerezos. A lo lejos, veía como Shizuru caminaba con el porte de la realeza en la compañía de Reito. Cerró los ojos un momento recordando al joven castaño, Reito Kanzaki. Hermanos de sangre, eso fue lo que juraron, leales amigos... mentiras nada más. Muy pronto y tras el tratado él la desposaría, mordió su labio con cierta brusquedad. -Una boda falsa, un matrimonio falso... como si fuera a creer esas mentiras, al final tendría que aceptar que sus hijos tuvieran su sangre y no la mía, compartir su piel por... ¿El bien del país?- Gruñó por lo bajo. Le había atormentado incontables veces la idea de verla en los brazos del gallardo y fino caballero que era Reito, al final eran tal para cual...

-Cuando pensaba que todo estaba bien...- Bajó la mirada sobre el pasto. Olvidar, que tanto había logrado hacerlo si sentía la esa espina atenazando su pecho. Entonces miró el anillo en su mano y recordó a la princesa Argoria a la cual le debía su lealtad y su corazón, ojalá fuera tan fácil, fundamentalmente cuando estaba en ese lugar tan lleno de recuerdos.

-¿Amigos por siempre?- Murmuró una versión infantil de sí misma, en toda su vida solo confiaría en esas personas.

-Claro que si- Decía un niño de cabellos castaños y ojos grises, bajo la sombra de aquel árbol de cerezos en flor sonrieron, apretando su mano y a sus manos se unían los delicados dedos de Shizuru.

-Siempre- Esa sonrisa afable pero sincera, el brillo dulce en aquellos ojos rubí. Era perfecto.

-¿No me tienen en cuenta?- Dijo con cara de pocos amigos Nao, siendo que ninguno de los presentes había visto en qué momento se coló en el árbol.

-¿Por qué íbamos a hacerlo 'araña'?- Dijo Natsuki sonriendo.

-¡Es Aracne!- Refutó molesta la pequeña pelirroja ¿Acaso era tan difícil pronunciar su título? -Porque yo soy la que hace el trabajo sucio de robar los postres antes del almuerzo- Bajó del árbol.

-Ara, ¿No será que Nao se siente sola sin nosotros?- Respondió Shizuru con una corta risa, oculta delicadamente por su mano.

-¡Claro que no tonta!- La chica se sonrojo ante la insinuación. -Es solo que no tengo con quien más pasar mi aburrimiento- Dijo con evidente indignación.

El grupo no pudo evitar reír de la situación y Nao comenzó a reñirlos con más ahínco, finalmente su mano también se unió al pacto.

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-¡Eras mi amigo!- Sujetó con brusquedad el cuello de Reito, ahora él era un hombre en toda la extensión de la palabra y bastante más alto que ella, pero él apenas lograba desviar la cara con tristeza. -Tú... tú sabías de mis sentimientos por ella- Lo empujó con fuerza esperando alguna respuesta, pero él no hizo ademán alguno de agredirla como tanto deseaba Natsuki.

-'Cachorro'... no hay nada que se pueda hacer- Dijo Nao intentando acariciar su hombro.

-No te metas 'araña'... esto es entre Reito y yo... que me dé la cara si es que puede- Lo miraba con odio, sin embargo en el fondo se sentía traicionada y era el dolor el que hablaba por ella.

-No fue mi elección Nat- Respondió el chico desde el suelo. -Fue decisión de nuestras familias- Se defendió él.

-Como si no supiera que también sientes algo por ella- Se inclinó levantando su puño con la idea de asestarle un golpe, al menos le haría sentir una insignificante parte de su sufrimiento.

-Eso es realmente un problema ¿Natsuki?- Aquella voz, con ese acento particular le heló la sangre. -Yo he aceptado, ¿Piensas golpearme a mí también?-

En ese momento lo comprendió, dejó por la paz a Reito y se puso de pie. Observó de soslayo a Nao que presionaba los puños con fuerza y miraba con cierto rencor a Shizuru. -Yo jamás te haría daño- Una lágrima surcó su mejilla silenciosamente. -Entonces tú así lo has querido Fujino- Tomó la mano de Nao y ambas se alejaron de aquel jardín.

Vuelta a la realidad, se mantuvo distante sin hacer ademán alguno de acercarse a los que en otrora fueran sus mejores amigos. Maldecía en sus adentros las sonrisas que aquella portentosa mujer le dedicaba a Reito, odiaba al viento que se ponía de acuerdo con ella para hacer que sus cabellos ondearan con vida propia, al sol por hacerla brillar de forma sobrenatural y que engalanaba su piel. Se mordió el labio con fuerza, y procuro caminar con rapidez para volver al edificio, no soportaría por más tiempo ver a la pareja a sus anchas, aun si días atrás afirmara que no le importaba. Sus pasos se hicieron lentos cuando caminó a un lado de aquella castaña, quiso mirar, pero evitó hacerlo a toda costa recordándose a sí misma cuán fácil era caer en el influjo de aquella mirada carmesí.

Continuó su camino, sintió alivio cuando Reito y Shizuru guardaron silencio atrás, con el peso que aquella mirada sobre su espalda, presionó sus puños con toda la fuerza que aguardaba en ellos. Pero entonces volvió a sentirlo con más fuerza, escuchó un latido fuerte y los siguientes más lentos, teniendo la sensación de que su propio corazón se detendría como si un repentino agotamiento se alojara dentro él. -“Aquí no... Por favor, no en su presencia... por favor solo un poco más”- Dio aquellos pasos con suma dificultad mientras sujetaba con fuerza el pecho, intentando mantenerse erguida. Escuchó pasos a su espalda, ese caminar. -“¡No Shizuru!”- Buscó con sumo esfuerzo en sus ropas, sus bolsillos, mientras apoyaba el hombro en la pared.

-¿Natsuki?- Maldijo a su suerte por escuchar aquella voz que tan fácil hizo estremecer sus piernas, ahora casi incapaces de sostenerla.

-¿Qué... que desea Lady Fujino?- Dijo con voz áspera cuando al fin encontró sus medicamentos, sin miramientos se inyectó a sí misma en el costado sobre la tela, en aquel punto que desde hacía dos años debía aplicarse el tratamiento, casi 3 veces por semana. Guardo con rapidez la inyección y se dio vuelta para mirar a Shizuru rogando que ella no hubiera visto sus movimientos. -¿Hay algún inconveniente con las medidas de seguridad que hemos tomado sobre usted o tiene alguna sugerencia?- Logró responder, notando como las gotas de sudor producto del dolor corrían por su frente.

La castaña sonrió de esa forma falsa que Natsuki detestaba, su ceño fruncido dio fe de ello. -Natsuki es muy seria con su trabajo por lo que sería imposible tener queja al respecto...- Nostalgia en esos ojos carmesí, ahora tan vacíos que espantaban de solo verlos. -Solo deseaba saludarte apropiadamente, no nos hemos visto a lo largo de esta semana... eso si hacemos caso omiso de estos 4 años apartadas-

-Gracias por el reconocimiento, pero este es mi trabajo, recibo honorarios por él... así que es lo mínimo que podría hacer- Mentía, lo hacía gratuitamente, daría su vida por ella si así fuera preciso, pero era mejor que ella lo pensara de ese modo ¿Cierto?

-Ya veo... entonces te felicito por el trabajo bien hecho- Hubo cierto desencanto en la voz de Shizuru muy sutil pero evidente para la Kruger. -Sin tu intervención Nao...-

-'Araña' sabe defenderse por sí misma, pero como bien dijiste entonces... ella también es familia- Una sonrisa gentil en los labios rosa de Natsuki, fueron un dulce puñal para la princesa, precisamente porque esa sonrisa no le pertenecía, ni la causaba ella.

-Dejo mi mano, mi hombro, todo de mí para cuando lo necesites... Nat...su...ki- Silabeó el nombre al final con un dulce tono que erizó la piel de la militar.

-Creo que esas son las cosas que debes destinar a tu prometido, yo estoy bien... ya no lo necesito- ¿Por qué destilaba veneno por los labios? -Con tu permiso, tengo que atender la seguridad del evento que se avecina esta semana, es tu fiesta de compromiso Lady Fujino, no lo olvidemos- Se alejó paso a paso, al ingresar por aquella puerta y cerrarla tras de sí, se deslizó hasta el suelo con profusas lágrimas escurriendo por su rostro. -“¿Por qué siento este profundo dolor? Dejar ir todos esos sueños que olvidamos, es tan doloroso simplemente”-

Atrás, mirando la puerta cerrada se encontraba una Shizuru llena de los suficientes arrepentimientos para una vida entera, en cuyos ojos relataba una historia, un corazón roto. Maldijo su destino, maldijo no haber sido cualquier persona corriente en el mundo, alguien sin tantas responsabilidades para haber hecho que su historia fuese diferente. En el fondo, se maldijo a sí misma y con reproche, por las decisiones que tomó a lo largo del camino.

-Ella nunca lo entenderá, ¿No es así?- Escuchó la voz de Reito a sus espaldas y sus brazos rodeándola confortablemente, más solo había amor fraterno en aquel gesto. Él ya había perdido las esperanzas con el tiempo, si bien cuando jóvenes tuvo un genuino interés por Shizuru debido a su belleza y elegancia, no pasó tanto tiempo para comprender que todos los intereses y pasiones de la castaña estaban puestas sobre la pelinegra, sin esperanzas para sus sentimientos, los dejó morir poco a poco. Al final si de alguna forma accedía a los acuerdos y la falsedad de una unión matrimonial, se reducía fundamentalmente a evitarle a la castaña un enlace en el que realmente se viera obligada por fuerzas a cumplir sus compromisos conyugales. Esperaba que si algún día se vieran forzados a producir herederos, los avances en inseminación facilitaran la tarea, dado que Shizuru no consentiría jamás el contacto de un hombre en esos términos.

-Seremos peones, no podremos cambiar nada... hasta que no tenga la corona en mis manos, mi padre podrá hacer de mí su voluntad y la de ella- Una gota de sangre escurrió por la barbilla de Shizuru tras la cruenta mordida en la que había acallado un grito de dolor. -Pero merezco sus desplantes, después de todo fui yo quien rompió su corazón-

-Eso no es cierto Shizuru... ustedes nunca pudieron aclarar las cosas-

-El que ella se marchara a Argoria definitivamente, no significa que no hubiera podido encontrarla, no tenía nada que dar... no tenía las mismas opciones que ahora, solo hojas y hojas llenas de súplicas que hoy sé, jamás ha leído- La castaña sintió como el abrazo de hacía más firme. -Ni siquiera Nao ha podido perdonarme por completo, apenas nos une la diplomacia de Excélsior- Gruesas lágrimas descendieron por sus mejillas. -Y ahora es demasiado tarde-

-Nunca es tarde, si Kruger aún tiene sentimientos por ti hay esperanza- Firmó Reito tratando de mejorar las expectativas.

-Eso es precisamente lo que empiezo a dudar- Susurró por lo bajo Shizuru. -¿No la escuchaste? Hablaba de lealtad el otro día, en principio supuse que se debía en honor a mi padre o algún monarca, como Tanos de Argoria... pero ahora, sospecho que se trata de una mujer-

-Tampoco es posible forzar las emociones de otra persona, si ella elige a otra persona... entonces tenemos que respetar eso ¿Lo comprendes?-

-No estoy dispuesta a rendirme... Reito, no al menos hasta que lo sepa seguro-

El castaño sonrió con un dejo de amargura, hace tiempo hubiera pensado que aquella actitud en la princesa de Excélsior era arrebatadora, ahora la juzgaba tozuda por no decir intransigente, pero si aquel actuar era lo que la había bendecido y condenado desde el inicio de su historia, sería raro que fuera algo que Shizuru quisiera cambiar de alguna forma. -Entonces darás pelea hasta el final, debí suponerlo-

Días después...

La casa de la Rosa, hogar de la monarquía de Carteya rebosaba de esplendor aquella noche, hombres poderosos y nobles de todos los países habían acudido a la celebración del Tricentenario de la dinastía Kanzaki, dentro de la cual se celebraría el anuncio del compromiso del Príncipe Reito, actual heredero a la corona. Por tal razón, el lugar rebosaba de adornos florales y decorados rojos y blancos, como el emblema de aquella casa, sirvientes iban y venían en todas direcciones, no sin haber sido previamente seleccionados por la mismísima Natsuki para no dejar cabos sueltos en lo que a la seguridad se refería.

Así mismo la diligente Coronel General de Excélsior, esperaba en la puerta de la recámara de la persona que debía escoltar gran parte de la noche, salvo por un evento especial que esperaba asombrar y unificar un poco más a las naciones, ya siendo el momento de anunciar el acuerdo nupcial entre los Fujino y los Kanzaki. Natsuki apoyó su espalda en el marco de la puerta, levantando su verde mirada hacia el techo, ella misma tendría que atar un lazo permanente para la misma labor y esperaba que con el tiempo, pudiese borrar por completo a esa persona de su mente y su corazón.

Tenía libre aquel lacio cabello de azulado brillo, estaba apenas sujeto por unas pinzas plateadas en forma de trueno en la zona temporal de la cabeza. Natsuki lucía una camisa argita de un tono celeste claro con los botones desabrochados hasta cierto punto dando un ligero escote a la vista, ostentaba pantalones formales a juego y botas blancas con punta curva. Tenía una guantera de armas a los costados debidamente escondidas bajo un saco blanco de doradas inscripciones y bordados, hombreras de reluciente plata, las numerosas condecoraciones y una cinta con la insignia real que le había dado el título de ‘Doncel de Hielo, martillo de cruz’, entre el pantalón y el chaleco usaba un fajín de Zaaher, al cual tenía atadas cintas de cuero dorado que sostenían una espada cimitarra con incrustaciones de joyas preciosas, la cual fue un obsequio del Lotus de Argoria y le otorgaba también de honor de ser llamada ‘Ventus’.

El estilo que la joven oficial había elegido para tan célebre ocasión combinaba aspectos de la gala aristócrata de Excélsior, pero también alguna fracción de la cultura Argoria, la Kruger esperaba con esto, que no hubiese discordia entre los reyes, ya que Shion la consideraba su hija y si luciese el traje ceremonial del ‘Ventus’ sería un verdadero desaire, sin mencionar que algo muy similar acontecería si ostentara únicamente el uniforme militar de Excélsior, a su futuro suegro no le caería en gracia.

Negó con la cabeza, Tanos le había tomado aprecio como si fuese su propio abuelo, como si Zarai y Mikoto fueran sus hermanas, que bueno... ya pronto lo serían, suspiró, probar su valor por la mano de la bella princesa Zoe y fallar por un formalismo de ese tipo, sería estúpido, pero sentía los nervios a flor de piel. ¿Quién iba a decir que una solicitud matrimonial en Argoria fuese tan... peculiar? Pasaría una vergüenza del tamaño del mundo, eso seguro. Pensaba incluso que estaba mejor cuando el privilegio de pretender a una de las hijas de Tanos dependía de arriesgar el pellejo en la prueba de los 7, competición que le había ganado el título de ‘Ventus’ y el derecho a pedir la mano de cualquiera de las 3 hijas del Lotus.

Justamente algo le consolaba, que los vería, una vez más... después de dos meses de lejanía que se antojaba como un año entero de añoranza, Natsuki no imaginaba que le haría tanta falta la compañía de aquella familia, cuando tantos años fueron vividos en singular soledad. -“Sintiéndome sola a pesar de ella, tal vez comencé a vivir de esa manera cuando ya no pude confiar...”- Miró la puerta, seguramente estaría al otro lado ataviándose del modo que debe hacerlo una princesa, se vería esplendida, de eso no tenía la menor duda. -“Pero...”- Bajo la mirada al suelo tensando la mandíbula, allí estaba esperándola ansiosamente como hace casi 10 años, durante su primer baile formal. Instantánea la remembranza, aún más rauda la espina removiéndose por dentro, esas viejas heridas que suponía cerradas y aliviadas continuaban allí supurando imperceptiblemente, era un error haber vuelto a su lado, pero estaba entre la espada y la pared, no sería capaz de apartar la mirada cuando atentaran contra su vida. Con aquel remolino de sentimientos dentro de sí, Natsuki suspiró profundamente. -“Aun duele estar cerca de ti... y ¿Qué significa eso para mí? No puedo permitirme tener sentimientos por ella, no es... justo”- Pensó para sus adentros. -Arrggg... Shizuru- Susurró muy quedo, casi en un lamento de frustración.

-Ara... acaso Natsuki se ha impacientando por esperar a una dama- La cantarina voz de esa persona causó sobresalto.

La Kruger dió un respingo al notar que la castaña estaba a escasos pasos, ¿En qué momento abrió la puerta y cómo llegó a su lado sin ser notada? Esa fue una pregunta que se perdió en la mente de Natsuki, cuando sus ojos se posaron sobre el increíblemente hermoso y entallado vestido carmín, ese que dejaba a la vista una buena porción de su espalda cruzada por tenues tiras que sujetaban la prenda al cuerpo escultural de la oji rubí. Sus cabellos adecuadamente recogidos en un peinado que enmarcaba su rostro de forma esplendorosa, la porción perfecta de maquillaje, la preciosa corona delicadamente diseñada con un motivo de enredadera y la flor de lis con un rubí en el centro. Fujino Shizuru, era la manifestación de la perfección, hecha mujer, la forma onírica capaz de cautivar a cualquier mortal y no había sido diferente para una Kruger, pero no podía permitirse ceder.

La pelinegra recuperó la compostura no sin un tenue sonrojo en su rostro, se adelantó un poco para darle la espalda a su interlocutora. -Déjate de bromas...- Reprochó frunciendo el ceño.

-En realidad, quise decir que Natsuki se ve más hermosa de lo habitual esta noche... deja que te ordene un poco el saco- Casi como un fantasma deslizándose a su espalda y con aquella voz sugerente Shizuru susurró. -Está desdoblado por aquí- Dejando intencionalmente que su aliento rozara con tibieza el oído de la militar, sintió un tenue temblor, no evitaba sonreír. Las manos enguantadas de la Excelsaria se deslizaron por la espalda de Natsuki hasta alcanzar el cuello bordado con hilos de oro, acomodó la prenda con la diligencia de una esposa, pero teniendo la ocasión y la cercanía, no debería desdeñar la oportunidad. -Es encantador... tu vestuario- Las blancas manos ya estaban sujetas a su cintura y su nada despreciable pecho rozaba la espalda de una apenada Kruger.

La hija de Saeko quería escapar, era un código rojo, escuchaba las alarmas de sus instintos gritando, se sentía como una liebre a punto de ser devorada por una serpiente, pero que hipnotizada por la majestuosidad de aquel ser, era incapaz de moverse. Le supo a antaño aquella situación, sabía que si la miraba directamente a los ojos estaría perdida toda su voluntad. Pero tampoco tuvo la fuerza suficiente para apartarse de Shizuru, cerró los ojos disfrutando un momento del contacto, de las manos acariciando sobre el fajín, cerca de sus costados.

Estaba en el jardín de aquella mansión, ya ostentaba el uniforme militar del país al que había jurado servir por lealtad a la familia que la había acogido en su seno. Había tomado una carrera como oficial, inscribiéndose en Garderobe II para una alta posición, ya era teniente a los 16 años y se esperaba que a una edad temprana lograse hacerse cargo de las fuerzas militares del país por mandato de su soberano.

Observaba los pétalos de cerezo caer en derredor de ella y su acompañante, sus manos se acariciaban con delicadeza sobre el pasto. Aunque se tratara de un gesto tan pequeño, para ellas era ampliamente significativo, dado que Natsuki prefería el silencio de un momento cómodo a una charla llena de banalidades y su querida Shizuru lo comprendía perfectamente.

-¿Natsuki?- Esa sonrisa era tan refrescante, un regalo maravilloso que solo ella, Natsuki Kruger tenía el privilegio de ver.

Sus miradas se encontraron. -¿Shizuru?- Mucho antes de que pudiera decir más sintió la tibieza de aquellos carnosos labios sobre los suyos. Correspondió al instante, entregándose a ese pequeño momento perfecto. El dolor y la sed de venganza se habían apagado con la presencia de la graciosa amatista, el sentimiento más dulce había nacido a lo largo de aquellos años y su fortaleza incrementada con los meses que como la pareja que eran compartían.

'Daría lo que fuese por ti' no evitaba pensar a través de las sensaciones que en su cuerpo despertaban sus instintos. Deslizó sus dedos por la cálida mejilla en aquella piel de seda, sintió las manos de Shizuru aferrarse a su cuello para profundizar el beso. En cuanto se apartaron levemente, su amada susurró muy cerca de su oído.

-Te amo Natsuki-

-Y yo a ti Shizuru- La envolvió en un abrazo posesivo. -Como no tienes idea-

Pero el mundo había continuado girando y esa historia solo aguardaba en su pasado, ella era la prometida de su mejor amigo, aunque fuera la elección equivocada. Despertó de aquel dulce sueño en cuanto las manos de Shizuru aventuraron más de lo permitido desabrochando otros botones bajo la cinta que cruzaba su pecho. Con sus propias manos y muy a su pesar, Natsuki retiró las de la castaña y dio un paso adelante para alejarse del peligro.

-Tú tomaste una decisión Shizuru... respeta el camino que elegiste y aléjate del mío... - Continuó caminando sin recibir respuesta. -La espero en la primera planta Lady Fujino-

Dado que en ningún momento las chicas cruzaron miradas, la comandante no se percató de que Shizuru tenía una particular sonrisa en los labios. -Ara, ara... parece que tu piel aun no olvida, aun si tus labios dicen lo contrario- Comenzó a caminar contoneando grácilmente sus caderas, añadiendo ese toque de sensualidad que la caracterizaba, bajó las escaleras esperando encontrarse de nuevo con su custodia.

En efecto, Kruger la esperaba al pie de la puerta que daba entrada a la sala, no podía su alteza entrar sin compañía y dado que las dos eran hermanas adoptivas, nadie cuestionaba su arribo juntas. Caminaron con paso firme y sincronizado, nadie hubiese supuesto que 4 años de lejanía había apartado a las dos personas que observaban, blanco y dorado lucía Natsuki, dorado y carmesí ostentaba Shizuru mientras sus manos continuaban enlazadas, puestas a la altura de ambas cinturas. Ya en el salón de la recepción los distinguidos invitados, que no escatimaban elogios a la princesa de Excélsior, se amontonaban en derredor de ella procurándole al menos un saludo, a la vista la castaña se robaba toda clase de miradas, sin embargo la Kruger no se quedaba atrás y aunque por esa ocasión no usaba el uniforme de Excélsior en toda regla, lucía también espectacular. Las dos contrastaban y se complementaban, eran la cúspide de la élite, el centro de atención, incluso más que los anfitriones Carteyanes.

-No hemos bailado hace tanto tiempo, deberías invitarme- Tomó la oportunidad Shizuru en cuanto yacieron un breve momento a solas.

-Solo quieres huir, pero... te entiendo- Respondió Natsuki buscando con la mirada entre la gente, supo que tomar la pista de baile le daría la oportunidad de ver a más personas en aquel enorme salón. -Así sea...- Se inclinó con todo el protocolo que exigía la ocasión, aquellos movimientos tan sofisticados que harían sonrojar de alegría a la señora Rockfield, su antigua institutriz. Si hubiese sabido Miss María que el éxito de la etiqueta para Natsuki siempre fue del lado de los caballeros, sabe el cielo cuantos dolores de cabeza se habría ahorrado desde el principio, aquello se supo después de 3 años perdidos en alcurnia de señoritas.

La pelinegra danzaba con la gracia que pocos podrían, no menos era la princesa que seguía magistralmente sus movimientos entre piezas de vals, pero la joven Militar estaba absolutamente distraída mirando entre la gente, lo que molestó un poco a la castaña hija de Shion. -¿Qué buscas?-

-Estoy esperando ver a mi familia...-

Solo aquellos largos años de autocontrol y mascaradas diplomáticas le habían servido a Shizuru para contener una mueca de disgusto en su cara. -Pensaba que nosotros éramos tu familia, Natsuki-

-Tengo más de una familia, Shizuru- Respondió la Coronel sin perder la calma a pesar del evidente reproche.

La princesa parecía serena, pero claramente tenía los nervios a flor de piel. -¿Leíste mis cartas?-

-No...- Dijo sin falsedad.

Shizuru se mordió los labios intentando no dejarse afectar por ello, lo intuía... haberse arriesgado tanto con explicaciones en letras, cuando ella ni siquiera se tomaba la molestia de leer sus misivas, era para querer gritarle muy fuerte y no podía. -Tienes la jerarquía suficiente, sin siquiera planearlo mi padre te ha dado la posición y los títulos suficientes... ¿Por qué no aceptas ser mi esposa?- Preguntó, quizás imaginando o suponiendo ideas extrañas presa de los celos.

-¿Es eso una propuesta?- Sonrió distraídamente. -Te faltó el anillo y que lo pidieras de rodillas... ¿Pero qué esperaba... de ti? Ya esperé... por mucho tiempo, Zuru...- Natsuki se apartó en un giro, tendió su mano y deslizó gentilmente a Shizuru en una inclinación adornada dentro del baile, yacieron así sus rostros muy cerca, se encontraron Esmeralda y Rubí, por un segundo fue como volver al tiempo en aquella fiesta cuando tuvieron su primer baile como amantes, tan escondidas en su hermandad y al mismo tiempo a la vista de todo el mundo.

-Entonces acepta...- Insistió la castaña, aun sintiéndose segura en esos brazos fuertes.

La Ventus levantó la vista, distante entre la concurrencia de invitados, sonrió... Shizuru no pudo saber a quién miraba por su postura, pero supo que esa hermosa expresión no era para ella. Natsuki la irguió nuevamente, le dió un giros más y con dos pasos más ceremoniosos que el anterior plantó su rodilla en el suelo, volvió su rostro sobre la mano que sujetaba entre la suya y dio un beso al envés, todo al mismo tiempo que todos los demás caballeros danzantes lo hacían con sus respectivas parejas. Concluida la coreografía propia de aquel baile, se puso de pie y miró directamente a Shizuru, consideró más que necesario informarle de las circunstancias, dado que no podría esconderlo por más tiempo. -Lamento decir, que yo le extendí esa propuesta a otra dama y ella... ha aceptado- La morena retiró el guante blanco de su mano mostrando en el anular, la prenda de compromiso, un anillo de oro blanco tallado con símbolos de corrientes y espadas, con incrustaciones de gemas verdes y azules.

Los ojos hechos de aquel puro rubí se llenaron de sombras en el acto. -¿Debería desearte felicidades? ¿O quieres que sea lo suficientemente sincera para decir que ese matrimonio será un fracaso?- Shizuru contenía el llanto en sus ojos por muy poco, pero tenía la barbilla recta cuan orgullosa era. -¿Cuántos años más necesitas para confirmar que nuestros sentimientos son genuinos?-

-Por una vez... se mi hermana, y espera lo mejor para mí- Tensó la mandíbula con una fría expresión, volvió a situar el guante en su lugar. -Porque es lo que yo haré dentro de una hora, cuando Reito diga que tú serás su futura Reina- Dicho esto la Kruger forzó una sonrisa y realizó una venia ante las tres personas que se acercaron a las dos para saludarlas. -Mi lord, es un placer verlo... majestad, cuanto más bella cada día, Julieth... tan araña como siempre- A lo que Nao gruñó desviando la mirada a otro lado con indignación mientras la reina de Excélsior negaba con una sonrisa en los labios, adoraba tener a toda su familia reunida.

-Qué dicha, tener a mis dos hermosas hijas de nuevo... ¿Podría un hombre pedir más alegría?- Musitó Shion extendiendo su mano para acariciar la mejilla de Shizuru, quien tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano por recomponer su faz en tan escaso tiempo. Allí estaba ella con su sonrisa ensayada y el rostro impoluto.

-Ara ara a Natsuki le encanta sonrojar a una mujer incluso si es alguien de mi edad- Reira Fujino la madre de Shizuru era de todos ellos la persona más cercana a Natsuki, debido a que la pelinegra había logrado tener por ella un sentimiento de amor materno, el cual era correspondido sin lugar a dudas. La Reina castaña acarició el hombro de su amada hija, y deslizó su otra mano por la mejilla de la pelinegra. -Se ven preciosas juntas, las he extrañado tanto...- La dama posó la vista sobre aquella cuyo vínculo era de sangre con una sonrisa de genuina admiración. -Mírate Zuru, qué hermosa estás, Reito debe estar más que complacido... y tú Natsuki, no me sorprendería que fueras el sueño de más de una de las señoritas de este lugar-

-Eres muy gentil madre, por ahora y si me permiten debo verificar un par de detalles concernientes a la seguridad, cosas de rutina- Natsuki se acercó a Reira y le dió un tierno beso en la mejilla. -Los veré pronto...- La pelinegra no dijo más, se marchó pasando a un lado de Nao quien “accidentalmente” le puso zancadilla en venganza de las acciones pasadas, pero la pelinegra no se dejó caer y continuó su camino hacia la zona de vigilancia con una sonrisa divertida.

El grupo se dirigió a la mesa de honor establecida para ellos, donde les aguardaban selectos vinos y manjares de la tradición Carteyana. -Madre, Natsuki se casará... ni siquiera se anunció su compromiso en primer lugar- Informó Shizuru intentando saber si solo a ella le había tomado por sorpresa, lo que en efecto así fue. -Por lo que aprecio todos aquí lo sabían menos yo-

-Hija... fue un tanto sorpresivo para todos, tu hermana dijo que hasta no tener todo asegurado no quería hacer... público el acontecimiento- Explicó la mayor, extrañada de que en efecto Shizuru no estuviese al tanto, dado que para su entender, la pelinegra y la castaña habían sido muy unidas desde pequeñas.

-Un caballero no haría pública una cosa así, sin tener el consentimiento de la solicitada... quizás sea el caso- Se excusó Shion, ocultando dentro de sí, que esa había sido la misión encomendada a Natsuki desde hacía 4 años cuando se vieron en los laboratorios de Lanía.

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Dispuestas en diferentes sitios de la enorme sala y con los comunicadores funcionando se encontraban los grupos de Coral, que en cuyo caso habían optado por mecanismos diferentes de defensa. La escuadra 2 se camuflaba entre la multitud pasando por invitadas al evento y luciendo vestidos de gala. Las 1 por su parte lucían sus uniformes blancos de manera impecable y estaban dispuestas sobre puntos estratégicos, después de todo la comandante Kruger lo había dispuesto de ese modo.

Nina aguardaba de pie en la segunda planta vigilante, aunque a sus ojos no escapara nada de lo que aconteciese en la fiesta, su mente estaba puesta sobre una persona en particular. El 'Escudo' se movía sobre un eje cercano a la princesa, aunque bastante más lejos de lo que lo hacía la Coronel General, Kruger. Irina por su parte estaba en un cuarto rodeada por numerosas pantallas donde podía valorar todas las vistas de las cámaras, por ello era 'Cyber' el ojo que todo lo ve y lo manipula, la chica tiene acceso desde ese cuarto a los satélites y toda clase de dispositivos tecnológicos para mover a su antojo las comunicaciones en caso de ser necesario. Arika estaba puesta en un palco construido solo para ella, pero invisible a la vista del público en lo más alto de la gran sala y con un gran campo de visión sobre los invitados, si las cosas se ponían de otro tono el 'francotirador' eliminaría rápidamente a cualquier intruso desde su privilegiada posición.

-'Gato Negro'- Escuchó repentinamente la voz de Arika.

-¿Qué pasa 'Francotirador'?- Respondió alerta la pelinegra.

-Aún no hablas con 'Escudo' ¿Verdad?-

Nina que se sabía observada por la castaña de modo que negó con la cabeza. -No deberías usar la línea privada para esto-

-No tengas pendiente... pedí privacidad a 'Cyber'-

-¿Qué quieres saber entonces? ¿Qué Erstin no me hablaría ni aunque le implorara?- Dijo la de ojos dorados frunciendo el ceño.

-Dudo que eso sea cierto y no te veo a ti implorando Nina Wong- Refutó Arika a través del comunicador.

-Es cierto, pero me ha evadido de formas que no llegas a imaginar, siempre tiene algo que hacer- Miró a la posición en la que se encontraba la aludida, ¿Era impresión suya o ese vestido rosa la hacía lucir demasiado tentadora? Se mordió el labio al notar que uno de los nobles, suponiendo que se tratara de una invitada más le ha solicitado una pieza. -Se encuentra en una posición difícil e incómoda al pensar que tú y yo somos pareja, cuando no es así-

-Porque habría de serlo si no le importaras- 'Francotirador' no supo cuán sensible fue la fibra que movió en Nina al decir tales palabras.

-No lo sé- Desvió la mirada, sabiendo que esa era la posibilidad que más le aterraba, que no sintiera nada.

-Pero tienes claro que es a ella a quien amas, ¿No?- Esa Arika, como odiaba cuando insistía de esa manera.

-Absolutamente... eres linda Arika, pero sentiría incestuosa cualquier otro tipo de situación entre tú y yo- Se escucharon risas de ambas partes sobre lo dicho.

-Ujum, lo sé... ¿Entonces qué te detiene?-

-Que no sienta lo mismo por mí... se bien que no soy la única que se siente atraída hacía Erstin- Algo en su instinto le dijo que mejor se guardaba el nombre de esa persona.

Volvió la vista sobre la guapísima rubia que ahora danzaba cual cisne en la pista, se mordió el labio ¿Porque sonreía de ese modo? ¿Qué le había dicho ese hombre? ¿Y ese sonrojo? Tuvo que contenerse de apartar a ese fulano a patadas de su chica por la misión. Momento ¿Desde cuándo era suya?

-¿Lo has visto?- La castaña habló seriamente al otro lado de la línea. -Si continuas así de cobarde te la van a ganar, Nina-

-“Gracias Arika, hunde y gira el puñal más profundamente”- Esto último lo pensó sin apartar la vista... -Lo mataré- Se mordió los labios, al notar que con los segundos aquel malnacido sujeto pretendía bajar la mano de la cintura a la zona que deja de llamarse espalda en el cuerpo de Erstin.

Escuchó risas descontroladas a través del comunicador. -Ve o te dará algo Wong... Yo te cubro- Trataba de recuperarse la Sayers al otro lado de la línea, mientras solicitaba a ‘Cyber’ la movilidad de otros dos activos hacia el sector donde había estado su capitán.

Caminó presurosa a la primera planta. -Gracias- Masculló entre dientes con tono gruñón antes de desactivar su comunicador un momento.

La Kruger menor ignoraba lo bien que lucía con aquel uniforme blanco lleno de medallas y aquel sable hermosamente dispuesto con un cinto dorado, o las miradas que le dirigían las damas de alta alcurnia confundiéndolo con un joven buen mozo de alguna familia poderosa, incluso aquellos que identificaran las insignias militares no evitaban derretirse por lo bien que llevaba el uniforme. Además que si bien era cierta la excelsa casta, no podía tomar la ocasión para desvelarlo, pues para todos era y seguiría siendo Wong.

Se encontró en la sala repleta de gente danzando, pero nada que su entrenamiento no pudiera afrontar, se las arregló para llegar con Erstin sin causar ningún abrupto a los que amenamente se deslizaban con el vals en la pista. Así se encontró de pie frente la pareja que ni siquiera se percató de su presencia, vio con cólera como el “noble” estaba a punto de posar las manos en zona vedada.

-“Piensa di algo, cualquier cosa”... Parece que la Srta. Ho ha olvidado porque estamos aquí “Diablos eso se oyó tan celoso”-

-Capitán Wong- Los ojos aguamarina se ampliaron llenos de sorpresa y no pudo seguirle el paso a su acompañante, por lo cual la danza cesó.

-A qué debo la interrupción- Nina no lo había notado, pero la rubia estaba bailando con el monarca de Artai, el Regente Dai Artai, Nagi Homura.

-Lord Nagi, espero pueda disculpar la intromisión... pero me temo que me ha privado de la vigilancia de un importante miembro de seguridad- Dijo con total diplomacia Nina, improvisando sobre la marcha como sacar a Erstin de allí y no generar un conflicto internacional, muy absurdamente y por celos había olvidado que llevar el uniforme de la guardia real de sus majestades, significaba llevar el honor y la sangre de su nación a donde fuera, se lamentó en el acto de su impertinencia. -Ya que debo hablar con ella un asunto de suma importancia, si usted lo permite... claro- Ejecutó una venía imperial, lo que fue bien visto por aquel hombre vestido casi por completo en hilos de oro y joyas lustrosas.

-¿Pasa algo grave Capitán Wong?- Sonrió con burla el joven de cabellos plateados y ojos fríos de tono rojo.

Reportaría al 'francotirador' que no lo perdiese de vista en ningún momento, ese sujeto no le daba buena espina y ya no se trataba de un asunto de celos, pero ¿Cómo atreverse a sospechar de uno de los reyes de la alianza apenas por instinto?

-En lo absoluto mi Lord... solo algunos tecnicismos- Nina comprendiendo que no podía tentar más a la suerte ni a la diplomacia, se apartó. -Nos encontramos en la segunda planta para tratar este asunto Teniente Ho, en cuanto termine de danzar con su excelentísimo- La morena no tuvo otra opción que volver a su posición, pues de alguna forma, había salvado el pellejo y el puesto gracias a las clases de protocolo de Lancaster.

-Lo has hecho perfectamente Teniente Ho- El monarca sonreía con cierto crueldad, volviendo a tomar la cintura de la rubia para continuar la danza. Nagi sabía que estaba siendo observado por los ojos magma de Nina así se aventuró a completar lo que ella tanto quiso evitar, su mano se deslizó sobre las posaderas de Erstin y las sostuvo allí hasta el final de la tonada, que fue absolutamente una tortura para la joven, empero estaba atada de manos por las obligaciones que tenía con aquel indigno y perverso.

-Solo sigo la voluntad del monarca de mi país, al cual juré lealtad- Musitó la joven ocultando el rostro de modo que su compañero de danza no se diera cuenta cuanto le repugnaba la situación.

-Has obtenido toda la información ¿Verdad mi lady?- Un giro sincronizado para el vals, 1, 2, 3 y 1, 2, 3 antes de volverse a juntarse muy cerca.

-Así es, todo lo que a mi prometido complazca- Susurró Erstin con servilismo, aunque sus ojos estuvieran llenos de tristeza su expresión no decía nada.

-Ya puedes irte con tu ‘querido capitán’, a diferencia de ella yo no soy celoso... y te dejaré jugar por un tiempo más Teniente Ho- Dijo Nagi al finalizar la pieza, una venia protocolaría y ambos se alejaron el uno del otro como si fueran un par de desconocidos.

En cuanto el 'escudo' se vio libre, acudió preocupada al encuentro de la líder de escuadrón, Nina se miraba cual fiera enjaulado caminando de un lugar a otro con la mandíbula tensa, estaba claro que su humor había desmejorado considerablemente desde la mañana. -¿Capitán Wong?-

La fiera mirada de la pelinegra tomó fuera de base a la joven Ho. -Le solicitó que los asuntos personales y las insinuaciones sean dejadas por fuera de la operación... no ha sido un apropiado comportamiento el que presencie en la pista de baile-

Erstin enrojeció visiblemente hasta las orejas. -No volverá a pasar...-

-Eso espero... la tenía en una consideración más... alta, nunca imagine que fueran de su gusto las demostraciones públicas-

-Permito que me ordene, que cuestione mi comportamiento en horas de labor... pero no le permito juzgarme... eso de ninguna manera- Refutó esta vez molesta la rubia.

-Ha sido usted la que se ha puesto en esta situación... si hubiera actuado decentemente no sería objeto de juicios de valor- Ya estaba tan cerca de la rubia y tan llena de razones para mantener su enojo...

-Yo no cuestiono sus asuntos, ¿Entonces es más honroso que usted y una compañera de escuadra tengan ese tipo de relación en medio de una misión tan importante? Por si no lo sabe, ese hombre es mi prometido, puede tomar lo que desee antes o después, será Rey en breve ¿No es así?-

Nina se quedó estática en su posición, vió los ojos celestes de la dama, su expresión molesta, quiso decir alguna palabra pero nada salió, tragó saliva intentando que no se pusieran acuosos sus ojos. Aquellos segundos de silencio fueron percibidos como la eternidad misma, una oscura y sombría, pero Wong se aclaró la garganta para no dejar ver lo afectada que estaba ante esa información. -Disculpa, Erstin...- Era doloroso usar su primer nombre para circunstancias tan infortunadas en la infinidad de ideas que se había hecho acerca de la declaración romántica que ya nunca tendría lugar. -Me alegro por tus nupcias, eso... significa que pronto nos dejarás para ser la esposa de un heredero... vaya ¡Felicidades!- Sonrió aunque por dentro se estuviera ahogando en lágrimas. -Lamento que te vayas, eso... si lo lamento...- Nina tomó la mano de la rubia y se inclinó para besar su envés con toda la adoración que sentía por ella. -Serás una gran Regente- Una vez se separó de la joven la miró a los ojos y volvió a sonreírle. -Tomate el día, llamaré a un vigía para que te cubra, diviértete-

La capitana del escuadrón uno sintió que se desmoronaba a medida que dirigía sus pasos en la dirección opuesta, se detuvo, aunque ya no importase quería asegurarse que Arika no tuviera problemas posteriores con su pareja. -¿Err... Erstin?-

La Ho respingo, no salía de su asombro, aun miraba la mano donde yacieron los labios de Nina. -Sí... “¿Qué digo?” ¿Capitán?- Observó la firme y atlética espalda de su compañera de escuadrón.

-Entre Sayers y yo... no tenemos esa clase de relación, es una hermana para mí, además ella también está comprometida, espero que esta conversación se quede entre tú y yo, ya que no me gustaría que ese compromiso quedase entredicho por un rumor-

-Lo... lo siento, yo no...- La de celeste mirar comprendió lo incómodo que había sido y que esa era la razón de fondo para que Nina se negara a verla en ese momento, si al final no había mostrado el más mínimo ápice de molestia, era seguro que su oficial al mando no sintiera nada por ella, ¡Que tonta! -Será como ordene y gracias por... su comprensión-

-No te preocupes... lo entiendo- Nina acomodó la espada en su cinto, luego hizo un ademán de despedida con la mano, dejando a Erstin en el segundo balcón.

Lo que la llorosa rubia ignoraba mientras veía marcharse a su admirada Capitana, es que Nina no pudo hablar más sin que la voz le sonara rota, simplemente había buscado la forma de marcharse discretamente, mientras vertía silenciosas lágrimas de tristeza, después de todo se había hecho ideas absurdas, el escudo de su grupo, era una mujer felizmente comprometida.


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3 comentarios:

  1. Zasss por fin espero mas cap. Excelente excelente jijijij

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  2. Un capitulo lleno de emociones y muy muy interesante deseo que se suba pronto la continuacio. Besitos.
    Maria Rene

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  3. Meses esperando el capítulo, siempre SIEMPRE es un placer leerte; de verdad que es un gusto lástima que tenga que pasar tanto tiempo para estos capítulos o los de Danza entre lobos. Igual no sabés la felicidad que se siente cuando veo un capítulo nuevo. Gracias

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