Esperamos tu historia corta o larga... Enviar a Latetafeliz@gmail.com Por falta de tiempo, no corrijo las historias, solo las público. NO ME HAGO CARGO DE LOS HORRORES DE ORTOGRAFÍA... JJ

Chímeré - Alex Zoldyeck

                                                    
 Capítulo 01: Yo deseo deseo…

Nos encontramos en las costas de Draenor, un sol abrazador se alza en todo su esplendor, las olas chocan en un ritmo hipnotizante y en el lugar, unos buitres dan vueltas sobre algún animal que ha encallado.

-hey San creo que la encontré… - una rubia se acercó al animal atascado y con sus suaves manos comenzó a darle palmaditas en la cara sin ningún resultado- creo que ahora si va en serio


-hace mucho que la deje de tomar en serio, déjame ver Britt- con paso firme se acerca al cuerpo curvilíneo, se encuentra arrugado, lleno de llagas, las escamas descoloridas y con arena pegada, de seguro lleva todo el día bajo el sol. Espera un segundo, observo atenta las branquias de su cuello notando que está boqueando- sigue viva –volvió a caminar dejando atrás la sirena

-San no la podemos dejar así- al ver que el demonio no tenía intenciones de mover un solo dedo por su amiga se levantó y caminó tras ella, la tomó por las alas negras y con su cuerno comenzó hacer círculos detrás de su oreja.

-Britt, Britt para, me haces cosquillas

-no lo hare hasta que ayudes a Quinn

-ella quiere morir, déjala morir

-no quiero que Quinn muera, me agrada mucho… y a ti también te agrada- hizo notar la rubia aun provocando cosquillas en el demonio.

-Es su deseo morir, yo no voy a intervenir en ello- en un rápido movimiento se puso frente a frente, sus ojos rojos se clavaron en los azul celeste- no tenemos que intervenir

-ella no desea morir… lo que desea no lo puede conseguir y por eso se está muriendo, si le comentaras a Lucifer de su situación…

- ¡jamás! –Grito autoritario el demonio, volviéndole a dar la espalda a la sirena- es una locura el solo pensarlo.

- ¡no es una locura ayudar a tus amigos! - chillo la rubia- y si no quieres ayudarla tú, yo la ayudare- la joven dio media vuelta y comenzó a correr hacia la sirena espantando a los buitres que se le acercaron. En un momento el demonio se quedó parado observando la escena, sus instintos le alertaban que ayudar a la sirena le causaría muchos problemas, pero no se podía quedar parada mirando a su pareja desviviéndose por una causa tan tonta-… maldición Britt eres un unicornio muy problemático –suspiro caminando hacia las otras criaturas- quítate de en medio, la voy a regresar al mar.

- ¿De verdad? – Sonrió feliz- gracias San sabía que…- Al moverse, el demonio mando de una patada a la sirena de vuelta al mar- ¡Santana! –chillo inflando las mejillas

- ¿Qué? Tú me pediste que evitará que muriera y eso hice- comenzó de nuevo a caminar

- ¡¿y no me pudiste arrastrar demonio estúpido?!- desde el mar una sirena le lanzó una concha que se estrelló en uno de los cueros del demonio- aparte ¿Quién te dijo que quería regresar al mar? –la hermosa sirena en un segundo volvió a tener su tersa y brillante piel, mientras que las llagas desaparecen lentamente, causándole escozor a causa del salado mar.

-por mi te calcinarías en este momento- de sus garras, bolas de fuego negro aparecieron- pero Britt no quiere que mueras

-Brittany…- volcó su atención al unicornio que un tanto apenado rascaba su cuerno- ya te lo dije, no quiero seguir viviendo así

-pero tú no debes morir Quinn, si lo haces Rach…

-que se joda esa arpía desdeñable- bufo Santana cruzándose de brazos- si ella nunca hubiera llegado…

-Quinn nunca habría sido feliz –termino la frase el blanco unicornio.

-como sea- chisto el demonio volviendo a caminar

-yo regresare con mi padre, fijo que estará ya muy enojado, llevo aquí todo el día- suspiro, disponiéndose a sumergirse.

- ¡Quinn espera! ...- la sirena detuvo sus movimientos, volviendo sus verdosos ojos a los azules del unicornio- ¿Qué si te digo que conozco alguien que te puede ayudar en tu problema?

- ¡Brittany! - de un salto el demonio cerró la distancia entre ellas- te dije claramente que no le dijeras nada al respecto

-no la voy a dejar morir

-no es nuestro asunto- siseo tratando de intimidar al unicornio, desplegó sus enormes alas que terminan en picos, su armadura negro y rojo brillaba con la luz del sol y si fuera posible, sus ojos eran inyectados con más carmín de lo normal, todo esto quizá habría sido más impactante para la rubia si no fuera más alta que el demonio… o si no tuviera una fe ciega en que ella nunca le pondría una mano encima.

-Lucifer puede ayudarte, él siempre le cumple deseos a todo aquel que se atreva a entrar a su castillo –dijo ignorando al demonio

-y la razón de que Santana no quiera que sepa de él es…- Quinn es una princesa sirena, no es solo una cara bonita como muchas otras de sus congéneres que no pueden ver más lejos de hundir barcos y pasear por las profundidades, puede deducir que Santana no le ha comentado que el demonio para quien trabaja le puede ayudar porque los demonios no ayudan a nadie, solo se sirven de los ilusos para robar sus almas.

-que no hará nada a menos que le parezca interesante tu situación- bufo, era inútil, Brittany no le tenía ni una pisca de miedo y Quinn la trataba como un igual… era un asco de demonio.

-Soy una princesa del mar que se ha quedado perdidamente enamorada de una arpía exiliada… creo que es bastante hilarante mi situación- a ella le daría risa si no fuera la afectada.

-te seré sincera Quinn- el demonio se acercó caminando sobre el agua, cuando llegó frente a la sirena se puso de cuclillas para mirarla mejor y poder susurrarles a esas enormes orejas en forma de estrellas- Lucifer no es un demonio tan agradable como yo, le gusta el sufrimiento y te cumplirá tu deseo con dos condiciones…

- ¿Cuáles condiciones? - se apresuró a decir, quitó con delicadeza los mechones que danzaban sobre el agua, su lisa melena rubia se extendía a lo ancho del lugar como serpientes de mar. Por un minuto Santana reflexiono, pensó en que sería mejor salir volando de ese lugar y evitarle a su amiga una mayor pena, pero al verla a los ojos noto una disposición inquebrantable… el amor provoca una valentía tan estúpida…

-primero… se adueñará de tu alma, serás eternamente su esclava

-Brito también lo es y no parece nada acongojada por la situación

-Britt es un asunto muy aparte- suspiro, mirando de reojo a la rubia quien se ha distraído intentando atrapar a una mariposa, al verla sonrió meneando la cabeza- Lucifer no la obliga hacer nada que ella no quiera porque así se lo he pedido yo, no creo que sea tan indulgente contigo.

-no tengo problemas con eso- dijo muy confiada- ¿Cuál es la segunda condición?

-te lo dije, se regodea con el sufrimiento ajeno, cuando cumpla tu deseo te aseguro que hará hasta lo imposible para verte retorciendo de dolor y desesperación.

- ¿es seguro que cumpla su palabra? - preguntó un tanto escéptica

-los demonios somos malditos no mentirosos- un tanto ofendida por la pregunta gruño la respuesta.

- ¡acepto! Se puede quedar con mi alma y todo lo demás siempre y cuando me cumpla mi deseo- ni siquiera pensó lo que decía, estaba tan urgida que no importaba que se quedara con su alma, lo que faltaba para que llegara el fin del mundo, ella lo haría.

-espera pescadito rubio no deberías decir tan a la ligera eso o…- un rayo verde impacto en la arena de la costa fabricando una hermosa pecera de vidrio turquesa-...te tomara la palabra.

-eso fue rápido, creo que a Lucifer le interesa ayudar a Quinn- sonrió Brittany acercándose a la pecera rectangular, tenía distintos motivos garigoleados, podía distinguir entre tanta greca figuras de Lucifer en diferentes posiciones de victoria… era tan curioso que siempre marcará todo lo que hacía.

-Britt no toques el vidrio que… está caliente- muy tarde, el larguirucho unicornio se había quemado la mano

-mete la mano al mar, te ayudará a quitar el ardor- la sirena se apresuró a la costa para auxiliar al unicornio

-está frío- chillo Brittany al sentir el agua y las manos de la sirena

-es mejor que sentir que quema- muy a su parecer

-Quinn tu corazón late muy fuerte- el unicornio miró a la sirena, esta tenía una gigantesca sonrisa en sus finos labios rojos, y su corazón retumbaba tan fuerte que se podía escuchar desde lo lejos

-lo sé… estoy emocionada- por fin su deseo se haría realidad- y te lo debo todo a ti Britt

-una siempre tiene que ayudar a sus amigos, es una regla entre los seres de luz- le devolvió la sonrisa

-cual ayuda- susurro Santana- la acabas de servir en bandeja de plata a esa loca Britt…- suspiro, cuando otro rayo fue mandado pero esta vez dirigido a la cabeza del demonio moreno, quien tuvo que esquivarlo antes de que le quemara el cuerpo

-San ¿volviste a decirle a Lucifer loca? - Britt tuvo que sacar a Quinn del agua antes de que esta comenzara a hervir.

- ¡y chismosa, deja de escuchar conversaciones ajenas y consíguete una vida! – grito furiosa, otros 20 rayos se dirigieron a la morena.

Cuando por fin el vidrio de la pecera se enfrió lo suficiente, Santana lo llenó de agua y se dispuso a sumergir a la sirena cuando esta le pido esperar.

-quiero sentir el mar por última vez- pidió al demonio, este no vio problema en su petición y la dejó en tanto jugueteaba con su unicornio, a Britt le encantaba el chapotear, pero nunca la dejaba entrar al mar por temor a que hubiera algún rufián que se la quisiera robar, era bien sabido que el beber la sangre de los unicornios confiere longevidad y una juventud envidiable pero aquí la única que podía posar sus labios en ese esbelto cuello era ella.

En tanto Quinn se sumergió, cerró los ojos para sentir mejor la caricia de las corrientes marinas peinando su larga cabellera, movió sus manos atrapando el agua entre sus finos dedos y luego se precipitó hacia las profundidades con movimientos ágiles de su cola. Se dirigió a la cueva donde guardaba todas las joyas que había conseguido de los naufragios, esta era iluminada por dos gigantescos peces, que tenían una especie de linterna colgando de sus frentes, al llegar Quinn, estos mostraron sus largos y filosos dientes, ella solo hizo un movimiento con sus orejas de estrella y los animales se quitaron de la entrada para permitirle el paso.
Dentro, la sirena miró a su alrededor, entre tantas joyas que tapizaban el lugar, sacó un pequeño baúl de jade donde se encontraba la más preciada de todas sus posiciones, un zafiro del tamaño de su palma, fue bautizado como “la lágrima del mar” y es la única joya que no robo, esta fue un regalo de Rachel hace ya algunos ayeres. Beso la piedra antes de anudarla en su cuello, cerró y se despidió de abrazo de sus mascotas, de todo lo que había en el inmenso mar era lo único que extrañaría, a sus dos bebés. Al regresar a la superficie Britt y San estaban dentro del aljibe lanzándose agua y riendo.

-hey ¿interrumpo algo? - dijo con una sonrisilla pícara

-mucho- de un salto Santana salió de la pecera y se dirigió hasta la sirena extendiendo la mano a la sirena- ¿segura de que quieres hacer esto? Todavía puedes arrepentirte

-no es hora de arrepentimientos- y con esta frase fue lanzada al tanque, el demonio se aseguró de no dejar rastro alguno de su presencia antes de lanzarse al vuelo con el recipiente levitando a su lado. Quinn miró embelesada todo cuanto sus ojos le permitían, era la primera vez que tenía esta perspectiva- ahora entiendo lo que decía Rachel… esta vista es hermosa.

-es solo un tonto paisaje- gruño el demonio- solo cállate y no molestes

-tú eres la única que molesta, te juro que en cuanto me cumplan mi deseo yo…

-serás mi esclavo –dijo entre risas- y el de Britt

- claro que no- chillo el unicornio que se había mantenido al margen de la conversación

Las 3 se la pasaron riendo y haciendo comentarios sarcásticos de todo y nada, Quinn seguía admirando el paisaje desde las alturas mientras Britt muy a su forma le iba contando que era cada cosa.

-eso de ahí abajo es… algo verde que crece con agua

- ¿árboles? - preguntó la sirena- esto es un bosque ¿no?

-si es uno de esos, yo solía vivir en un lugar similar antes de conocer a San- por un momento la brillante sonrisa desapareció por una mirada melancólica… triste.

- comenzaremos el descenso, agárrense bien- la autoritaria voz del demonio sacó a la rubia de sus cavilaciones y se limitó a asentir manteniendo sus brazos dentro de la pecera.

Santana y la pecera que se mantenía levitando a su lado fueron bajando por lo que el demonio llamó “El cañón de las ánimas”, contrario a lo que dijo al principio Brittany “un enorme laberinto de piedra” aunque para Quinn, la rubia tenía más razón en el nombre, pasaron unas horas dando vueltas entre los surcos de piedra hasta un punto que no podía ver más que el cielo estrellado arriba y lava en el suelo.
En medio del río de lava se encontraba un imponente castillo de loza negra quizá unas 30 o 50 veces más grande que el de su padre y eso era ya decir mucho, recordó que su progenitor siempre se ufanaba diciendo que su castillo era el más grande de los 7 mares… bueno en tierra firme existían unos en los que se podría perder fácilmente un titán.
Las gigantescas puertas se abrieron al chasquido de los dedos de Santana y siguió el laberíntico paseo entre escaleras y pasillos hasta topar con una puerta hecha de oro macizo, las puertas igual que las anteriores fueron abiertas a la orden de la morena.
Al entrar sintió una oleada de calor, Britt se bajó de la pecera y fue brincando por un estrecho pasillo de mármol que era la única superficie de apoyo, todo lo que restaba del suelo estaba recubierto por magma.

-ya regresamos de nuestro paseo- dijo alegre Britt, caminando al centro del salón, donde se encontraba una gigantesca columna de mármol negro- trajimos a una amiga que quiere conocerte Lucifer

Quinn miró hacia arriba, podía distinguir al final de la columna un diván para un titán y efectivamente el ser de cuernos enroscados, ojos como rubíes ardiendo y una infinita oscuridad tenía las medidas de un gigantesco titán. El mismo apenas y se movió al escuchar la alegre explicación del unicornio, la ojiverde sintió una gigantesca presión cuando el demonio en el diván posó su mirada en ella y un ruido estruendoso cimbró la sala al momento que Lucifer se levantó del diván.

- ¿Cómo te llamas? - se escuchó una lúgubre voz

-…Quinn…- dijo con voz trémula, sentía que su sangre se volvía hielo.

- ¿qué asuntos busca arreglar una pequeña sirena conmigo? - de un salto Lucifer bajo de su pedestal, Quinn se sintió desvanecer del miedo y Santana tuvo que mover la pecera para evitar que el gigante la destruyera

-yo… yo…

-Tú…- comenzó a jugar con la Sirena

-yo quiero que me cumplas mi deseo- dijo escupiendo la respuesta.

- ¿Qué deseo ronda por tu mente? O mejor dicho tu corazón.


-yo deseo… deseo… -trago saliva, hasta el momento no se había atrevido a dirigir la mirada a los enormes ojos inquisidores, pero con un arrebato de valor infundido por los pulgares hacia arriba que le mandaba el unicornio que había subido por la armadura del gigante estalló en un grito su deseo- ¡deseo tener alas para volar con mi amor! -.
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La Teta Feliz Historias y Relatos ® Alex Zoldyeck - Derechos Reservados
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