Desahogo - Anónimo

Tal vez tengo miedo a ser feliz…

Eso es lo que frecuentemente me pregunto, no sé si en realidad la felicidad ha sido tan esquiva para mi o en realidad la he dejado ir por miedo. A veces pienso que en el momento en que sienta a plenitud esa sensación, moriré ante la intensidad de la misma, o simplemente porque cada vez me convenzo más que los finales felices solo se dan en los cuentos de hadas, ya hasta escasean en la imaginación de los libretistas de cine y televisión.

Creo ser una persona bastante particular, llena de ironías y contradicciones, actuando bajo todos los preceptos sociales, chica 10 sería como algunos me describirían; pero por dentro siento morir, sin saber que sentir, sin saber si merezco ser feliz, si mis errores en el pasado, que en realidad no fueron míos, son los que impiden que pueda amar y ser amada. Me aterra el contacto humano, me aterra que me miren tal cual sol, me aterra que puedan ver mi interior, me da pánico perder el control y sentirme vulnerable ante un sentimiento que venga, invada mi mundo y lo deje patas arriba; pero al mismo tiempo,  creo que a esto que tanto le tengo miedo es lo que me permitiría ser feliz, sentir que la vida es algo más que pasar el rato sin más gracia que convertir oxigeno en dióxido de carbono.

A estas alturas, no sé si en realidad alguna vez he amado, no sé si me he enamorado; me he encaprichado, eso si es seguro, pero igual nunca he mirado hacia el lado correcto. Yo no sé si exista alguien más desatinada que yo para captar las señales y mirar hacia donde es… Creo que no tengo eso que llaman Gaydar (¿lo venden en alguna tienda?) He sido de las que se “enamora” de quien las trata mal, siempre con la esperanza de ser correspondida pero sin atreverse a decir nada, conformándome con una tímida caricia, un roce de manos, unos momentos y muchas palabras, tratando de leer si hay algún significado oculto entre líneas. De igual forma siempre he terminado contemplando frente a mis ojos la felicidad de esas personas junto con otras, con una frialdad que me hace dudar que sea humana, porque para el exterior, creo que nadie adivinaría que me muero al ver a la persona a quien yo creo querer, amando a alguien más, viendo como todo el tiempo y todas las ilusiones, nuevamente fueron en vano.

Soy una pragmática por excelencia, o al menos eso muestro al mundo, con mi apariencia y actitud fría y distante, disfrazando mi sufrimiento tras bromas que hacen pensar que todo en mi es color rosa. Bien dicen por ahí, que detrás de una sonrisa puede ocultarse una gran tristeza. Y pues tampoco es que sea la “emo” que vive torturándose en una habitación oscura de su casa, preguntándose el porqué de su desgracia, de hecho, quien me conozca y sepa de mis viajes, mis fiestas y “jornadas de entretenimiento” dudaría que yo fuera la autora de este pequeño, aburridor e incoherente texto.

Soy la amiga de todos y la amante de nadie, eso me define. Yo no sé si es que no merezco a nadie, o tal vez ser tan supuestamente madura e inteligente asusta, me inclino por lo primero.

Y si, me siento muy vacía, como que hago muchas cosas y me destaco en casi todas, pero hay un vacío en el pecho que me hace cuestionarme cada noche antes de dormir, si estoy desperdiciando los mejores años de mi vida. Es ese vacío el que me ha impulsado a escribir estas incoherentes palabras esta noche, al sentir que tal vez nunca conoceré eso que suelen llamar amor y que probablemente terminaré mis días sola, rodeada de gatos, pero… ni siquiera me gustan mucho los gatos.

¿Seré bipolar?… no lo creo, ojalá así fuera. Sería más fácil explicarle al mundo esta masa tan amorfa que es mi cerebro, mi alma y mi corazón. La verdad ni yo misma me entiendo. Y bueno, la verdad no soy de las que escriben diarios, pero hoy al escribir esta página creo que he logrado sentirme un poco mejor, al menos algunas lágrimas intentan salir, pero la verdad las he escondido por tanto tiempo que creo se han olvidado de como abandonar mis ojos.

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