Capítulo
18 parte I
Tinta
Sangre
El aire es
pesado y me duele respirar, incluso golpeo algunos objetos en medio de la
oscuridad. Esto me hace notar que estoy en una casa, una casa abandonada y en
desuso por el tiempo. La madera desgastada cruje a cada uno de mis pasos y al
retirar una cortina desgarrada, un poco de luz de luna, me permite observar lo
lánguido y mortecino del sitio en el que estoy. Sillas llenas de polvo y
telaraña, candelabros oxidados sobre las mesas ajadas, cuyas patas negras
sueltan de a poco alguna clase de carbón. El sitio es una miseria a la vista,
pero nada de lo terrorífico de los rechinidos o las cortinas que mece el viento
llama tanto mi atención, como el ser en la sombra cuyo rostro no puedo
observar.
-Nina...- Es
apenas un susurro y después nada.
-¿Cómo sabe mi
nombre?- Cuestiono rompiendo de nuevo el abrumador silencio.
-Nina...-
Reitera esa voz sin un tono que advierta alguna emoción. Solo que esta vez se
pone de pie y camina hacía a mí o eso atisbo en medio de las sombras. Tomo una
pose defensiva y centro mi oído en sus movimientos. -No temas- Musita esta vez
con dolor y al fin reconozco el sonido que mana desde su garganta.
-¿Natsuki?- Me
atrevo a preguntar, pero algo en mí advierte que no seda y es que mi instinto
de supervivencia dice a gritos que me aleje. Doy un paso atrás a pesar de todo
e intempestivamente los candelabros se encienden, con flamas lánguidas que dan
una vista deplorable de mi hermana. Su cuerpo magullado, repleto de heridas, sus
labios rotos, su nariz sangrante y una profunda, tétrica herida en su pecho,
tan mortal que ningún ser humano podría sobrevivir a ella. Un gritó de terror
escapa a mi control y rauda corro a su lado, pero ella no me deja tocarla y me
quedo a mirarla con confusión. -Este es mi tormento, no quiero mancharte con
él-
-No seas
tonta... un doctor... nuestro padre o quien haga falta, ¡Has de morir si te
dejo así!- Una mezcla de llanto y pánico delató mi voz.
-Ya no queda
nada de mí...- Natsuki me da un intento de sonrisa, que es más una mueca de
agonía.
-No seas tonta,
te tengo ante mí- Intento sujetar su brazo pero me esquiva, trastabillé dos
pasos y al voltear la vista. Una terrible herida en su cabeza y la blanca
camisa manchada completamente de sangre es todo lo que puedo ver. ¡Esto no es
verdad!
-Ya no hay...
una sola posibilidad para mí, solo... quería despedirme- Ladea su cabeza con
una sonrisa serena.
-¡No digas eso!-
Le grité, dejándome caer de rodillas y tratando en vano de contener las
lágrimas en mis manos. Pero la razón me dice simplemente que es imposible verla
en pie en ese estado, que ni siquiera ella podría sobrevivir a semejantes
heridas.
Se acuclilla a
mi lado sin tocarme, sin que yo pueda apagar el dolor intenso en mi interior,
la sensación de pérdida, mucho menos mis gemidos o el llanto. -Lo siento
tanto... tomé malas decisiones, malos caminos cuando pude haber sido feliz con
mi familia, cuando pude haber aprovechado mi tiempo para pasarlo a tu lado, el
de Alissa y el de ella...- Sus ojos me miran comprensivos a pesar de la mancha
de sangre seca en su rostro. -Te quiero... tanto y pensar que nunca te lo dije-
Una gota salada bajó por su mejilla, pero fue absorbida por el polvo y la
sangre. -Adiós...- Se pone de pie y camina hasta la puerta, esa que no había
visto hasta que los candelabros dieron luz.
Me levanto del
suelo, corro hacía ella, paso a través de la puerta y al mirar fuera, cerca de
una arboleda aún más tétrica que el interior de esa casa, está ella... ¿Con el
uniforme de Fukka? Y un ademán de despedida en su mano. -¡No te vayas!- Intento
poner un pie en aquel suelo marchito para alcanzarla, pero antes de tocarlo un
abismo tan profundo se hace entre nosotras y como un agujero negro comienza a
absorberlo todo delante de mí.
-No vengas...-
Susurra mirándome con ternura, dando ella pasos hacia el creciente abismo. Yo
me preparo para saltar al otro lado haciendo acopio de toda mi fuerza. -No me
alcanzaras... ya no- Salto dentro de la oscuridad y yo al mismo tiempo.
Pero mi cuerpo
golpeo contra ese endemoniado suelo marchito, miré en todas direcciones pero ya
no quedaba ni el más mínimo rastro de mi hermana. Comencé a golpear el suelo
con la esperanza de que volviera a abrirse, pero ese abismo no resurgió en
ninguna parte. Destrocé mis manos sobre la tierra, sin alivio, sin paz, ausente
de calma alguna. -¡Natsuki!- Grité hasta agotar el aire en mis pulmones,
desgarrada mi garganta y mi corazón, mientras las lágrimas caen desde el
precipicio de mi barbilla.
Un grito
ensordecedor y lastimero me atrae a la realidad desde mis sueños. Me levanto
presurosa tan solo para contemplar el escozor en los ojos dorados de mi amada
esposa. -¿Nina?- Pero ella se sujeta los cabellos y se mece en la cama
murmurando un nombre 'Natsuki' como si fuera un mantra ya muy sabido.
Compadezco su agonía y contengo mi propia preocupación por dentro, esta es la
quinta vez que tiene ese sueño desde que vivimos juntas y compartimos cama. Mis
manos se deslizan sobre la tela de su pijama, en la zona de la espalda, se estremece
un momento y voltea a verme. Por un momento no me reconoce, quizás todavía
sumergida en esa horrorosa pesadilla. La atraigo a mis brazos y un desgarrador
llanto mana de sus labios, mientras yo me muerdo los míos con la esperanza de
no delatar la agonía que vivo, cada vez que sus ojos se manchan de lágrimas o
dolor.
-No puedo vivir con
esta zozobra- Murmura con la cabeza escondida en mi pecho, mientras mis dedos
acarician su cabeza. -No sé si es solo mi mente jugándome una mala pasada, si
está viva o está muerta... me niego a pensar que lo esté- Siento su agarré
tembloroso hacerse más fuerte. Es cruel decirlo pero agradezco un poco poder
sentirla simplemente, consolarla es mucho más de lo que puedo esperar de este
matrimonio concertado por nuestras familias. Porque somos esposas de título,
Nina no ha osado tocarme un solo cabello ni antes ni después de nuestro
matrimonio. De nuestra boda va un mes y cada noche me consuelo abrazándola e
implorando al cielo que sus sueños sean amables, pero esta vez Kami-sama no me
ha escuchado.
-Yo también lo
hago... espero que este allí en alguna parte y a salvo- Mentí, es vil hacerlo.
Decirle a mi esposa que creo que su hermana continua con vida cuando los hechos
han hablado por sí mismos.
-¡¿Cómo es
posible que no le dieras tan valiosa información a mi hermana?!- Nina miraba
con furia mal contenida a su padre, mientras lo sujetaba por la solapa de su
traje. Natsuki llevaba ya 2 días desaparecida y los rastreadores habían sido
desactivados un día antes de la boda de Fujino-san por ella misma. Después de
la boda a la que nunca asistió Natsuki-san, la última en hablar con ella fue
Nao Yuuki-san y estas habían quedado de tratar asuntos importantes esa noche.
No evitó un sonrojo al imaginar esos 'asuntos', para ninguna de nosotras es un
secreto que ese par tenían líos de cama, dicho de otro modo, eran amantes.
-Hija... procura
calmarte, la desaparición de Natsuki no necesariamente implica- Pero Shura-san
no pudo completar sus palabras de aliento.
-¡Todo esto es
tu culpa Fujino!- Nao se levantó de su silla señalando con un dedo acusador a
una castaña silenciosa y acongojada que miraba a través del ventanal. No se
inmutó ante la acusación, no superficialmente porque sus puños si se
estrecharon con fuerza, hasta hacer pálidos sus nudillos. -Si tan solo no
hubieses estado jugando con ella... no se habría marchado-
-Nao...- Una voz
parca y muy madura para el aspecto de la joven Mikoto-san, aplacó los ánimos de
la pelirroja. -No estamos aquí para buscar culpables... buscamos soluciones-
-Ella tiene
razón...- Apoyó Mai, con la misma expresión preocupada que teníamos todos los
allí reunidos. -Debemos plantearnos dos opciones, la primera y la que quiero
pensar. Es que ella decidió tomarse su tiempo, todas entendemos que hay mucha
presión con las incursiones en Sears y aunque hemos eliminado 3 de sus sedes
más importantes...-
-¡No lo adornes
Mai! Si se ha largado ha sido por Fujino, por su boda y esa estupidez de
investigar a su peculiar estilo... si ella hubiera tenido el valor de
explicarle sus razones estaríamos aquí riéndonos de la vida y de la mocosa esa
con la que se casó falsamente- De todas las presentes aquella mujer ojos
verdes, se notaba seriamente afectada por la situación. Y yo agradezco que
Alissa-san no esté presente en esta charla.
-Yuuki-san... te
aseguro que entre los presentes yo tengo muy claras mis culpas- Por fin se
atrevió a hablar aquella castaña, si su rostro no decía nada, estaba claro que
en sus ojos había un pequeño infierno consumiendo cada fragmento de su alma.
-Estoy tanto o más preocupada que tú, pero no me puedo permitir perder la
cabeza, porque entonces no podré encontrarla-
-Siempre con esa
máscara... esa maldita careta que nadie sabe romper, salvo ella. Y ni siquiera
eso bastó...- Nao desvió la mirada, probablemente ocultando una lágrima. -No es
como todos piensan... dijo que hablaría con Yamada, un informante suyo de
Fukka... prometió que no haría ninguna tontería y yo le creo- Se mordió el
labio ante la mirada sorprendida de todos. -Kuga no se fue huyendo de todo...
no es como Mai piensa, puede tener el corazón roto ¡Pero no es de las que se
rinde!-
-Nao...- Mai
miró con admiración a la pelirroja conteniéndose de ir a abrazarla. Pero Mikoto
negó con la cabeza. La pelirroja no está para paños de agua tibia ni consuelos
ahora mismo.
-Señoritas, por
favor... tenemos a todos los satélites de Zafiro buscando el rostro de mi hija
en cada ciudad posible de Japón- Suichiro intervino para calmar los ánimos.
-Yo estoy a
cargo de la operación, por favor... confíen en mí- Irina se atrevió a hacer una
venía formal como señal de compromiso absoluto. -Si un móvil, una cámara o
cualquier otro medio electrónico capta su rostro... 5 segundos después lo
sabremos- Añadió con seriedad.
-¡Wong-sama!-
Escuchamos la voz de un joven llamado Reito Kanzaki, venía más pálido que el
papel. Detrás de él venía corriendo Shion Fujino, peculiar circunstancia de
reunirnos en la mansión de su familia para tratar un tema tan serio.
-¿Qué ocurre
Reito?- Shura volteó inmediatamente a mirar al joven que había irrumpido,
aunque la señora Shizuma estrechó su mano posesivamente al notar la
familiaridad que tenía con el muchacho. Que cosas pasa en este lugar ¿Todos con
todos o cómo?
Posó sobre la
mesa central un periódico algo ajado, y en la primera plana del mismo había una
noticia sobre un terrible y extraño accidente. Suichiro-sama tomó el periódico
para leerlo en voz alta. -Un insólito accidente deja consternados a las
patrullas de vigilancia vial, en la carretera Kujo Dori. La irregularidad del
hecho consta de un camión de carga pesada cortado en dos mitades perfectas,
como si una espada de magnitudes inimaginables hubiera realizado el corte. Sin
embargo también se halló una motocicleta Ducatti Deluxe plateada, destrozada 6
metros más adelante, un casco y huellas de sangre en las latas del automotor.
El hecho tiene consternadas a las autoridades, dado que, solo el conductor del
vehículo de carga sobrevivió al accidente y su narración sobre los hechos está
llena de incoherencias que hacen pensar a los peritos, alguna clase de
demencia. Kogure Matsuito se encuentra internado en la clínica psiquiátrica...-
La voz de Suichiro se apagó ante la incertidumbre de todos los reunidos.
-Es la moto de
Natsuki y solo hay 10 en el mundo- Dijo Shion. -2 en Japón y la mía está
intacta en el estacionamiento... así que pensé- Los ojos del muchacho estaban
desorbitados, así como todo él desaliñado y el llanto asomaba en sus ojos
carmín.
El silencio más
pesado llenó el lugar. -La zona aún debe estar cercada por la irregularidad...
podemos ir- Me atreví a decir.
-Erstin tiene
razón- Apoyó Nina.
La multitud
aprovechó los numerosos autos en el estacionamiento, Suichiro-san realizó una
serie de llamadas rápidas y al llegar, teníamos ordenes de registro y toda
clase de permisos legales para incurrir. El mismo director de la policía de
Kioto había dado la orden. Sin embargo nadie imaginó lo que veríamos al llegar.
El sitio parecía un campo de batalla, marcas de disparos, espacios
carbonizados, llantas quemadas. El auto partido en dos como si fuera de
mantequilla, una mancha de sangre en las latas y el suelo. Así como la moto
que... Suichiro-san reconoció inmediatamente. Todos de pie vimos como cayó al
suelo preso de la angustia, Shura-san contuvo un grito y abrazó a su legalmente
esposo por la espalda. Mi Nina, ella simplemente se estrechó los dedos en la
cabeza como quien desea arrancarse el pelo. Todos éramos una mezcla de caras
llenas de incredulidad y dolor.
-¿Dónde... dónde
está Natsuki?- Shizuru-san, ella enloqueció un momento cerca de la mancha
sanguinolenta, como si en el fondo el aroma único de su amada le hubiera
llevado hasta ese punto en particular del desastre. Shion la sujeto por la
espalda, mientras el llanto y la agonía destilaban en sus gemidos. En sus
imaginaciones, esas que te dice el corazón... que advierten la gravedad y la
crueldad de la realidad.
-¡No la toques!-
Gritó Suichiro antes de permitir que la castaña corrompiese la muestra o la
escena. -Hay que... verificar esa sangre a quien pertenece- Más llamadas y un
equipo especializado de Garderobe, sacaba cabellos, muestras de sangre y ADN.
Moldes de las latas torcidas por lo que parecía un gran golpe. Fragmentos de un
raro metal, carbón y demás cosas que, más les hacía parecer un grupo de
especializados forenses de CSI.
Al día
siguiente, nos reunimos nuevamente y los científicos dieron su informe. Era la
sangre de Natsuki, era su cabello, había fragmentos de su ropa, disparos
incluso de su arma como si hubiera dado pelea. No se explicaban como terminó
partido en dos el vehículo. Pero según su análisis, Kuga había impactado de
forma muy violenta contra esas latas deformadas de la parte externa del
contenedor y por la altura del impacto el golpe fue en la cabeza. De allí manó
la sangre, por ende ella tendría una grave herida craneana, y la sangre en el
suelo no había goteado desde la lata, sino más bien desde su cuerpo, una vez y
posiblemente se desplomó en el suelo. La conclusión era evidente, aun sin
cuerpo en la escena... la fuerza del impacto en el metal, era equivalente a una
muerte segura en un ser humano.
-Pero ella sana
a una velocidad...- Atisbó una esperanza el progenitor, como si la vida se le
fuera en ello.
-No sabemos cuan
rápida era su capacidad de regeneración a nivel neuronal Blan-sama, su
capacidad curativa es muy veloz a nivel muscular, pero el tejido cerebral es
mucho más... complejo- Apuntó la única mujer en el grupo expositor. Ella era
especialista en Neurología. -Incluso para ella una contusión de tal severidad
podría... ser fatal y hay algo aun peor, según nuestra teoría...- Apagó un poco
la voz, dudo incluso en seguir.
-¡Hable de una
maldita vez!-
-Nina...- Se me
escapó su nombre entre los labios pero ella ni siquiera me escuchó.
-Le dispararon
de frente... a quemarropa, al menos a un metro de distancia, encontramos un
cartucho coincidente. La bala probablemente impacto a la altura del torso o la
cabeza y ella cayó de espalda por la fuerza del impacto- Dijo el experto en
balística.
-¡¿Cómo diablos
saben tanto?!- Cuestionó Nao, al ver la forma tan técnica en la que estaban
diciendo que alguien mato a nuestra amiga. Ciertamente cabrea y mucho.
-La mancha en el
suelo... si tienes una herida en la parte de atrás de la cabeza y caes boca
abajo, la sangre tiene que recorrer el cuello o su cabello y gotear. Pero si
caes boca arriba, salpica y la mancha es más amplia- Volvió a hablar la mujer
del trío de especialistas.
-Pero, la ropa
de tejido de araña es un antibalas natural- Dijo esperanzada Shura-san.
-Me temo que los
pequeños fragmentos de tela encontrada, eran de algodón y poliéster... tenía
ropa común- Afirmó el último de ellos. -Además hay evidencia de que alguien
levantó su cuerpo y fue movido de allí, encontramos gotas y salpicaduras... por
lo que de no ser tratada con prontitud la hemorragia tanto por la bala como por
el golpe...-
-¡YA BASTA!
Ella... ella no puede estar muerta... ¡No puede!- El gritó amargo y desgarrador
no pudo provenir de otra que Shizuru-san. Devastada es poco para decir el dolor
y agonía que mostraba el rostro de aquella mujer. Yo misma contenía un gemido,
aunque el llanto ya había escapado hacía largo rato, observaba impotente a los
allí reunidos. A Fujino tuvieron que sedarla, cayó inconsciente en los brazos
de la madre, mientras los puños, caras desviadas, la zozobra y el mal
presentimiento de todos eran palpables. La esperanza se escapaba entre nuestros
dedos antes la irrefutable ciencia expuesta. La pregunta era ¿Quién tiene a
Natsuki? Ya sea su cadáver o a ella malherida y dios quiera que bien atendidas
sus heridas.
La semana corrió
entre los barridos que hicimos en morgues y hospitales, centros legales e
ilegales. Sondeamos la zona y ampliamos la búsqueda a todo el país, los
satélites no han dejado de funcionar un solo día. Pero ya van casi 2 meses y
medio desde el incidente sin tener rastro de ella. Los señores Nakamura e
Ivanosky han buscado en Sears algún registro pero nada. El tal Yamada se unió a
la búsqueda en los bajos fondos, Sakomizu-san del mismo modo entre los buenos
miembros del primer distrito y tampoco ha habido noticias. Nosotros continuamos
atentando contra los centros y laboratorios de Sears, para erradicar fábricas
de Slave y no he de negar, que en cada oportunidad hackeamos las redes con la
esperanza de encontrar algo pero... ninguno de los frentes ha dado resultado
alguno. Incluso Shizuru-san que ahora está a cargo de la corporación
Margueritte ha estado investigando, ya se la considera un puente clave entre
los negocios ilícitos de la corporación y Sears... Está claro que para esto ha
tenido que sacrificar todo contacto o relación con nosotros, debe estar más
sola que nunca. Pero lo ha considerado necesario para poder escalar rápidamente
la confianza de los altos directivos, no precisamente los más honestos.
Por otro lado,
aunque el matrimonio de Fujino-san sea una mentira, va más viento en popa que
el mío. Los medios no paran de alabar los beneficios que ha suscitado la unión.
-Haberla
encontrado... solo para perderla- Volví mi atención sobre mi amada Nina, sus
sollozos vuelven a inundar nuestra habitación y una lágrima silenciosa baja por
mi mejilla.
Estoy
desesperanzada por Kuga, deseando matar con mis propias manos a aquel o aquella
que le hizo tanto daño a mis seres amados. Porque el sufrimiento que he visto
este tiempo en la cara de todos, es algo que no alcanzó a describir con las
palabras. No puedo perdonarlos, ¡No puedo! ¿Cómo han podido arrebatar la vida a
Natsuki? Aquella mujer que me ha defendido el día que la he conocido, que me ha
sonreído gentil y apoyado mi sentir por su hermana menor, por mi amada Nina.
Aunque yo, no he podido declararle mi amor, aunque nuestro matrimonio aquel día
parecía más un velorio que un momento de alegría. Natsuki... si supieras la
falta que nos estás haciendo a todos... si alguien hubiera leído la tragedia
tras la boda de Fujino-san con Margueritte, si lo hubiéramos evitado... hoy
estaría de camino a algún recóndito lugar del mundo, con una Nina diligente y
valerosa, dispuesta a defender el mundo. Ahora, solo tengo a una chica sin
espíritu, luchando como un robot y con más odio que amor por la vida. Duele...
duele tanto no alcanzar para mitigar aunque sea un poco su pena.
-0-0-0-
Otra noche en vela,
con una luna menguante en el cielo. Una que se antojaría tan hermosa otro día y
que hoy solo me recuerda la causa de mi pena. Esto que hago, estoy mirando sin
mirar las estrellas desde el Penthouse de Suichiro. Maldito rico podrido en
dinero. Un edificio entero, con la mejor vista de la ciudad y nos los viene a
dejar a la orden del día, cuando ya ni el lugar más lujoso o andrajoso importa.
Desde lo que pasó, ni Mai, ni Mikoto o yo, hemos tenido el valor de volver a
ese apartamento. Allí una espina nos enerva y envenena desde dentro, porque es
un sitio tan plagado de recuerdos que no hay valor para tolerarlos. Yo misma no
me siento igual, ya no me río o hago bromas a la gente, después de todo... la
persona con la que solía pelear, discutir y hasta sentir, ya no está. ¡Baka!
¡Bakaaaa! ¡BAKAAA! ¿Por qué no cumpliste esa estúpida promesa? ¿Tanto te
costaba dar la media vuelta en esa moto del demonio y jamás haber chocado o lo
que sea contra ese camión? Te hubiera hecho lo que quisieras esa noche, me
hubiera doblegado sin remilgos y hasta ternura te habría prodigado... hasta te
hubiera amado. Maldita idiota, mujer de pocos estrógenos, tempano de hielo y...
y... la única imbécil que me entiende. No me importa lo que piensen... si te
amo o no te amo Kuga. Solo sé que no estás aquí y me está doliendo, de forma
tan insoportable que no me halló a mí misma. Parezco un maldito león enjaulado.
Alguien llega a mi
lado y yo procuró limpiarme las lágrimas con la manga del abrigo. Pero me vale
¡Rayos todo! Incluso tú maldito Invierno y maldita Navidad ¡La has hecho buena
Kuga! ¡Te has tirado la primera navidad que iba a pasar con mi madre! Todo es
culpa tuya, o de ella... ya no sé a quién culpar.
-Va a resfriarse,
tiene las constantes cardíacas muy aceleradas y con una probabilidad del 40% va
a darle fiebre- La mano de aquella mujer peli plateada se posó en mi frente
haciendo las veces de termómetro.
-En mi mundo
saludábamos antes de dar un parte médico... Miyu- Lo que me faltaba, que una
maquina andante venga a aguarme mi soledad.
-Nao estaba
llorando...- Siempre esa voz sin emociones. ¿No es un poco obvio mujer
androide? Pero ella que va a entender estas cosas... para eso tendría que
sentir algo.
-¿La mocosa está
dormida?- Cambié el tema, malamente la fui yo a meter... la pata quiero decir.
-No hable así de la
señorita Alissa- Una sutil mueca, unas milésimas de enfado en su cara y creí
que iba a sacar esa espada de alguna parte de su mano, pero no... simplemente
tomó asiento a mi lado.
-Está bien... no le
diré a la 'señorita Alissa' mocosa, aunque lo sea... es una niña. Podrá siempre
parecer sombría pero...- ¿Qué hago yo explicándole la lógica emocional humana
si ni me va a entender? -Olvídalo...-
-Alissa... esta
triste, igual que Nao por Natsuki- Miyu levantó la vista al cielo y por un
instante, esto la hizo ver un poco humana. Y no es raro que lo piense, pero
ella... hubiese sido una mujer muy bella de haber nacido por los medios
tradicionales. De hecho si se la mira de lado tiene unas facciones muy lindas,
su cabello siempre de un lacio perfecto y ese brillo a la luz de las farolas...
luego esa increíblemente bien dotada pechonalidad. Se antoja un bocado
exquisito... ¿En qué rayos estoy pensando? ¿Tan necesitada ando sin Kuga para
andarme fijando en una androide?
-¿Qué pasó con el
señorita?- Avisté pronto la ausencia del apelativo.
-Alissa me ha ordenado
no usar Keigo con ella... corrección, me lo ha pedido- ¿Es un sonrojo lo que
veo? Seguro son impresiones mías. Debe ser un termostato o que se yo.
-Pero te cuesta
¿he?-
-El porcentaje de
error es del 2%-
-Bueno, para decir
que te has equivocado no necesitas números como esos de por medio... te hace
parecer muy...- ¿Cómo decirlo sin herir la susceptibilidad de ella? ¿Cuál
susceptibilidad Baka?
-Robot-
-Yo iba a decir
algo más amable... pero ya que lo has dicho tú y no yo... mmm-
-Le da demasiado
peso a la verdad... a diferencia de las personas, a mí no me afecta lo que
piensen de mí- Su risa. Bien podría decir que acabo de lograr un milagro que
supera toda frontera científica... Nahhh, capaz que ese tal Nakamura le ha
puesto nuevas habilidades a esta mujer, si es toda una caja de sorpresas. No sé
porque, al final me he unido a su risa... es después de todo, un sonido muy
bello.
-He... Yuuki...- La
voz parca de Mai interrumpe, siento los ojos lila de la pelirroja machacarme,
despellejarme y de ser posible matarme 100 veces antes de verla sonreír a Miyu
-Hola Miyu- ¿Ahora que hice? -Tenemos un nuevo objetivo... empaca Nao, porque
nos largamos a china- Se dio la media vuelta, pisando fuerte y resoplando como
una fiera. ¿Será que está en sus días? ¿o que Mikoto todavía no ha superado lo
del video de Tomoe? En fin.
-Es hora de irme...
nos vemos a la vuelta Miyu, cuida de Alissa mientras no estamos- Realmente no
quiero que el fantasma de Kuga venga a reclamarnos por no cuidar bien de su
hermanita pequeña. Me levanté sin muchas ganas, pero eliminar laboratorios y
disparar un poco, no me vendrá mal. Creo que todas estamos deseando un poco de
acción.
-Con cuidado...
Nao- Me paralicé un momento, su voz... es imposible que este realmente
preocupada por mí. Está programada por y para Alissa, esa es la verdad. Que
afortunada es esa infanta de parvulario.
-Claro claro...- Me
despedí con la mano, antes de tomar el ascensor a mi piso, para empacar que una
muda de ropa y los implementos de higiene. Total, no es que estemos saliendo de
vacaciones.
-0-0-0-
Verifico la
computadora con parsimonia, encontrando algo que me sea de utilidad mientras en
el fondo de la casa, en el cuarto matrimonial, se oyen abruptos gemidos de
placer. El narcótico está obrando maravillosamente y en la retorcida mente de
Margueritte, sus fantasías más perversas tienen lugar. Tengo toda la noche para
investigar a raíz de ello, dado que tanto el cuerpo como la mente de ella
estarán tan agotadas, que pasado el efecto, un irremediable sopor le llevará al
mundo de los sueños. Yo respiro porque no tengo otra opción, sigo aquí buscando
un dejo de esperanza que avive el alma muerta en mi interior. Desde el día de
mi boda falsa, Kiyohime se apagó en mi mente como si nunca hubiera estado en
ella, como si aquel fuera el presagio de la tragedia que vino días después. No
tengo otra opción que evitar pensar en ello o volveré a desmoronarme, a
enloquecer.
'Las gemas del
cristal oscuro, tienen 6 caras, pero también pueden pulirse en tamaños
diferentes, desde óvalos, hasta pequeños fragmentos que adornen, collares,
anillos y pendientes. Es indispensable que en la fundición del metal, se deje
una punta expuesta en la cercanía de la piel del propietario. De este modo un
inyector instalado en los cristales, podrá perforar la piel de portador,
alimentando con sangre la prenda. El piquete será casi imperceptible e
indoloro... y activará el sello así como la invocación. Sin embargo, el tamaño
disminuirá seriamente el uso del cristal... causando que el Slave sea convocado
con facilidad pero no así controlado. Atacará todo cuanto tenga a su alcance,
destruyendo un radio aproximado de un Kilómetro...'
Leí con espanto
tales aseveraciones. Revisé el archivo una y otra vez, para asegurarme de que
mis ojos no me traicionaban. Pero tal cual se dijo la primera vez, era real
cada palabra. Busqué con esmero el creador del archivo. -Siglas I.K.-
Tamborileé con los dedos sobre el escritorio ¡Eso no me dice nada! Mordí mis
labios conteniendo un gemido de frustración.
Continué buscando
registros dentro de la Corporación, apuntes y demás. Después de todo es la
computadora de Riota ¡Debería encontrar algo! Algo que mereciera la pena por el
terrible precio que he pagado. ¿Pero qué cosa tendría tanto valor para
compararse a mi Natsuki? Nada, esa es la dolorosa verdad. Un nombre en mi
pantalla atrae mi atención y me aferro a él con la intensión de no permitirme
llorar un mar. Porque una vez empiece a llorar, no habrá nada ni nadie que
pueda detenerme.
'Tipos de
cristales Oscuros...
Cristal Negro:
La forma más básica de control y con un costo de fabricación equivalente al de
un revolver, varía con el tipo de cambio dado que sus materiales son
importados. Solo permite el control de un Slave tipo D y C.
Cristal rojo:
Capaz de controlar a dos Slave, su fabricación es considerablemente más costosa
y difícil. Requiere dos sacrificios sin vinculo sanguíneo. Es de alta gama y
permite el control de Slave tipo B
Cristal Azul:
Fase experimental, aun no se encuentra el portador apto. Solo ha sido posible
fabricar uno y en condiciones imposibles de reproducir. Se desconoce el número
de Slave que puede invocar, así como sus propiedades en batalla. Se proyectaba
una capacidad de Slave tipo A' No es comercializable, proyecto desechado.
¿Qué rayos? ¡Esto
parece un maldito informe de gerencia! Llevo semanas buscando sin encontrar la
maldita debilidad, o el modo en que será realizado el ataqué a escala mundial.
Todo parece un endemoniado rompecabezas y aún faltan tantas piezas. Cierro la
computadora, creo que necesito aire fresco y los gemidos de Tomoe, sumados a su
forma de pronunciar mi nombre no son lo que yo llamo un sitio apacible.
-0-0-0-
Había decidido
tomar un paseo y un momento después estaba de pie, en la entrada del edificio
que ellas solían habitar. Subí por el ascensor recordando la última vez, aquel
día en el que su mano me llevó gentilmente a su casa, a su habitación y yo,
cobardemente no pregunté aquello que realmente deseaba saber. Las puertas del
ascensor se abren y uso la llave que me entregó Mai antes de despedirnos esa
tarde, allí donde no volvería a verlas por la seguridad de mi infiltración. Una
vez dentro me doy cuenta que el sitio se mantiene detenido en el tiempo y el
polvo sobre las mesas da a entender que nadie ha venido por aquí en estos
meses. Sigo el camino que conozco hasta esa puerta con detalles azules y
plateados, poso la mano en la perilla y un rechinar de las bisagras me abre
paso al santuario de mi amor.
Nada más entrar, su
aroma que todo lo llena acaricia mi nariz. Me estremezco temblorosa intentando
respirar profundamente, con pasos que me llevan a su cama perfectamente
ordenada. -Pensar... que eras un desastre en el quehacer...- Deslizo los dedos
por su almohada, con el pulso titilante y la amargura a flor de piel.
.
.
.
-Ara, parece que
en el cuarto de Natsuki hubiera acontecido una batalla campal- Empezaba a
recoger algunas prendas de ropa para doblarlas y poner un poco de orden.
-Shizu...ru- Esa
carita de cachorrito abandonado siempre sabía ablandar mis regañinas para ella.
Su mano detuvo mi labor. -Yo no quiero ser una molestia para ti... prometo
tenerla ordenada la próxima vez- Ladeaba la cara sonrojada. -Verás... que si
hubiera sabido que venías, entonces...-
-Mi Natsuki
nunca sería una molestia para mí- Sonreí enternecida por su preocupación pero
también entendía que estaba incordiando con mi sorpresiva visita. -Lo lamento,
no me di cuenta que he sido inoportuna-
-Yo... yo no
quería insinuar eso... err puedes quedarte todo el tiempo que quieras, tú... tú
nunca eres inoportuna- Comenzaba a ponerse adorablemente nerviosa. -Es más, ya
está un poco tarde y mañana no tenemos clases... ¿Qué te parece si te quedas
aquí?- Chocaba la punta de sus dedos sin atreverse a mirarme y esto solo
incrementaba mi sentir por ella.
-Ara, ¿Eso
significa que mi Natsuki quiere que me quede a dormir esta noche?-
-Si... err
quiero decir- Muy pronto se dio cuenta del embrollo y fue incapaz de hablar.
-Natsuki no
tiene de que preocuparse, yo dormiré en el sofá-
-¡De ninguna
manera! Tú dormirás en mi cama-
-Ara, no
imaginaba que Natsuki quisiera hacerme esto y aquello... ¿No es un poco
precipitado? Ni siquiera somos pareja- Me fingí sutilmente apenada y hasta
recatada.
-¡Shizuru!- Amar
cada facción de su rostro y divertirme no tan secretamente con su sonrojo,
ahora en la máxima expresión del tomate asesino. Es uno de esos pequeños
detalles maravillosos de la vida.
.
.
.
Tomé asiento en la
cama con un terrible nudo asechando mi garganta, cerré los ojos queriendo
detener el diluvio, pero sabe el cielo que no puede darse reversa a una
tormenta. El llanto silencioso ocupó mis respingos dolorosamente, descargando
en cada gota un poco de la inmensa pena acumulada aquellos meses. Siempre está
en todo lo que puedo ver y es masoquista el permitirme irrumpir en este lugar
tan lleno de ella. De mi amor ausente, la diosa de gemas esmeralda, mi dulce
Natsuki y la vez mi gélida doncella. Estoy viviendo de su recuerdo, que como un
arma de doble filo me da aliento para seguir, pero al mismo tiempo me taladra
inmisericorde con la idea de no verla nunca más. Sobrevivo de la zozobra y la
esperanza de volver a verla, de sus sonrisas, sus abrazos... de todo lo que por
propia voluntad me privé de disfrutar.
Quería destrozarlo
todo, arrancarla de mi mente y de mi corazón, porque se fue sin más... porque
sus promesas quedaron abandonadas con la fatalidad de este destino. ¿Pero con
qué derecho podría hacer tal cosa? Ninguno. Miré el techo y estreche su
almohada contra mi pecho, deseando como loca poder percibir algo de ella y
tener algún inmerecido consuelo. Gemí, lloré revolcándome en su cama como la
intrusa que era en aquel sitio, buscando algo que no he de encontrar en el que
fue su pequeño refugio. ¿Cómo podría merecer siquiera estar aquí? Porque yo,
dejé de serlo el día que le di la espalda siguiendo mis propios planes. Juré y
empeñe mi alma en la tarea que hoy tanta desdicha me trae.
-Te odio...-
Susurré en cuanto pude encontrar mi voz... -y te amo- Repetí mis propias
palabras como si en alguna parte ella pudiera oírme. ¿Es que no he aprendido
que sin ella la vida no tiene sentido? Que mis empeños son en vano y en el
fondo de mis más oscuras emociones, solo estoy deseando que el fin de este
mundo llegué pronto, para dejar de respirar este aire que quema y no sentir
esta presión tormentosa cada segundo. Maldita garfa de la muerte que atenazas
en mi pecho lo poco que queda de mí. Para que albergar la esperanza de
encontrarla al otro lado de esa puerta que... que podría alcanzar con un solo
paso. Me levanté de la cama abrumada por la ocurrencia ¿Y si apresurara esa
posibilidad?
Por toda respuesta
un tintineo de algunas campanillas en su ventana, me estremeció. Bajé la vista
apenada, si mi Natsuki me viera contemplando la posibilidad de un suicidio. Me
detestaría tanto más por desperdiciar sus heridas, su dolor y su sacrificio.
Ese “Te protegeré...” tácito siempre en sus actos y palabras. Me dejé resbalar
hasta el suelo de rodillas, sin poder detener el llanto ahogado y en vano
retenido por mis manos. -Natsuki... esta es tu forma de castigarme
¡¿Condenándome a vivir sin ti?!-
-“Por tu
maldita soberbia”-
-¿Ki..Kiyohime?- Su
voz, siempre presente para molestar y censurar mis banales comportamientos...
por primera vez aliviaba un pequeño fragmento del pesar que estaba sintiendo.
-“Levanta la
cabeza y mira frente a ti”-
Obedecí solo por
temor a no oírla de nuevo, a sentirme a un más sola en mi agonía. Mis ojos se
abrieron casi a punto de abandonar sus cuencas y mis labios separados sin decir
nada, sin siquiera pensar. Frente a mí había un retrato, uno en el que
estábamos ella y yo en una foto. Ni siquiera sabía que tal foto nos había sido
tomada, yo la abrazaba por la espalda y en aquel momento por mi posición
ignoraba cual era la expresión de mi Natsuki, gracias a ese retrato al fin he
sabido que ella estaba sonriendo.
.
.
.
Los tenues rayos
del sol se colaban por la ventana de aula de consejo estudiantil, frente a la
ventana y de pie contemplaba el campus, en el que pasé los años más amargos
pero también dichosos de mi vida. Tantos momentos vividos e imborrables junto a
las Hime, a quien secretamente les tomé algo de aprecio y mi Natsuki, mi amada
princesa del hielo. Suspiré profundamente, si tan solo tuviera una mínima
esperanza contigo, tan poco me valdría el peligro que ahora se cierne sobre mí,
a raíz de mis terribles acciones en el carnaval y de las que no me arrepiento.
Me quedaría solo para hacerte compañía, pero eso es egoísta de mi parte. No te
dejo ir, no te dejo caminar sin mí y solo estoy haciéndome más adicta a tu
presencia, corro el riesgo de no ser capaz de hacerme a un lado cuando alguien
más ocupe tu corazón de la forma que yo jamás pude lograrlo. No, no soy capaz
de quedarme a verlo, me muerdo los labios avivando el monstruo de los celos con
ese mísero pensamiento que a modo de consuelo hago parecer tan lejano.
Había llegado
más temprano que de costumbre, solo para disfrutar un momento de soledad y
aclarar mis sentires. Sobre mi mesa estaban las numerosas cartas de amenaza que
habían llegado a mis manos con remitente desconocido. Soy una persona con una
correspondencia numerosa y aunque muchas personas en el anonimato me remiten
sus declaraciones románticas, siempre leo sus cartas por respeto. Entre ellas y
sin saber el remitente, un mes después del carnaval comenzaron a llegar notas,
primero sutiles en las que se murmuraba algún tipo de confabulación, un
accidente u otros medios que hicieran ver una ausencia de mi parte como algo
meramente fortuito. Me puse alerta y a riesgo de todo dejé que mi relación con
Natsuki se convirtiera en una bellísima amistad, si no fuera porque su solo
aroma, o la más leve caricia causaba una sed insaciable de lujuria y
abstinencia. Use todo mi auto control para seguir siendo la persona que fui
antes de todo ese embrollo, pero las amenazas incrementaron en mi contra, cada
vez más audaces y confiadas... hasta que un día, las palabras “Vamos a
eliminarlas una a una... monstruos de Fukka y a ti demonio de ojos rojos... te
arrebataré lo más querido” -Natsuki- Su solo nombre escapó de mis labios, preso
de angustia. Jamás la pondría en riesgo, ¡Jamás!
-¿Me esperabas?-
Esa voz grave de un tono que se antojaba extremadamente sensual me sacó de mis
cavilaciones, obligándome a girar mi cuerpo elegantemente, sujetar mi melena
castaña para que el viento no la arrebolara en demasía y mirar en dirección de
la puerta. Allí estaba esa ninfa de cabellos negros, y esmeraldas en sus ojos,
la más sincera sonrisa manó de mis labios y con ella mis preocupaciones fueron
postergadas.
-Ara, me parece
que mi Natsuki es cada vez más madrugadora, a este paso será un manojo de
virtudes-
-¡Oi! Yo... yo
he cambiado y lo sabes... así que no me vengas con eso ¡Me haces parecer un
ogro!- Desvió la mirada delatando en su cara azorada, la timidez momentánea que
hacía saltar mi corazón. -...Algo bueno de ti se me tendría que pegar tarde o
temprano... o eso dice Mai-
-Ese es todo un
halago, si es mi Natsuki quien piensa que eso es bueno-
-Como sea...-
Desvió el tema con rapidez, conoce bien el hilo de mis palabras y sabe que
probablemente haré una broma, pero hoy no me siento con fuerza para ello, no
cuando sé que voy a dejarla ir o más bien, seré yo quien me vaya. -Vine a
ver... si tal vez...-
-¿Si?-
-¿Quieres...
tomar el almuerzo conmigo? Ya sabes si no tienes reuniones o algo así- La
enternecedora expresión de mi amada causo un brinco en mi pecho, un sentir de
alegría que asomó como una sonrisa sincera en mi rostro.
-Ara... Mi
Natsuki sabe que yo siempre tengo tiempo para ella...-
-¿Eso es un sí?-
Asentí con la cabeza a su pregunta, sabiendo que en el estado de tomate asesino
ella no piensa con tanta claridad. -Entonces nos vemos a las 12... en el lugar
de siempre-
-Ahí estaré...-
Musito antes de despedirse con la mano y salir por la puerta ante mi atenta
observación.
A la hora
pactada nos encontramos en aquel lugar que fuera testigo de nuestras primeras
palabras, de las miradas secretamente amorosa que le di y de las muchas veces
que supliqué a los dioses algo de paciencia para ser capaz de vivir a su lado
solo como una amiga. Tomamos asiento a la sombra de un gran árbol, con el
pequeño inconveniente de haber olvidado las bebidas que acompañaran nuestros
alimentos. Me ofrecí amablemente a ir por ellos, aunque Natsuki se negó un par
de veces. Sin embargo era una diligencia que debiera hacer yo, dado que por las
preocupaciones del día tuve ese olvido. Algo tan impropio de mí, sobre todo si
es para con ella siempre habré de desvivirme en atenciones, si el regalo final
es una de esas escasas pero dulces sonrisas.
Hice la
diligencia yendo a la cafetería, un refresco de té para mí y otro de cola para
Natsuki, realmente tengo que negociar con ella su adicción a la cafeína. Aunque
probablemente sea una causa tan perdida como la que tengo contra su preciada mayonesa.
Al volver noté que mi amada estaba acompañada y a paso presuroso me acerqué,
solo para con calma notar que Chie estaba cerca en la grata compañía de Aoi.
Mencionaban algo con respecto a la participación de mi Natsuki en las pruebas
de atletismo, el solo imaginarla con una indumentaria deportiva y el ajuste de
las prendas a su piel, hizo invadir mi rostro de un culposo sonrojo. Sin
embargo, al escuchar más de cerca la plática que tenía lugar, una ola
irremediable de celos me invadió en cuanto percibí como la castaña de mirada
picara se desvivía en halagos para mi Natsuki, robándose por tanto una de esas
sonrisas que ahora, fluían con más naturalidad. Ardí, dolorosamente sabiendo
que mi esmero daba frutos a otras personas, que otra persona será la que coseche
mis esfuerzos en un ámbito romántico con la pelinegra de mi corazón.
-Kaicho...-
Apeló a mi titulo la colabora chica del periódico escolar.
-Aoi-san... ha
sido una grata sorpresa encontrarlas aquí...- Cualquier muestra de dolor en mi
rostro fue enmascarada por una sonrisa tranquila, muy contraria a la tormenta
que asolaba a mi alma con sus crueles inseguridades. -De este modo Kuga-san no
lo ha pasado tan solitaria en mi ausencia- Natsuki giró su bello rostro para
verme, con una clara muestra de contrariedad que no comprendí.
Entregué el
refresco en las manos de la deportista, y un tenue roce entre nuestros dedos
causó una corriente eléctrica en mi cuerpo que supe disimular serena. Tomé
asiento en el lugar donde mi obento aguardaba y sin el ánimo de crear
conversación, me dispuse a consumir mis alimentos. La charla prosiguió entre
Chie, Aoi y mi Natsuki. Estuve totalmente fuera de contexto y esa molesta
sensación de no contar con privacidad así como la atención de ella, taladraba
por dentro a mi yo posesivo.
-Kuga-san podría
posar para una foto... sería adecuado para el periódico y nuestro concienzudo
reportaje- Solicitó cordial Chie. Por toda respuesta, mi amada pelinegra se
puso de pie para posar con los brazos cruzados, fue algo insólito que terminó
por agotar mi paciencia. Con un movimiento rápido y antes de que el flash de la
cámara gravara para siempre el recuerdo de aquel momento, me encontré a espalda
de mi Natsuki y con un firme abrazo por su cintura. Mis manos se aferraron a
ella, mi barbilla se apoyó en su hombro y mi sonrisa afloró en el justo momento
que la foto fue tomada, guardando en ella para la posteridad, ese instante
maravilloso junto a ella.
.
.
.
-Nunca imaginé
que... le solicitara una copia a Chie-san- Susurré más para mí que para
Kiyohime, aun incrédula, sujetando el retrato entre mis manos. Volví a mirar
con detalle la fotografía, mi abrazo a su espalda, el bello sonrojo y esa
sonrisa dichosa, nunca antes vi semejante brillo en sus ojos verdes... -No
lo notas todavía ¿Verdad?- Negué con la cabeza como si mi alter ego
pudiera verme, en realidad me sentía. -Su sonrojo delata que sintió tu
presencia y pudo retirarse de la foto si lo hubiera querido... Shizuru, has
estado tan cegada por la idea de su rechazo, que no viste que Natsuki Kuga ya
correspondía tus sentimientos en ese momento, aún si ella no lo supiera o lo
admitiera en voz alta... comenzó a brillar por ti y para ti, aunque de su luz
se irradiara los demás, tú eras la fuente de esa sonrisa perfecta-
Aquellas palabras
fueron como una daga atravesándose en mi corazón, como una carga extra sobre
mis hombros y un gemido de dolor ahogué en mi garganta mientras abrazaba con
vehemencia la fotografía. -¿No ves que ya no puedo soportar más culpas? ¿Por
qué me torturas de esta manera Kiyohime? Si ella ya no está, solo agravas mi
dolor al hacerme saber que soy yo la única culpable-
-Somos dos
personas distintas pero tan parecidas Shizuru, estamos unidas por un
sentimiento común. Yo soy tan vengativa como tú y tenía que hacerte sentir mi
agonía, conjugada a este sufrimiento inconmensurable...- Su voz se me antojaba rencorosa, y su enojo estaba claramente dirigido
a mí. -Haríamos cualquier cosa por tener a Natsuki y tú renunciaste a esa
promesa en el momento que afirmaste a Tomoe, pero ahora es momento de
actuar...-
-¿A qué te
refieres?- Cuestioné limpiando el llanto, en mi vano esfuerzo por detener una
cascada en mi cara.
-Solo observa
el anillo en tu dedo... la prenda del corazón de la princesa del hielo- Ordenó imperiosa, con su voz etérea en mi cabeza y al mismo tiempo en
mi corazón. Observé mi mano, solo para notar que el Zafiro incrustado en el
lobo plateado, mostraba una tonalidad translucida como la de un diamante, como
si fuera hielo.
Capítulo
19
Tinta
Sangre II
La noche más oscura
se cernía sobre las calles de la tierra del sol naciente. Las sombras eran
escurridizas, y mutaban a la menor variación de luz en las farolas, sin embargo
muy lejos de aquel cotidiano paraje, lleno de casas reducidas en tamaño, se
llevaba a cabo un operación de alta importancia para la seguridad del mundo y
de aquellos pacíficos habitante de la ciudad de Xinjiang. En lo alto del cielo
nocturno, donde el viento cede al filo del metal y la velocidad del imponente
Jet de Garderobe, un grupo armado y listo para llevar a buen término su misión,
acomodaba la indumentaria y el equipo indispensable para minar las
instalaciones de Sears. Pero aquella imponente edificación a unos tantos
kilómetros, escondida en el follaje de los árboles, así como su verdadero
trasfondo en la profundidad de la tierra, fue para la ocasión un reto superior
a los que hasta el momento ha afrontado el escuadrón Otome. Los ánimos
caldeados, tanto como la notoria ausencia de la líder habitual de grupo, menguaban
las posibilidades y el espíritu de lucha. Por tanto la planeación realizada
para la infiltración había sido mayor en esta ocasión y vía satélite se hacía
un seguimiento completo.
Nina Blan de Ho la
ahora líder del escuadrón revisaba sus armas con parsimonia, mientras las demás
evitaban por todo medio un tema de alta fibra sensible en la camaradería
fragmentada del grupo. Nadie, ni por asomo haría mención del nombre de la
anterior líder y querida amiga, todas ellas tienen cuentas que saldar en este
asedio.
-Preparen sus
paracaídas...- Ordena la pelinegra, cerrando los broches de seguridad con
previa revisión, acomodando sus armas en su ropa y poniéndose los lentes
protectores para tolerar las ráfagas de viento que seguramente las esperaban
fuera de la aeronave.
-¿Realmente era
necesario saltar?- Cuestionaba nerviosamente Mai, acomodando como recordaba
según la instrucción, donde debía ajustar las cintas de seguridad. Ya casi
olvidaba que primero se tira del cordón corto y luego del más largo, o eso
había entendido.
-¿No podíamos
incursionar del mismo modo que las veces pasadas?- Se unió Nao al
cuestionamiento, a ella le era tan fácil seducir a las personas que los pases
de cortesía a Sears estaban garantizados.
-No lo puedo
creer...- Negaba la joven Blan con la cabeza. -Mai-san tenía a Kagutsuchi, una
criatura con la que volaba todo el tiempo y ¿Ahora le da miedo un pequeño
salto? Si volar era como respirar para usted en el Carnaval y Nao-san... no
distaba mucho de la postura de Tokiha- Se cruzaba de brazos ligeramente
indignada la líder de dicho escuadrón.
-A mí no me
relaciones, Julieth era una criatura terrestre... ¡Una araña!- Puntualizó la
pelirroja, a la que claramente le contrariaba la circunstancia de tirarse al
vacío con semejante aditamento tan... humano y por ende sujeto a errores.
¡Nadie le garantizaba que el paracaídas abriera!
-No cuento ya con
mis brazaletes, que eran los que me permitían flotar y Kagutsuchi no está- La
angustia era palpable en los ojos lila. A diferencia de las antiguas Coral I,
ellas no había recibido el entrenamiento de toda una vida y tirarse en
paracaídas, era una de esas cosas que les explicaron demasiado rápido, como
para lograr practicarlo bien antes de hacerlo.
-No te preocupes
Mai... yo te protegeré- La mano gentil de la joven de ojos dorados, se posó
sobre la pálida y fría mejilla de la dama preocupada.
-Eres muy dulce
Mikoto “En el fondo saltar al vacío debe tener su emoción, sobre todo si
ella salta conmigo”- Un casto beso en los labios y la plática se dio por terminada.
La compuerta de la aeronave se abrió y todas saltaron en parejas, con una
sucesión de 1 segundo entre cada una, con Nina de última. Ella debió empujar a
Nao antes de que pensara mejor las cosas. En el aire pese a la inexperiencia
Mai recordó mejor los pasos, pues su vida y la de Mikoto dependían de ello, el
amor puede algunos milagros de esa clase.
Las figuras
descendieron en el anonimato de la oscuridad, mientras los reflectores
circundaban en derredor del edificio, iluminando secuencialmente las
instalaciones. Las parejas conocían las secuencias y evadían en vuelo las
tremendas luces que amenazaban con avistar su presencia en aquel lugar, serían
en tal caso fáciles blancos de la artillería pesada. Una vez en tierra,
recogían los paracaídas para prender fuego en ellos y generar una buena
distracción a los vigilantes de turno. Desde diversos puntos de la edificación
y aprovechando los conductos de ventilación, en parejas las jóvenes Otome
lograron acceder al interior de aquella tremenda estructura. Aunque muy a su
pesar los sensores delataron su intromisión, una alarma general se extendió en
todo el edificio.
La evacuación en
masa del personal, atiborró los ascensores y la muchedumbre estuvo fuera del
laboratorio en 5 minutos. Ninguna de las jóvenes tuvo problemas para llegar a
los niveles inferiores, donde las cargas explosivas serían instaladas. Se
vieron las caras en el punto de encuentro, todas se miraban extrañadas unas a
otras y con un mal sabor de boca ante el escenario que se presentaba, 'demasiado
fácil' punzaba en sus mentes.
-Bienvenidas
Otomes... las estábamos esperando- Una voz fría y sin emoción alguna, hizo que
las aludidas se dieran vuelta. Ante ellas se mostraba un grupo de al parecer
mujeres, enfundadas en trajes militares y en cuyas ropas adornaban prendedores
con una gema de un color distinto cada una. -Nosotras somos... el escuadrón
Valquiria, tanto gusto- Una sonrisa prepotente se escondía en el casco de la
más alta de ellas. -Yo soy Piro, es indispensable que conozcan el nombre de su
verdugo- En su ropa tenía una joya verde.
-Son unas
descuidadas, han desaprovechado el factor sorpresa- Se mofó Nao en voz alta,
estaba claro en medio del tenso momento, que ese había sido un descuido que
podría costar caro a esas entrometidas. Eran 5 contra 6 a favor de las Otome y
todavía no había una clara muestra de quien atacaría primero.
-Nosotras no
tenemos que usar trucos sucios... somos superiores a ustedes- Se cruzó de
brazos otra de ellas. -Yo soy Zera, por si le interesa saber quién ha de
vencerla esta noche, Yuuki-san- Esta usaba un prendedor marrón incrustado.
-Maldita hija
de...- Los labios de Nao fueron sellados por las manos de Nina. -¿Quiénes son y
que quieren?- Intervino en la charla, el tiempo se les estaba agotando y no
podían perderlo en tonterías, esas mujeres se veían muy comunes para ser un
problema.
-¿No es obvio?
Eliminarlas... pero está bien, es justo que sepan quienes somos. Mi nombre es
Yun- Constaba de una gema rosa. -Ella es miel- Señalo a la chica a su lado con
una prenda Ámbar y la única que levantó la mano en un saludo medianamente
cordial. -y ella es Zafiro- La última
con la gema que era su nombre no hizo ademán alguno.
-Bien, acabadas las
presentaciones ¿Quién quiere morir primero?- Rio juguetonamente Piro, añadiendo
por toda conclusión un mensaje que las Otome no esperaban. -A fin de cuentas ya
que erradicamos a esa tal Natsuki Kuga, ustedes serán mucho más fáciles de
eliminar- Levantó los hombros desentendida.
Un segundo de
silencio, un instante de paz antes del caos, la asimilación de la verdad que
todas habían querido evitar, calladas lágrimas y un grito de guerra que daría
inicio a aquella confrontación inevitable. El fuego doloroso en los ojos de las
Otome, la carrera infinita de almas incendiadas de ira y la invocación de los
elementos que Garderobe les había otorgado... un salto, y el filo de las armas
yacieron a escasos centímetros de las Valquiria.
.
.
.
-No tan rápido-
Piro reveló un destelló en su gema y en sus manos una corriente de viento,
expulsó a Nao contra la pared mucho antes de que sus garras pudieran alcanzarle
el casco que cubría su cara. Pero a Nao le reemplazó Mai y Mikoto repelió con
su espada a Yun, quien pretendió atacar a traición a la Hime del fuego.
En cuanto la
pelirroja se puso de pie con dificultad, atontada por el golpe, una voz la
trajo de vuelta a la realidad. -Sabes preciosa... dije que yo sería tu rival-
Zera estaba de pie frente a ella esperando la oportunidad de luchar. Al mirar
hacía Piro, Nao notó que Mai codo a codo con Mikoto, arrojaba golpes
perfectamente sincronizado, como si fuera aquella una coreografía. Mientras que
Erstin luchaba con Miel, Nina y Arika se las apañaban con la silenciosa pero
letal Zafiro. -No me digas que no quieres danzar conmigo... yo fui la que le
dio el golpe de gracia a tu amada Kuga- Atrajo su atención Zera.
Con energías
renovadas, Nao se irguió orgullosa y sus ojos felinos vagaron sobre el cuerpo
de Zera, cuya altura la superaba por una cabeza. -Te voy a enviar a casa en una
bolsa negra Zerita... ¡Vas a desear que te mate!- Lamió sus garras con sorna y
un segundo después desapareció de la vista de Zera. La Valquiria alertó sus
sentidos para encontrarla, tarde fue, cuando una patada en el costado la mando contra la pared. -Ja y tú dices que
mataste a Kuga ¡No me hagas reír!- Un grupo de estalactitas de tierra, que
evadió por los pelos fue toda la respuesta que obtuvo la pelirroja.
Erstin se veía las
caras con Miel, la contraría tenía en sus brazos un par de macanas filosas y
hechas de ámbar, que manejaba con mucha maestría y con las que estuvo a punto
de hacerle un nuevo corte de cabello a la rubia. La joven Ho convocó su
elemento, un escudo de diamante rosa y se apoyaba en su revolver para alejar
con disparos a la chica cuando el filo amenazaba con despedazarla. Con su
elemento desviaba los ataques, tratando de abrir un punto en la defensa de Miel
e impactar un golpe decisivo, pero la valquiria era hábil y muy rápida. Sus
flancos se cerraban entre las cuchillas tan rápido como Erstin lograba abrir
alguna brecha a golpes de su escudo.
Mai no la tenían
más fácil, Piro con sus ráfagas de viento dispersaba las llamaradas del fuego,
y con una enorme guadaña de giraba a velocidad pasmosa, desviaba los disparos
del dispositivo de la Ojilila. La alta mujer de abundantes atributos
delanteros, se acercaba cada vez más con el filo de su arma y Mai hacía gala de
sus buenos reflejos, saltando y evadiendo los cortes.
Yun en cambio
evadía y alejaba todo lo que podía a la devoradora de Ramen de su amada. Su
poder consistía en una serie de espectros, llenos de tentáculos que manaban del
suelo y Mikoto cortaba a diestra y siniestra con su prominente espada. Era tal
el número de extensiones babosas, así como el ponzoñoso líquido que supuraban,
que la pelinegra no tenía más opción que evadir y ejecutar sus cortes de viento
desde la distancia, pero Yun los advertía con suficiente tiempo para evitar el
ser partida en dos. Ambas eran las que más destrozos estaban dejando a su paso,
aquella bodega de almacenaje comenzaba a arder en llamas a causa de Piro y Mai.
Las profundas capas de metal mostraban fisuras, también por causa de los
envites terrestres de Zera y los cortes de hilo diamantino que Nao en su afán
por destruirla causaba en las columnas, haciendo que el sitio temblara.
Al fondo una
imponente lanza celeste brillaba y Zafiro se las arreglaba para mantener
alejada a Nina. La doncella de la casa Blan, miraba con incredulidad a su
adversaria, que con sus certeros disparos lograba que diera saltos más lejos de
ella. Notó por el peso de la artillería con la que contaba Zafiro, que bien
podría atravesar la tela de araña y causarle heridas severas, por eso se veía
obligada a esquivarlas. Arika quien la apoyaba con su propia lanza de
dimensiones similares a Neptuno, se acercaba a la enmascarada sin lograr
siquiera rasguñarla. La castaña notaba que a diferencia de las demás, esa mujer
no había mostrado la fuente de su poder, ni siquiera adivinaba que elemento le
habría sido conferido. La frustración comenzaba a hacer mella en Nina, porque
en cuanto lograba acercarse, la velocidad sobrehumana de su oponente lograba
evadir sus cortes, esa mujer era muy rápida o ella muy lenta con su elemento.
-¡No puedo perder!- Enviaba estocadas, cortes diagonales que esa endemoniada Valquiria
evitaba casi bailando.
Zafiro miraba a
ambas mujeres con beneplácito tras su máscara, su estrategia era simple. Hacer
tiempo para que la caballería llegara y esto lo lograba apartando a una de las
dos Otomes con sus precisos disparos, mientras que evadía a la que lograba
acercarse y luchar cuerpo a cuerpo. El problema de las jóvenes de Garderobe, no
era el peso de su arma, era el tamaño. Aun si las lanzas pesaran lo que una
pluma, eran demasiado grandes y de manejo engorroso, era eso lo que causaba
fallos en sus ataques.
-Provoquen a las
Otome...- Ordenó Zafiro a través del comunicador y en
medio de un salto que le permitió escapar del filo de Neptuno. Su cuerpo giró
hacia atrás en el aire y en cuanto las enguantadas manos se apoyaron en el
suelo, con una de sus fuertes piernas golpeó la mandíbula de Nina. La pelinegra
voló algunos metros, soltó la lanza y cayó el suelo pesadamente sobre su
espalda. Arika no tardó en tomar pose defensiva, con su compañera de batallas a
su espalda. -Serás...- Gruñó enfurecida como nunca la 'hormiga'.
-¡Nina!- Gritó
Erstin angustiada, descuidando por un instante a Miel. La valquiria no dudo en
aprovechar la oportunidad y ejecutó un corte en el brazo que la rubia sostenía
el escudo. A la Ho se le escapó un gemido de dolor, sujetó la sangrante herida
incapaz de sostener su elemento, que cayó de su mano sin fuerza. Miel le había
cortado algún nervio, de eso estaba segura. Al levantar sus ojos azules, el
filo ambarino se ciñó al cuello de la ojiazul. -¿Escuchan eso?- Miel posó una
de sus manos en su oído, con un ademán exagerado, sabiendo que Erstin estaba a
su merced y se movía podría decapitarla.
-O si... ¿Recuerdan
los gritos de dolor de Kuga? Fueron una bella melodía a mis oídos- Afirmaba
Zera, siguiendo el juego a la quinta Valquiria. Esto redujo seriamente la
concentración de Nao, cuyos hilos ya habían causado heridas a su oponente y
comenzaban a darle ventaja sobre ella. Se lanzó precipitadamente cual bestia
herida, haciendo caso omiso del grito de advertencia de Mikoto en ese '¡No
NAO!', que no pudo escuchar ciega por la cólera y el acelerado latir zumbando
en sus oídos.
Zera sonrió e
invocó su poder sobre la tierra a través de la gema, materializó una espada
marrón que no había mostrado hasta el momento. La interpuso ante las garras que
quisieron sacarle los ojos y en el intento quedaron trabadas en el filo, un
hilo de sangre cayó al suelo desde la mano de Nao, pero por orgullo esta no
gimió ni un poco. La cuarta valquiria, enfadada por la actitud de su oponente.
Empujó con fuerza su espada, girando la muñeca para tornar en posiciones
inhumanas la extremidad de la Otome. Un grito de agonía resonó desde los labios
de la pelirroja, Zera le había dislocado el brazo a Yuuki, justo antes de
patear su costado para que la garra liberara su espada. Aquel acto, empeoró la
lesión de la felina mujer, que intentaba por dignidad no revolcarse en el suelo
de dolor, a sabiendas de que su guante fue destruido, inutilizado su brazo y el
elemento de Zera apuntándole en el pecho. Se adivinaba en la enmascarada mujer
el deseo de atravesarle el pecho, pero por razones desconocidas no lo hacía,
por esto Nao intentaba no perder el conocimiento y buscar una oportunidad en el
exceso de confianza de su oponente.
-Yo escuchó el
murmullo de nuestra victoria- Rio socarronamente Piro, cortando con su guadaña
a la nada. Mai había vuelto a esquivarla y ella no podría permitirse el lujo de
quedar mal frente a sus colegas, así que suspiró y detuvo su ataque contra la
ojilila, que a pesar de todo estaba fresca como una lechuga y muy enfadada. Dos
metros entre ambas mujeres y Piro hizo un tiempo fuera con las manos. -Hagamos
fuego contra viento... estoy aburrida y sé que tú igual. ¿Qué te parece si
enfrentamos nuestros poderes? Ya sabes, quien pierda morirá calcinada o en su
defecto por el impacto contra la pared-
-No me fío ni un
poco de ti- La joven de fuego miraba con sospecha a la más alta y al parecer
mayor del escuadrón Valquiria.
Piro desvaneció su
guadaña, usando el mismo principio que los brazales de las Otome, para nadie
pasó desapercibido ese detalle ¿Cómo diablos copiaron el mecanismo? -¿Así
mejor?- Levanto sus manos inocentemente la Segunda Valquiria.
Mai miró sus
guantes y brazales, el uso los estaba sobrecalentando, sentía la piel arder
bajo la tela pero no se quejaría, eso podría desconcentrar a su Mikoto. -“Mikoto...
mantente a salvo como me prometiste, si te pasa algo entonces no tendré fuerza
para luchar”- Miró de soslayo a su amor, la pelinegra era una guerrera
excelsa. Mai lo sabía, nunca antes tuvo oportunidad de usar tanto sus guantes y
seguramente su capacidad estaba llegando al límite. -Acepto... será a la cuenta
de tres, que cuente esa tal Zafiro- No era importante que ahora la aludida se
defendiera con sus pistolas de la tremenda lanza de Arika.
-¿La oíste Zafi?-
La Valquiria número
1, asintió con la cabeza sin mirar a Piro. Desvió con su fuerza la monstruosa
arma en dirección derecha, esto dejó descubierto el costado de Arika, en el que
no tardó en asestar una patada tan fuerte que seguramente le rompió una
costilla y la castaña impactó contra la pared incapaz de respirar por el golpe.
Nina apenas se estaba incorporando con la boca llena de sangre, corrió al lado
de su amiga para socorrerla, sin siquiera notar la mirada llena de sufrimiento
que le dedicó Erstin.
Zafiro se giró
sobre sus pies sin delatar alguna muestra de agotamiento. -1...- Levantó su
arma en dirección del techo. Tanto Mai como Piro empezaron a concentrar sus
poderes, en esferas contenidas por sus manos. -2...- y finalmente... -3...-
Presionó el gatillo.
El sonido alertó a
todos, un pequeño huracán emergió, mientras que la bola de fuego salió
disparada de las manos enguantadas, en cuanto ambas fuerzas hicieron contacto
una honda de choque hizo estremecer el lugar. Mai se esmeraba por mantener la
concentración y soportar el dolor incandescente en sus manos. Ella tenía
razones, motivos para salir viva de ese lugar. -“Yo tengo a Mikoto y mis
amigas, yo tengo que... lograrlo”- Tensaba la mandíbula en un esfuerzo, mientras
sus brazales comenzaban a derretirse, sin que ella se percatara de ello. Al
otro lado Piro, sentía el inclemente aumento de calor en la corriente de aire,
no fue buena idea, las ventilas eran pequeñas para el cerrado espacio y pronto
les faltaría el vital oxigeno que el fuego consumía con cada segundo. Empezaba
a sentirse superada, no por nada estaba tratando con Mai Hime, la vencedora del
carnaval. -Zafiro...- Solicitó la colaboración de su líder.
Al mismo
tiempo...
-Te haré gemir...
pequeña- Yun giraba su cuerpo a un lado, para que el filo rojo de Mikoto no la
tocara. De todo el escuadrón, la Minagi era la única que en ese momento lleno
de desesperanza, mantenía la cabeza fría. Aun si el escenario se pintaba
terrorífico, su inquisitiva mente guerrera, le dio a saber que las Valquirias
no estaban por la labor de matarlas. De ser así ya estarían muertas sus amigas.
-“Aún podemos luchar, mientras ellas vigilen a las demás, mi Mai... por
favor... no pierdas”- Suplicaba en su fuero interno, pues su habilidad le
permitía estar al tanto de su amada sin descuidar su propia batalla, el poder
de la antigua ama de Kagutsuchi era devastador y se notaba que Piro, perecería
en su egolatría. -Debo confiar- La Minagi no se quedaría atrás, desplazó su
cuerpo con una nueva convicción, como la sombra que camina sin siquiera tocar
el suelo bajos sus pies, se adelantó a una velocidad insospechada para Yun. No
le importó en lo absoluto rozar sus ropas en el líquido ponzoñoso de los
tentáculos, pasando a través de ellos sin cortarlos para no perder tiempo. La quinta Valquiria, cayó inconsciente al
suelo sin saber que le hubo pasado, el preciso golpe de Mikoto en su cuello,
fue más que suficiente. Sigilosa y sin perder el tiempo, se deslizó raudamente
contra Zera, cuya atención estaba puesta a medias en la confrontación de
poderes y su presa, Nao. Ella era un blanco fácil.
El instinto le
gritó con alerta a la menor de la manada, pero hizo caso omiso de ello a falta
de otra oportunidad. -Solo dos... solo dos y Mai podrá escapar- Mikoto sintió
algo atravesarle el hombro izquierdo, pero no cayó, mucho menos renunció. En
sus últimos pasos, a pesar del segundo disparó que destrozó gran parte de la
hoja de su espada y antes de ceder al dolor físico que ocasionaba el veneno. Se
precipitó contra Zera, en el vientre de esta se clavó el restante filo de su
espada rota. Mikoto sonrió sabiendo que aún bajo la máscara, esa desdeñosa
mujer que le había arrebatado la vida a su querida amiga Natsuki y lastimado a
Yuuki, Zera estaría viviendo una agonía insuficiente para el mal causado pero
consoladora. Ambas mujeres cayeron al suelo, entremezclando los fluidos carmín
que sus heridas derramaban. Nao como pudo y pese al dolor que sentía, retiró a
la pelinegra con su brazo sano, intentando con él detener la sangre que
escapaba, mientras Zera se sujetaba el vientre donde la espada estaba clavada.
-Mikoto... no nos
hagas esto otra vez... anda gatita, Mai te dará todo el Ramen que quieras-
Musitaba con dulzura y miedo, gesto extraño en la pelirroja.
-Mai...
Ra...Ramen...- Cerró los ojos cansada, ante el pánico que asoló a Nao.
-¡Mikoto! Anda...-
Empezó a sollozar. -“Esto no puede estar pasando... Natsuki, Mikoto...”
¡No te vayas!- Sacudió a la chica sin obtener respuesta. -¡Despierta barril sin
fondo!-
-¡MIKOTO!- El eco
de una voz dolida lo llenó todo, de la sensación de pérdida inexorable y la
demencia en el rostro de una ojilila. Lágrimas silenciosas apagaron el incendió
que formaba entre sus dedos, haciendo que el cumulo de energía se precipitó
contra ella.
-¡MAI!- Gritaron
las restantes Otomes no inconscientes. Erstin cerró los ojos incapaz de
contemplar la situación que vivía. Fueron a una muerte segura sin siquiera
saberlo.
La explosión
estremeció nuevamente todo el lugar, con la honda ocasionada Piro fue empujada
hacia atrás, Nao estrechó entre sus brazos a Mikoto, el cuerpo inconsciente de
Zera se movió algunos centímetros, Miel protegió como pudo su integridad y la
de Erstin que palidecía por la pérdida de sangre. Mientras que Nina acunaba a
Arika, cuya respiración era dificultosa y miraba con fiero rencor a la mujer de
pie frente a ella, esa figura armada y sin escrúpulos, cuyo cuerpo no se movió
ni un ápice con la honda ¿Qué era, un androide? Con calma psicópata la Blan
tocó con sus dedos el suelo y Neptuno a unos tantos pasos de ella se derritió
tomando forma líquida, el agua se deslizó silenciosamente sobre el suelo hasta
llegar al brazal de la chica. Mataría a esa mujer aunque fuera lo último que
hiciera en esa vida, porque Zafiro había eliminado a Mikoto a traición con sus
disparos y como un efecto domino, derrotó a Tokiha colateralmente.
-¡Gané!- Gritó Piro
de lo más sonriente, levantándose del suelo para yacer sentada y agotada frente
a la humareda. -Cof cof- Tosió a pesar de la máscara, que notó fisurada e
incluso ligeramente derretida. Detrás del cristal antibalas, ahora expuesto...
un brillo divertido marcaba aquellos ojos verdes, junto a sus mechones rojos.
-¡Le gané a la Hime más poderosa! Soy Piro y esto será recordado para la
posteridad- Comenzó a reír cual maniática.
-No cantes...
victoria tan rápido- Los ojos de las Valquirias amenazaron con salirse de sus
cuencas... -Esto aún, no acaba-
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No creo ke vayan a destruir a todas la hime!!! Zafiro es Natsuki??
ResponderEliminarQue vaina.. nombres y más nombres??? quien es quien??. Cristalsif, el espionaje de James Bond se quedo en pañales!!! que Bárbaros, eh?, y parece que Natzuki ahora tiene otro nombre?.. Que emoción..:).
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