Danza Entre Lobos
Capítulo 41
An Diei Somnium - II
.... Una vez llegué,
no ví a quienes esperaba. Sentí mi alma resquebrajarse de angustia, si no
estaba ahí, ¿Donde? Golpee el suelo con frustración, y gruñí. ¿Dónde está?
¿Dónde estás Shizuru? Sentí una angustia del tamaño del mundo.
Busqué con la vista una
vez más, pero allí donde posará los ojos solo habían sombras, muertos o
estructuras colapsando bajo las voraces llamas, las personas habían huido y
continuaban su marcha varias cuadras más allá, no supe si todos o si algunos
estarían atrapados entre las ruinas, oía quejas y lamentos, gritos distantes y
ahogados, pero no veía a nadie, así que rogaba porque estuvieran muy lejos.
Aprecié que con suerte se mantenía aún en pie la única construcción de piedra y
mármol en toda la plaza, siendo la casa de gobierno un monumento histórico por
su antigüedad más que por su uso. Quise acercarme y revisar, pero no tuve mucho
tiempo de más reflexiones, una salamandra gigante apareció desde el interior de
una estructura en llamas que colapsó inmediatamente se ausentó su soporte
principal, también vi dos aves negras vigilándome desde el cielo, tres Tigris
emergiendo de las esquinas sombrías y una serpiente gigante más negra que la
noche saliendo de la tierra y rompiendo el empedrado, eso sin mencionar dos
Golem tortuga del diámetro de una carreta cada uno que derribaron las pocas
astillas ardientes de un par de casas. Una trampa, debí adivinar que lo
sería... pero me aliviaba que mi mujer no estuviera en medio de aquel infierno,
solo esperaba que estuviera en un lugar mejor.
Levanté ambos brazos,
me concentré y en mis manos se formaron dos pistolas de hielo, fieles copias de
las cromadas que le di a los Ho, con un aditamento de punta filosa por si las
cosas se ponían muy cercanas. La serpiente fue la primera en atacar, salté
logrando evadir su ponzoñosa mordida y le disparé empleando una espera del
tamaño de mi puño, la cual se insertó en sus fauces congelándole desde adentro,
pero antes de que la estela verde se manifestara, sentí la presencia de la
salamandra mutante, esa cosa podía camuflarse con el ambiente en medio de
aquella oscuridad tenuemente disimulada por los incendios aledaños. Maldije
cuando sentí un coletazo ardiente en la espalda, me moví para que el impacto no
fuera completo pero vaya que deshizo parte de mi atuendo, antes de permitir que
sus púas soltaran veneno las congele y cayeron al suelo.
Nos medimos, como los
rivales que éramos, pero claramente no existe honor entre ladrones, un Tigris
se lanzó por mi espalda cuando la salamandra soltaba chorros de ácido sobre mis
rutas de escape, cree una muralla de hielo y me di la vuelta para enfrentar al
león escamado, pero la criatura no llegó a mi encuentro, un enorme lobo negro
atrapó su cuello entre sus fauces, una vez el cánido posó sus patas en la arena
de la plaza, se escuchó un crujido y aquel felino inmenso, cayó al suelo sin
exhalaciones. -¡Natsuki!- Se oyó una voz gutural con tono de advertencia venida
de la criatura de negro pelaje.
A mi espalda se
rompieron los cristales de hielo, me di la vuelta y realicé tres disparos que
impactaron en el estómago de la salamandra, creando estalactitas por doquier y
pese a verse empalado, el Orphan no se detuvo, entonces una lanza azul de
sendas proporciones decapitó a la criatura, cayendo su cercenada cabeza unos pocos
centímetros de mis botas. Miré con admiración a Arika, más vi lo imposible en
la cola de aquella salamandra aun moviéndose con vida propia, un acto reflejo
seguramente. -¡Arika!- Grité en vano, Sayers recibió un coletazo que la mandó
al suelo, yo disparé y la extremidad se congeló en el acto antes de llenarlo
todo de brillos verdes. Corrí a su lado mientras el lobo negro y una tercera
persona me cubrían la espalda, retiré los pedazos enormes de hielo y ayudé a
nuestra castaña amiga a levantarse. Tenía una púa congelada que le quité de un
solo jalón, ella gimió un poco, pero le apliqué pequeños golpes en puntos de
presión para acomodar cada cosa en su lugar, gruñó adolorida, pero pudo
respirar mejor, con algo de suerte el veneno se habría congelado antes de
lograr entrar en su torrente sanguíneo. Sayers se sostuvo de pie por su propia
cuenta y supe que era un hueso difícil de roer, me aseguraría que al finalizar
esta noche fuéramos a revisarle con un médico capaz.
Vi que ya no estaba
rodeada de monstruos, esos caían como moscas ante las habilidades de mis
aliados, sonreí, Akira Okuzaki, Arika Sayers, Nina Kuga, Sergei Wong, incluso
Taro Ho, mi padre y una escuadra de 30 soldados de la guardia, eso me daba
muchas más esperanzas de encontrar a Shizuru en medio del caos. Aquel magnífico
lobo eliminó la distancia entre nosotros con apenas dos zancadas de sus
formidables patas, tuve su hocico tan cerca que por puro reflejo incliné un
poco mi cuerpo hacia atrás, mientras el vaho de su aliento empeñaba el metal de
mi máscara a la altura de las fauces de platino.
-No deberías estar
aquí- La grave voz de mi padre combinada con la gutural del lobo retumbó en mis
oídos, tenía un par de puntos para hacerse temer pues no estaba lo que yo
llamaría ‘muy contento’. -Te dije que no volvieses jamás a Fukka... y ahora te
encuentro aquí, en medio del peor desastre que se haya visto en esta tierra
desde el inicio de la maldición-
Me erguí cuanto me fue
posible, habría cosas en las que diferir. -¿Ni siquiera para solicitar la mano
de la mujer que va a desposar mi prima? Siempre hay razones de peso, yo jamás
le daría la espalda a mi familia- Ciertamente no hubiese desobedecido a mi
padre de no ser por la idea de sellar la felicidad de Nina, pero jamás supuse
que los Ho, en quien mi familia confiaba plenamente nos traicionarían de esta
forma. -¿Acaso sería posible anticipar semejantes hechos?- Me justifiqué
brevemente con la culpa a cuestas y en la espalda. -No iba a huir siempre...
pero eso no me importa, si tienes reproches los escucharé después y asumiré el
castigo que consideres oportuno, por ahora te lo pido padre, con súplica si lo
deseas...- Sujeté el pelaje de sus barbas e hice que me mirara a los ojos. -Te
lo suplico, por mi madre...-
-Pide y haré lo que
sea que necesites...- Respondió con firmeza mientras la guerra continuaba a
nuestro alrededor, los soldados continuaban disparando esferas de luz azulina
tan pulcra y potente que los monstros sucumbían o caían mal heridos y tanto
Nina como Arika los remataban, miré a papá con agradecimiento, aun si mis
errores eran justamente reprochables jamás podría decir que él no tendería su
mano para ayudarme a salir del fango.
-...Gracias por
ayudarme... necesito que rastrees el aroma de Shizuru- Sabía que no podría
explicarlo, no contaba con el tiempo para ello, más y más Slave volvían a
rodearnos, en mayor número y tamaño.
-El aroma de
Shizuru...- Si un lobo podía exponer expresiones en su faz, el gesto de mi
padre habría sido el de uno bastante sorprendido. -Ella está en esta plaza...
en la calle opuesta, supuse que le habías pedido quedarse ahí, por su
seguridad...-
-No aguarda allí por
mí deseo, padre... pero no tengo ocasión ahora de explicarlo...- Fruncí el
ceño. -Solo ten cuidado, estos no son Orphan comunes, son Slave y están bajo el
dominio de Nagi Dai Artai-
-Luego me lo dirás con
lujo de detalles- Gruñó por lo bajo, erizando sus orejas y mostrando el filo
dentado de sus colmillos.
Ambos miramos en la
misma dirección, la única edificación en pie, la casa de gobierno, aprecié
entonces que ningún Slave se acercaba a ese lugar y aunque hubiesen más de 50
criaturas entre ese edificio y yo, los rebasaría a todos solo por saber a mi
esposa allí. Sentí el fuego de la ira arder en mi alma en cuanto atisbe en el
palco de aquella estructura la sonrisa burlona del recién llegado Conde Dai
Artai y junto a él, un par de mastines situaron una silla en la que posaron a
mi Shizuru en una forma no tan delicada, la miraba pálida y cansada,
ligeramente pérdida, al punto que una mujer la sostenía por los hombros para
que no se cayera. ¡No la toquen! Fue todo lo que pude pensar notando su
debilidad, apenas pudo reaccionar al verme y cuando sus ojos rubí se posaron
sobre mí, me sonrió con fatiga en su precioso rostro. Instintivamente, alargué
los filos de mis armas y estas comenzaron a emanar un vapor frío, congelante.
-Ese hombre... va a saber cuánto más quema el frío que el fuego-
Nina y Taro pasaron
por una situación semejante, Erstin, Maya y los niños, Kiara y el abuelo
yacieron allí atados de pie, filos amenazaban sus costados con toda la
discreción que era posible. Nagi simplemente nos observaba como si el show
apenas fuese a comenzar, con un ademán de su mano, al menos 15 hombres armados
con rifles salieron de la puerta principal de la casa de gobierno. Vimos
antorchas venir de las esquinas de la plaza, como si después de la huida al fin
alguien tuviese el valor de enfrentar el problema, me sorprendió enormemente
que la persona que encabezaba el grupo de hombres y mujeres en pie de lucha, no
fuera otra que Nao ¿Cómo había convencido a los cobardes de luchar al fin? No
me importó, aunque supiera que nada bueno vendría después, no me preocupé de
esconder mis habilidades gélidas, Nina y Arika elevaron con orgullo los filos
encantados, mi padre se situó junto a mí y la escuadra siendo dirigida por
Sergei y Akira tomaron posiciones para enfrentar a las criaturas.
Paso a paso tomé la
dirección de mi amada, tensé la mandíbula pues no me gustaba ni un poco la
expresión de su rostro, pero no la dejaría a merced de aquel innombrable. Se
oyeron los disparos de los hombres armados del Conde, pero sorprendentemente no
estaban dirigidos hacia nosotros, era contra sus propios Slave y entonces vi la
sonrisa de Nagi ampliarse. Vórtices negros y púrpura se formaban alrededor de
los monstruos, fuerzas de succión atrapaban a aquellos engendros sin importar
su tamaño, los cuales pasados un par de segundos desaparecían sin dejar rastro.
Lo sabía ya, que no habían sido muertos dada la ausencia de los brillos
verdosos, así que no hizo falta demasiado para deducir que aquel era el modo en
que los atrapaba, con balas negras de aquel pérfido material. Los Slave que no
claudicaron en aquella oleada embistieron contra nosotros, así que estelas
azules emergieron de nuestros cañones, corrí con la ocasión del barullo y la
intervención de los hijos de Fukka, quienes de alguna forma también habían
obtenido los medios para protegerse con armas propias, ya no se distinguía
quienes erradicaban a los Orphan y quienes no, era un intercambio caótico de
disparos.
Nuevamente, no me
importó... Me filtré entre los monstruos eludiendo con presteza los ataques que
lanzaban sobre mí, púas, ácido o llamaradas de fuego, nada era suficiente para
detenerme, degollé a una quimera con los filos de mis armas, derribé a 7
dragones negros con certeros disparos, ensarté a un Golem Tortuga con una
estalactita de hielo gigante que hice brotar del suelo al contacto con mis
manos, ascendí con picas gélidas sobre el caparazón de la tortuga y salté
apoyándome en la criatura antes de que se evaporara en estelas de jade, lo cual
me dió el impulso suficiente para estimar alcanzable aquel palco.
En pleno vuelo,
sostuve mis armas lista para enfrentar a cualquier demonio que intentaran
invocar o que guardara la custodia de aquel señor, sentí el viento frío de
aquella noche en mi cuello cuando más cerca me sentía de alcanzarla... pero
entonces lo vi, otros ojos como los de mi amor, como el vino borgoña de un tono
carmín y el arma con la que me apuntaba, sentí que ese hombre caminaba sobre mi
tumba porque mis balas de energía pura no le harían ningún daño, pero las suyas
sí que me harían padecer, cuando el gatillo detonó supe que la iba a llevar muy
mal, pero una masa tan grande me empujó fuertemente. Caí al suelo empedrado, dí
tumbos laterales resintiendo todo en mis costillas, pero cuando me detuve a
pesar de las magulladuras no sentí heridas profundas.
Pocos instantes
después las manos de alguien me dieron vuelta, apenas podía recuperar el
aliento en bocanadas esforzadas, vi el rostro preocupado de mi leal Okuzaki
quien me ayudó a ponerme de pie, no sin antes darme el golpe preciso para
ayudar a mis pulmones a respirar como era debido. Tosiendo y sin saber
claramente que había pasado, elevé la vista al balcón... mi quijada quiso
desencajar ante la vista.
El gran lobo negro, la
mística bestia de Fukka, se incendiaba en un fuego azul que devoraba de forma
mortífera el velo de la maldición, el lobo se consumía ante mis ojos sin una
comprensible explicación de lo que pasaba. Una de las garras de mi padre aún lo
sostenía a la barandilla de mármol de aquel palco y con la otra había apartado
cuidadosamente a mi esposa de sus captores. Aquel fuego extraño del que no
entendía un origen claro se agotó prontamente, dejando expuesto al hombre con
la máscara de lobo. Ante la estupefacción de todos, incluso la del propio Nagi,
Takeru tomó la oportunidad y llevándose consigo a Shizuru saltó a la calle
principal.
Una vez a la misma
altura, ambos cruzamos miradas, vi aquella mueca de contento en sus labios,
enmarcada por la portentosa mandíbula del agraciado hombre que solo yo sabía
que era, sus ojos, tan azules como el zafiro que ornaba en su collar me
observaron con intensidad transmitiendo más sentimiento que el acumulado en
todas las palabras que le escuché decir en toda mi vida, percibí el aroma a
flores en el aire, vi el hilo escarlata deslizarse por la comisura hasta su
barbilla, pero él no dejaba de sonreír para mí. Era el gesto más genuino que le
había visto nunca, salvo cuando mamá vivía, porque en esa época siempre estaba
tan contento. Sentí entonces un dolor como ningún otro había estimado volver a
sentir, cuando enredaderas de espinas comenzaron a formarse a sus pies sobre la
blanca nieve y de ellas se nacieron preciosos rosales, comprendí al fin lo que
pasaba. Solté el apoyo que me ofertaba Okuzaki y corrí para llegar a su lado,
los sujeté a los dos antes de que se desvanecieran en el suelo. Mi Shizuru
yació en mi brazo izquierdo y mi padre en el derecho.
Lo entendí, que apenas
pudo sostenerse en pie el tiempo suficiente para depositar a Shizuru en lugar
seguro, que había dado todo por devolverme la paz... bajé la vista sobre mi
esposa, vi las marcas del llanto en su rostro y sus ojos moverse bajo sus
párpados, como si quisiera despertar y no tuviera la fuerza para ello, aun así,
poco a poco, le ganaba la batalla al sopor; raudamente Okuzaki se puso a mi
lado y revisó a Shizuru con la calma que yo no tenía, ya sabía ella que mi
padre estaba desahuciado. -Está bien...- Informó rápidamente.
Contemplé a mi padre,
ví así la mortal herida en su pecho a la altura del corazón y sus brillantes
ojos, no queriendo apartarse de mí. Sentí la humedad descender por mis
mejillas, intentando no soltar un solo sonido que pudiera avergonzarle.
Intentaba en vano con las manos que aquel fluido vital le abandonara tan rápido,
como si al tapar esa herida con las manos pudiera retenerlo en este mundo, era
la ilusa idea que mantenía a flote mi cordura. Buscaba entre la gente a quien
supiera algo de medicina o tuviera visto ofrecer ayuda, pero ellos nos miraban
con repudio, como si fuéramos los demonios que Nina, Arika y los demás se
esmeraban en contener. Se oyeron más disparos, tantos como Orphan o Slave había
en el lugar, dejando así despejado el cielo, en cuyo centro brillaba una luna
menguante en un mosaico de infinitas estrellas.
-No te preocupes...
Natsuki- Sentí su mano en mi barbilla, su débil fuerza obligándome a verlo para
no llenarme de odio contra aquellos a los que había protegido durante toda mi
vida y eran incapaces de brindarme un poco de su ayuda cuando más lo necesitaba.
-Solo vete... de Fukka... no vuelvas nunca a esta tierra maldita-
-Lo siento... papá...
yo...- Sabía que era mi culpa, que no medí lo simple cuando cualquier hombre
armado pudo deshacerse de mí con tanta más facilidad que uno de esos monstruos
infernales. Tenía un nudo tan grande en la garganta que casi no podía hablar.
Negó con la cabeza.
-Eres mucho... mucho más de lo que un hombre como yo sé... merecía, siempre he
estado tan orgulloso...- Tosió un poco tratando de recuperar el aire. -Qui....
quítame la máscara, quiero ver... el cielo con mis propios ojos-
Le obedecí liberándole
por fin de la carga que llevó en sus hombros durante casi 25 años; Nina llegó a
nuestro lado a falta de más enemigos a los que enfrentar y notando la gravedad
de las circunstancias, sus ojos también estaban llenos de lágrimas, para las
dos era un padre aun si ella no había nacido de su carne ¿Qué importaba eso? Él
jugaba con ambas, nos subía en sus hombros a las dos, nos dió la sopa y hasta
jugó con los muñecos y las carretas, siempre estuvo tan preocupado por nuestro
bienestar.
-Nina, mi niña...
siento tanto no asistir a tu boda, se dichosa... me hace tan feliz que
encontrarás a alguien especial... cuida de tu prima... es muy cabeza dura-
Sonrió sosteniendo la mano de Nina mientras ella asentía temerosamente. -Te
amo... Natsuki, se libre y feliz...- Susurró ya sin aliento.
-Te amo... papá- Dije
deshaciendo mi vista entre borrones de lágrimas que ahora caían sobre sus
mejillas.
-Tío...- Estrechó con
fuerza su mano.
-Te amo... Saeko-
Susurró mirando hacia el cielo como si allí en la distante luna pudiera ver su
blanca faz, se quedó tan tranquilo y tan contento con ello, que casi me pareció
que simplemente comenzaba a dormir en un sueño confortable. Lo habría creído de
no ser por la estela de brillos azulinos que comenzó a desprender su cuerpo.
-Papá... ¡Papá!- Grité
sujetándolo por los hombros, exigiéndole despertar, pero su rostro tan
pacíficamente dormido, tan delicadamente esculpido con la forma de un adonis,
se desvaneció como si él nunca hubiese hecho parte de esta tierra, me quedé llorando
y sujetando las espinas de las flores que nacieron mágicamente de la sangre que
él había vertido. Fue claro para mí entonces, que Takeru Kruger, mi padre,
había sido un hombre demasiado grande para este maldito lugar, incluso para
este mundo infame. Solté entonces un grito tan potente, tan cargado del dolor y
de la impotencia que había cargado en mi alma desde la más tierna infancia que
desgarré mi garganta. Sabía desde el momento en que este funesto sino nos fue
marcado a los Kruger que pagaría con sangre las deudas de otros hombres, pero
no pensé que sería en la carne de mis seres amados, así que me levanté, estando
rodeada de todos esos traidores, los miré y los maldije a todos, incluso a la
casta que a buena hora había germinado un
fruto tan puro. Satoru Fujino, te mataré...
Ya no podía oír nada,
los latidos presurosos zumbaban en mi cabeza, no sentía el dolor de mis propias
quejas, solo podía verlo a él... a ese que quiso quitarme la vida ya en dos
ocasiones, y fatídicamente había fallado el tiro, matando mi padre. Sentí una suave
caricia en mi mano, pero sabiendo de quién venía no me atrevía mirarle, di un
paso alejándome de ella, luego otro más cerca del asesino, no me importaba el
bullicio de las gentes clamando por mi cabeza. Pensé en la forma de atraerlo,
de ponerlo a mi altura y él me miró con miedo, sabiendo de mis intenciones
homicidas, intentó dispararme pero el pulso le temblaba tanto que le dió a la
oreja de mi máscara, por lo que esta se rompió y la bala rebotó, yo sentí el
eco dolorosamente pero pude mantenerme tan erguida como era posible. Lancé dos
estacas de hielo, a Nagi le protegieron sus esbirros, Satoru se arrojó lo más
lejos que pudo saltando como la sabandija que era, acto seguido cree otra
estalactita destrozando la columna de la parte del balcón en la que él estaba
de pie, rodó junto con los escombros hasta quedar a unos pocos pasos de mí. Me
incliné y lo levanté por el cuello. -Vida... por vida- Musité sin
contemplaciones mientras lo estrangulaba con mi mano. Sorprendemente sus
aliados no acudían en su ayuda y aunque cualquiera de los leales de Nagi me
tenía a tiro, la mano levantada de aquel Conde les impedía matarme, lo cual
significaba la tacita muerte de Satoru, no pude evitar sonreír ante el hecho.
-¡Natsuki!- Escuché la
voz de mi esposa, quien se sostenía en pie con la ayuda de Akira.
-¿Acaso no puedo
vengar el honor de mi alma, de mi familia? ¡No lo has visto tú! ¿Cómo ha
disparado para matarme y la bala... la ha recibido mi padre por mí?- Refuté sin
soltarlo, con el llanto corriendo por mis mejillas.
-No tú... no te
manches las manos, con mi padre... porque el conocerá a partir de hoy el
desprecio con que le mirarán sus hijos para siempre y será prófugo de la
justicia-
-No existe la
justicia...- No he vivido toda mi vida tan miserablemente para salvar a los que
no desean ser salvados, a estos borregos ciegos que desestiman en una noche los
sacrificios de nuestras generaciones.
-Por favor... Natsuki-
Pero su suplicante voz, su llanto, era algo con lo que yo no sabía ser
indiferente.
-Satoru, te juro que
no llegará a ti la muerte en el apacible descanso de la vejez... solo porque yo
no podría causar en tu hija el dolor que me has dado, solo por eso no seré yo
quien te mate- Lo solté y él empezó a toser desde el suelo, otro par de los
colaboradores del Conde lo apartaron de mí. Elevé la vista sobre Nagi, él
sonreía como si hubiese ganado, aunque una mueca en su rostro dijese lo
contrario.
La gente nos miraba,
nos habían rodeado, vi a Zera y su madre en cuyos ojos vislumbraba el miedo,
por mí... aun así me temían lo suficiente para mantenerse distantes. Bajé la
mirada incapaz de contemplar a la mujer cuya mano se posaba en mi hombro, sin sentir
un dejo de ira, habían asesinado a mi padre y solo por ella no había obtenido
mi venganza.
-Que conmovedor
momento...- Importunó la voz de aquel detestable hijo de Artai. -¡Pueblo de
Fukka! Vean y aprecien a quienes sirven, ¡Yo!, Nagi Dai Artai les he salvado
cuando su Rey ni siquiera los estima lo suficiente para que sean la mota de
polvo que ha de quitarle su ropa... cuando él circula por los fértiles y
preciosos jardines de palacio, ustedes padecen en la oscuridad sin poder
acercarse a los bosques por miedo, por la mezquindad de sus regentes... Yo les
he traído alimento cuando la hambruna les acosó y su Rey se llenaba hasta las
alforjas en los exquisitos banquetes... ¿A quién servimos entonces?-
-Dai Artai... ¡Dai
Artai!- Vitoreaban el nombre a coros.
-Yo... los he librado
de los monstruos que los Kruger encerraron aquí con ustedes. Malditos ellos,
fueron malditos todos los hijos de Fukka... les prometo que eso ya no será más,
ni por más tiempo- Lo aclamaron entonces, algunos parecían tan profundamente
agradecidos como para ser capaces de servirlo en todo aspecto, gruñí por lo
bajo y volví a ver ese felino movimiento entre las mujeres, lucía los atuendos
de todas, no parecía ya la Srta. Julieth de la casa de citas de Fukka,
cualquiera hubiera dado fe de su pureza con solo verla, yo simplemente desvié
la mirada molesta con el mundo entero.
-¿Quién... enfrentará
al dragón blanco durante la Luna Carmesí?- No importó si lo dije alto o bajo,
dudo siquiera que mi voz pudiera ser escuchada en el barullo, Nagi leyó en mis
labios la única cosa por la que valía mi nombre o el de mi familia y eso fue
suficiente para que decidiera bajar a charlar más de cerca.
-¿Natsuki?- Insistió
con voz temerosa la que es preciada a mi corazón, como si supiera del odio que
me quería reservar, así que le di la cara y le sonreí en una mueca poco
convincente. -No te escondas de mí...- Sentí su mano sobre la mía, la elevé a
la altura de mi boca y le planté un suave beso a su envés.
La miré a los ojos y
suspiré hondamente. -Shizuru... ve con los demás, yo le daré algo a Nagi para
que los deje marchar... nuestras armas fueron diseñadas para luchar contra
Orphan, no contra personas y toda esta gente está dispuesta a matarnos...
estaba dispuesta a perder la gracia de la diosa para honrar a mi padre, pero no
lo voy a hacer por ellos, no si puedo hacer que sean libres sin derramar una
gota más de sangre-
-Entonces yo me
quedaré...- Musitó Nina y a su lado se irguió Arika, quien también se secaba el
llanto con la manga de su saco.
Negué con la cabeza.
-Si ustedes están aquí, seré más que vulnerable... estaré por completo
indefensa y nosotros no podemos matar a estas personas... vayan, se los
suplico- Nina me observó con contrariedad, supe que estaba tan dispuesta como
yo a matar, por el dolor que vivimos unos momentos atras, pero dadas las
circunstancias yo no me podía dar el lujo de perder la cabeza una vez más.
-Necesito que escolten a Shizuru a Tsu y que le informen a mi tío, casi no
podrá hacer nada... pero si ha de ser un buen Rey, que cuide como sea posible
de la gente alrededor de la zona de peligro, cuando llegue la luna carmesí
estos monstruos podrán estar en cualquier otro lugar, así que es obvio a dónde
los llevará Artai...-
-¿No te han dicho que
es de mala educación hablar de las personas cuando no están presentes?- Escuché
la voz de aquel hombre de largos cabellos blancos, trenzado y con una punta
afilada al final de la misma, veía de cerca a mi rival y aunque no fuera la
primera ocasión de vernos, por vez primera le iba a tener en cuenta como algo
más que un niño mimado en las fiestas de la corte.
-Ni te sentirás más
halagado cuando exponga que eres un vil manipulador...- Me puse entre Shizuru y
Nagi. Bastó una mirada para que Sergei y Akira se pusieran frente a ella.
-Estas criaturas, no las destruiste... solo las escondiste, fuiste tú el que
las trajo hasta el poblado-
Pero él no hacía caso
de mi palabras, como si carecieran de valor y es que sin pruebas, era su
palabra contra la mía, la suya claramente era más estimada por la gente de
Fukka. -Vaya... es más hermosa cuanto más la miro, supongo que no debí aceptar
el acuerdo de tu padre... Shizuru Fujino debió ser mía en primer lugar-
-Desprecias a los
Kruger y no eres diferente a Naraku... harás bien en apartar tus ojos de mi
esposa o te los sacaré con las manos desnudas- Hice sonar mis nudillos solo
como una pequeña advertencia y él se apartó de un brinco.
-No si por esa acción,
dejase viuda a tu prima... o muerta a tu amada- Intentó parecer menos
amedrentado.
-Entonces haríamos
bien, en tratar los aspectos que son importantes- Procuré disuadir.
-Tienes razón...-
Aquel hombre de ojos sangre, tan frívolo y maquiavélico sonrió con cinismo.
-¿Cómo confiar en que cumplirás tu palabra, si es que en verdad ofreces
enfrentar a esa criatura?-
-Sabes que esas
baratijas no podrán con él... Kagutsuchi llenará de sombras y terror el reino
que pretendes gobernar, sería inconveniente ¿No es así?- Sonreí. -Hasta los más
leales súbditos se cansan de temer, los que hoy te aclaman un día alabaron la
gentileza de mi padre... míralos ahora...-
-No niego que tienes
un punto, pero yo también tengo mis propias alternativas...- Miró de soslayo a
dos muchachos que esperaban con serenidad a sus espaldas.
-¿Y si fallan? ¿Cuán
preparados están para enfrentar a un monstruo por el que yo me entrené toda mi
vida? ¿Realmente son tu mejor opción ahora que ese guiñapo ha matado a mi
padre? Pretendías tener dos bestias para enfrentarlo ¿No es así?- Vi ese sutil
temor en el fondo de su mirada. -¿Prefieres no tener siquiera una?-
-Si fuera así,
claramente no habrías expuesto esta oferta... sabes tanto como yo, cuales son
los siguientes movimientos, así que dime que anhelas a cambio de tus servicios-
Me miró con seriedad, sabíamos los dos que la gente se inquietaba ante nuestra
charla privada. Ya podía escuchar acerca de linchamientos y piras, necesitaba
que Artai accediera con prontitud.
-Lo sabes bien... Deja
ir a los míos, a mi esposa, a mis amigos, a mis hombres...-
-¿Y dejar ir, la única
razón por la que cumplirías tu palabra?-
-No existo para otra
cosa Nagi, no dejaré que ese monstruo exista en el mismo mundo que lo hacen mis
seres amados...- Suspiré. -Te cedo mi libertad y te prometo enfrentar al dragón
blanco hasta mi último aliento, sólo si se les conceden tres días de camino
lejos de este infierno... si yo faltare a nuestra palabra, ¿No te sería
tremendamente fácil acudir a la casa de este maldito desgraciado?- Señalé a
Satoru. -... y ¿hacerme ver mi suerte? O simplemente obligarme, teniendo
presente que yo me quedaré aquí-
-Así será... pero
hasta entonces estarás conmigo, te someterás a mi voluntad y solo si vences a
Kagutsuchi te dejaré ir, a fin de cuentas al final serás tan frágil como
cualquiera de nosotros-
-Así sea...- Aun tras
su muerte, la sabiduría de mi padre continuaba preservando mi vida.
-¡Largo de aquí!-
Vociferó. -Les concedo la libertad a ustedes, quienes ciegamente siguieron a
líderes indignos...- La gente abucheaba a mi familia, a mis amigos, a los
hombres, los pocos leales... aunque algunos de ellos desistieron de las prendas
que los identificaban como la guardia de mi familia y se unieron al conde.
Una parte de mí se
giró para verla, a la mujer cuyas palabras pronunciaban mi nombre con
desespero, su pálido rostro lleno de amargura al verme y su llanto, deletree
las palabras mientras ponían un par de grilletes en mis manos... “Te amo”
repetí con los labios una y otra vez, la roca negra mezclada con el metal me
quemó en el acto y Nagi ordenó que pusieran trapos entre mi piel y el metal,
pero todo se miraba como una pesadilla para mí, sabiendo que aquella sería la
última vez de verla dado que, sin la maldición a cuestas o en cuanto Nagi
retirara el casco de mi cabeza, ellos sabrían que no soy quien pueda derrotar a
Kagutsuchi. Solo necesito tiempo... solo eso...
Me repetí aquella
expresión una y otra vez mientras notaba como Sergei sostenía en sus brazos a
mi agitada esposa obligándole a retirarse hasta que perdió el conocimiento, era
una terca mujer... el amor de mi vida simplemente. Vi a Erstin y su familia
pasar a mi lado, con la vergüenza de la traición de sus hermanos dibujada en
sus caras. Le sonreí, si era el momento de tener algún gesto, sería ese, lloró
antes de correr, mientras que el más viejo, supe... que no volvería a erguirse
orgulloso una vez más... así y tras algunos minutos, los perdí de vista a
todos. Nunca en mi vida me sentí más sola, o más dolida, con un remolino de
emociones torturándome comprendí que a las noches más largas, les siguen albas
no menos sombrías.
...
Sintió el frío helándole los huesos, el golpe
del agua que luego continuaba su paso escurriendo por su cuerpo, abrió los
ojos, miró a través de los agujeros de su máscara y vio el granito del suelo
muy cerca. Percibió el golpe del agua una vez más, esta vez pudo sentir un
ardor apenas tolerable, agua y cloro humedeciendo sus pobres vestiduras,
traspasando las vendas hasta las heridas aún en proceso de cicatrización. Gruñó
con dolor mientras intentaba levantarse, cuando al fin lo logró, Natsuki se vió
una vez más rodeada por los esbirros de Nagi a una prudente distancia en los
estrados laterales de la estancia, el Dai Artai estaba cómodamente sentado en
el trono de ese castillo y comía de una bandeja jugosas uvas, algo de carne
bien asada y un poco de Sake para el gélido ambiente.
La pelinegra volvió la vista sobre el
tembloroso hombre que sostenía un balde con agua, él respingó, casi derrama la
cubeta posiblemente llena de cloro o perfume, no tenía la sensación de que
oliera a rosas precisamente, aunque no tenía quien se lo constatara. Suspiró a
la espera, con las manos atadas por los grilletes negros y los pies de igual
forma, poco o nada podía hacer en términos de movilidad, simplemente yacía ahí
de pie mientras Nagi hablaba a susurros con Darsiv. Sentía todas las miradas
fijas sobre ella, bastante incómoda cuando el agua volvió a deslizarse por todo
su cuerpo, como un golpe helado, sin embargo la Kruger estaba acostumbrada a
las bajas temperaturas. Lo que apenas toleraba, era tal escasez de ropa, era
vergonzoso, tensó la mandíbula molesta, le habían quitado los restos de la
camisa que usaba por lo que su pecho estaba apenas cubierto por las vendas que
había improvisado en su encierro con retazos de ropa, tenía el vientre
completamente expuesto hasta la parte en la que le ajustaba el pantalón negro
que poco a poco desprendía el tinte sobre sus pierna. Una suerte que aun
contaba con sus pantalones, pero no tenía idea de a quien le pareció divertido
romperlos un poco más, por lo que tenía las piernas expuestas hasta la mitad de
los muslos... por suerte se habían ahorrado la molestia de robar sus zapatos,
no estaba descalza. Volvió la vista sobre la pelirroja sentada a la diestra de
Nagi, sus ojos limón la miraban sin que pudiera descubrir alguna expresión en
su cara, salvo de indiferencia, así entonces la cautiva se preguntaba. ¿Cómo
podía Nao bailar ante mil miradas en atuendos tan escasos si ella se sentía tan
incómoda en esas circunstancias?
Otra descarga de agua y Natsuki gruñó, el
servil se apartó espantado, Nagi levantó la mano e hizo un ademán mediante el
cual excusaba a su sirviente.
-No me gusta ver a mis invitados tan sucios,
Darsiv es muy desconsiderado... debió lavarte un poco antes de traerte, Duquesa
Kruger... o debería decir, ¿Doncel de Hielo de Fukka? Te pusieron ese nombre
por el dominio que tenías sobre el hielo y el cristal o... ¿Fue meramente
ornamental?- Preguntó Nagi con genuina curiosidad. -Es una pena que ya no seas
más... especial, tengo que admitir que me tomaste el pelo Natsuki y eso...
vaya, es tan difícil de lograr-
-Significa ‘la
dama de hielo’, en efecto, obtuve el título porque a diferencia de mis
antepasados, yo podía fabricar hielo de la nada además de tomar la forma de un
lobo blanco- Levantó los hombros con fingido desinterés.
-No suena muy asombroso, siendo solo eso... me
gustaba más el que pudieras ser un cánido de casi tres metros de alto con la
fuerza de 10 hombres, las garras tan afiladas para rasgar la piel enteramente
de hierro de un Slave de alto nivel, sin que por ello desestimáramos el uso de
una espada... eso Mi lady, fue el valor agregado que me ofertaste esa noche y
que al parecer, ya no tenías ¿Comprendes entonces mi predicamento?- Se hizo un
silencio profundo en toda la sala.
-Tú asumiste que podía hacerlo, yo solo oferte
luchar contra Kagutsuchi... date cuenta que mataste a la bestia equivocada,
porque de los dos, mi padre era el único que aún podía tomar la forma del lobo-
La respuesta no agradó ni un poco al
peliblanco. -¡Satoru!- Gritó haciéndose oír en todo el lugar.
-¿Mi lord?- Preguntó uno de los encapuchados,
el cual se acercó tímidamente al Dai Artai. La mandíbula de Natsuki tembló de
cólera con solo contemplar a ese gusano, de lo único que se lamentaba de
haberse casado con Shizuru, sería... de ese pelafustán que tenía por padre.
Nagi tomó la capa y la retiró de un jalón,
privando al Fujino de su anonimato. -No me dijiste acaso que... tu pobre hija
había sido mancillada por esta, cosa... Shizuru jamás podría amar a una
criatura tan espeluznante ¿No fue eso lo que dijiste?-
El castaño tragó saliva incapaz de posar los
ojos sobre su nuera. -Si... mi señor- Aceptó al final, su cabello y su rostro
casi había envejecido 1 año de la noche a la mañana, o dicho de otro modo, en
el tiempo que la ex-lobuna no lo había visto, desde aquellos atroces actos en
la noche más larga.
-Explícame entonces cómo es que... la duquesa
Natsuki Kruger, maldita desde el nacimiento... ya no puede transformarse en
lobo, solo esas estupideces del amor verdadero podrían librarla o en su
defecto, derrotar al gran dragón blanco... pero henos aquí, tengo a Kagutsuchi
a la puerta de mi castillo- Al ver el miedo en los ojos de sus leales el noble
se explicó. -Figuradamente...- Aclaró la garganta. -Si el dragón no ha sido
vencido, entonces... eso nos deja en este terrible predicamento-
-Me amó... Shizuru me amó ¿Parece imposible
verdad?- Aunque pareciera general, los ojos esmeralda miraban únicamente a los
borgoña del padre de su esposa. -Pero ¿Cómo podría verlo usted o cualquiera?-
-Dime con quien debo tomar medidas Fujino
¿Contigo? o ¿Con tu nada inocente hija?-
-¡No!- Gritó Natsuki apagando con su voz la
misma réplica venida de Satoru, aunque la suya fuera apenas un murmullo en
comparación. -No te atrevas o te juro...-
-¡Si no puedes vencer a Kagutsuchi no me
sirves de nada!- Reclamó irascible el Dai Artai. -¡De nada!-
-Lucharé con él... esa fue mi promesa ¡Deja
fuera de esto a mi esposa!- Aún pese a las circunstancias, Natsuki estaba
erguida mirando fieramente a Nagi y orgullosa.
-Sabes Kruger... te he admirado
considerablemente durante años, imagino lo que sintió la diosa, pensando que tú
tal vez y en verdad, podrías lograrlo- Chasqueó la lengua y negó con la cabeza
antes de sorber otra copita de Sake. -Cometí un grave error, pensé que estabas
hecha del mismo material que los Orphan, eras la hija de una bestia después de
todo- Nagi suspiró con un dejo de frustración y extrajo de su cuello una
gargantilla de oro, con un dije de piedra negra lleno de inscripciones arcanas.
Seguramente aquel Slave sería absolutamente especial para ser de la propiedad
del Conde. -Pensé que podría usar el cristal negro para convertirte en mi más
poderoso Slave, pero no sospeché que esta pequeña piedrita, fuese como veneno
para ti o para tu padre...- Un mohín de disgusto. -Soy precavido pero no pude
anticiparlo y no pensé que Satoru tuviese tan buena puntería, mira que darle
justo en el corazón- Se rió y a su risa se sumaron casi todos en la sala, a lo
que la Kuga gruñó indignada. -Una pena, otra piedra en mi zapato y tú, pequeña
mentirosa ya no me sirves...- Se levantó de su asiento. -Yo iba a ser piadoso
contigo Kruger, era fácil y sencillo, si tú enfrentabas a la bestia y vencías,
yo ganaba, porque te convertirías en una simple mortal al hacerlo, ¿Que amenaza
podrías representar para la nueva monarquía entonces? Si hubieras querido vivir
con tu esposa en paz te lo habría concedido por el solo hecho de librarme de la
peste de Kagutsuchi, pero observa las casualidades... el amor de la bella
Shizuru te ha retirado tus dones, vamos... tu maldición era más una bendición
de poderío y fuerza, ¡Yo desee tener ese poder toda mi vida!- Nagi caminaba de
un lado a otro en medio de su particular monólogo.
-No sabes lo que anhelas Nagi, mira cuánto han
valido tantos esmeros... aquí estoy y nadie ha venido a buscarme- Natsuki bajó
la mirada, en el fondo se alegraba de que fuera así, no quería poner a nadie en
riesgo, no más. -Solo me ha servido de humillaciones, desprecios- Miró a Nao
brevemente y ella apartó la vista culpable. -He luchado con cada Orphan que se
me presentó, aun si no lo deseaba o si las heridas fueran insoportables,
sanaba, volvía al ruedo junto con mi padre... ¿Para qué ha sido todo eso?-
-Debiste dejarlos morir Kruger, deja que se
hundan en el fango y luego lanza una cuerda a los que sobrevivan... les di una
pizca de comida y me mostré como su salvador... me alaban ahora, me servirían
con sus vidas incluso, todo bajo esa falsa percepción de seguridad, viven como
esclavos y piensan como esclavos... entonces trátalos, como esclavos-
-Ya veo porque Mashiro te rechazó, no serías
un digno Rey jamás- Natsuki se rió suavemente, luego cayó al suelo debido al
golpe en la espalda que le propinó Hideki con un palo.
-Ella será mía Kruger, tanto si lo desea....
como si no, pero le conviene mucho más la primera opción- Sonrió ladinamente el
Conde.
-Óyeme bien, Mashiro jamás traicionará a
Windbloom ni a sus principios- Musitó desde el suelo. -Eso puedo jurarlo-
-Hay formas... siempre las hay, pero me temo
que no lo verás- Expresó ya con aburrimiento. -Darsiv, ve a decapitarla, quiero
llevar su cabeza en charola ante el rey Taeki, ya que no pude llevarle el
cadáver de Takeru, seguramente apreciará nuestro gesto-
-Eres un hijo de...- No pudo ni pronunciar el
improperio, Hideki la levantó del suelo, la llevó a rastras, luego hizo que se
arrodillara y ató sus cadenas con una cuerda a una roca que sobresalía del
suelo, aquella piedra era una púa, la punta de una roca mucho más densa
sumergida en el subsuelo, casi como un ancla de tierra, sería imposible para
ella moverse en tanto yaciera atada.
-Sé rápido y preciso...- Musitó suavemente Nao
en cuanto vió que Darsiv acudía al servicio de Nagi en la tarea de acabar con
la existencia de Natsuki.
El moreno caminó al centro del salón ante la
expectación de los reunidos, todos de una u otra forma clamaban la sangre de la
tercera Kruger, pues de todo el linaje real, solo ella, el Rey y la princesa
Mashiro supervivían. Darsiv retiró de si la capa con la que se cubría del frío,
dejando a la vista ropas ceremoniales de argos, pantalones arabescos, con botas
de piel marrón, un fajín y un chaleco que poco o nada dejaba a la imaginación
del escultural torso de moreno, donde también podían apreciarse intrincados
tatuajes, también en el cinto tenía un par de correas que sostenían la funda de
una espada curva, una que él manejaba con toda maestría.
-Lo lamento, Alteza... haré lo necesario para
que su muerte sea indolora- Dijo una vez cerca delatando un poco de pena en sus
ojos dorados, extrajo la cimitarra y lanzó al aire un velo de seda que tenía
prendido al pantalón, con un movimiento cortó la tela sin esfuerzo, notando
entonces que el filo era ideal, había tenido el tiempo de afilara
apropiadamente a lo largo de la mañana.
-Cuida a Nao... sin importar que pase- Dijo
Natsuki sin temor, el pulso del moreno tembló un pequeño instante.
-Lo... haré- El de ojos ambarinos alzó la
espada, miró al techo como si pudiera ver el cielo que este escondía y elevó un
tenue rezo. -Bendio mortem... suplicarem... suplicarem- Entonces descargó el
arma cortante con toda la fuerza que poseían sus brazos.
Chispas emergieron en múltiples direcciones,
los fragmentos cayeron sobre el suelo ante el asombro de todos. Las manos de
Argita se estremecieron ante la vibración, dejándole un dolor e incapacidad
para sostener la empuñadura, la cual soltó notando ya lo inútil de su arma. La
hoja había chocado contra un objeto tan duro que se rompió en el primer
contacto, destrozando también a la obstrucción de la cadena de los grilletes de
Kruger. Darsiv dió un salto hacia atrás, con suma cautela. ¿Cómo se había
movido tan rápido una persona atada? Al rodar sus ojos dorados por el lugar,
notó que aquellas ataduras habían sido una falsa ilusión de control, puesto que
la cuerda que ató Hideki fue cortada por un filo cristalino tan puro que no
supo en qué momento se formó, salvo por la breve dilación durante su súplica...
Abrió los ojos con indignación.
-Me engañaste...- El moreno supo que dejar de
mirarla para orar había sido un error tremendo que Lord Nagi castigará con
severidad, la que supuso la última voluntad de Natsuki había conmovido su
corazón y generado aquel acto descuidado. -Morirá de una u otra forma,
¡Kruger!-
-No mentí, Darsiv... en eso no- Aseguró la
pelinegra manteniendo prudentemente las distancias, con cautela creó las dos
cromadas de hielo con puntas de daga afilada. -Supongo que nunca lo mencioné,
pero la primera regla en la que me instruyó mi padre, es que salvo por el
riesgo de mi vida, evitara usar la maldición del lobo, ya que las bestias han
sido un velo de oscuridad para nuestra familia... de modo que todo lo que has
admirado Conde Dai Artai, fue a una simple mujer con un considerable poder
espiritual, salvo por Tesso, la rata de hierro... y dos Orphan más, yo evitaba
usar al lobo dentro de mí siempre que pudiera-
-No te enaltezcas, Alteza... ¡Kyosuke
manifiéstate!- Darsiv sujetó su dije y susurró palabras arcanas en una extraña
oración, curiosamente la piedra en su mano se llenaba de letras blancas y
brillaba pulcramente a la vista. Con un halo luminiscente que sorprendentemente
también comenzó a envolver a Natsuki cuando se rompía el sello, ante aquello el
muchacho argita cesó su conjuro estupefacto. El de iris dorado lo comprendió
entonces, cuando ya su guerrero había emergido de las profundidades y se
disponía a enfrentar a su oponente. Podía ver claramente las marcas en la piel
blanca y semidesnuda de la mujer frente a él, algo que quizás solo él y
Sherezade tendrían la capacidad de ver, miró de soslayo a su hermana
constatando que en verdad no se trataban de simples alucinaciones suyas. Ella estaba
tanto o más contrariada que él, pero más pronto que tarde volvió la vista a
otro lado con fingido desinterés.
La batalla dio principio, entre el Samurái
Mono llamado Kyosuke y el Doncel de hielo, Natsuki Kruger; al principio parecía
una batalla abismalmente a favor del Slave cuyos golpes doblaban las rodillas
de la pelinegra enmascarada en cada envite y choque de espadas, pero cuanto más
tiempo combatía y conocía a su adversario la joven guerrera, más pareja
comenzaba a hacerse la contienda, la preocupación permeó la mirada del joven
sacerdote Argita, cuando la sangre que se vertía en el suelo era el oro líquido
de su esbirro, claramente el vínculo de vida le recordaba que si la ex lobuna
vencía, se llevaría su vida con ella.
Nadie invocó a su Slave, todos conocían el
precio de su intervención si es que llegaran a ser derrotados, lo cual era una
posibilidad temible cuando era a la bestia de Fukka a la que enfrentaban. Nagi
tampoco lo ordenó para beneplácito de muchos, se acomodaba como un niño en un
teatro, mirando la representación escénica de dos gladiadores Argitas, la
belleza de Natsuki era suficiente para mantener los ojos puestos sobre ella y
mientras danzara de esa mortal forma, estaba seguro de que tal vez pudiera representar
algún valor todavía.
La batalla se prolongó por largos minutos, el
manejo de armas y espada hacía difícil a Kyosuke acercarse, pero Natsuki no
lograba asestar el golpe de gracia o desistía de ser certera en sus disparos,
hecho que notó Darsiv y el mismísimo Nagi, este no tardó en exponer el disgusto
en su rostro y buscó algo entre sus ropas. Una distracción del moreno hizo que
su Slave no eludiera efectivamente una llave de armas, en la que la de glauco
mirar trabó la espada samurái, realizó un giro y desarmó a la criatura, el mono
blanco vió su cuello expuesto al filo helado.
-Abre las rejas...- Ordenó la Kruger con
agitados respiros, si no hubiera estado tan lastimada y agotada por la falta de
alimento, talvez habría podido salir de ahí por su propio pie, pero no siendo
de ese modo tendría que buscar medios diplomáticos, así que esperando que el
valor de la vida de aquel leal sirviente de Nagi significara algo, esperó.
El de cabellos blancos se rió de buena gana.
-Me hubieras ahorrado el suplicio de estos días Kruger, perdona si aún no puedo
dejarte ir... aunque ya no estés maldita, creo que como bien lo has dicho, la
fuente de tus facultades ha sido siempre algo más que solo la maldición y si
vas a morir, prefiero que sea enfrentando al dragón blanco, ofrece algo de
espectáculo entonces-
-Dije... ¡Dije que abran la reja! De otro
modo, tu pequeño esclavo morirá-
-Hazlo... Darsiv ha completado su propósito al
exponerte en esta forma... si al final no ha podido ser un buen carcelero
sospecho que no me sirve demasiado-
-Eres basura...- Gruñó Natsuki antes de
apartar el filo del cuello del mono, bajo la manos sobre el pecho de la
criatura y generó un flujo de pulso tan potente que lo arrojó contra la pared
más cercana ante la mirada atónita de su maestro. No lo había matado, pero la
hija de Saeko no lo pensó demasiado antes de emprender la huida, se dió la
vuelta presurosamente corriendo con gran velocidad hacia la puerta, allí donde
pensaban que sería imposible salir, astutamente Kruger generó estalactitas de
punta plana sobre las que ascendió como si se tratara de escaleras, Nagi vió
entonces el acabado de cristal sobre la gruesa puerta de roble ¡Iba a escaparse
por ahí!
-Chaira...- Hizo eco una suave voz.
-Emerge...-
Cuando supuso que iba a alcanzar su salida, la
última columna de hielo se desmoronó antes de ofrecerle algún soporte, saltó
con todavía más esfuerzo en la penúltima escala cuando escuchó el sonido de un
ave y antes de lograr romper los vitrales sintió un par de garras sujetarla por
los brazos con una fuerza temible, inmovilizándola por completo. Natsuki fue
sostenida en el aire por aquel extraño ser con el aspecto de una preciosa mujer
casi desnuda, pero mitad fénix, cuyas preciosas alas de fuego llenaban de calor
todo el lugar, pese a todo sus manos y pies eran en los extremos sendas garras,
tan filosas que de haberlo deseado, su maestro pudo elegir amputarle las manos
con una corta orden. Empero fue puesta a la vista de Nagi una vez más,
suspendida 3 metros sobre el suelo la Kruger intentaba emanar hielo sobre las
patas de la criatura, pero este se derretía con mucha rapidez, solo porque ella
apenas podía producirlo a raíz del agotamiento. ¿Pero y si hacía un último
esfuerzo? Si lograra hacer que esa ave se elevará hasta el techo entonces
tendría una pequeña posibilidad, concentró lo que le quedaba de hielo en una
lanza gélida y calculó el punto de impacto, estiró el brazo para lanzar su
arma...
Un disparo se escuchó y la muda queja de la
pelinegra se ahogó en una tos que más pronto se apagó con la inconsciencia de
la Duquesa, el arma de hielo cayó al suelo rompiéndose en mil fragmentos. Todos
miraron estupefactos al nuevo señor de la cumbre bizancia, Nagi había
anticipado el movimiento de la pelinegra. -Astuta...- Gruñó molesto, bajó el
arma que aún desprendía un poco de humo, notó que sus sirvientes eran todos una
panda de cobardes incapaces de luchar con un poco de honor, suerte que había
guardado unas de esas cuantas balas de cristal negro.
-La... la mató- Susurró Darsiv con tono
sorprendido, tomó entonces ocasión para volver a sellar a Kyosuke.
-No soy tan estúpido...- Murmuró el de ojos
escarlata. -Pero tampoco concedería que matara a mis dos sacerdotes en jefes,
sabía que mientras fuera posible ella evitaría matar a sus Slave... eso cambió
hace un momento y yo disparé- En una palabra, salvó a la criatura de Sherezade.
-Gracias...- Dijo la menor de los Sagara, la
que soltó el cuerpo maltrecho de Natsuki, cayendo este de cabeza sobre el
suelo, el sonido del metal chocando contra la dura superficie y después de unos
cuantos giros, la máscara de platino se detuvo a medio metro de la cabeza en la
que antes reposaba, un hilo de sangre comenzó a formarse en la frente
lastimada, manchando las baldosas de la sala.
Nagi chasqueó la lengua con disgusto.
-Sherezade, cuidarás de Kruger en tu habitación...-
-Pero mi Lord... usted la condenó a muerte-
-Suponía que no podía hacer nada, pero si
venció a tu frágil hermanito... no es para nada indefensa. La bala atravesó de
lado a lado, pero dado que este material es mortífero para ella, bastó- La mirada del Conde se tornó un tanto oscura
y su sonrisa sádica. -Tú la dejaste caer de cabeza, ruega porque no esté muerta
o serás tú la que ocupe su lugar en la brigada de defensa contra el dragón
blanco- Aquella amenaza bastó para que Sherezade temiese y no discutiera más,
así que se acercó a Satoru y a otro par de sirvientes, rauda ordenó que la
Kruger fuera llevada a sus aposentos.
Todos los reunidos se dispersaron para la
realización de sus labores, dejando solos a Darsiv y al noble, el peliblanco
caminó con parsimonia en derredor del pensativo moreno. -Tu descuido me ha
sorprendido desagradablemente hijo mío... esto será más doloroso para mí que
para ti, pero estas cosas pasan cuando no me obedeces- Volvió la vista sobre el
hombre en la entrada. -Hideki...-
-Sí, mi Lord- Llegó raudo con una expresión de
burla en la cara.
-Por favor, escarmienta al muchacho, quizás la
activación de 1000 cristales le conceda una pizca de la obediencia que me negó
hoy-
El sirviente sonrió, mientras que el Argita no
dijo nada, se limitó a seguir al mayor, bajaron a las mazmorras, mientras
Darsiv sujetaba su propio dije pensando en Kyosuke... seguía vivo, por la
clemencia de alguien a quien le habían ordenado matar ¡No tenía sentido! Hideki
se detuvo y abrió la puerta de una sala conocida por el menor, frente a los dos
se observaba una roca con la forma de una perla negra de proporciones enormes,
era como si aquella fuera la canica de un gigante, era de color negro con brillo
purpúreo, el simple hecho de yacer allí con toda esa energía oscura rodeándole,
hacía que sintiera asfixiado. El sudor emergió prontamente en la frente morena,
y ante su lento proceder, el otro le dió una patada en la espalda. -1000
fragmentos... extráelos como ordenó el Conde Dai Artai-
El pelinegro suspiró hondamente antes de tomar
la posición de la flor de loto e iniciar el rito de liberación, lento y como un
mantra empezó a decir conjuros tan antiguos como su propia civilización, rayos
violetas comenzaron a desprenderse de aquella esfera ya extraída cerca de la
mitad, las descargas alcanzaron al muchacho causando un agudo malestar en todo
el cuerpo, cada golpe de trueno púrpura era como un desgarro al alma misma,
pero Darsiv sabía callar su agonía interior, esperando que algún día esa piedra
negra se agotara al fin. Para entonces ese hombre no lo necesitaría y podría
ser libre junto a su hermana y Nao, eso era todo lo que deseaba y por lo que
podía tolerar tanto. -“Ella estaba tan
espantada como nosotros, pero aun así... tuvo fortaleza por nosotros dos ¡No
puedo rendirme!”- Apoyó su rezos con posturas de manos para reforzar el
efecto, inmediatamente los cristales comenzaron a caer lentamente uno tras otro
de la estructura esférica, pasarían al menos dos horas antes de que lograra la
tarea que le había sido impuesta, pero dudaba que esta fuera la única ocasión
elegida por Nagi.
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Wooo que capitulazo llena de emociones y esperando con mas ansias el nuevo capitulo. Por favor por lo que mas quieras publica la continuacion no nos dejes asi. Besitos
ResponderEliminarMaria Rene
Por favor publica lo mas rapido que puedas
ResponderEliminarPor favor publica lo mas rapido que puedas
ResponderEliminarQue cspitulo!!llore la muerte del papá de Natsuki..u.u
ResponderEliminarOdio y el peor de los castigos al cobarde de saturo.
Estoy muy ansiosa por la continuación...gracias por el capitulo,que fuerte todo!!
Besotes genia!!
Mia de bsas
No puede ser ...es injusto que haya muerto el papa de Natsuki. Hay Satoru mereces el odio de tu familia por cobarde.
ResponderEliminarA esperar que ocurre en la nueva entrega.
Santos dioses no demores siii .
Besos, con mucho cariño Antonia Calderon n.n
Esto es un dramón! de los que me encanta jeje que sería de la historia si no habria malos y traidores ja!. Me Pareció muy corta la extensión de la muerte de Takeru y toda la tristeza de Nat, amm no sé como que se merecía un poco más este personaje como lo es él padre de tsuki, no sé porque pero quiero ver la reacción de Nao al ver el rostro de su ex, quiero que se retuerza del dolor y envidia que le vendrá al ver que perdió un ser tan hermoso tanto fuera y por dentro como lo es natsuki después como digo no le deseo un mal porque ha sido una víctima, en fin fue muy entretenido y muy grato sos la # one de mi lista de 1 de 1 de historias favoritas,que? Parece muy corta mi lista jeje besos y cuidate cristalsift
ResponderEliminarTu fiel fans espera por la próxima entrega....
Buena Mosa cuando nós sacaras de la angustia y publicaras otro capitulo
ResponderEliminarSin palabras... sufrí con este capitulo...mucha sangre derramada , pero al final llegara la calma
ResponderEliminarPor favor cuando van a subir otro capítulo estoy en sufrimiento.
ResponderEliminarToc toc! Hay alguien ahi?. Que buscamos a nuestra escritora favorita tiene un recado de parte de sus fans. Que es un sin vivir no ver un cap de ésta historia que a mi me gusta muchisisisimo. Quiero ver a nao sufrir que se le retuerza la culpa jeje asi de mala soy ayy a lord naggi le espero cosas peores que ocurren, que de verdad estoy picadisima sobre el embarazo como.lo desarrollaras muero por saber mas.
ResponderEliminarAtt luci