Capítulo
20
Huracán
-¡Gané!- Gritó
Piro de lo más sonriente, levantándose del suelo para yacer sentada y agotada
frente a la humareda. -Cof cof- Tosió a pesar de la máscara, que notó fisurada
e incluso ligeramente derretida. Detrás del cristal antibalas ahora expuesto...
un brillo divertido marcaba aquellos ojos verdes, junto a sus mechones rojos.
-¡Le gané a la Hime más poderosa! Soy Piro y esto será recordado para la
posteridad- Comenzó a reír cual maniática.
-No cantes...
victoria tan rápido- Los ojos de las Valquirias amenazaron con salirse de sus
cuencas... -Esto aún, no acaba-
El humo se disipó
lentamente en el espacio derruido, pero la señora del fuego no se había movido
ni un ápice. Los cabellos naranja cubrían el rostro sombrío, una mueca
agresiva, los dientes blancos enterrados en la carne de sus labios y las gotas
sanguinolentas bajando por su barbilla. Con un lento movimiento irguió su faz
llena de hollín y pequeños cortes. La mirada lila, así como la expresión de la
muchacha, era irreconocible, su cuerpo magullado, llenó de heridas y su ropa
desgarrada, en algunas partes quemada. Mai ladeo la mirada sobre Nina, causando
que esta se estremeciera. -Ocúpate de Piro... yo tengo algo que resolver con
ella- Sonrió sádicamente mirando a Zafiro. Nina contuvo sus deseos asesinos,
pero era justo, Mai tenía más motivos que vengar.
Nina acomodó a
Arika contra la pared, a ella aún le tomaría tiempo recomponerse, una costilla
o dos rotas, era sumamente doloroso, no estaba en condiciones para luchar.
-Quédate quieta... en cuanto acabe con esa, vendré por ti- Se puso de pie, sus
pasos dudaron en cuanto aquellos ojos fuego se detuvieron sobre Miel y Erstin.
La mirada ensombreció, esa persona estaba herida y a merced de aquella vil
mujer. La palidez de su esposa sumada a la enorme mancha de sangre en el suelo,
le revolvió el estómago. Maldijo que Nao no estuviera en condiciones para
ayudar, esa maldita Valquiria. -Ya tendré tiempo de matarte lentamente Miel-
Gruño por lo bajo, continuando su camino hacía Piro.
-Pero... pero...-
Piro iba a cuestionar, incluso se interpuso entre Mai y Zafiro, pero... -Déjala-
Escuchó a través de su comunicador, la Primera Valquiria había hablado y
muy a su pesar tenía que obedecer.
Ninguna supo el
sacrificio por el que optó la de melena naranja, no vieron que a través del
guante destruido y la tela ligeramente quemada de su brazo izquierdo, la piel
se había tornado negra y sólida como una roca. Mas esto ni siquiera preocupaba
a la ex-dueña de Kagutsuchi, su único objetivo, aquel que la mantenía viva, era
tomar venganza de todo ser que se interpusiese en su camino. Levantó el brazo
funcional y una flama encendió un fulgor distinto. Este fuego no quemaba su
piel y lo que parecía un nuevo brazal giratorio con gemas verdes, brillaba en
su mano. Mai no tardo en lanzar la llamarada contra Piro, quien evadió por
poco, no sin ver el fuego pegarse a la parte baja de sus pantalones. Se revolcó
en el suelo para apagar el incendio y
luego se puso de pie con dificultad.
-Deja de jugar...
Tokiha...- Zafiro ya estaba frente a ella con sus armas dispuestas a principiar
la que sería una muerte segura para alguna de las dos. La primera hondonada de
fuego vino sobre la enmascarada, que con un movimiento calculado se hizo a un
lado, deslizándose lateralmente, sintió como dolía la piel a pesar de no ser tocada
por la flama o que su ropa no ardiera en llamas. -“Ahora si es enserio”-
Ambas guerreras comenzaron a correr en una seguidilla de disparos y llamaradas.
Mientras la valquiria evadía cada ataque con movimientos casi irreales, Mai
usaba sus brazales para desviar los disparos como si fueran simples canicas.
En el lado opuesto
Nina con su querida Neptuno en mano, comenzaba su propia batalla contra Piro,
la guadaña impactaba violentamente con la fuerte hoja que hacía las veces de
escudo. La morena replegaba la enorme lanza con fuerza, empujando a Piro y su
arma, luego saltaba y con un corte intentaba partirla en dos, pero la dama de
abundante pecho, lograba escapar por alguna gracia divina. La de ojos verdes
sudaba copiosamente bajo la máscara, acudía a su ventisca pero la gran lanza
cortaba el viento, esto la detenía apenas unos segundos, los que usaba para
atacar con su guadaña.
Milagro, las ex
Hime no encontraban otra palabra en su vocabulario para definir lo que ocurría
ante sus ojos. La voz colérica de Mai, había encendido en sus corazones un dejo
de esperanza, uno necesario para continuar con aquella lucha devastadora. Nao
fue la primera en percibirlo, cerró sus ojos antes de proferir un largo bufido,
una muda queja a su propia debilidad. Llevó la mano sana al brazo lastimado y
con un movimiento rápido de esta y su cuerpo en una contorsión extraña, acomodó
los tendones y los músculos, aquel fue un sonido seco de articulaciones tomando
la posición natural. La pelirroja, cuya melena había dejado crecer desde la
muerte de Natsuki y ahora llegaba más abajo de sus hombros, tensó la mandíbula
para no proferir un solo gemido, no sentía se derecho después del sacrificio de
Mikoto.
La Yuuki miró con
ternura a la 'pequeña' Mikoto, una lágrima rodó por su mejilla... la morena
estaba tan pálida y fría. -Perdóname... por no saber cuidar de ti, por no hacer
caso a tus palabras- Se quitó el saco militar e improviso en un zurullo una
almohada para la Minagi. Se inclinó levemente y le dio un beso a la frente
expuesta. -Código Julieth, activar al 50%- En la gema de su arete aparecieron
una serie de líneas luminosas, el sistema liberó la capacidad de las nano
máquinas y sus heridas sanaron inmediatamente. Tal poder a cambio de una mancha
oscura que apareció en sus costado derecho, ahora expuesto por la ausencia de
su chaleco.
Nao miró un segundo
a Zafiro, necesitaba acudir en auxilio de Mai o era más bien su deseo de ayudar
a matar a la asesina de Mikoto, aunque acercarse era una idea suicida pues el
lugar estaba colapsando entre las llamas. Decidió primero auxiliar a Erstin,
caminó lenta y tranquilamente hacía Miel, quien tras notar su presencia acercó
el filo ambarino al cuello de la rubia.
-Si haces eso, no
habrá nada que pueda salvarte de mí- Sonrió Nao mostrando la segunda garfa que
permanecía intacta, antes de desaparecer en el aire.
Una desconcertada
Miel, miró en todas direcciones sin encontrar a la pelirroja ¿Cómo alguien
puede moverse tan rápido? Su descuido no le permitió ver su presa estiraba el
brazo lastimado, moviendo los dedos -“Ya he sanado”- Sonrió la de ojos
azules. Erstin había estado esperando el mejor momento para actuar, el filo se
separó lo suficiente de su garganta, ese era el instante. La rubia estrechó el
arma entre sus dedos a pesar del daño que ello le causaba y jaló con tal fuerza
que Miel no pudo mantenerla entre las manos. La macana de ámbar fue lanzada
lejos, se clavó en una fisura de las paredes haciendo imposible su extracción.
Iracunda la valquiria, lanzó un golpe por la espalda a Erstin, solo para cortar
la tela. La joven Ho se había movido en el momento justo, saltando muy alto
para caer a la espalda de la servil de Sears. Tomó aquella oportunidad para
usar su 9mm y dispararle a Piro, aquel acto tomó por sorpresa a la pelirroja
que se llevó la mano al costado herido. Así como saltó para evitar nuevamente,
ser partida en dos por Nina. Contrario a lo que imaginaba, la pelinegra le
dedicó una mirada de reproche. Los ataques a traición nunca fueron bien vistos
por la joven Blan.
-Ya estas muerta...
pequeña- Escuchó un sonido malvado en su oído y el aliento rozarle el cuello.
Miel se giró buscando a Erstin, pero solo vio un rostro muy cerca, con una
mirada limón llena de rencor hacia ella. Sintió el estupor que llena a las
víctimas de una araña, esto le impidió actuar a tiempo. La pelirroja colgaba de
cabeza, sujetándose a un hilo casi translucido adherido al techo, al mejor
estilo de su Child. En cuanto la joven aterrada quiso atacar a Nao se dio
cuenta que no podía hacerlo, algo intentaba cortar su carne cuando movía alguna
parte de su cuerpo.
-¿Qué...qué me
hiciste?- Intentó de nuevo, pero el corte en su brazo se hizo más profundo y le
obligo a soltar su segunda macana, que resonó en el suelo.
Nao sonrió, antes
de estrechar con una de sus manos en cuello de la chica, las garfas lastimaban,
pero no presionaba con suficiente fuerza como para degollarla o cortar una de
las arterias principales. -Estas en mi telaraña... Mielita... ¿Sabes lo que
pasa a las moscas que caen en ella?- No era necesario decir más, la enmascarada
supo que si movía alguna parte de su cuerpo, el hilo cortante se clavaría más
en su piel hasta descuartizarla. -Ahora eres mía-
-No... no la mates-
Intervino Erstin, sujetando la muñeca de la pelirroja.
-¿Qué? Esta mocosa
casi te mutila un brazo y tú...- Nao bajó del techo, volteándose a ver a su
compañera de equipo. -“Es cosa mía o a esta chica se le han muerto las
neuronas, y yo que pensaba que era la excepción a la regla de las rubias
tontas”-
-Po...podemos...
sacarle información... de...después- Musitó abochornada. Lo cierto era que la
joven Ho, tenía un raro presentimiento respecto a sus atacantes. Estar tan
cerca de Miel le hizo sentir algo muy extraño, saber que la cubrió con su
cuerpo de la onda explosiva siendo enemigas era algo irracional. Pero a la vez
le permitió ver sus ojos, si no se equivocaba eran de un color café claro como
sus cabellos. En ellos adivinó una la mirada vacía que le llenaba de pena y
solo el instante en que sus brazos la rodearon, un tenue brillo gentil ocultó
aquella mascara.
Esto le dio una
idea, estiró la mano lastimada cuya hemorragia ya se había detenido. Atravesó
los hilos con cuidado de no cortarse, ante él espanto de Nao. -“Ahora quiere
quedarse sin dedos... ¡Rayos!”- Cuando sus dedos palparon la prenda
metálica con un visor a la altura de los ojos, Miel se movió temerosa a pesar
de las heridas que esto le causó.
-No temas...
Miel-san- Dijo Erstin con dulzura, presionando un par de separadores primero y
en cuanto quiso hacer lo mismo con los superiores, para liberarla del
anonimato. Nao sacó rauda la mano de ella sin dañarla y saltó con la rubia en
sus brazos lo más lejos que pudo. A su espalda una llamarada junto a un cuerpo
siendo golpeado de forma inclemente, se aproximaba peligrosamente a los hilos.
-¡ZAFIRO!- Gritó
Miel, concentrando todo su poder. Una muralla de ámbar recibió en su interior a
la primer Valquiria, pero por la fuerza del impacto, el cuerpo y las llamas
continuaron su trayectoria. Miel cortó como pudo los hilos, generando
estalactitas ámbar a la velocidad de un pestañeo, pese a que no logró cortarlos
todos a tiempo, saltó para recibir el cuerpo lastimándose en el proceso. La
joven valquiria logró con suerte tomar a zafiro en el aire y evitar el golpe
completo de la llamarada de Mai. Sin embargo ya no contaba con fuerza y sus
piernas estaban tan lastimadas que no le respondieron para aterrizar. Ambas
figuras impactaron contra el suelo, Miel sobre sus piernas lastimadas que
rápidamente cedieron a la fuerza de la gravedad y de sus labios profirió un
gritó torturado. Zafiro en cambio impactó contra el suelo de cabeza, el casco
se rompió y una mancha de sangre comenzó a llenar el piso donde ella aguardó,
lejos de la vista de todas.
En el raro silencio
que hizo, Miel se arrastró por el suelo como pudo con las manos, intentando con
toda esperanza llegar al lado de la líder. Si algo le pasaba al proyecto, todas
5 serían asesinadas por su ineficiencia, por no poder protegerla.
Todas las Otome y
Piro vieron el humo manar de las ropas de las dos mujeres, heridas a causa del
fuego y los cortes. Erstin se llevó la mano a la boca para acallar un gemido,
la vista era horrorosa. Mientras Miel sacudía a su líder con la esperanza de
que reaccionara, pese a que ella estaba apenas consciente, Zafiro no respondía.
Piro dejó caer su elemento y se arrodilló en el suelo sintiendo su propia
sangre gotear entre sus dedos, sabía que estaba perdida. Sus amigas... ya no
estaban con ella para luchar. El escuadrón Valquiria había fallado y si las Otome
no les mataban, si lo haría Iori Katsuya.
-Ahora... Mikoto
estará en paz- La voz llorosa de Mai atrajo la atención del grupo. La ojilila
había logrado lo impensable para el resto, pero no por ello estaba contenta.
Había aprovechado un momento descuidado de Zafiro, la joven perdió la serenidad
cuando Miel fue atacada y sus gemidos de dolor audibles, eso sin contar con el
hecho de que sus pasos empezaron a hacerse torpes, soltó una de sus armas, un
error extraño en alguien con tanta experiencia armada. Zafiro ya no coordinaba
tan bien, alguna clase de dolor físico la atacaba a la altura de la cabeza, ese
segundo lo definió todo, entonces lanzó su más fuerte ataque, logrando para si
la anhelada venganza. Sin embargo, eso no le iba a devolver a su amada.
Todas bajaron la
mirada entendiendo que la adrenalina en su sangre, les había hecho olvidar por
un momento a la querida Minagi, ahora sin nadie más a quien enfrentar... La
cruda y dura realidad se hacía tangible en ese momento. Las lágrimas comenzaron
a surcar los rostros, o eso al menos hasta que un raro sonido atrajo la
atención de todas ¿Estaba sonando un estomago?
-Mai.... hambre...-
Todas giraron en dirección de esa voz, la dicha volvió a la vida los corazones.
Mikoto se levantaba del cómodo lecho improvisado por Nao con cara somnolienta,
que sin duda fue la segunda en correr a su encuentro. Mai claramente la
primera, ya estaba junto a la Minagi llenando su rostro de besos y abrazándola
ante una muda queja de la pelinegra. La herida le había atravesado el hombro de
lado a lado y el veneno causado un dolor tan agudo que la llevó a la
inconsciencia. Sin embargo las Nano máquinas en su cuerpo había trabajado
arduamente en contrarrestar la ponzoña y cerrar la herida, que si bien no
estaba totalmente sana y aun dejaba ver cierta profundidad, ya había dejado de
sangrar.
-¡JURO POR KAMI QUE
LA PROXIMA VEZ VOY A REVIZAR SUS SIGNOS VITALES!- Gritó Nao, recordando el
incidente con Lord Kiyoku. Un tercer susto de esos no volvería a vivirlo, aun
si tuviera que tomar un curso de primeros auxilios para ello. -O dejo de
llamarme Nao Yuuki...- Se arrodilló junto a la pareja. Mai y Mikoto estaban
algo asustadas por el ímpetu de su compañera.
Nina aprovechó el
momento para acercarse a Erstin y acariciar su mejilla. -No vuelvas a hacer
tonterías- Musitó tímidamente a su esposa, antes de depositar un beso en sus
labios. Los ojos azules de la joven Ho se abrieron llenos de sorpresa, para
luego cerrarse en un gesto de entrega a su amada. Sollozó secretamente de dicha
ante el gesto afectuoso de su amor y le dolió separarse de ella a falta de
oxígeno. -Prométeme que no volverás a descuidarte por mí- El tinte sonrojado en
el rostro de Nina, estremeció completamente a Erstin, que no dudo en abrazarla.
-Lo prometo... si
tu prometes entrenar más, casi... casi... te...- Pero los dedos de Nina se
posaron en sus labios. Ninguna de la dos quería decir las palabras que causan
tanto terror.
-¡Demonios! Todas
tienen novia menos yo- La voz de Arika, resonó cual eco en la bodega casi
destruida. -No es justo- Decía apuntando con el filo a Piro, que no levantaba
siquiera la cabeza.
-¡Habla por ti! Yo
estoy más sola que un hongo- Fue toda la respuesta que obtuvo de Nao.
-Señoritas...- Piro
interrumpió la dicha de la multitud. -Deben irse...- Su tono derrotado y su
estado deplorable, hacía que no se le tomara muy enserio.
-¿Quién rayos te
crees tú para darnos ordenes?- Nao, caminaba furiosa en dirección de esa mujer.
Quería romperle la cara, tirarle 5 dientes por lo menos y de paso, torturarla.
-Todo... esto ha
sido una trampa- Piro levantó la cara, bajo lo que quedaba de su casco ocultó
una sonrisa irónica. -Creí que... que venceríamos pero no es así, solo... solo-
Su voz fue acallada por un puñetazo venido de Nao.
-Ni en tus sueños
Nena- Antes de que la temperamental pelirroja lastimara más a la valquiria,
Erstin la retuvo como pudo.
-Di lo que tengas
que decir- Expresó con seriedad Nina acuclillándose a la altura de una
arrodillada Piro, algo en ella había cambiado o dicho de otro modo, renacido en
esa confrontación.
-Las estábamos
esperando- Intentó explicar bajo su máscara.
-¡Dime algo que no
sepa Zorra!- Erstin sudaba frío, Nao estaba muy eufórica y enojada al mismo
tiempo, además de vulgar.
Piró escupió sangre
en su propia mascara y continuó hablando. -Iori-sama esperaba que nosotras
pudiéramos destruirlas, sería tan fácil con nuestros Slave... pero se negaron a
que los usáramos, con ellos las hubiéramos derrotado, sin embargo nos dieron
estas copias baratas del dispositivo que se le extrajo al cuerpo de Kuga-san,
creíamos que sería suficiente- Detuvo su explicación sujetándose con más fuerza
la herida. -Ellos solo querían llevarlas a ustedes a un nuevo límite, el 50% de
su poder... ahora, ellos sabrán que no pueden alcanzar el 100%, han monitoreado
nuestra batalla todo el tiempo- Las Otome palidecieron, observando en todas
direcciones y solo entonces notaron pequeños puntos negros en las paredes tanto
destruidas como las intactas.
-¿Por qué nos dices
esto?- Ahora era Mai la que miraba con incredulidad a su antes rival.
-Porque nos usaron,
nos enviaron a una muerte segura... Iori Katsuya, nos dio órdenes claras de
derrotarlas en menos de una hora, cuando este tiempo se agotara...- La chica
comenzó a toser y Arika se inclinó para ayudarla y que pudiera habla. Nina se
puso de pie, le costaba no golpear a esa mujer en cuanto aludió a su hermana.
-cuando... pasará una hora, las instalaciones se destruirían, se suponía que
tendríamos tiempo de escapar, pero fui tonta... todo este sitio quedó sellado,
incluso para que nosotras, el escuadrón valquiria no pudiéramos salir- Concluyó
Piro derrotada.
Entonces Nina
sujeto por el cuello del destrozado traje militar a la Segunda Valquiria.
-¿Cuánto tiempo va de eso?-
-Faltan 20
minutos... para la hora- Tales palabras le costaron que la pelinegra la soltara
y de no ser por Arika se hubiera golpeado contra el suelo.
-¿Mikoto... chicas,
están en condiciones de hacer la operación de salida?- Preguntó la líder, con
una autonomía y serenidad que ahora estaba más acorde con su papel en el
escuadrón. Todas asintieron con gestos serios.
-Por favor... solo
les pido una cosa- Suplicó con voz suave Piro.
-¡¿Crees qué estás
en posición de pedir algo?!- Nao no podía creer la desfachatez de aquella
mujer.
-Calma Nao...¿Qué
pides...?- Sopesó las cosas Nina, esa mujer bien podría haberlas dejado
sucumbir con la bomba de Sears y no parecía mentirles. Hizo un ademán con la
mano. Arika entendió el mensaje y se apresuró a poner los explosivos de
Garderobe, si Piro mentía de todos modos ese lugar volaría en mil pedazos.
-Llévense a Zafiro
y a Miel- Le costaba respirar, pero la desesperación en su voz hizo dudar un
segundo a Nina. -Miel es gentil e inocente... y a Zafiro... a ella le espera un
destino terrible-
-¡Listo!- Volvió
Arika con una sonrisa en los labios. Mai y Mikoto se miraban confusas, Nao
negaba rotundamente con la cabeza.
-Creo que debemos
llevarnos a Miel, ella me ha protegido en la explosión- Se atrevió a decir
Erstin recordando ese extraño sentimiento en los ojos de la chica. La joven
esposa de Ho, negó con la cabeza.
-Ni loca... No
iremos a llevarnos a esas asesinas ¿O sí?- Cuestionó Nao con el ceño fruncido.
-No tenemos tiempo para estas tonterías, hemos perdido un valioso minuto- En
eso tenía razón la pelirroja.
-Yo no cargaré a
Zafiro, si se la va a llevar alguien que sea otra- Mai se cruzó de brazos
negando, Arika desvió la mirada haciéndose la desentendida.
-No podemos
arriesgarnos con Zafiro o Miel, pero usted Piro-san, ha demostrado no estar de acuerdo
con los métodos de Sears. Por eso solo a usted la llevaremos con nosotras, si
acepta quítese los brazaletes elementales y deje que Arika le despoje de todas
sus armas, si no... la dejaremos aquí, después de todo no puede ascender sola
por los conductos sin nuestra ayuda- Decidió al final, no estaría mal
interrogar a alguien más presta a colaborar que el resto, y francamente no era
práctico llevarse a personas inconscientes o quizás muertas.
-Supongo que no
tengo otra opción- Llevó las manos a sus brazales y los retiró lastimándose en
el proceso, pero no delató queja alguna. Se puso de pie como pudo y dejó que la
castaña le quitara todas sus armas. -Perdónenme... chicas- Musitó con culpa
mirando los dos cuerpos juntos en los que no había movimiento.
-Chicas...
aprovechando que cuento con mis brazales de fuego y Nao tiene sus garfas...
nosotras abriremos paso en los bloqueos de los niveles, Nina, Arika y Erstin,
deberán usar sus arneses conjuntamente para ayudar a Piro, yo me llevo a Mikoto
volando...- Dijo Mai sin perder tiempo y estrechando entre sus brazos a Mikoto.
-Agárrate Mikochan- Sonrió ante la obediencia inmediata de su novia.
El grupo se
apresuró hacia el lugar por el que habían entrado y desaparecieron por los
conductos de los ascensores del ala Este en un cerrar de ojos. Dejados atrás
quedaron los cuerpos inmóviles y seriamente lastimados del restante escuadrón
Valquiria. El silencio más perturbador tuvo lugar, hasta que la denominada
Zafiro se puso de pie con una gran mancha de sangre en la frente, si sentía
dolor, estaba claro que su fino rostro de porcelana no decía nada. Tiró sus
lacios cabellos hacia atrás en un ademán salvaje y en sus ojos brilló un tono
azul eléctrico de aire gélido. Parsimoniosa llevó su muñeca a sus labios, allí donde
tenía un comunicador de alta gama, algo derretido pero funcional. -Iori-sama ya
puede informar a Lord Nagi... las Otome aún no saben el uso la estrella azul
que se oculta en el cielo e ignoran completamente el contrato... además el
escuadrón Otome ya se ha llevado el paquete... como usted intuyó Piro se ha
sentido traicionada y se ha unido al enemigo, su voluntad siempre fue débil-
Una nota de rencor delataba esa voz ligeramente ronca y suave. -Yo la eliminaré
por usted la próxima vez-
-Muy bien señorita
Kruger... es usted siempre impecable en su trabajo- El beneplácito de Iori era
palpable en cada palabra, se podría apostar que a muchos Kilómetros de allí
estaría sonriendo. -Pero no debes matar a Piro mi querida Zafiro, no por ahora
que el rastreador está en su cuerpo. Ellas la llevaran al sitio que deseamos
que llegue y la memoria de nuestra traidora, no será un problema... olvida con
tanta facilidad como tú... Zafi- Risa maquiavélica, llena de veneno como las
lenguas bífidas de las serpientes, así se oía Iori. -Tú solo preocúpate de
salir de ahí pronto, no quiero tener que explicarle a mi hermana porque se ha
quedado viuda-
-Como usted ordene-
Cortó la comunicación, el humor de Iori 'siempre' había sido así de negro, o
eso desde que recordaba, que tampoco era mucho. Tenían 13 minutos para salir de
ahí, así que se inclinó, retiró el casco a la chica, era una castaña de largos
cabellos y rostro algo aniñado para su edad. La tomó en sus brazos, comenzando
a caminar con ella. -Gracias por protegerme, pequeña- Fue extraño apreciar la
dulzura con la que ella le hablaba a la castaña inconsciente. Entonces desvió la mirada sobre las otras dos
inconscientes. -Zera, Yun... dejen el melodrama y levántense, tenemos que largarnos
de aquí-
-Con lo deliciosa
que estaba siendo esa cabezadita, si estaba teniendo uno de esos sueños
húmedos, ustedes me entienden- Se puso de pie Yun, retiró el molesto casco que
le tenía sudada la cara, una vez libre del feo aditamento dejó caer los
cabellos rosa sobre su espalda. -Tendrían que hacer estos trastos con algo de
ventilación en los laterales- Comenzó a correr hacía la sección oculta de esas
instalaciones siguiendo a su líder.
-Déjate de
payasadas- Llegaron en un momento al lugar señalado. Yun abrió los contenedores
discretamente ocultos y protegidos. Una vez abiertos se hicieron visibles 4
armaduras de color negro.
-Malditas
desgraciadas, me iban a dejar ahí tirada ¿No ven que estoy herida?- Se quejó
Zera, posando la mano sobre la plancha donde fue analizada por el láser al igual
que sus compañeras. Entró en la armadura que le abría paso y activo todos los
sistemas, le dolió un poco cuando el metal ajusto en la zona donde Mikoto la
había herido. Sin embargo ella también sanaba a una velocidad sobrehumana y le
fue muy difícil fingir que estaba muerta en el suelo.
-Deja de
lloriquear, comparado con lo que te iba a hacer Minagi Mikoto, esto ha sido
poco, me debes la vida- Arguyó Zafiro ahora en funcionamiento de la Valquiria
I. Yun le ayudó a acomodar a Miel en la suya, pese a que estaba inconsciente no
podían dejar la Valquiria IV en tal abandono.
Sin perder más
tiempo y remolcando a Miel, Zera, Zafiro y Yun, comenzaron a volar gracias al
impulso de cohetes que tenían incluidas las Valquirias. Llegaron a los
ascensores del área Sur y empezaron a ascender por ellos, destruyendo los
bloqueos como si fueran de juguete, era fácil con sus puños metálicos y la gran
artillería en las armaduras. Arribaron sobre cielo Nocturno, mientras Zafiro
sujetaba entre sus brazos a la inconsciente miel, enfundada en su Valquiria. A
lo lejos aquellos ojos del más frío hielo, pudieron ver como las Otome subían a
una aeronave, comenzando a elevarse con tan solo 2 minutos antes de la
explosión.
-La próxima vez
vamos a machacar al escuadrón Otome en su propio territorio- Puntualizó Zera
sin dejar de mirar cómo se alejaban en aquel Jet anti-radar.
-Yo quiero hacerlo
ya, pero ni modo... las reglas son las reglas- Se quejó Yun. -Pero largo que
esto va a explotar- Así, las jóvenes al servicio de Sears se alejaron en
dirección opuesta al otro grupo.
-0-0-0-
Detuve el auto una
calle antes de llegar a mi objetivo. El lugar parece completamente solo, pero
ante el ojo experto hay un par de vigías en las sombras, no hay que preocuparse
por ellas. Contrario a sus escalofriantes máscaras, están allí para intervenir
si la policía viene por aquí o si algún ebrio de los negocios cercanos se pone
pesado. El sonidos de mis tacos al andar, es todo lo que se escucha en aquella
solitaria callejuela, sombría pero limpia. Me detengo un momento, un letrero
atrae mi atención “El Dragón rojo”, sobrio y discreto como el
lugar mismo. Observo mi reloj asegurándome de la hora, he llegado justo a
tiempo. Doy 3 toques a la puerta de metal reforzado.
Una pequeña rejilla
se abre, mostrando unos ojos negros seductores. -Clave... y pase-
-Rubí- Levanto una
tarjeta roja con un Dragón dorado en él. Segundos después se oyen cerrojos y
chirridos, incluso teclas, para que al fin se abra la gran puerta de hierro.
Veo una dama ataviada en un enterizo de cuero que deja bastante poco a la
imaginación. Retengo la sed de piel, tengo otros asuntos que resolver. Hoy no
vine por placer personal.
Ante mí se abre un
lugar lleno de sombras y humo de cigarrillo, bastos rincones donde mujeres de
las altas esferas sociales, esconden sus más preciados secretos, sus bajas
pasiones y desvaríos. Tiene entrada exclusiva, solo quien puede pagar y muy
bien, entra. En este sitio, libre de la mancha masculina, solo existe un
código. Lo que pasa en el Dragón rojo, en el Dragón rojo se queda y claro, las
mujeres mandan. Dejo vagar la vista, hace 5 años que no vengo. Música sugerente
y mujeres exóticas deleitando a las expectantes con sus danzas eróticas. La
dama me guía a una mesa en el VIP, allí aguarda por mí la persona a la que he
venido a ver.
Siento las miradas
posarse sobre mí, como si fuere una atracción más del lugar. Uso una minifalda
al muslo, una camisa de tirillas negra, una chaqueta beige y unas botas de
cuero a la rodilla, del mismo tono. Una moña alta, sujetada por unos palillos,
además de unos lentes negros. Tomo asiento y miro a mi interlocutora. Ahn Lu
alías “Ámbar”, la primera para mí hace ya tanto tiempo... pensar que abandoné
este mundo rutilante, la noche del deleite eterno y sus brazos de fuego. Era como
una droga a la que no era fácil decir no y he de admitir que en aquellos años
de adolescencia, portaba todavía un dejo de ingenuidad que ella supo borrar.
-Le llaman Natsuki
Kruger...- Precisa, sin dar rodeos, siempre hay que contar con un As bajo la
manga y Ahn Lu, es esa carta. Con el mayor decoro posible deslice un sobre
hasta sus manos, no sin dejar de sonreír en aquel bar de ambiente, además de su
propiedad. Ella negó con la cabeza, devolviendo el pago. -Es un regalo, por los
viejos tiempos-
-Ara, me halagas
enormemente Ámbar- Sus dedos se deslizan hasta los míos, intentando encontrar
la debilidad que solo ella conocía. Su piel morena aun hace vibrar los
recuerdos y el escote de su blusa complica la idea de mirar solo sus ojos, esos
ambarinos como los de un gato.
-Por ti Rubí...-
Levanta su copa para darle un sorbo. -Espero que aun te guste... el Bloody
Mary- En efecto, es la copa que reposa para mí sobre la mesa. Imito sus
movimientos dando un trago al mío. -... Solo tengo una pregunta ¿Por qué tu
interés por esa chica?- Me lee o eso intenta.
-Es alguien que se
creía, estaba en el mundo de los muertos- Contengo una nota de dolor en mi
voz. -Alguien con quien tengo asuntos
que resolver- No diría la verdad ni aunque mi vida dependiera de ello.
-Curioso, se la dio
por muerta en el accidente de carretera y un mes después, alguien compró una
identificación falsa a una de mis chicas, en cuanto vi su foto para hacer la
labor... ten por seguro que no pude olvidarme de él- Sonríe divertida, pero
pronto pregunta con tono amenazador. -¿Es alguien que ha intentado verte la
cara?- Ante la sola idea frunce el ceño.
Me apresuro a negar
con la cabeza, Natsuki jamás me traicionaría, eso lo sé. Y Lu, puede ser
mortífera cuando se lo propone. -Yo soy quien está en deuda, también sé que si
alguien quiere hacerse de un nuevo nombre... tiene que acudir a ti de algún
modo- Por eso te busqué, Lu.
-Chica inteligente-
Ahn sonrió soltándome las manos, le bastó tronar los dedos cuando una de sus
chicas llegara con una carpeta, que es puesta a mi vista. -Es... extremadamente
peligrosa- Su tono divertido se convirtió en algo sombrío. -Una asesina letal,
sin remordimientos y de gran temple. Carácter osco, pero francamente eso
aumenta su atractivo, está muy bien por donde la mires... es como un fruto
prohibido-
-Eso no lo dudo...-
Contengo un gruñido al pensar qué clase de miradas le ha dado Ahn a mi Natsuki.
-¿Dónde puedo encontrarla?- Eso es todo lo que importa.
-No la mires, está
en la esquina del ejecutivo tomando vodka...- Sentí que el corazón se detenía
un instante, temblé incluso ante la idea de mirar. Pero no me atreví, presioné
mis manos bajo la mesa ¿Verla? ¡No estoy preparada! Esta viva y eso es lo que
importa. Por 'suerte' Ahn estaba ocupada devorándola con la vista. -Siempre viene sola cada viernes y su visita
concluye en el momento en que la botella se vacía... no entiendo por qué, pero
de ello hace un mes y medio. Aquí le han bautizado la Doncel de Hielo-
-Ara, ¿Y a qué se
debe tal apelativo?-
-Tiene ojos eléctricos-
¿Ojos eléctricos? Miré con confusión. -Cuando se quita los lentes, algo que
solo ha ocurrido una vez. Sus ojos azules destellan, realmente da la impresión
de que están congelados- Aclara muy gráficamente, con el incesante movimiento
de sus manos y su rostro. -Por otra parte, han sido muchas las osadas que se
han acercado, pero a todas las ha rechazado... al final concluimos que está
casada o algo así, es un tempano de hielo. Incluso se hacen apuestas para ver
si cae alguna vez- Levantó los hombros con fingido desinterés.
-¿Qué le hizo
pensar eso a Ámbar? El que está casada quiero decir- La sola idea es terrible.
-Siempre lleva un
anillo en su dedo anular, un Dragón blanco con una gema rubí- Afirma ella,
señalando su propio dedo, aunque desnudo de cualquier gema. Ya no queda duda,
es mi Natsuki. No puedo evitar sonreír, sentir un gran regocijo en mi corazón
al pensar que no se ha desprendido de ese anillo. -¿De qué te ríes Rubí?-
-Tontas memorias...
mías- Giro entre mis dedos la prenda de Zafiro que ella me diera aquella noche.
Esa en la que he debido decir SI, sin remilgos y dejar todas estas tonterías de
espía.
-Tú.. tú estás
¿Casada?- No quita la vista ambarina del anillo de lobo en mi dedo.
-Sí y no...
falsamente y no con la persona que desearía-
Evado sin dar tantos detalles.
-Solo tienes 19
años, ¿No estás muy joven para eso?-
Sonrío notando su
desencanto. -Ara, ¿Acaso Ahn siente pena por haber perdido a un pez en la
inmensidad de este mar?-
-No cualquier pez
tengo que admitir. Sin embargo Rubí. Ella es tu persona especial ¿No es así?-
Murmura suspicaz mirándome a los ojos.
-No imaginaba que
fuera tan obvia...-
-Solo para los ojos
que te conocen. Aunque estoy celosa- Desvía la mirada a un lado, casi infantil.
-Ámbar siempre
podrá decir que fue la primera de Shizuru Fujino, fufufu... pero no sé lo digas
a mi Natsuki... no sé qué tan celosa sea- Una risilla divertida que debí
esconder con recato en mi mano. Me retaba contradictorio el deseo, la necesidad
de verla, de correr a su lado. Aunque yo muriera por ver a mi amada, una estela
de miedo lo embargaba todo en mi interior, era un feo presentimiento. Me puse
de pie al final, con la idea de buscarla. -Debo verla- Sin embargo en la mesa
solo veía una mano enguantada servir otra copa de Vodka, el resto de su figura
prodigiosa estaba oculta en la oscuridad, envuelta por el humo del tabaco. Ara
¿Mi Natsuki fumando? Es necesario que tengamos una charla seria.
-Rubí...- La mano
de Ahn me sujetó antes de permitirme marchar con mi amada. Ello le ha ganado
una mirada asesina. -No sé qué clase de persona sea ella. Pero debes tener
cuidado- Advirtió con una nota de preocupación en la voz.
-¿Por qué?- Me
liberé sutilmente de su agarre, esperando impaciente su respuesta, calma por
fuera.
-Trabaja para Sears
y esa es gente de cuidado- ¿Qué ha dicho? La presión sanguínea cayó por los
suelos, al igual que mi esperanza. -Por tu cara supongo que no lo sabías...
¿Cómo puede guardar tal secreto la persona que...?-
-Shh- Posé mi dedo
en sus labios con una sonrisa falsa. -No permito que nadie cuestione los
principios de mi Natsuki... ni siquiera tú. Ella no es la clase de persona que
piensas Lu-
-Solo sé que si te
hace daño, la mataré- Suspiró largamente, antes de mirarme con expresión
comprensiva. -Ella no es la misma persona que hayas conocido- Sujetó mis
hombros. Contuve la necesidad de exigirle ser más exacta. -Cuando vino por los
documentos, tenía serías heridas que si me lo preguntas desaparecieron de la
noche a la mañana y estaba ida, como si le hubieran drogado. Además, le
pregunté su nombre original para borrar el registro y no dejar huella- Como
siempre Ahn, es tan perfeccionista en su trabajo. -No supo darme su nombre...
ella no sabe quién es, y dudo que sepas quien eres tú-
Ahn volvió a mover
su mano solicitando un servicio urgente, de algo fuerte para que yo asimilara
la información y está claro que apuré el amargo licor de un solo trago. Respiré
profundamente pensando en mis posibilidades, volviendo a tomar asiento para
disimular el temblor temeroso de mis piernas. -¿Cómo sabes que trabaja para
Sears?- Primero debo descartar mis posibilidades.
-La cuenta de la
tarjeta con la que paga... ya sabes, tengo que ver que tan legales son los
dineros. Mis clientas no todas son la mata de la honestidad- Lu sonrió a modo
de chiste, pero yo no estoy para esos en este momento. -Rastreamos la cuenta y
créeme cuando te digo que le pagan muy pero que muy bien... la cuenta esta
activa desde hace 4 años, lo que significa que a tu encantador Zafiro de Hielo,
le han tenido en la mira mucho antes del accidente o ya trabajaba para ellos
hace tiempo-
-Eso es ¡Inaudito!
Imposible. Mi Natsuki no es doble faz y para esto debe haber una buena
explicación- Golpeé la mesa sin recato. Lu me miró incrédula, antes de tomar la
mano que lastimé en el metal, para depositar en ella un beso mimoso. -Está a
nombre de una tal Azula Katsuya-
-Katsuya... ese
apellido- Recuerdo haberlo oído en alguna parte.
-Te presento a
la viuda de mi hermano. Ella Iori Katsuya- Estaba de pie frente a la junta de
la corporación Margueritte, además de Kagura y su pequeño hijo Kei. Estaban los
señores Margueritte, quienes en un documento postraban su firma para darme toda
autoridad. Un representante de la minoría y todo quedó listo.
En cuanto los
rigores fueron concluidos, la mujer de piel morena, cabellos grises, casi
alvinos y ojos lila no dudo en dirigirme la palabra. -Espero que Fujino-san...
de prosperidad a nuestros negocios, dado que Tomoe-san ha postrado ante ti toda
su confianza. No decepciones joven Shizuru-
-No será el caso
Katsuya-san- Sonreí tranquilamente, sabiendo que en ese momento. Tomoe tal y
como yo esperaba. Me daba carta blanca para husmear en todos los negocios de su
familia.
Sin embargo ello no
garantiza que sea, alguien relacionado con ella. Debo recordarlo Azula Katsuya.
Para investigarla.
-Si vas a hacer
algo... debes hacerlo ya- Miré sin entender a mi ambarina amiga. -Esta por la
última copa de su botella, una vez concluya pedirá la cuenta. Depositará la
tarjeta en la platilla y aguardará un máximo de 5 minutos antes de largarse-
-Ara, que estudiada
tienes a Natsuki-
-Claro, hice el
intento... y fracase. Pero tú sabes bien que no soy de las que se rinde al
primer desplante- Más le hubiese valido a Ahn tragarse sus palabras, porque no
voy a permitir tal ultraje.
-Me temo que ella
es de mi propiedad y Ámbar, no quieres saber qué pasa cuando alguien quiere
robar algo que es mío- La tensión pudo cortarse con un cuchillo, las chicas a
su servicio me miraron con cautela.
-Rubí ha aprendido
bien a defender lo que le pertenece- La sonrisa amable de la pelinegra,
apaciguó el monstruo posesivo de los celos, reverberando en mi interior. -Pero
alguien no sabe que tu dama está marcada, esa... es Azula Katsuya- Un dejo de
burla emergió en la mirada frívola de Ahn.
Volteé la vista con
violencia sobre mi Natsuki, solo para notar una versión más joven de Iori. Me
mordí el labio, cuando ambas figuras acercaron su rostros en las sombras. ¿Un
beso? Esa tal Azula tendrá que rendirle cuentas al demonio mismo. -¿No dijiste
que siempre está sola?-
-Dije que viene
sola, no que se vaya sola...-
-Ara, tendré que
hacer algo ante las pequeñas verdades que Ahn me oculta tan convenientemente.
¿Sabrás pagar tu falta cubriéndome la espalda?- Tanteé el terreno. Ya he
arriesgado demasiado al retarla por mi Natsuki.
-Como gustes, di lo
que deseas y lo tendrás- Se acercó sonriendo, dispuesta a chasquear sus dedos
para que mis órdenes fueran cumplidas por sus serviles.
-A ti- Vaya
beneplácito sentí en la estupefacción de su cara confusa, después una larga y
seductora sonrisa se clavó en mi rostro.
-0-0-0-
Zera, Miel, Yun,
Azula y... No, esa traidora no merece mención en mis pensamientos. Piro, ahora
debes estar lamiendo el trasero a esos malditos terroristas de Garderobe. Pero
ya no quiero pensar en eso, quiero decir... mis amigas, ¡Mis verdaderas amigas!
Se preguntan porque cada viernes a la misma hora vengo a este lugar llamado,
'El Dragón rojo'. Me molestan diciendo que es por las atractivas mujeres o las
danzas exóticas, que soy una pervertida y que vengo a ligar, pero la verdad es
que... quiero crear una rutina. Sí, es lo más tonto pero es una forma de hacer
algo con lo que identificarme, además de mi amor por las motocicletas, la
facilidad para las probetas, y los tubos de ensayo. Necesito con vehemencia
algo a lo que aferrarme de mi misma, para tener la certeza que no habré de
olvidarlo nuevamente. Apuró mi segundo trago de licor de la botella y una dama
se acerca a mí, con una tímida sonrisa. Yo desvió la mirada con aburrimiento y
ella se lo piensa dos veces antes de acercarse. No entiendo cómo es que las
malas pintas que traigo no funcionan. Unos Jean rasgados en las rodillas, una
camisilla negra con mi banda de rock creo que preferida, bueno eso ya no lo sé.
Un cinturón negro con hebilla plateada, una cadena adherida a él y al pantalón,
además de unos converse desgastados. Andrajosa ha sido la definición de la dama
de la puerta para mi atuendo.
Voy por la mitad de
la botella y ya han intentado acercarse al menos 4 mujeres diferentes ¿Qué no
puede venir una a tomarse una copa sin ser molestada? Parece que apostaran a
ver quién es capaz de hablarme. Jajaja que buen chiste ¿Apostar por mí? Tanta
egolatría junta no va contigo Zafiro. Dedico una mirada al vaso y el líquido
translucido en su interior. Cierro los ojos, estrechando en mis guantes el
cristal. Siento el llanto en silencio escapar. No sé porque el corazón me dice
que he perdido algo tan importante, duele aún más saber que no podré
recuperarlo.
Hoy me sabe a
despertarme de un sueño, no uno amable, más bien pareciera una pesadilla, me
duele tanto la cabeza. Siento la luz encandilar mis ojos y el poco apacible
sonido, de las bisagras de la puerta. Miro el techo, es eso lo primero que veo,
el impoluto blanco, y el aroma que respiro, no es otro que el de los fármacos
propios de aquellos lugares que tanto detesto. Es así como me doy cuenta que
yazgo en un hospital, el último lugar en el que alguien querría ir a parar.
Escuchó además el molesto pitido de las maquinas que me recuerdan, que sigo
viva. Todo en este lugar, me parece horrendo y aborrecible. Levantó mi brazo
derecho a la vista de mis ojos, solo para notar los numerosos cables adheridos
por intravenosa a él. Estoy consciente de cada parte de mí cuerpo, incluso el
sonido de mi corazón. Pero... cuando busco en mi mente algún memoria. No hay
nada... ¿Quién diablos soy?
-Has
despertado... le diste un buen susto a todas- La voz de alguien familiar, miró
a un lado y una chica de largos cabellos rojos me mira afable. Desvío pronto la
mirada... Cuando se inclina para mirarme sus enormes... esas, están tan
escandalosamente cerca.
-¿Zafi... no
recuerda a su querida amiga Piro-chan?- Se inclina más y yo no sé a qué lado
huir con tanto cable encima, o porque me mira tan intensamente con esos ojos
limón. Espera un segundo ¿Huele a licor? Ya decía yo que estaba tomada la tipa.
-¡No recuerdo ni
mi puto nombre!- Me llevé la mano a la cabeza y estaba llena de vendas. -Además
¡Parezco la momia!-
-Cálmate
Zafiro...- Intervino otra voz, la joven se cruzaba de brazos en la puerta. Era
una castaña de pelo corto, en puntas hacía atrás. No tiene nada que envidiarle
a un erizo. Sus ojos negros me miraron de forma penetrante. -Soy Zera... y me
da gusto que sigas viva. No tienes el cerebro frito de puro milagro-
-Frito el
cerebro, será tu...- Unas manos me taparon la boca antes de que comenzara a
lanzar improperios como una enajenada.
-Calma...
respira profundo y cuenta hasta 10- Una voz dulce, un tanto aniñada llegó desde
mi espalda. Asentí, conté hasta 10 y me soltó. -¿Quién rayos eres tú?-
Pregunté, no sé qué parte de no tengo memoria no se entiende, tanto que estas
descaradas no se presentan primero.
-Miel, me llamo
miel... al fin despiertas-
-¿La de las
abejas?- Que nombre tan raro, pero bueno. Supongo que lo escogieron por sus
ojos café claros y su cabello castaño, algo más abajo de los hombros.
-Er si...-
Respondió la tal Miel.
-Creí...
creíamos que no despertabas- Añadió otra, que entraba en ese momento a la habitación.
La única que reconocí, la única que se lanzó a mis brazos llorando de alegría.
-¿Azula?- No
sabía si llorar de dicha por al menos recordar un nombre. -¿Qué me pasó? ¿Por
qué no recuerdo a esta panda de locas? Y sobre todo ¿Estás bien?- No sé porque
tengo la sensación que esta chica de ojos lila estuvo en riesgo en algún
momento. La multitud comenzó a reír escandalosamente, Piro silbaba divertida
una tonada romántica. Zera se hacía la desentendida y Miel se sonrojaba a más
no poder. Mientras Azula me acariciaba el rostro con adoración.
-Al menos te
acuerdas de tu novia... eso ya es algo- Salía una pelirrosa de dos colas del
¿Baño? -Soy Yun...- Levantó la mano, seguramente oyó la charla desde allí.
-Bueno me
alegra, ya conoces a la pandilla... o casi toda. Falta Iori-sama... Tu cuñada-
Piro, la más vieja... err... más madura de todas se sirvió decir que ¿Tengo
cuñada?
-¿He?- Que
enredo por todos los cielos.
-Y hablando de
la reina de roma...- Murmuró Zera abriéndole paso a una mujer clonada a Azula,
solo que con los ojos azules.
-Es una buena
noticia ver a la líder de nuestro escuadrón... recuperar la consciencia- Sonrió
apacible, mientras velaba por mis constantes vitales. -Es un milagro a decir
verdad, por cierto soy Iori Katsuya-
-Es que ya te
tardabas mucho... en despertar- Dijo Miel con un dejo de preocupación.
-¿Sobre qué
paso? Eres violenta y todos lo sabemos, pero... ir como maníaca en tu
motocicleta ha sido muy riesgoso, te pasaste. Creí que realmente te matarías y
vamos que sería un gran aporte a la humanidad... pero, no fue propio de ti-
Gracias por eso Zera-san, que yo sepa no soy Kamikaze ¿O sí?
Antes de que
pudiera refutar nada, sentí unos labios besarme con desesperación. No estuvo en
mi voluntad responder, pero mis labios se movieron solos... devolviéndole el
gesto a Azula. Su... supongo que al final si somos novias. Nos apartamos,
mientras yo jadeaba y ella se sonrojaba cual farol. -¿Cuánto tiempo llevo
dormida para ser exactas?- Inquirí cansada del parloteo. Me dolía la cabeza como
si hubiera tenido una borrachera de padre y señor mío.
-Siete meses...-
Dijo con cierto tono de pena Piro.
-¡¿Siete
meses?!- Grité sin saber que pensar ¿A qué horas dormí tanto si ni siquiera
tuve sueños. Comenzó a reírse como una maníaca. -Caíste...- Posteriormente se
limpió una lágrima de diversión que amenazaba con salir. -Solo ha sido un
mes... respira Zafi-
-¡Piro!... esas
no son bromas para una persona convaleciente como yo- Suspiré largamente, no
tengo ánimos de discutir con ella.
-Chicas, por
favor déjenme un momento a solas con Zafiro- Pese a que la mayoría son unas
descarriadas irremediables, en cuanto Iori habló obedecieron sin chistar,
incluso la que se dice mi novia. Se hizo el silencio y una imperante curiosidad
me obligó a romperlo.
-¿Por qué no
puedo recordar nada? ¿Volverá mi memoria en algún momento?- Pregunté con la
esperanza a flor de piel.
-Zafiro... no
podrás recordar nada- Me tomó de la mano mientras me explicaba el dictamen del
doctor.
-Espera Iori...
¿Dices que tengo amnesia permanente?- Debe estar de broma.
-El termino
es... Amnesia Retrograda, no recuerdas nada de lo que pasó antes del accidente
y no hay forma en que puedas recordarlo en el futuro. Tendrás sensaciones o
algún Deja vú. No has muerto de milagro, pero algunas partes de tu cerebro...
bueno, no salieron muy bien libradas-
-Gracias por la
buena nueva... ¿Puede haber algo peor? Solo añade que tengo cáncer y salimos-
Que otra cosa podía ser que sarcástica, he perdido todo recuerdo de mi vida.
Se la notaba tan
tranquila, ya veo porque la mandaron de cebo. Es que no le duele ni un poco dar
malas noticias. -No, en el resto de tu cuerpo tienes una salud inmejorable, sin
embargo lo que intento decir es que por el daño cerebral. Podrías empezar a
sufrir algo llamado Amnesia Anterógrada-
-¿Qué diablos
significa eso?- ¿Más? ¿Qué diablos pasó en ese accidente? Además de partirme la
cabeza en dos, más o menos.
-Tu memoria de
corto plazo, tendrá algunas dificultades para ser procesada y pasar a ser de
largo plazo- Iori intento explicar acumulando la mayor paciencia posible.
-Sigo sin
entender- Si entendí, pero no quiero estar malinterpretándolo. ¡No quiero
creerlo!
-Lo que pasa
hoy, aquí y ahora... no tienes garantía de recordarlo mañana. O en cuanto dejes
de pensar en esto, puedes simplemente olvidarlo-
-¿Cómo es que
recuerdo a Azula? Bueno no el pasado... su nombre- Si es que lo he olvidado
todo, porque ella sigue ahí en alguna parte de mí.
-Porque la amas
o eso decías de vez en cuando, no se te da bien eso de declararte...- Sonrió
divertida encaminándose a la puerta. -Creo que es mejor dejarte un tiempo de
soledad a tus anchas, para que reflexiones. Porque Zafiro, el que no recuerdes
tu oficio, no significa que te puedas desligar de él-
-¿A qué me
dedico?- Es cierto, ¡No lo sé!
-Eres miembro
del escuadrón élite de Sears, lo mejor de lo mejor para protección y ataques de
inteligencia. Tenemos a unos terroristas atacando las sedes farmacológicas y
ustedes son lo único que se interpone entre esas mujeres y las investigaciones
para la cura de tantos males...- Me miró con amargura antes de añadir -...
mientras estabas inconsciente. Atacaron 3 laboratorios, no dejaron ni rastro de
ellos, perdimos avances difícilmente logrados los últimos 4 años.- Dejó sobre
mis piernas cubiertas por las sabanas un periódico. -Cuando estábamos tan cerca
de encontrar la cura al SIDA... ¡Esas malditas!- Iori se contuvo un momento.
-Disculpa, no solo lamento la perdida científica, también tus heridas fueron
por su causa... pero deberías descansar, no te interrumpo más- Terminó de salir
por la puerta. -Nada de emociones fuertes ¿Ne?- Se escuchó antes de que la
puerta fuera cerrada. No tardé un segundo en tomar el periódico.
Miré el
periódico, Francia, Alemania y Estados Unidos. Una tal sombra Azul atacó en las
sedes eliminando cientos de proyectos para la mejora medica en diversos países,
proyectos contra el Alzheimer, cáncer de diversos tipos y el más innovador de
todos los proyectos. Un sistema de autodefensa inmunológica que tenía altas
probabilidades de curar el Sida, así como otras enfermedades relacionadas con
el impacto directo en los anticuerpos. Tensé la mandíbula. También me postraron
en esta cama y me han privado de mis valiosos recuerdos. -¡Las voy a matar!-
Abrí los ojos,
intentando serenar mi respiración. Ese maldito escuadrón Otome, me las van a
pagar muy caro, lastimaron a Miel que aún necesita recuperarse, incluso a la
idiota de Zera, si no llego a disparar a tiempo esa mocosa la hubiera matado.
Le he dicho tantas veces a esa cabeza de erizo que no sea tan confiada, pero ni
caso me hace. Luego esta esa mujer, Mai hime... ella sí que logró hacerme mucho
daño, si Miel no hubiera interpuesto su barrera de ámbar, me hubieran hecho
picadillo, además de rostizarme. Pero no lo entiendo, cuando la atacaba
sentía... que... que no era. ¿Correcto? ¡Soy Baka! Esa fulana no se lo ha
pensado para matarme, es tal como Iori dice, son unas desalmadas y OK, nosotras
no jugamos tan limpio... pero es que sin nuestros Slave nos iban a comer vivas.
En fin... Pasé directamente de tomar del vaso, bebí un cuarto de la botella
como si fuera agua. Al menos me desquité de una de ellas, la semana pasada...
le ha de haber dolido a esa tal Mikoto el disparo que le di... Lo que no puedo
entender es porque fallé, apunté directamente a su corazón, pero en el último
momento, terminé por darle en el hombro... aun con todo le costará reponerse o
por lo menos le va a dejar cicatriz. Suspiré largamente, no es suficiente...
ellas siguen allí viviendo sus vidas, sabiendo quienes son mientras yo ahogo
este vacío en mi alma. Retiro el guante y miro el rubí en mi mano, lo giró un
poco entre mis dedos. Es un tonto juego pero siempre logra calmarme.
-¿Zafiro?- Una voz
tímida me interrumpe mis pensamientos, al levantar la vista estaba ella. Mi
novia... mirándome con expresión curiosa.
-Vaya, que sorpresa
querida Azula “¿Vienes a recogerme o a vigilarme?”- Me puse de pie para
saludar, pero en cuanto quise brindar mi mejilla. Los delgados dedos de ella,
giraron mi rostro para besarme. Como aquella vez, respondí mecánicamente a sus
deseos y tristemente no ha sido de otro modo entre ella y yo. Suspiré
largamente, mirando el cuarto restante de la botella. -¿Quieres?-
-No gracias, tú
sabes que no se me da bien la bebida- Tomamos asiento, y yo guardando los modos
volví a servir mi copa. Azula dejó vagar la vista por los alrededores,
deteniendo su atención en las bailarinas exóticas, pero yo ni siquiera siento
celos de que este babeando por otra persona. Cuando estamos íntimamente juntas
es verdaderamente un fiasco, a ratos realmente siento que estoy haciendo esto y
aquello con una hermana o qué sé yo.
Buscaba estos
momentos de soledad pero no hay forma de explicarle a la chica que es en verdad
inoportuna con su presencia. Apoyo el codo en la mesa y me sostengo el rostro
con aburrimiento. Comienza a sonar una canción un poco movida y sugerente, pero
no me arriesgo a pedirle a Azula que baile conmigo. Tiene dos pies izquierdos y
no salí bien librada la última vez que lo hicimos, mis dedos tienen mal
recuerdo del momento. Los murmullos aumentan en volumen, entonces me doy cuenta
que algo está pasando en la pista de baile, mi mandíbula baja un poco y tengo
la necesidad de retirar los lentes para ver mejor.
Un suave
movimiento, sincrónico, erótico de dos figuras féminas al compás de la tonada.
Pero lo primero que logran ver mis ojos, es una cascada castaña sobre una
espalda de marfil, apenas cubierta por una prenda negra, una cintura de
guitarra y una figura envidiable. Esta dama opaca con movimientos sensuales a
su compañera y un embrujo cautivador hace que me ponga de pie sin pensarlo. Me
doy cuenta entonces de los sonoros latidos en mi pecho, trago saliva solo al
ver el contoneo cadencioso de sus caderas, así como esas largas y prodigiosas piernas
a la luz de neón rojo. Incita toda ella al tacto, es la tentación en la tierra
hecha mujer, no evito pensar. Aunque no estoy en este momento para labores tan
complicadas como pensar. En mi interior tengo una sensación, un deseo y al
mismo tiempo ardo en cólera por la fugaz compañía de esa mujer con cuerpo de
diosa. ¡Necesito verla de cerca! Comienzo a caminar hacía la pista, pero me veo
interrumpida por mi acompañante.
-¿A dónde vas?- Me
sujeta por el brazo y una imperiosa necesidad de seguir mi camino ciega
cualquier amabilidad en mi interior.
-Metete en tus
propios asuntos- Me liberé con tosquedad, no me siento dueña de mí.
-Zafi...ro- Azula
me miraba incrédula, al borde de las lágrimas, pero no sentí ningún
remordimiento. -Tú no...-
-No te metas en mi
camino...- La miro de soslayo, antes de dirigirme hacía mi objetivo.
A cada paso los
latidos aumentan velocidad, así como se hace cada vez más insoportable el dolor
de cabeza. Sigo mirando, pero de ella apenas puedo contemplar una prodigiosa
espalda de porcelana y no entiendo porque siento una punzada dolorosa a la
altura del pecho. Pero eso solo está en mi mente, cuando verifico mi reloj que
es más bien un regulador de signos vitales, la maquina dice que estoy bien.
Estoy a punto de llegar, me quedo detenida sin atreverme a seguir caminando, a
posar mi mano en la suya y exigir una mirada, porque este maldito corazón no
desea otra cosa que la atención de una completa desconocida. Soy idiota, me doy
la media vuelta. Cuando estoy a punto de marcharme a la salida una voz me
detiene.
-Ara... no esperaba
tal muestra de cobardía- Ese acento tan familiar y desconocido al mismo tiempo
me paraliza.
-“¿Cobardía?”- Rechino entre dientes, antes de darme la vuelta para encararla. -Quien
dem...- Se quedan mudas las palabras en mi garganta. Esos ojos hechos de sangre
líquida, ¿Por qué me miran de ese modo?
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Lo sabía Zafiro es Natsuki, y el amor del corazón jamás lo podrá borrar Azula. Nunca Natzuki le dirá adiós a Shizuru. Sólo Kiyohime encontrará a Nataru.
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