Páginas

La Noche - Sonia



Gracias. Debo darte las gracias,  por una noche maravillosa que nunca había pensado tener. Estar contigo, hablando, conociendo todos los detalles de tu vida, que tú tan mágicamente me enseñaste, así toda la noche y yo correspondía con la mía. Con mis miradas, con mis problemas, mis enormes dudas y recibiendo tu paz, tu tranquilidad.
Y así pasamos toda la noche, hasta que el sol vino a buscarnos a mi coche, entre alcohol, risas y la enorme sensación de bienestar que se mezclaba con el humo de nuestro cigarro.


No había tiempo, aunque pasaron horas. Era como si, por fin, hubiéramos conectado a otro nivel. Un nivel entre la amistad y el sentimientos que nos inundaba. Pero ni siquiera nuestro labios se rozaron. La atracción que estaba entre nosotras desde que nos conocimos, se sentó en el asiento de atrás, como en un segundo lugar, esa noche era para otra cosa. 
Era como sentarnos las dos y enfrentar de una vez por todas lo que sentíamos. Hablar, conocernos y ver que pasa.
Nos explicamos nuestras vidas. Y la mía un poca más vieja y más cansada que la tuya, joven y llena de vida que desprendías en cada gesto que hacías. 
Me sorprendieron muchas cosas. Tu vida no había sido fácil, pero eras valiente y siempre te habías enfrentado a ella con la verdad por delante. 
Tal vez lo que más me llamó la atención y me enloqueció fue la paz y la tranquilidad que hubo entre nosotras. Como si dos viejas amigas hablaran de sus cosas. No tuvimos que forzar nada, todo fluía y fluía entre las dos.
Los temas se ponían a la cola. Cuando tú me hablabas yo te escuchaba con atención y teniendo a punto un consejo, un aliento agradable que no dude en dártelos toda la noche.
Tú por tu parte me dedicaste unas horas en las que sólo estuvimos tú y yo. Las dos hablando como locas, y escuchando hasta los silencios. Era como si quisiéramos desnudarnos por dentro, después de haberlo hecho ya tantas veces con ropa. 
Cómo entender qué somos, qué pensamos, y buscando con desesperación una respuesta, una solución, un lugar donde podíamos estar juntas, y repetir noches como esta, o pasadas donde el único escenario fue la cama. 
Sí, Hablamos con el alma, con el corazón, con cada mirada que nos llamaba a seguir enseñando hasta los secretos mejor guardados, esos, que nadie quiere reconocer que tenemos. 
Tú me llenabas el vaso una y otra vez, mientras yo escogía, con delicadeza, esos cigarros para quemarlos y fumarlos como la noche junto a ti. 
Yo bajaba la radio, una y otra vez, hasta dejarla sin sonido, no había nada más bello que escuchar tu voz. 
De pronto la mañana vino a buscarnos. Debíamos irnos, tú a tu vida y yo a la mía, junto a ella.
Pero algo había cambiado. Nos habíamos conocido tanto, que estábamos desnudas la una frente a la otra. 
Sin defensas, sin escudos que nos taparan los sentimientos, nuestras almas sentadas cogidas de la mano.
Nuestras miradas entrelazadas y maravilladas, fascinadas por lo hermoso que había sido conocernos a otro nivel. Un nivel más profundo, espiritual incluso. 
Y allí estábamos... temerosas de lo que podía pasar ahora. Y sabiendo que lo que acababa de pasar nos había unido aún más, que todos los ratos de sexo que habíamos tenido. 
Había nacido la intimidad. La conexión de nuestras vidas, el saber que piensa una y conocer de antemano la reacción de la otra.
Teníamos una bomba de relojería entre las manos, que nos acaba de explotar, tirándonos a las dos al abismo del amor donde difícilmente podríamos salir. 
Amor. Sí. Debe ser amor cuando la sonrisa no se borra de mi cara desde entonces. 
Y llegué a casa sintiendo que había pasado una de las noches más felices de mi vida. Tan exhausta, en una nube, que ni siquiera puede dormir.
Al dejarte en casa y rozar tus mejillas, al abrazarte, no quería soltarte me hubiera pasado así toda la vida.
Tuve que hacer verdaderos esfuerzos para no llevarte conmigo siempre. A mi cama, a mi vida, a mi lado....
Sí, estoy enamorada de ti. Ya no tengo dudas. Pero también sé que empezarán los problemas....
No me voy a poder reprimir, olvidar que quiero estar contigo constantemente. Que por tus labios muero y en tu piel me pierdo.
Y aún así, me debo a una vida con ella. Tú no me pides nada. Sabes que no voy a poder cumplir con mis promesas, por mucho que las diga. Porque no tengo más que darte que este amor clandestino, tan difícil de realizar.
Tú sólo quieres ser mi amiga, mi amante... y no pides más que conseguir unos ratos conmigo....
Estás enamorada, pero sabes que no te puedo ofrecer más que unos ratitos de amor en los que me vació....
Y ahora ya no quiero pensar más. Voy a vivir lo que pienso, sin pensar en nada... 
Por qué me siento tan feliz que me muero a  tu lado...
Lo que venga y pasé, tendrá que venir que me encontrará a tu lado... Y una mano en la de ella... que por cobarde aún no puedo soltar...


----------------------------------------------------------------------------------------------------------
La Teta Feliz Historias y Relatos ® Sonia Derechos Reservados
© Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, registrada o transmitida por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo, por escrito, del autor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario