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AaMaría - Despistada - 4

Capítulo 4
CANDELA
Su día transcurrió con normalidad. Hacia las cuatro y media vio entrar por la puerta de su despacho a Eva y María.

Candela: Pero, Eva, ¿Qué haces aquí? ¿No tenías que estar tres días de reposo?
Eva: Y he estado.  Sábado, domingo y lunes, tres días.
Candela: Pero el sábado no cuenta… Te hiciste el esguince de madrugada.
María: ¿Ves? Lo mismo le he dicho yo, pero es una cabezota. Se ha empeñado en que tenía que venir a ayudarme con el reportaje de la científica.
Candela: Por cierto, ¿qué tal te fue?
María: Tendría que decir que bien… Una mujer interesante, la verdad y guapísima…
Candela: ¿Y entonces?
María: Me tiró los tejos casi desde el minuto cero. Ya sabes que a mí no me gustan las del tipo depredador y creo que esta era una auténtica loba.


     Candela comenzó a recoger las cosas de su mesa y se dirigió hacia la percha donde colgaban su abrigo y su bolso.

Eva: ¿Y tú dónde vas? Y además tan guapa. ¿Tienes una cita? ¿Con quién?
Candela: Jajaja, toma aire Eva, que con tanta pregunta y tan rápido te vas a ahogar
María: Sí, sí, pero tú no te hagas la loca y contesta…
Candela: Madre mía, vaya dos. ¿Os acordáis que el sábado coincidí en el nuevo local con una antigua compañera del Instituto? Pues he quedado con ella para tomar un café.
Eva: ¿Con ella? ¿Por qué? ¿Te gusta?
Candela: No lo sé, Eva. Tan solo es una antigua compañera con la que me voy a poner al día después de muchos años de no vernos. Nada más.
María: Tú siempre tan receptiva, linda. La verdad es que ya va siendo hora de que dejes aparcados esos “nada más” y abras la puerta a algún “quizás”. ¿Es guapa?¿Es buena chica?
Candela: Es muuuuy guapa y era buena chica. Ya veremos.
Eva: Sí cariño, ya va siendo hora de que…
Candela: ¡Eva!
Eva: Vale, lo siento, me callo. Solo queremos que seas feliz.
Candela. Estoy bien. Me marcho, que al final voy a llegar tarde…

      Candela se dirigió al lugar de la cita y en su cabeza martilleaban todavía las palabras de Eva “Ya va siendo hora de que..” Por protegerse, llevaba tanto tiempo cerrada a la posibilidad de que nadie entrara en su vida que, a lo mejor sus amigas tenían razón y sería más sencillo dejar entrar a alguien y permitirse volver a ser feliz de nuevo, que permanecer cerrada a cualquier contacto y seguir llevando la anodina vida que llevaba. Sumergida en sus pensamientos llegó hasta la puerta del Café y la vio en la mesa del fondo. Se frotaba las manos nerviosa, estaba espectacular y parecía tener una actitud desvalida. Una ola de ternura recorrió el interior de Candela y decidió, por primera vez en mucho tiempo dejarse llevar. Con su mejor sonrisa se dirigió hacia la mesa que ocupaba Teresa.

TERESA
Había tenido sensación de nerviosismo y desasosiego todo el día, como si diminutos alfileres se le fueran clavando por todo el cuerpo. No había querido ni entrar en el Laboratorio por temor a meter la pata con el estudio que estaba efectuando, así que le pidió a Alba, que también trabajaba en la empresa, que se acercara al laboratorio a testar las muestras.

      Parecía una leona enjaulada. Abría y cerraba carpetas, iba de la silla al sofá y de allí otra vez a la silla, abría carpetas que no leía o daba vueltas por el despacho sin rumbo ni tino. En una de estas entró Alba.

Alba: Ya está acabado lo del Laboratorio. Te he traído los resultados. Pero ¡estate quieta, deja de pasearte sin rumbo! ¿Me estás escuchando?
Teresa: ¿Eh? ¿Sí?  Los resultados, claro, gracias.
Alba: Teresa, cielo, ¿estás bien?
Teresa: No lo sé…
Alba: ¿Qué te pasa? ¿Por qué estás tan nerviosa?
Teresa: Esta tarde he quedado con Candela para tomar un café y no sé qué voy a hacer, no sé qué le voy a decir.
Alba: Vamos Teresa. No puede ser tan grave. No tienes que desnudar tu alma con ella, si no quieres. Es solo un café. Ya verás lo que hacer según vaya pasando el tiempo. Pero si te decides a contarle todo lo que pasó por tu mente y tu corazón cuando eras adolescente, si te decides a contarle que nunca la has podido borrar de tu alma y si te decides a confesarle que te encantaría poder conocerla más a fondo y comenzar una relación con ella, no tengas miedo y hazlo, porque será la única forma en la que puedas reconciliarte contigo misma. Si ella se muestra abierta y comprensiva, estupendo, habrás abierto por fin la puerta de tu corazón. Y si te dice que no, pues definitivamente habrás dado carpetazo a una parte de tu vida que te lleva atormentando desde hace tiempo. Adelante. Eres una mujer preciosa, inteligentísima y muy interesante. Tienes muchísimo que ofrecer y si ella no lo quiere, será problema suyo.
Teresa (besando a Alba en la mejilla): Gracias. Tienes razón.

En ese momento sonó el móvil de Teresa. El corazón le dio un vuelco, pensó que quizás era Candela para anular la cita, pero el corazón dejó de saltarle en el pecho cuando al responder la llamada se dio cuenta de que era la periodista, para preguntarle a ver si se había dejado una carpeta en su despacho, a ver si podía hacerle el favor de comprobarlo y llamarle luego para decirle, si es que la carpeta estaba allí,  cuándo podría ir  a buscarla. Teresa colgó y comenzó a dar vueltas por el despacho.

Alba: ¿Qué pasa? Tranquilízate.
Teresa: Era la periodista de ayer. Parece que se dejó una carpeta y que quiere recuperarla.
Alba: A ver, relájate que te va a dar algo. Vete tranquila a tu cita. Yo busco la carpeta y si me das el teléfono de la periodista yo la llamo y acuerdo con ella cómo entregársela.
Teresa: Sí, sí, gracias

      Llegó al Café Peninsular a las cinco menos diez y se colocó en una de las mesas del fondo. Pasados cinco minutos la vio entrar por la puerta. El corazón le golpeaba en las sienes. Estaba guapísima. Y ella estaba perdida. Volvía a sentirse una adolescente insegura y no le gustaba nada esa sensación. No sabía cómo, pero en un momento o en otro tenía que sacudirse ese desasosiego y contarle a Candela lo que sintió por ella y lo que creía que seguía sintiendo. Candela levantó el brazo para saludarla y se dirigió hacia donde estaba ella con una deliciosa sonrisa en su boca. Le dio dos besos al llegar y ella tuvo que sentarse porque notó que las fuerzas le fallaban. Pidieron dos cafés y hablaron de sus familias, de sus amigos, del Instituto…

Candela: Siempre me desconcertó mucho tu actitud conmigo en el Instituto, siempre pensé que te caía mal.
Teresa (resoplando): Bueno, supongo que es el momento de lanzarse a la piscina.
Candela: ¿Qué?
Teresa: Nada. Que supongo que es el momento de encarar las cosas. No sé en qué momento de tu vida ni con quién te diste cuenta de que te gustaban las mujeres, pero tú fuiste mi momento. Fuiste mi primer amor. Un primer amor platónico y no correspondido, claro. Supe que te quería el primer día que te vi, porque desde ese instante no tuve ya ojos para nadie más. Te quería y la única forma de no perderte que encontré fue no decirte nada y no permitir que supieras nada para evitar que me rechazaras.  Pasé dos años enamorada de ti, soñando cada noche contigo y volverte a ver ahora de nuevo ha hecho que todo se removiera en mi interior y me ha hecho darme cuenta de que nunca he superado realmente esa sensación. Desde que te encontré el sábado pasado no puedo pensar en otra cosa que en ti. Así que ya ves, ya fui cobarde una vez y no quiero seguir siéndolo. Entiendo que tú no sientes lo mismo por mí, pero yo tenía que decirte lo que me pasó, lo que me pasa, porque de otra forma mi vida va a volver a colapsar.

      Bajó la vista y resopló. Su cuerpo, tras haber estado tan tenso tanto tiempo, yacía desmadejado. Tanto, que Candela no pudo menos que sentir una infinita ternura por la mujer que tenía enfrente. Su declaración la había cogido desprevenida, pero debía confesar que lo que había oído no le desagradaba en absoluto. ¿Por qué no lanzarse por fin? ¿Por qué no dejarse llevar? Tocó la mano de Teresa y notó cómo se le erizó el vello del brazo. Le gustó sentir que el simple roce de su mano había causado una reacción tan notoria.

Candela: No tenía ni idea. Siento si te hice sufrir. Siento si no te lo estoy haciendo pasar bien ahora. No puedo decirte que sienta lo mismo que tú, ni siquiera puedo decirte que sea la misma de antes, pero sí puedo decirte que me pareces una mujer muy bella y muy interesante y que si te parece bien, podemos ir quedando de vez en cuando  y seguir conociéndonos.
Teresa: Me encantaría. Podemos vernos el domingo para comer juntas, si te parece. No quiero agobiarte, pero no puedo desaprovechar la oportunidad que me estás ofreciendo.
Candela: De acuerdo. Nos vemos el domingo, pues.


      Teresa no quería romper la magia del momento y estaba segura de que si no se iba ya se echaría a llorar o se pondría a  bailar encima de la mesa. Y no quería hacer el ridículo ahora que las cosas parecía que empezaban a encauzarse. Así que se levantó, besó a Candela en la mejilla y se despidió hasta el domingo siguiente. Candela la vio alejarse y no pudo reprimir una sonrisa. Se tocó la mejilla con la mano como queriendo retener el calor de Teresa y se dio cuenta de que seguía viva y de que la llama de una pequeña ilusión había prendido en su interior.
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5 comentarios:

  1. Que capitulo tan hermoso... me gusta que se den una oportunidad...
    Saludos

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  2. Pues ya esta, Ya tengo El Hilito, Gracias Por LaExplicacion , Q Me Pierdo Eh Jajajajaja

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  3. Otro,otroo,otrooo,otroooo...............
    Deseando saber como es el encuentro entre MARIA Y ALBA.
    Saludos ...............

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  4. M encanta Teresa, se parece a mí, siempre muriendose del miedo y vuelta gelatina pero aun así hace lo que debe. Es tan emocionante recordar ese primer amor cuando eramos tan inocentes.

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  5. Ufff esto es un reflejo de mi sera que resultara si yo le digo al amor de mi vida que la quiero mmm me encantaría como reaccionaria

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