Un sonido lejano llegaba distorsionado hasta el balcón, donde contemplaba los colores que adquirían el cielo con el atardecer. Me concentré en ese sonido, cerré los ojos y me obligó tratar de descifrar el origen del ruido. Estaba a demasiada distancia, pero es que el paraje que me rodeaba apenas daba señales de estar vivo; abandoné la maravillosa escena cerrando la puerta sin contemplación tras de mí. Iba a paso lento, deliberadamente lento dejándome guiar por el sonido que ya no parecía tan fuera de lugar en el silencio. Me detuve en medio del hall principal, mirando hacia el ala este de la mansión. Tenía una idea loca, un poco descabellada, pero intuía qué era ese sonido. Corrí a comprobarlo.
Cuanto más corría más aumentaba la necesidad de saber el origen de aquél sonido. Sonreí triunfante, lo sabía: ese sonido era una sucesión de notas, de las cuales solo reconocía un Re. Aguardé apoyada contra la pared, normalizando mi respiración. La pieza que estaba interpretando me emocionaba hasta el punto de acompañarla con lágrimas. Era hermosa. Incontables veces había escuchado esa melodía, con sus variaciones, pero solo ella podía hacerme sentir así, en unión con esas notas. Nadie la tocaba con tanta pasión, imprimiéndole su personalidad, haciéndola parecer otra. Me estaba llamando, sabía cómo captar mi atención. ¿Quieres seducirme? Entonces juguemos. Abrí la puerta, y pude sentir como la música invadía toda la gran sala, su sala, con su gusto presente en toda la decoración, pero yo solo tenía ojos para ella y el perfecto piano de cola que estaba tocando. La luz atenuaba, e iluminaba la sala con un ambiente rojizo, creando una atmósfera cerrada a nuestro alrededor. Caminé despacio hasta que me senté a su lado, ella no me miró solo siguió tocando, aunque ahora, de forma muy suave. Ahora no tocaba para ella, tocaba para mí. Cerré los ojos y dejé llevar por lo que trataba de transmitirme con la música. Ahora incluso percibía su perfume dulce e intenso… Las notas siguieron en mi mente mucho tiempo después de que dejara de tocar. Escuché desde lejos como cerraba la tapa, cortando el eco que invadía mi ser. En ese momento me evadí de todo pensamiento y me dejé guiar solo por los sentidos… Su perfume, sus dedos acariciándome, el color rojo del ambiente… El tacto del deseo que se expande en mi piel cuando las ropas caen en suave vuelo hasta el suelo. El sentido de mi vida estaba en sus labios, un beso lleno de calma, para que después, cuando notaba sus manos lentas, suaves, flexibles, se dejaban caer por mi cuerpo. Éramos dos puntos de un eje que convergen en este instante, como si esto estuviera escrito en nuestro camino, una atracción más allá de toda lógica. Algo más que física, algo más que química. Contigo supe que el amor es mucho más que una reacción de sustancias. No me da el aliento, no me dan mis latidos, me falta tiempo para besarte, contar tus lunares, nunca me canso de mirarte. Siempre descubro un matiz nuevo en tus ojos.
No sé si será porque todavía tengo presentes las notas que estabas tocando, no sé si será porque estamos encima de tu magnífico piano arrancándonos gemidos y jadeos como si se nos escapara el tiempo en ellos. Eres tormento, eres éxtasis, eres cada expresión plasmada en los pentagramas. Eres la armonía, eres el ritmo de mis pasos. No podemos estar más pegadas que ahora y aún así, me sigues abrazando y apretando contra ti, no te basta con ello, soy tuya. Te envuelvo con mis piernas y entonces es como si estuviéramos bailando, ajenas al mundo, en nuestro propia danza directa al delirio. Noto tus uñas clavándose hondo en la piel, logrando que me encienda mucho más, tiene que ser por el rojo sangre del crepúsculo, pero me abandono a la parte más salvaje de mi ser y no puedo evitar cambiar los papeles y devorarme tu cuerpo entero. Sigue gritando mi nombre, sigue, no calles, no te reprimas. Y voy trazando dibujos con mi lengua, y llego más abajo, directa, irrumpiendo entre tus piernas, te entregas sensual, sumamente erótica. Noto como estás a punto, y sigo con mi lengua mientras subo con mis manos por la parte externa de tus muslos acaricio el contorno de tu vientre y acaricio dulcemente tus pechos; estás a punto de venirte, y antes que eso suceda me llamas, quieres que lleguemos juntas. Nos lanzamos y acomodamos nuestros cuerpos, te mueves, me mueves, nos movemos y es entonces que nos cogemos de las manos, nos enloquecemos con nuestras respiraciones arrebatadas. Explotamos juntas en una ola de placer. He ido al cielo y he vuelto. Noto como caes relajada, me miras y sonríes, nos abrazamos y sellamos la eternidad con un beso reposado, que me sabe a dulce. Es cosa del ambiente, de dónde estamos, de cómo no nos hemos caído y que el piano sigue intacto. Me apartas el pelo de los ojos, me dices un te quiero profundo y sincero. Reímos por nosotras, porque somos felices, porque con momentos como este, no me hace falta escuchar la música. Te tengo a ti entre mis brazos.
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Me encanto tu relato. <3
ResponderEliminarwooow de esas formas de relatar que enamoran :D felicidades me encantó
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